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Brooks en una caimanera

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Hace 13 años

Las historias de beisbol que me contaba mi papá eran tan increíbles que parecían inventos.

Conoció, como ya he dicho, a Jackie Robinson en 1949 y otros súper estelares, una vez jugó en el Yankee Stadium en un torneo que organizó Juan Vené, de quién fue amigo. Siempre tenía algo que contarme mientras veíamos los juegos, frente al televisor o en la mesa del comedor, al lado de la radio.

Era amigo de “Chico” Carrasquel, del “Loco” Torres y Víctor Davalillo. Jugaba caimaneras con Luís Peñalver, era lo único que lo hacía aceptar jugar en segunda, que el lanzador fuera Peñalver.

Pana de los “Héroes del 41” y de Miguel “Caribe” Sanabria, a quién esta cronista llamaba “tío Miguel”, amigo de César Tovar y de Antonio Armas. Le gustaba jugar con un guante que le trajo de regalo Luís Salazar y siempre contaba de la vez que jugó con Brooks Robinson….

Así que hoy, en el cumpleaños 75 del legendario tercera base de los Orioles de Baltimore, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 16 Guantes de Oro, un jugador brillante como pocos en su posición, sencillo y afable, recordaré de ese sábado en la tarde, cuando Brooks Robinson defendió la antesala de el Universitario y mi papá era el pitcher.

Después que vi Forrest Gump me gustaba decirle que él (papá) era como ese personaje, pero sus historias eran de verdad y él se encargaba de dejar constancia fotográfica , una hoja de line up o varios testigos…

A Brooks Robinson lo trajo Rubén Mijares.

Eleazar Pinto, entonces presidente de Coracrevi, le pidió al periodista y hombre de beisbol, que le trajera un Grande Liga de jerarquía y Mijares se fue a Estados Unidos a invitarlo.

Cuenta Rubén que la única exigencia de Robinson fue viajar con la familia. Le ofrecieron dos pasajes en primera clase y él les dijo que cambiaran esos dos boletos por 4 de clase económica para venir con su esposa e hijos.

Al final Coracrevi les envió 4 pasajes en primera y fueron hospedados en una suite del Macuto Sheraton.

El viernes el jugador estaba inaugurando el estadio de Coracrevi en El Valle y al día siguiente estaba en el 23 de enero, inaugurando un torneo de beisbol infantil. Luego de cumplido el compromiso, Robinson fue llevado al estadio Universitario.

Todos los sábados desde mediados del siglo pasado,  profesores y egresados de la Universidad Central de Venezuela juegan en ligas organizadas. Los miércoles la cosa es más informal, aunque son caimaneras, como dice Ibsen Martínez, de “altísimo nivel”.

Mi papá fue uno de sus fundadores y hasta los 81 años, cuando ya el cáncer hizo metástasis ósea, piteaba y ¡hay quien le preguntara que si era softball lo que jugaba porque se disgustaba muchísimo!

Ese sábado Brooks Robinson quiso incorporarse a la partida, se incorporó con “profesores” y defendió la antesala, algunos dicen que no fildeó un batazo incómodo y que mi papá se disgustó, pero nunca refería eso, le gustaba más bien decir que Brooks Robinson decidió ese juego con un doble que “de vaina no se fue” ¡y  ganamos!…”

Brooks Robinson hizo que los profesores de la UCV ganaran un juego, uno de los muchos que pictheó mi papá desde el montículo de Universitario, donde se quedó para siempre, un sábado también, una tarde de beisbol en la que entre muchas historias recordamos esa  de Brooks Robinson.

Hoy es su cumpleaños y aunque probablemente he debido hablar de su magnífica carrera en las Mayores y con los Orioles, será porque llueve o porque el viernes quien cumple soy yo o que,  como casi siempre, recordar las historias de mi papá se me hace tan grato.

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