La adaptación del Plan Bratton por Iván Simonovis - Runrun
La adaptación del Plan Bratton por Iván Simonovis

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Como nuevo Secretario de Seguridad de la Alcaldía Mayor, me asignaron una oficina en el piso 15 de un edificio en la avenida Andrés Bello de Caracas.

Era una novedad y, por ende, quedé fuera de las instalaciones de la sede de la Alcaldía Mayor, otrora oficina de la Gobernación de Caracas. Después de pasar una vida descubriendo y conquistando las burocracias de la PTJ, ahora me tocaba administrar las de una Alcaldía. No transcurrió mucho tiempo para que la Secretaría de Seguridad se transformara en una oficina moderna, con un personal altamente capacitado, todos ocupados en sus puestos de trabajo. 

Uno de los primeros cambios del Alcalde Peña fue nombrar Director de la PM a un oficial de esa misma institución y prescindir de los oficiales de la Guardia Nacional en ese cargo, como había sido históricamente. Además, contrató los servicios de William Bratton, ex comisionado de la Policía de Nueva York, mejor conocido como el “Súper Policía”, para asesorar a la Alcaldía. A partir de la decisión de sacar a la Guardia Nacional de la Policía Metropolitana, comenzaron los problemas con el Presidente Hugo Chávez, arrastrando a todos en el mismo saco. 

Llegado el momento de decidir quién sería el nuevo Director de la Policía Metropolitana, y como no conocía las potencialidades de los aspirantes a Director, me mantuve al margen de esta decisión. Alfredo Peña nombró como nuevo Director al Comisario Henry Vivas. 

A mediados de enero de 2000, llegó a Venezuela William Bratton, quien asumió las riendas de la Policía de Nueva York en 1994 y en 27 meses logró reducir la criminalidad en 33% en esa ciudad. En la primera reunión que sostuve con él, le presenté y le expuse los planes y proyectos sobre cómo planificaba la tropicalización de las estrategias antidelictivas implementadas en la urbe estadounidense. Durante tres días trabajé con Bratton adaptando los planes de seguridad para Caracas. 

En su próxima visita al país, Bratton trajo con él dos personas más que ejecutaron este plan en otros lugares para garantizar la puesta en marcha del proyecto, lo que en ocasiones se veía amenazada cuando se consultaban con la PM por sus recursos tristemente escasos. Una organización policial uniformada cuya dotación de equipos básicos como uniformes, chalecos antibalas, sistema de comunicación, transporte, sistema informático y armamento, era paupérrima. 

La Policía Metropolitana encargada de la seguridad preventiva de la capital del país y dirigida por la Guardia Nacional durante 30 años, no tenía ni siquiera computadoras, excepto las adquiridas a título personal por algunos funcionarios, operaba en sedes en condiciones deplorables y ni mencionar el deprimente salario de los Policías. Analizando esa problemática, era inevitable comparar a la institución con organizaciones homólogas extranjeras. 

En una oportunidad antes de asumir la Secretaría de Seguridad de la Alcaldía Mayor, estuve en Washington y fue comisionada la Policía Metropolitana de Washington para recogerme al Hotel y transportarme hasta el aeropuerto. En el lobby estaba un funcionario policial perfectamente uniformado con las barras en sus hombros; era un sargento que, luego de presentarse, me invitó a abordar una patrulla impecablemente identificada, luces estroboscópicas que funcionaban y adentro una computadora que ocupaba el centro del tablero. Pensando que la Policía local no entregaba un equipo tan costoso a cualquier Policía, fue inevitable preguntarle a cuánto ascendía su salario mensual que en Estados Unidos se calcula por año. Este Policía, de 18 años de servicio, tenía un ingreso de, al menos, 42 mil dólares anuales, de los cuales un 80% lo gastaba en vivienda, alimentación, vehículo, impuestos. El funcionario policial tenía su casa propia en las afueras de Washington, un carro prácticamente nuevo que había adquirido hace unos dos años atrás y una lancha con la que salía los fines de semana. Estamos hablando de mediados de los 90. ¡Sabrá Dios cómo será hoy en día! 

Ese era el estatus que deseaba para un Policía venezolano. Sabía que quizás no podría concretarse en la misma medida, ni en un corto plazo, pero sí echar las bases para un mejor porvenir, y en el futuro sus hijos pudieran decir con orgullo que su papá fue un Policía. Por esa y tantas otras razones, me empeñé en trabajar con el corazón en el Plan Bratton, el cual generó muchísima expectativa en la opinión pública. La prensa no sabía si criticar el monto del cheque que Bratton cobraría por sus servicios -indistintamente si el plan funcionaba o no- o si alabar al asesor del Alcalde Giuliani que exitosamente había ejecutado el más famoso plan de seguridad ciudadana. Lo cierto es que el solo hecho que en suelo nacional estuviera el conocido “Súper Policía” americano exaltaba los ánimos de todos los caraqueños temerosos de los efectos del hampa. No tan contento estaba seguramente el Alto Gobierno, ya que las palabras “norteamericano, Bratton o Nueva York”, pronunciadas en una misma frase por algún representante gubernamental, no reflejaba precisamente, la ideología de la élite gobernante. 

 

@Simonovis

Diario Las Américas