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“Las protestas pacíficas exigen mucha creatividad y paciencia”

 

máscara

 

La activista del programa “Madres promotoras de paz” se opone  con rotundidad a las barricadas, aunque advierte que la violencia en Venezuela no arrancó el 12 de febrero y se la atribuye, en gran medida, al discurso político. La docente guayanesa cree que la escuela debe educar al alumno para pensar antes de actuar.

Nunca como en estos dos meses y medio desde el 12 de febrero se habían visto tan altos niveles de violencia en Venezuela. Por una parte,  motorizados degollados por guayas de barricadas y policías quemados vivos, y por la otra, feroces arremetidas, en muchos casos armadas, de la Guardia Nacional Bolivariana. Alarman estos extremos.
¿A qué atribuye este desbordamiento?

-La violencia no arrancó el 12 de febrero. Los venezolanos llevamos años ingiriendo violencia, de la directa que es la del disparo, y de la invisible que asusta, amenaza, paraliza y estimula más violencia.
El discurso político venezolano es un discurso violento que descalifica al otro, la justicia tiene niveles de impunidad que estimulan la violencia en la familia, la escuela y la comunidad. Al mismo tiempo nos hemos ido desinstitucionalizando y eso también la fomenta.

-¿A qué se refiere con desinstitucionalización? El chavismo argumenta que nunca había habido tantos tribunales de menores, tantas leyes de protección al niño y al adolescente. Afirma también que los niños de la calle son un recuerdo atroz del pasado.

-Es verdad que hemos tenido avances en leyes como la Lopna, comenzada a trabajar antes de 1998 aunque se promulgó en 2000, pero la cual no se ha traducido en políticas públicas.

-¿Ha sido letra muerta?

-No lo diría así de tajante porque soy una defensora de la Lopna. Las políticas públicas suponen programas a corto, mediano y largo plazo, y no sólo de acciones. Significa asignación de recursos. Sí, hay tribunales, pero ¿dónde están los refugios para mujeres maltratadas? ¿Dónde están las entidades de atención para niños y adolescentes en situación de riesgo? Trabajo con mujeres de sectores populares en el programa “Madres promotoras de  paz”, y ellas me plantean que no saben qué hacer con los hijos que tienen trastornos de conducta.

-Ellas no saben, usted sí.

-Es que no sé a dónde pueden ir. Vengo de Ciudad Guayana y allí el Consejo de Protección de Niños y Adolescentes tiene ¡una! psicóloga para atender los casos de todo el municipio Caroní, que tiene un millón de habitantes, amén de unos consejeros muy mal pagados sin una sola computadora y quienes utilizan sus propios celulares para recibir solicitudes. Están desbordados por casos que pueden atender una vez al mes. ¿Así se pueden revertir los trastornos de conducta de un adolescente?

-El que parece tener el mayor trastorno de conductas, entonces, es el Estado.

-Usted habló de tribunales, pero es que necesitamos prevenir. ¿A dónde van los directivos de las escuelas con problemas de violencia escolar? ¿A dónde van las familias que necesitan orientación? Hoy es difícil ser mamá, papá y maestro también.

-Voceros gubernamentales han denunciado a maestros “guarimberos”. ¿Cómo evalúa ese trastorno de conducta?

-Yo no diría que es un trastorno de conducta, sino una conducta inadecuada. No estoy de acuerdo con las barricadas. Sí apoyo las protestas pacíficas. Lo que pasa es que estas exigen mucha creatividad, mucha paciencia. La paz se escribe con P de perseverancia.

-¿Dónde ubica el origen de la actual oleada de violencia en Venezuela? ¿En la familia, la escuela, o en el entorno social y cultural?

-La violencia es un fenómeno multifactorial. No tiene un solo elemento que influya decisivamente. Por ejemplo, examinemos a una persona de comportamiento violento, y mira todos los elementos que pueden estar confluyendo. Primero, su infancia. ¿Tuvo una familia amorosa? ¿Fue aceptado? ¿Le enseñaron normas en su casa, a respetar, a tener límites, a saber que no puede hacer lo que  le provoque? Segundo, veamos sus propias características personales. ¿Tiene problemas neurológicos? ¿Es una persona saludable? Por esto la atención de adolescentes problemáticos no puede dejarse en manos de novatos, de voluntarios de los consejos comunales. Le digo esto último porque en la planteada reforma de la Lopna, entre otras modificaciones, está dicha posibilidad. En tercer lugar está la escuela. Si la familia no puede con este sujeto violento, la escuela debería compensarla de alguna manera. Ah, pero las escuelas están muy debilitadas.

-El gobierno nacional sostiene –avalado por cifras de la Unesco- que antes de la revolución socialista no se había visto un fortalecimiento tal del sistema de educación, que incluye cantidad de simoncitos, escuelas básicas y liceos bolivarianos, complementado con un sistema de nutrición que brillaba por su ausencia antes de 1999. ¿Cuál es la debilidad que observa?   

