Humillación Bolivariana del siglo XXI, por Armando Martini Pietri - Runrun
Humillación Bolivariana del siglo XXI, por Armando Martini Pietri

Cosas de la vida, fue la electricidad la que vino a demostrar claramente lo que sospechábamos los venezolanos, numerosos gobiernos internacionales y organismos multilaterales: que el usurpador que preside, heredado por el extraño vericueto del enamoramiento castrista de aquél Chávez quimioterapeado que ya moría, no sabe gobernar sin apoyarse en el retrato del fallecido comandante, y cualquier crisis sobrepasa su propia e infinita incompetencia.

Lo que acaba de ocurrir con el servicio de electricidad ni es cosa no sabida ni peligro no anunciado. Expertos advirtieron una y otra vez del incorrecto camino que se estaba siguiendo de mal o ningún mantenimiento, descuido generalizado y sustitución de especialistas meritorios, confiables por sus conocimientos y experticia, por incapaces, necios ignorantes sólo avalados por su afiliación al partido, fuese el rojo carnetizado, verde armado, o ambos -muchos son los casos de doble compromiso con privilegios, corrupción, participación integral en la calamidad y ruina en que se ha convertido el país-, al cual convirtieron de próspero, ingenuo, bochinchero, siempre afable y sonriente receptor de inmigrantes, en malhumorado, desesperado y amargado emisor de emigrantes. ¿Cuál es la razón para esperar a que este Régimen deje en ruinas y escombros a Venezuela?

El régimen castro/chavista/madurista ha conseguido mostrar lo peor del venezolano, como ciertos diputados que, para algunos, colaboracionistas a rabiar y beneficiarios privilegiados de bolichicos y enchufados, saboreando buena comida y bebiendo caña a placer en su tugurio regular, mientras venezolanos a quienes dicen representar mueren de hambre y falta de medicinas. Comerciantes especuladores y sinvergüenzas, ladrones aprovechadores de la necesidad humana, vendiendo en dólares y recibiéndolos a menor precio que en el mercado negro o dicom, violadores y asesinos de los Derechos Humanos básicos, abusadores, usureros, truhanes, pícaros y bandidos de la peor calaña; chulos de carencias de las minorías, desgracia de los pobres y menos favorecidos. Todos ellos son afrenta, insulto y agravio para el gentilicio venezolano, merecen la cárcel y desprecio ciudadano. Y ahora, para completar la viciosa filosofía del madurismo cívico-militar cubanizado y cubanizante, la nación está en manos de colectivos armados criminales, no tan nuevo, pero ahora nacionalmente desplegado poder. ¿Qué espera la Asamblea Nacional para aprobar el artículo 187 numeral 11 de la Constitución?

Miles de millones de dólares se han vaciado, dilapidado, y robado para destruir la estructura de una Edelca enorme, moderna, ejemplar generadora y distribuidora de electricidad a empresas públicas y privadas regionales, que venía mejorando progresivamente a lo largo del siglo XX, y a proveedores responsables de la electricidad en las zonas y sectores acordados.

Ese esfuerzo de décadas, formador de técnicos, profesionales y servicios de calidad cada día mejor, fue cambiado por un sistema de plantas termoeléctricas compradas por cubanos, cómplices pro-chavistas, bolichicos, enchufados, oportunistas y asociados infiltrados opositores, a precios de viejas y poco confiables, vendidas al gobierno revolucionario a valor de nuevas de paquete y avanzada tecnología. El atraco al tesoro público fue monumental. La complicidad de personeros de la dictadura, empleados oficialistas, presuntos empresarios y politiqueros fue asqueroso, vomitivo, repugnante, y que hoy, por esa misma connivencia están libres, impunes, disfrutando lo robado mientras el pueblo está en desgracia, padeciendo hambre y sed, privaciones de salud, falta de todo y muerte.

A la electricidad venezolana le pasó lo mismo que al petróleo. Se cambiaron los expertos por ineptos leales al comunismo castrista, ingenieros y técnicos por militares armados, sumisos y obedientes. La crisis que acaba de estallar en todo el país fue anunciada reiterada, claramente por quienes conocían y conocen del tema. La indignación ciudadana no tiene comparación, cuando el país incluso llegó a venderle electricidad a Colombia y Brasil, retrocedió a la oscuridad y limitación medievales. Hoy ambas industrias están arruinadas por falta de mantenimiento y exceso de corrupción.

Poco importa si fue como aseguran, un incendio rural que la tramoya eléctrica roja no supo manejar por su incompetencia, o que, por un imaginario ataque cibernético dirigido por el senador Marco Rubio, el pentágono desde Chicago y Houston, o Donald Trump, todo el país se quedó a oscuras mientras el régimen bailaba otra de sus rumbitas e inventaba una guerra eléctrica para sumarla a la económica ya desgastada de tanto manipularla como pretexto.

El país se quedó a oscuras, sin medios de comunicación, el Gobierno no logra producir gasolina de ningún octanaje, voltaje para alumbrar emergencias ni nada, no provee seguridad ni confianza, el país quedó en manos de los colectivos delincuentes desatados y desalmados, el régimen simplemente no supo qué hacer. La crisis política, social, económica, ética, de valores morales y ahora la eléctrica, evidencian la incompetencia que lo sobrepasó. Es una vergüenza que el general ministro no tenga los cojones de renunciar ante su reiterado fracaso. En lo de atrapar saboteadores, digo.

No hay duda que, en estos días de silencio y oscuridad, hemos vivido y visto la cara del verdadero castrismo madurista. A los responsables de la crisis del pueblo venezolano se les devolverá tanta crueldad. Pero ¿dónde están los cobardes que los apoyaron todos estos años? ¿Acogiéndose a la Ley de Amnistía buscando impunidad a sus delitos y crímenes? 

No interesa lo que piense el partido rojo rojito que se va esfumando día tras día y error tras error. Tampoco afecta lo que mastiquen politiqueros impulsados por personajes de dudosa reputación, desprestigiados que poco o nada representan. Importa, lo que cavile el partido verde institucional y decente, pero atención, nadie es indispensable.

Un cambio es obligación ciudadana, deber político serio y responsable, necesidad ética, moral y juramento religioso. ¡Cuidado con la furia de un pueblo tolerante!

 

@ArmandoMartini