El presidente argentino Mauricio Macri tuvo una intensa primera semana de gobierno en la que cumplió su promesa electoral de eliminar las restricciones en el mercado de cambios, una medida que generó hoy una fuerte devaluación del peso y le planteó el desafío de cómo controlar su impacto inflacionario.

En sólo siete días de gobierno, el líder del partido de centroderecha PRO marcó con claridad el estilo que le quiere dar a su gestión. Al tiempo que abrió el diálogo con la oposición y los gobernadores provinciales, generó polémica con la designación por decreto y «a comisión» de dos nuevos jueces de la Corte Suprema, reseñó DPA.

Sin mayorías propias en ninguna de las dos cámaras del Congreso, Macri quiso enviar una señal de fuerza, pero los múltiples cuestionamientos que recibió tanto de la oposición como de varios de sus socios políticos lo llevó a postergar la entrada en funciones de los magistrados.

Macri comenzó en tanto a lidiar con la herencia económica que recibió luego de 12 años de gobiernos kirchneristas.

La economía argentina se encuentra hoy en un proceso de estancamiento con muy leve crecimiento, una inflación de dos dígitos hace nueve años, un déficit fiscal estimado para 2015 en al menos un 7% del PIB, y una política comercial que trabó las importaciones para favorecer la producción nacional y evitar la salida de divisas y reguló las exportaciones para favorecer el mercado local.

En una semana, el mandatario llevó a cabo dos de sus principales lemas de campaña: eliminar los aranceles a la exportación de productos agrícolas e industriales, excepto la soja -el principal cultivo argentino-, y desactivar las restricciones en el mercado de cambios que había impuesto su antecesora Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

En el primer día de operación libre en un mercado unificado de divisas la cotización del dólar saltó de 9,835 a 13,95 pesos, alza que significó una devaluación del peso del orden de casi un 42%.

El gobierno buscará fijar el valor del peso en una banda de «flotación sucia» administrada por el Banco Central, por lo que se estima que no dejaría que la cotización del dólar se dispare mucho más allá de los valores de hoy.

El gabinete económico de Macri deberá ahora lidiar con el desafío de evitar que la devaluación se traslade a los precios, en el marco de una inflación que este año se estimaba que cerraría en torno al 25%, pero podría ser mayor dado que se aceleró en las últimas semanas con la subida especulativa de los valores de algunos productos.

El economista Orlando Ferreres estimó hoy que la inflación podría alcanzar un 3,5% mensual en diciembre y hasta un 5% en enero.

El director de la asociación de Consumidores Libres, Héctor Polino,  informó por su parte que la revisión de los precios de una canasta básica de 38 productos arrojó en los primeros 15 días de diciembre un alza de 3,61%.

El gremialista Claudio Dellecarbonara advirtió hoy de los efectos de la política económica de Macri. «Los trabajadores vemos una devaluación de nuestros salarios, una pérdida de nuestro poder adquisitivo», alertó el sindicalista de subterráneos.

La disparada de la inflación complicaría las negociaciones salariales paritarias entre el Gobierno, sindicatos y trabajadores que se abrirán en 2016 para adecuar los ingresos a la subida de los precios.

El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, anunció en tanto que con la eliminación de las restricciones en el mercado de cambio se levantarán las trabas a las importaciones y exportaciones, lo que abrió el interrogante sobre los costos que tendrá para la producción local la apertura de la economía luego de varios años de regulaciones.

El Gobierno no abrirá la importación «en forma indiscriminada», aclaró no obstante el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. El funcionario y economista anticipó que se van a usar «todas las herramientas del Estado para cuidar todos y cada uno de los trabajos en Argentina».