@robertodeniz
Si el cuadro era complicado, ahora se agravó. A la caída de los ingresos petroleros, la falta de divisas, la alta inflación y el desabastecimiento hay que sumar el racionamiento eléctrico como nueva barrera para la recuperación de la economía.
El domingo 26 de abril el diario El Universal publicó una entrevista al ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, Jesse Chacón. “Hemos estabilizado el sistema eléctrico, aunque falta mucho”, dijo el funcionario. Aseguraba, además, que la demanda eléctrica “ha caído 0,7%” y que la temperatura “ha estado en promedio 1 o 2° C por debajo de la de 2014”.
Dos días después la historia cambió. Chacón acompañó al vicepresidente de la República, Jorge Arreaza, para informar al país que debido al aumento de la temperatura era necesario implementar un plan de racionamiento eléctrico y “acciones preventivas”.
“Bajo esas condiciones, el sistema comienza a tener problemas de inestabilidad y se acordó tomar acciones preventivas ante el incremento en la demanda eléctrica que ha pasado de 16.800 Megavatios (Mw) a 18.300 Mw. Eso significa una diferencia de 1.500 Mw en solo una semana”, dijo Chacón.
Las medidas tomadas son una reedición de las implementadas a partir de 2009 y 2010 cuando el país entró en la “crisis eléctrica”: reducción del consumo eléctrico, recorte de la jornada de trabajo en la administración pública (de 7:30 am a 1:30 pm), autogeneración de energía para privados y públicos, y fiscalizaciones a los denominados “grandes consumidores privados”, entre otras. Atrás quedó la promesa que realizó Chacón en abril de 2013.
¿Afectará a la economía?
Las previsiones para la economía nacional eran desalentadoras antes del anuncio del racionamiento de electricidad. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectaba una contracción de 7% para la economía nacional. Economistas y firmas de asesoría local ubicaban esa caída entre 4% y 7%. En otras palabras, la producción de bienes y servicios descenderá con más fuerza que en 2014.
Desde gremios empresariales se asegura que el racionamiento tendrá impacto. El especialista en materia energética y consultor, José Aguilar, coincide con esa visión. “Sin electricidad no hay economía. El hecho en Venezuela encuentra una piedra de tranca en la energía”.
Aguilar asegura que Chacón es el ministro que “más ha racionado” el servicio eléctrico y destaca que los racionamientos de los últimos años le han costado al país el equivalente a 81 mil millones de dólares en actividad económica perdida.
Un ejemplo de ello puede ser lo ocurrido en las empresas básicas de Guayana. Entre 2009 y 2010, durante la “emergencia eléctrica”, se ordenó recortar el consumo de electricidad en esas empresas y algunas de ellas aún no se recuperan de esa decisión.
Datos de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) indican que el sector manufacturero labora al 50% de su capacidad, especialmente por la falta de materia prima y divisas. Si ahora las industrias deben enfrentar nuevos planes de racionamiento o cortes en el suministro de energía, esa productividad puede caer aún más.
En este sentido, Aguilar advierte que difícilmente el racionamiento de electricidad en los hogares supondrá una mayor disponibilidad de energía para el área industrial.
¿Por qué continúa la crisis eléctrica?
Para Aguilar la versión ofrecida por Chacón y Arreaza está plagada de “excusas” que son “inaceptables”.
Ni el calor, ni el fenómeno de “El Niño”. A juicio del especialista, el principal problema que enfrenta el sistema eléctrico nacional es que la inversión realizada a partir de 2009 en energía termoeléctrica no está disponible por problemas “electromécanicos” y por falta de combustible para esas plantas. “No es El Niño, es la falta de megavatios térmicos”.
Tampoco es un problema de demanda, ya que el año pasado hubo un pico de 18.700 Megavatios (Mw), que estaría por encima de los 18.300 (Mw) que refirió Chacón la semana pasada. El consultor recordó que la capacidad instalada ronda los 33 mil Mw, pero que buena parte de los equipos instalados a partir de 2009 “no están disponibles”. “El modelo de gestión no sirve, es incapaz de dar los resultados que el país requiere”, agrega.
Para Aguilar, el ritmo con el que se ha “turbinado” la represa del Guri desde el año pasado no ha sido el adecuado. “No se debía correr el Guri a ese ritmo, pero como el parque termoeléctrico no funciona, explotan el Guri. El ministro reaccionó tardíamente”, insiste el especialista.
Esa estrategia ha traído que el embalse del Guri esté “casi 11 metros por debajo de la cota óptima del Guri (251,66 metros al 30 de abril)” y sea “ineficiente” la generación de energía, con lo cual se “compromete la viabilidad energética del país” y la tan ansiada recuperación de la economía.