-Para el tratamiento del problema de la violencia, lo primero que hay que hacer es admitir que existe y que, además, es muy grave.

-¿Qué tan grave?   

-Tan grave que hay todo tipo de violencia en la escuela, desde el chalequeo y los apodos humillantes sin que se les ponga freno, hasta amenazas y agresiones, no sólo entre alumnos, sino de estos contra los maestros. Yo nunca había visto armas en las escuelas y hoy sí las hay en los liceos. Sólo cuando hay muertos o heridos es noticia. Pero así como he afirmado que hasta el año pasado el Ministerio de Educación no aceptaba que era un problema serio sino eventual, también ahora reconozco que la nueva viceministra Soraya El Achkar admite la existencia del problema y la necesidad de afrontarlo. Te recuerdo otra cosa: la Ley de Educación vigente no prevé qué se puede hacer cuando hay faltas graves y menos cuando hay delitos. Ese es un vacío que hemos pedido llenar.

-¿Y el cuarto y quinto factor que influye en la actual oleada de violencia?  

-El cuarto lo constituyen las desigualdades sociales, como el desempleo, que siempre generan violencia. Pero aquí en nuestro país pareciera que no es el principal factor, si nos atenemos a las cifras de la Organización de Naciones Unidas y del gobierno. Pero fíjese que, siendo menos pobres que otros países latinoamericanos, tenemos tasas de homicidios mucho más altas.

-¿A qué las atribuye?  

-Al problema de la impunidad. En cualquier barrio todo el mundo sabe quienes son los delincuentes menores y mayores, que ya no se esconden sino que andan con sus armas abiertamente como si fueran celulares. Los tiroteos entre ellos pueden ser a cualquier hora, cuando antes eran en las noches y fines de semana. Antes de Semana Santa, el jefe de una banda le reclamó a una directora de escuela que dejara “la desfiladera” de alumnos porque se interponían con una banda rival con la que tenían que caerse a tiros. Así están creciendo nuestros muchachos. La impunidad modela al pacífico para que imite al violento, a quien las autoridades no le hacen nada.

-¿Hay que tirar la toalla?   

-No, para nada. Hay que fortalecer a la familia con programas sistemáticos para que haya mejores madres, prevenir el embarazo precoz, reducir tantos días escolares libres. La escuela debe educar al alumno para pensar antes de actuar y expresar sus emociones a fin de resolver sus problemas por la vía pacífica. Contra la violencia, coherencia; pero ¿a quién le toca modelar? Al que tiene más poder.

El Tiempo

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La activista del programa “Madres promotoras de paz” se opone  con rotundidad a las barricadas, aunque advierte que la violencia en Venezuela no arrancó el 12 de febrero y se la atribuye, en gran medida, al discurso político. La docente guayanesa cree que la escuela debe educar al alumno para pensar antes de actuar.

Nunca como en estos dos meses y medio desde el 12 de febrero se habían visto tan altos niveles de violencia en Venezuela. Por una parte,  motorizados degollados por guayas de barricadas y policías quemados vivos, y por la otra, feroces arremetidas, en muchos casos armadas, de la Guardia Nacional Bolivariana. Alarman estos extremos.
¿A qué atribuye este desbordamiento?

-La violencia no arrancó el 12 de febrero. Los venezolanos llevamos años ingiriendo violencia, de la directa que es la del disparo, y de la invisible que asusta, amenaza, paraliza y estimula más violencia.
El discurso político venezolano es un discurso violento que descalifica al otro, la justicia tiene niveles de impunidad que estimulan la violencia en la familia, la escuela y la comunidad. Al mismo tiempo nos hemos ido desinstitucionalizando y eso también la fomenta.

-¿A qué se refiere con desinstitucionalización? El chavismo argumenta que nunca había habido tantos tribunales de menores, tantas leyes de protección al niño y al adolescente. Afirma también que los niños de la calle son un recuerdo atroz del pasado.

-Es verdad que hemos tenido avances en leyes como la Lopna, comenzada a trabajar antes de 1998 aunque se promulgó en 2000, pero la cual no se ha traducido en políticas públicas.

-¿Ha sido letra muerta?

-No lo diría así de tajante porque soy una defensora de la Lopna. Las políticas públicas suponen programas a corto, mediano y largo plazo, y no sólo de acciones. Significa asignación de recursos. Sí, hay tribunales, pero ¿dónde están los refugios para mujeres maltratadas? ¿Dónde están las entidades de atención para niños y adolescentes en situación de riesgo? Trabajo con mujeres de sectores populares en el programa “Madres promotoras de  paz”, y ellas me plantean que no saben qué hacer con los hijos que tienen trastornos de conducta.

-Ellas no saben, usted sí.

