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Los Piratas Del Lujo

Al interior de la elegante Louis Vuitton de la Quinta Avenida de Nueva York, la gente entra ansiosa comiéndose con los ojos cualquiera de las carteras que tengan el insigne monograma de la marca, cualquiera de ellas con un precio de alrededor 1.500 dólares. Cuatro cuadras al sur, la misma cartera –o la que parece ser la misma- se compra por $35.

El contrabando de carteras falsificadas se ha convertido en casi un pasatiempo: competir sobre quién encontró la mejor y más exacta copia de la versión original. Su compra se ha vuelto cada vez más fácil, ya no sólo se encuentran en su país de origen: China; ni en sus dos principales sucursales: la famosa calle Canal de Nueva York y en la Santee Alley de Los Ángeles. Hoy las marcas de lujo enfrentan otra pelea y cacería tremenda: Internet. La venta de artículos falsificados, especialmente carteras, zapatos y relojes a través de páginas web no legales se ha multiplicado; y a pesar que la lucha  en contra de éstas es enorme, muchísima gente sigue cayendo en la trampa de comprar un par de Louboutin por $150 o una Louis Vuitton por $200, con la falsa creencia de que son originales.

La realidad es que cada pieza, cada hilo, cada elemento de la original está cuidadosamente pensado y la puesta en conjunto de sus componentes, no es aleatoria ni arbitraria. La producción y elaboración de las carteras Louis Vuitton –por citar un ejemplo- se rigen bajo ciertos parámetros de diseño y manufactura que todas y cada una de ellas sigue denotando de esta forma, la autenticidad de la marca.

Dos características básicas para identificar una copia Louis Vuitton:

  1. El forro de las Vuitton, sin importar el año, es de algodón marrón.
  2. Louis Vuitton es muy cuidadoso sobre la manera en que el patrón del monograma es colocado en cada cartera. Las siglas LV del monograma tienen que estar alineadas y simétricas de lado a lado, nunca son tapadas por las asas.

El famoso monograma fue creado por el hijo de Louis Vuitton, George Vuitton en 1893. En 1896 la compañía lanzó éste legendario diseño patentándolo en el mundo entero. Hoy en día resulta ser uno de los símbolos más fácilmente reconocibles en el mundo entero, después de los arcos amarillos de McDonald´s.

El “International AntiCounterfeiting Coalition” estima que estas operaciones ilegales le cuestan a las compañías de lujo como Chanel, Louis Vuitton, Fendi, Coach, Burberry, Gucci y otras, alrededor de 250 billones de dólares anuales en pérdidas de ventas, lo que se traduce a 750 mil desempleados.

Pero más allá de todas las implicaciones económicas que la industria del plagio le produce a las marcas de lujo. La falsificación -que es el resultado del robo al derecho de autor- involucra estar comprando un producto que fue hecho por un niño y/o una persona que ha sido explotada y obligada a trabajar en una fábrica bajo las más inhumanas y crueles condiciones laborales. Por otra parte, a menudo las ganancias de la piratería y falsificación son utilizadas para financiar el crimen organizado, prostitución, lavado de dinero y tráfico de drogas.

Costará años erradicar el contrabando del plagio, pero se puede comenzar ayudando a no comprarlas.

Camilia Diaz Petkoff

camiliadiazpetkoff@gmail.com

@cdiazpetkoff

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Al interior de la elegante Louis Vuitton de la Quinta Avenida de Nueva York, la gente entra ansiosa comiéndose con los ojos cualquiera de las carteras que tengan el insigne monograma de la marca, cualquiera de ellas con un precio de alrededor 1.500 dólares. Cuatro cuadras al sur, la misma cartera –o la que parece ser la misma- se compra por $35.

El contrabando de carteras falsificadas se ha convertido en casi un pasatiempo: competir sobre quién encontró la mejor y más exacta copia de la versión original. Su compra se ha vuelto cada vez más fácil, ya no sólo se encuentran en su país de origen: China; ni en sus dos principales sucursales: la famosa calle Canal de Nueva York y en la Santee Alley de Los Ángeles. Hoy las marcas de lujo enfrentan otra pelea y cacería tremenda: Internet. La venta de artículos falsificados, especialmente carteras, zapatos y relojes a través de páginas web no legales se ha multiplicado; y a pesar que la lucha  en contra de éstas es enorme, muchísima gente sigue cayendo en la trampa de comprar un par de Louboutin por $150 o una Louis Vuitton por $200, con la falsa creencia de que son originales.

La realidad es que cada pieza, cada hilo, cada elemento de la original está cuidadosamente pensado y la puesta en conjunto de sus componentes, no es aleatoria ni arbitraria. La producción y elaboración de las carteras Louis Vuitton –por citar un ejemplo- se rigen bajo ciertos parámetros de diseño y manufactura que todas y cada una de ellas sigue denotando de esta forma, la autenticidad de la marca.

Dos características básicas para identificar una copia Louis Vuitton:

  1. El forro de las Vuitton, sin importar el año, es de algodón marrón.
  2. Louis Vuitton es muy cuidadoso sobre la manera en que el patrón del monograma es colocado en cada cartera. Las siglas LV del monograma tienen que estar alineadas y simétricas de lado a lado, nunca son tapadas por las asas.

El famoso monograma fue creado por el hijo de Louis Vuitton, George Vuitton en 1893. En 1896 la compañía lanzó éste legendario diseño patentándolo en el mundo entero. Hoy en día resulta ser uno de los símbolos más fácilmente reconocibles en el mundo entero, después de los arcos amarillos de McDonald´s.

El “International AntiCounterfeiting Coalition” estima que estas operaciones ilegales le cuestan a las compañías de lujo como Chanel, Louis Vuitton, Fendi, Coach, Burberry, Gucci y otras, alrededor de 250 billones de dólares anuales en pérdidas de ventas, lo que se traduce a 750 mil desempleados.

Pero más allá de todas las implicaciones económicas que la industria del plagio le produce a las marcas de lujo. La falsificación -que es el resultado del robo al derecho de autor- involucra estar comprando un producto que fue hecho por un niño y/o una persona que ha sido explotada y obligada a trabajar en una fábrica bajo las más inhumanas y crueles condiciones laborales. Por otra parte, a menudo las ganancias de la piratería y falsificación son utilizadas para financiar el crimen organizado, prostitución, lavado de dinero y tráfico de drogas.

Costará años erradicar el contrabando del plagio, pero se puede comenzar ayudando a no comprarlas.

Camilia Diaz Petkoff

camiliadiazpetkoff@gmail.com

@cdiazpetkoff

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