Revertir esa aberración represiva de enviar a prisión a jóvenes estudiantes y trabajadores -en el caso del estado Bolívar son 21- cuyos “delitos” serían haber participado en protestas de calle, sería un acto de justicia que corregiría una injusticia. El reclamo de las Universidades -profesores, estudiantes, autoridades- ha sido firme y claro sin dejar de ser pacífico. Las asambleas y movilizaciones de ayer en la Unexpo, UNEG, UGMA, Ucab Guayana, Iutirla y otras, fueron muy claras y contundentes. El Paro Nacional de Universidades también lo es, así como la mediación de instituciones como la Iglesia.
En realidad ni siquiera deberían estar cientos de jóvenes en “régimen de presentación” con juicio abierto y una libertad condicionada cuya única “razón de ser” es política, es decir, igual como han hecho con casi un centenar de trabajadores y luchadores laborales en éstos últimos 7 u 8 años, el gobierno usa el recurso de la “medida sustitutiva de libertad” como herramienta represiva de amenaza y amedrentamiento. Una “espada de Damocles”, sobre esos jóvenes para tratar de evitar que participen en protestas legítimas.
Mas de tres mil detenidos en 100 días de protesta en todo el país, con casi 300 encarcelados y mas de dos mil en régimen de presentación quedará para la historia como el sello de un gobierno autoritario, incapaz de rendir cuentas de un desastre económico, político y social; incapaz de admitir que millones de venezolanos reclaman, manifiestan y protestan con legítimas razones para ello. Yo ni aúpo ni respaldo acciones de violencia, pero no se me escapa que desde aquel 12F en Caracas, cuando una multitudinaria protesta pacífica terminó con sangre por los disparos de unos funcionarios, ha sido el gobierno quien ha provocado –con su intransigencia y a veces con su mala acción directa- que la protesta haya sobrepasado el centenar de fechas.
TIP 1: Crisis eléctrica. Igual que en 2009, la culpa de una nueva crisis en el servicio eléctrico no sería de “El Niño” ni de “la sequía”, porque el Sistema Hidroeléctrico del Caroní -esa maravilla que tenemos- fue diseñada para operar en épocas secas poniendo a funcionar, en la proporción adecuada, otras fuentes alternas de generación y dando el uso correcto al lago de Guri. La responsabilidad es entera del gobierno por haber abandonado las inversiones y el mantenimiento de otras centrales, especialmente termoeléctricas. Y ahora, en 2014, se repite la historia. La “revolución” incapaz –por ejemplo- no ha terminado Tocoma que en el proyecto original debió estar listo y al tope hace 4 años y que para colmo tiene un año completo de obras paralizadas.
TIP 2: Ya apareció el ministro Chacón anunciando y prometiendo para el 2016 una nueva unidad de Planta Centro para 600MW. Ojalá sea verdad, pero… ¿no tienen 7 años refaccionando las 5 unidades originales cuya capacidad instalada es 2000MW y apenas produce 400MW? La culpa no será de “El Niño” sino de esos adultos que nos mal gobiernan.
TIP 3: VenIran tractor. ¿Se acuerdan? Aquella fábrica de tractores que existe en Ciudad Bolívar desde los años 70 cuando se levantó en sociedad con una famosa fábrica canadiense. Que hacia 2005 se reabrió en un acuerdo del gobierno de Chávez con Irán prometiendo que produciría 25 tractores diarios para tecnificar el agro venezolano y para exportar; prometiendo también que “en dos o tres años se hará la transferencia tecnológica” para producir en Venezuela no menos del 90% de las partes y piezas.
TIP 4: Tras muchos años de “casi cero”, en 2013 se produjeron -señala un informe del sector laboral que me hacen llegar- unos 20 tractores mensuales en lugar de los 20 diarios prometidos. Todas las piezas y partes se traen de Iran. Nada se produce en Venezuela. “¡Hasta los tornillos!”, me dice un trabajador. Nunca hubo transferencia tecnológica ni nada. Cuentan que los iraníes se quejan de las enormes deudas del gobierno -Cadivi mediante- pero no he visto que ellos lo digan en público.
TIP 5: Los trabajadores también reclaman y están hartos. Hace tres años tuvieron que luchar mucho para que la empresa iraní y el gobierno venezolano accedieran a un contrato colectivo. Ahora vuelven a lo mismo. Todo son trabas y peros. Reclaman salarios dignos y beneficios justos para el progreso de sus familias. Ellos exigen al presidente de CVG que vaya y vea la situación directamente. Que ya basta de “informes maquillados” donde “todo está de maravillas”. Aseguran que solo quedan 90 trabajadores y de ellos apenas 20 en las líneas de producción cuando eran 52.
Damián Prat