Victorina Winchester, autor en Runrun

Bolichicos: Sanción moral y social en Barajas por Victorina Winchester

LOS BOLICHICOS QUE VIAJABAN en el vuelo de Iberia desde Caracas a Madrid, encontraron sanciones sociales al esperar sus maletas en Barajas

En un video que se ha viralizado por redes sociales y mensajería de texto, se muestra a una señora increpando a uno de los directores y socios de Derwick Associates, la empresa detrás de jugosos contratos con la estatal eléctrica (CORPOELEC) y uno de los miembros de la casta que generó el término “bolichico”.

En el mismo, la señora logra decirle “ladrón, hay gente muerta por culpa de Ustedes” al joven millonario. Personas que estaban en el área de recibimiento pudieron observar y grabar, cómo la madre de uno de los sujetos le gritaba a la señora que los confronta diferentes epítetos entre ellos “loca y bruta”.

La respuesta de la señora, que queda fuera el tiro de la cámara, fácilmente pudiese ser una de las mejores respuestas de una madre o otra: “Yo no te estoy diciendo ladrona a ti, sé que no tienes la culpa de lo que hace tu hijo, me da es lastima por lo que estás pasando y porque no le enseñaste nada.”

Los dos jóvenes desesperados, le respondían: “¿Dónde están las prueba? Enséñame una sola prueba”. A lo que ella contestó: “Pagaron para mandar a callar a periodistas y con el dinero que se robaron los amenazaron para que no sacaran el escándalo de Derwick, y para limpiar su reputación en Internet”.

El cuento termina cuando se retiran del lugar el bolichico y su madre, momento en el que aparece un gendarme español quien le pregunta a la señora “Señora, ¿le pasa algo?”. La señora contesta, “no señor, es que estos son unos ladrones”. El policía le responde,  “¿Es que le falta algo, señora? ¿La robaron?”.

La respuesta al policía es difícil de explicar a alguien que vive en el primer mundo, pero sí, efectivamente la robaron, a ella y a un país entero, ya que se destinaron recursos a inversiones eléctricas que no solucionaron la crisis de generación del país, recursos que fueron a parar en viejos generadores y chatarra, en vez de ser invertidos en medicinas para los niños con cáncer, en comida para las comunidades o en soluciones reales y efectivas a la crisis eléctrica.

Una buena dosis de lo que muchos llaman “sanción social y moral”.