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#MonitorDeVíctimas | El crimen de un supervisor de la PNB desató una masacre por parte de las FAES
Al menos cuatro hombres fueron asesinados en medio de un operativo para capturar los homicidas de un policía que se resistió a ser robado en una camioneta de pasajeros que circulaba por el sector Las Mayas

 

Daisy Galaviz @Daigalaviz / Fotografía Carlos Ramírez

«MI HIJO NO ERA NINGÚN MALANDRO. No sé por qué me lo mataron como un perro. ¿Cómo le van a decir: ‘arrodíllate y reza’ y le disparan al segundo? ¿Quiénes son ellos para tener ese papel de verdugos?” Así se expresó una de las madres de los jóvenes que fueron ajusticiados tras el asesinato de un supervisor de la PNB, el pasado 8 de febrero en Las Mayas, parroquia Coche, municipio Libertador.

Ese viernes el supervisor agregado Carlos Javier Moya González, de 45 años de edad, quien estaba adscrito al comando policial de El Valle, se dirigía a su puesto de trabajo en una unidad de pasajeros. La camioneta fue abordada por tres hombres, quienes atracaron a los usuarios y les robaron sus pertenencias. Cuando llegaron a Moya González, éste se resistió al robo y le dispararon. En el hecho también resultó herido el conductor, quién fue llevado en estado de gravedad al hospital Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara.

Luego del suceso, funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana desplegaron un operativo para darles captura a los tres asesinos. Durante el procedimiento cayó otro uniformado: Luis Bravo Reyes, de 27 años de edad, tras recibir un disparo y tres puñaladas.

Pero la muerte de los funcionarios no se quedó allí. De acuerdo a familiares que amanecieron este 10 de febrero en la medicatura forense de Bello Monte, esas dos muertes dieron paso a una masacre. Según información aportada por vecinos, más de 10 hombres habrían sido ajusticiados por funcionarios de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), en Las Mayas y La Rinconada.

José Arteaga y su primo David Arteaga son dos de esas víctimas. El primero tenía 18 y el segundo 21 años de edad. Según la hermana de José, quién pidió omitir su identidad, ambos se encontraban laborando en la cementera de Turmerito cuando fueron arrestados por funcionarios de las FAES. A los jóvenes los subieron en una unidad y «no supimos más de ellos. Los buscamos en comisarías y nada. El sábado los encontramos en el (hospital) Pérez Carreño”, aseguró. Un funcionario del Cicpc le informó que habían muerto en medio de un enfrentamiento.

Ambos vivían con sus madres y se ganaban la vida en la cementera como obreros. Sus familiares tuvieron que hacer una colecta en la zona y vender algunos artefactos para pagar sus entierros, pues las funerarias cobraron más de 600.000 bolívares.

Por su parte, a José Moisés Flores Espinoza, de 19 años de edad, no se lo llevaron detenido. Según el relato de su madre, frente a su casa lo mandaron a arrodillar y le dispararon en el cráneo. “La pared todavía tiene marcada la sangre de mi único hijo varón», indicó con lágrimas en los ojos.

José Moisés, la mañana de ese 10 de febrero, se encontraba en su cuarto dormido cuando funcionarios del FAES ingresaron a la vivienda y lo sacaron al callejón. El joven era oriundo de Los Valles del Tuy y desde hace tres meses residía en el sector Los Ranchos de Las Mayas, pues se vino a Caracas a trabajar en el mercado de Coche.

Según el Cicpc, al joven se le encontró un arma de fuego. Sin embargo, su madre rechaza esa información. “El pecado de mi hijo fue haber tenido una mala junta. No era un mal muchacho, consumía, sí, también fumaba, pero él no era un delincuente para que me lo mandaran a arrodillar y luego lo mataran de esa forma», afirmó.

La cuarta víctima fue Vicente Ramírez, 22 años de edad, quien vendía chucherías en la estación del Metro de La Rinconada, que sirve de terminal al sistema de ferrocarril que conecta Caracas y Los Valles del Tuy.

Vicente vivía con su pareja, de 20 años de edad, sus dos pequeñas y su hermana menor en el sector El Rayado de Las Mayas. De acuerdo con su pareja, quién pidió omitir su identidad, el viernes en la mañana Vicente salió a trabajar y no tuvieron más información de su paradero hasta que unos amigos mencionaron la posibilidad de que estuviera en el grupo de ejecutados por las FAES. Su cuerpo lo encontraron en la morgue de Bello Monte el 9 de febrero, había ingresado el día anterior pasadas las 10:00 pm.