Cuando el 17 de febrero empezó la represión sanguinaria del régimen libio contra la población civil que solicitaba un cambio en las estructuras de gobierno todo parecía indicar que el conflicto no iba a ser corto. Gadafi no iba a dejar el poder tan fácilmente y estaba tan dispuesto a resistir que decidió sacrificar parte de sus negocios con occidente para mantenerse.
La vileza con las que las fuerzas de Gadafi actuaron contra poblaciones enteras como Misrata y Benghazi, fueron los argumentos que los países de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) intervinieran en el conflicto para garantizar la vida de los civiles. Paralelo a ello, se estableció un Consejo Nacional de Transición que está conformado por un grupo de políticos opositores, empresarios y antiguos dirigentes del gobierno libio, dedicaron hacer un lobbie silencioso por todo el mundo exponiendo las crueldades y constantes violaciones a los derechos humanos que el régimen estaba cometiendo.
Luego de 6 meses de conflicto Muamar el Gadafi ya no tiene con que sostener su poder. Los rebeldes han entrado triunfantes a Tripolí, la guardia personal se rindió, las comunicaciones prácticamente están controladas, tiene 3 hijos presos, una solicitud de la Corte Penal Internacional, pocos aliados en el exterior y la OTAN cercando a sus pocas fuerzas leales, solo quedan algunos aislados que luchan por su vida. Era cuestión de tiempo para que este régimen cediera aunque para este momento el paradero de declinante gobernante libio es desconocido.
A pesar de todo esto hay varios retos con los que la comunidad internacional tendrá que enfrentar desde ahora: ¿cómo participarán los aliados en el proceso de transición? ¿Cuándo se restablecerá el suministro de crudo? ¿Cómo quedarán las relaciones entre las diferentes tribus? ¿Cómo se reacomodará la balanza de poder en el norte de África con los apoyos chinos y rusos? .
Adicionalmente nuestro país juega un papel muy importante en el desenlace del conflicto por la alianza que hay entre ambos gobiernos. Se ha comentado que Venezuela puede ser el destino elegido por Gadafi para poder abandonar Libia, sin embargo esto representa una encrucijada para el gobierno ya que el costo político es muy alto ante la comunidad internacional que vería con muy malos ojos el que se refugiara aquí. ¿Podrá el gobierno soportar la presión o provocara a la misma tal como lo hizo con Omar Al – Bashir de Sudán? Y cuando la situación se calme, ¿reconocerá al nuevo gobierno de transición entendiendo que Libia es un Estado miembro de la OPEP? El reto de Libia no se acaba con Gadafi.