Turquía ¿ejemplo para el mundo árabe?
Tras la llegada de los islamistas al poder en Turquía en 2003, hoy por hoy parecieran existir dos tendencias políticas fuertes a lo interno del país euroasiático, la islamista- liberal por un lado, que busca adoptar una postura más acorde con las políticas democráticas europeas y el respeto, y la kemalista por otro, que además de contar con una fuerza históricamente importante como la militar, incluye a muchos ciudadanos que recelan de una reislamización del país por parte del Partido de la Justicia y el Desarrollo o AKP. En un país que ha sufrido varios golpes de Estado (1960, 1970, 1980 y 1997), pareciera que ante las revueltas del mundo árabe y persa, y demandas de transformaciones económicas, políticas y sociales en las zonas del Magreb, Medio Oriente y Golfo Pérsico, se erige como un ejemplo a seguir.
Sus avances y giros de acercamiento hacia Occidente han sido notables en los últimos años: se sitúa como una potencia regional importante para el mundo árabe y persa; desde la desintegración del Imperio Otomano tras la I Guerra Mundial, la política exterior de Turquía ha buscado aproximarse política y culturalmente a Occidente, siendo hoy por hoy la Unión Europea el principal socio comercial para el estado turco; reformas internas como la abolición de la pena de muerte y el paulatino progreso en el respeto de los derechos de la población kurda en el este del país, que aún siendo progresos en materia de derechos humanos y políticos, aún quedan ensombrecidos por problemas como la detención habitual de periodistas, la ilegalización de formaciones políticas por atentar contra la laicidad del Estado, según la justicia turca, las denuncian reiteradas de violación de derechos humanos con el gobierno del primer ministro, Tayip Erdogan, destacando muertes no aclaradas, desapariciones, persecuciones a minorías como la kurda, torturas y malos tratos a manos de fuerzas de seguridad del Estado, además de temas pendientes como la resolución del genocidio armenio perpetrado en la primera mitad del siglo XX.
Es la sexta economía de Europa, y la decimosexta del mundo, con un crecimiento del 8% del PIB para el año 2010; en lo regional ha buscado abrir su comercio hacia la región del Medio Oriente, específicamente en Siria, Irán, Irak, Egipto y el Golfo, nuevos mercados de referencia para este país fuera del ámbito europeo y estadounidense
Turquía es importante para Occidente porque es un territorio que separa a Europa de Asia, junto con lo que era el Egipto de Hosni Mubarak, país que juega un papel estabilizador y un papel importante por su situación geográfica en las luchas y movimientos de diversas potencias como Rusia e Irán en el Cáucaso Sur. No obstante, no es un aliado seguro para Estados Unidos ante la negativa de cooperar en el pasado en la invasión de Irak en 2003, y recientemente en enfrentarse con Israel por la flotilla de Gaza, lo que le ha impedido adquirir aviones teledirigidos estadounidenses y otros equipamientos para combatir a la guerrilla separatista kurda- Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Desde el 2004, la Comisión Europea dio el visto bueno a Turquía y sugirió al Consejo de la Unión Europea iniciar negociaciones para el ingreso de Turquía como estado miembro de la Unión. Sin embargo, el peligro que ven algunos países parte, como el caso de Alemania y Francia, es que se genere un aumento de la inmigración turca en Alemania que en la actualidad alcanza 2,3 millones de personas de 82,2 millones de habitantes aproximadamente que tiene ese país, suponiendo con ello una carga para el estado, además de un incremento de la influencia islámica dentro de Europa.
Turquía hoy está asumiendo un papel de mediador regional y líder, con una economía sólida y un sistema que con sus serias fallas, está evolucionando hacia un modelo que se ajusta a los intereses de terceras partes, Europa y Estados Unidos, principalmente.
La europeización de Turquía a partir de 1923 con el fundador y padre de la república de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk, dotó a este país de un Estado moderno y secular, de reformas que en aquellos años fueron novedosas en países islámicos como la abolición de la shari‘a, derecho al voto a las mujeres, laicidad del Estado, introducción del alfabeto latino que logró enormes beneficios para la alfabetización turca e instituciones democráticas, que en la actualidad siguen siendo avances (para algunos demasiado lento) y referencia para los países del Medio Oriente y el Magreb, concibiéndose aún más, tras las revueltas de comienzos del año 2011.
¿Ud. Es el líder que llevará el país, recién liberado de la dictadura, hacia una teocracia musulmana? No, respondió: “Yo no soy Jomeini. Me siento más cercano a Erdogan”. – Rachid Ghannouchi en el aeropuerto de Túnez a su regreso de 22 años de exilio
Adriana Boersner Herrera
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