-Es que no sé a dónde pueden ir. Vengo de Ciudad Guayana y allí el Consejo de Protección de Niños y Adolescentes tiene ¡una! psicóloga para atender los casos de todo el municipio Caroní, que tiene un millón de habitantes, amén de unos consejeros muy mal pagados sin una sola computadora y quienes utilizan sus propios celulares para recibir solicitudes. Están desbordados por casos que pueden atender una vez al mes. ¿Así se pueden revertir los trastornos de conducta de un adolescente?

-El que parece tener el mayor trastorno de conductas, entonces, es el Estado.

-Usted habló de tribunales, pero es que necesitamos prevenir. ¿A dónde van los directivos de las escuelas con problemas de violencia escolar? ¿A dónde van las familias que necesitan orientación? Hoy es difícil ser mamá, papá y maestro también.

-Voceros gubernamentales han denunciado a maestros “guarimberos”. ¿Cómo evalúa ese trastorno de conducta?

-Yo no diría que es un trastorno de conducta, sino una conducta inadecuada. No estoy de acuerdo con las barricadas. Sí apoyo las protestas pacíficas. Lo que pasa es que estas exigen mucha creatividad, mucha paciencia. La paz se escribe con P de perseverancia.

-¿Dónde ubica el origen de la actual oleada de violencia en Venezuela? ¿En la familia, la escuela, o en el entorno social y cultural?

-La violencia es un fenómeno multifactorial. No tiene un solo elemento que influya decisivamente. Por ejemplo, examinemos a una persona de comportamiento violento, y mira todos los elementos que pueden estar confluyendo. Primero, su infancia. ¿Tuvo una familia amorosa? ¿Fue aceptado? ¿Le enseñaron normas en su casa, a respetar, a tener límites, a saber que no puede hacer lo que  le provoque? Segundo, veamos sus propias características personales. ¿Tiene problemas neurológicos? ¿Es una persona saludable? Por esto la atención de adolescentes problemáticos no puede dejarse en manos de novatos, de voluntarios de los consejos comunales. Le digo esto último porque en la planteada reforma de la Lopna, entre otras modificaciones, está dicha posibilidad. En tercer lugar está la escuela. Si la familia no puede con este sujeto violento, la escuela debería compensarla de alguna manera. Ah, pero las escuelas están muy debilitadas.

-El gobierno nacional sostiene –avalado por cifras de la Unesco- que antes de la revolución socialista no se había visto un fortalecimiento tal del sistema de educación, que incluye cantidad de simoncitos, escuelas básicas y liceos bolivarianos, complementado con un sistema de nutrición que brillaba por su ausencia antes de 1999. ¿Cuál es la debilidad que observa?   

-Para el tratamiento del problema de la violencia, lo primero que hay que hacer es admitir que existe y que, además, es muy grave.

-¿Qué tan grave?   

-Tan grave que hay todo tipo de violencia en la escuela, desde el chalequeo y los apodos humillantes sin que se les ponga freno, hasta amenazas y agresiones, no sólo entre alumnos, sino de estos contra los maestros. Yo nunca había visto armas en las escuelas y hoy sí las hay en los liceos. Sólo cuando hay muertos o heridos es noticia. Pero así como he afirmado que hasta el año pasado el Ministerio de Educación no aceptaba que era un problema serio sino eventual, también ahora reconozco que la nueva viceministra Soraya El Achkar admite la existencia del problema y la necesidad de afrontarlo. Te recuerdo otra cosa: la Ley de Educación vigente no prevé qué se puede hacer cuando hay faltas graves y menos cuando hay delitos. Ese es un vacío que hemos pedido llenar.

-¿Y el cuarto y quinto factor que influye en la actual oleada de violencia?  

-El cuarto lo constituyen las desigualdades sociales, como el desempleo, que siempre generan violencia. Pero aquí en nuestro país pareciera que no es el principal factor, si nos atenemos a las cifras de la Organización de Naciones Unidas y del gobierno. Pero fíjese que, siendo menos pobres que otros países latinoamericanos, tenemos tasas de homicidios mucho más altas.

-¿A qué las atribuye?  

-Al problema de la impunidad. En cualquier barrio todo el mundo sabe quienes son los delincuentes menores y mayores, que ya no se esconden sino que andan con sus armas abiertamente como si fueran celulares. Los tiroteos entre ellos pueden ser a cualquier hora, cuando antes eran en las noches y fines de semana. Antes de Semana Santa, el jefe de una banda le reclamó a una directora de escuela que dejara “la desfiladera” de alumnos porque se interponían con una banda rival con la que tenían que caerse a tiros. Así están creciendo nuestros muchachos. La impunidad modela al pacífico para que imite al violento, a quien las autoridades no le hacen nada.

-¿Hay que tirar la toalla?   

-No, para nada. Hay que fortalecer a la familia con programas sistemáticos para que haya mejores madres, prevenir el embarazo precoz, reducir tantos días escolares libres. La escuela debe educar al alumno para pensar antes de actuar y expresar sus emociones a fin de resolver sus problemas por la vía pacífica. Contra la violencia, coherencia; pero ¿a quién le toca modelar? Al que tiene más poder.

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