¿Se hunde el imperio de Wilmer Ruperti?

La “vida en pantalla” de Wilmer Ruperti es una suerte de novela por entregas. Su más reciente aparición fue el pasado 29 de septiembre cuando ofreció una entrevista exclusiva al diario estadounidense The Wall Street Journal, en la que afirmó sin tapujos que costea los honorarios de los bufetes que defienden a Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campo Flores, los sobrinos de la pareja presidencial venezolana presos en Estados Unidos por conspirar para llevar cocaína a este país.
Tal generosidad, como el hecho de ventilar su condición de benefactor de ambas defensas en uno de los momentos más delicados del juicio que se le sigue a Campo y Flores, puede tener muchas interpretaciones. Sin embargo, no escapó del escrutinio público que esa declaración fue publicada tres días después de que Petróleos de Venezuela S.A (Pdvsa) anunciara a la empresa panameña Maroil Trading Inc., propiedad de Wilmer Ruperti, como la ganadora de un concurso de licitación para el retiro de coque de la Refinería de Jose, en el oriente del país. El contrato está valorado en 138 millones de dólares.
Déjà vu, se repite la historia
No es la primera vez que Ruperti gana protagonismo por un gesto solidario con el gobierno chavista. Durante el paro petrolero de 2002 usó uno de sus buques para romper con éxito la paralización que mantenían los trabajadores de la petrolera estatal venezolana, como medida de protesta contra las políticas económicas que quería imponer el fallecido presidente Hugo Chávez durante su primer mandato.