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Medianálisis presentará libro “Cómo se vive la desinformación en Venezuela”
El encuentro también contará con la participación de 6 de los 16 coautores del texto

 

La Asociación Civil Medianálisis presentará el próximo jueves 3 de noviembre, en transmisión simultánea por Facebook y YouTube, a las 10 de la mañana, el libro Cómo se vive la desinformación en Venezuela, una compilación de reportajes sobre la experiencia ciudadana escritos por periodistas y estudiantes de periodismo.

Bajo la moderación del periodista y director de Medianálisis, además compilador del libro, Andrés Cañizalez, este encuentro también contará con la participación de 6 de los 16 coautores del texto para abordar el proceso de construcción de cada uno de sus apartados.

Cómo se vive la desinformación en Venezuela es un libro que consta de dos partes, la primera elaborada por periodistas venezolanos en ejercicio y la segunda por estudiantes de periodismo de los últimos semestres de la carrera en diferentes universidades del país.

“Al hablar de desinformación en Venezuela, como fenómeno, debemos describir el contexto nacional para entender los elementos similares y diferenciadores de la realidad local con respecto a otros entornos. Es perturbador el efecto de los bulos en democracias”, destaca el periodista León Hernández en el libro.

Sin embargo, el clima de desconocimiento y distorsión sostenida en la narrativa oficial hace que los venezolanos vean disminuida su capacidad de construcción de lo real, lo que trae como consecuencia la desinformación en los ciudadanos.

Igualmente, Andrés Cañizález tocará con cada uno de los autores del libro cómo viven la desinformación en sus regiones para exponer una visión más amplia de lo que ocurre en el país.

Keyler Guillen (ULA-Táchira), Gustavo Bencomo (ULA -Trujillo), Dibiana Torres (ULA-Mérida), Roxana Sarmiento (Unica-Maracaibo), Catherine Andrade (Unica-Maracaibo) y Gabriel Betancourt (UCAB-Guayana) se conectarán simultáneamente desde sus regiones y expondrán cómo se vive el proceso de desinformación y realizarán además un repaso de su experiencia como ciudadanos frente a este fenómeno.

Quienes deseen participar en el encuentro virtual, de libre acceso para los interesados en este tema, solo deben ingresar el próximo jueves 3 de noviembre a las 10:00 de la mañana a la página de Facebook de Medianálisis o al canal de YouTube y disfrutar de la presentación virtual del libro Cómo se vive la desinformación en Venezuela; además, tendrán la oportunidad de realizar preguntas e interactuar durante la transmisión en vivo.

Bajo poder adquisitivo y precaria conectividad potencian desinformación en Venezuela
De acuerdo a Tendencias Digitales, 65 % de los venezolanos tiene acceso a internet

En Mérida, estado andino ubicado al occidente venezolano, María Fernanda Rodríguez pasa el día “pescando” señal con su teléfono celular. Es periodista de El Pitazo, uno de los medios digitales informativos bloqueados en el país por los proveedores (públicos o privados de internet) bajo órdenes del Gobierno nacional. Además del consumo de su dispositivo móvil en búsqueda de conectividad, también reduce su rendimiento la continua descarga y actualización de VPN para acceder a su medio de trabajo.

Para finales de 2019, el estudio de penetración y usos de internet que realiza Tendencias Digitales arroja que 65 % de los venezolanos tiene acceso a internet, un aumento con respecto al registro del año anterior, pero aún tres puntos por debajo de la media en la región latinoamericana. El Instituto Prensa y Sociedad (IPYS Venezuela) suma a esa cifra que quienes tienen conectividad lo hacen de manera reducidísima: “La velocidad de internet en Venezuela sigue debilitándose y perjudicando las libertades informativas de los ciudadanos. Según los datos recabados por el Laboratorio de Mediciones de Internet (MLAB) y analizados por IPYS Venezuela, entre enero y septiembre de 2019 el promedio de navegación en internet en el país, en los servicios fijos de redes domésticas y comerciales, fue de 1,2 megabit por segundo (mbps)”.

La mesa servida para la desinformación

Penetración reducida de internet en hogares venezolanos y quienes logran acceder al servicio lo hacen en medio de interrupciones del servicio y lentitud de navegación a costos elevados en un país que registra una reducción significativa del poder adquisitivo, según la Encuesta de Condiciones de Vida 2020 de la Universidad Católica Andrés Bello. Esto redunda en la proliferación de informaciones falseadas, manipuladas y el poco o escaso acceso a posibilidades concretas de informarse bajo criterios de confiabilidad.

Hace un par de meses, en plenas medidas de confinamiento para contener contagios de coronavirus, el celular (su oficina) de la periodista merideña colapsó y requirió servicio técnico. El diagnóstico: sobreexposición de funciones. La receta: usar de manera moderada. La realidad: cada vez le da un uso más intenso por las continuas fallas de servicios públicos básicos de telecomunicaciones y electricidad, además de los esfuerzos adicionales para poder acceder a los sitios web informativos bloqueados que le permitan ejecutar sus labores.

En Venezuela cuesta estar conectado a internet y acceder libremente a medios informativos para mitigar los efectos de la desinformación. Cuesta dinero, esfuerzo y hasta un poco de suerte, a pesar de que en 2011 la Organización de Naciones Unidas declaró que el acceso a internet forma parte de los derechos fundamentales de los ciudadanos en la era de la información.

La conexión ideal

Luis Carlos Díaz, activista y promotor de la infociudadanía, explica que para estar informado adecuadamente, el ciudadano necesita una conexión a internet continua y de calidad. “Entonces aquí empiezan los problemas, porque nuestra conexión es muy lenta o en ocasiones no se tiene la capacidad para pagar datos móviles de forma continua (por los altos costos). Eso hace que el servicio sea a cuentagotas”, señala.

A esto le suman otras condiciones que parecieran básicas, pero en el entorno venezolano se hacen invaluables: el uso de equipos que permitan establecer la conexión a internet (teléfonos, tabletas y computadoras) y el servicio eléctrico necesario (pero precario e inconstante en el país).

El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos reporta que 69,5 % de sus consultados en el país valora negativamente el servicio de energía eléctrica porque “tiene muchos bajones” y otro 35,9 % indica que esos incidentes dañan los equipos eléctricos. También señalan que 22,9 % se queja de tener interrupciones del servicio varias veces al día -todos los días- y otro 17,4 % denuncia que el problema ocurre todos los días.

Con respecto al servicio de internet en el hogar, esta organización señala que 73,5 % de los usuarios tiene como proveedor a CANTV (empresa pública de telefonía) y 65,3 % reporta fallas en el servicio todos los días.

José Pirrone, director de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones de la UCAB, explica por qué la conexión a internet en el país se ha vuelto inestable. “Las empresas públicas y privadas han reducido gastos de mantenimiento de los cables, contratan menos gente, usan software libre, no incrementan la cobertura. Los últimos equipos adquiridos por CANTV son totalmente digitales. Las nuevas centrales son módulos que se interconectan a través de una fibra óptica con un punto de intercambio. Si esta fibra se corta, por supuesto, el internet queda muerto porque no se conecta a la red de datos. No hubo adquisición de batería para que funcione sin electricidad. Espero que no tengamos que saber qué ocurre en una emergencia sin comunicación fija ni móvil”.

Costos de la información

Los expertos coinciden en que el acceso a la información es posible cuando se disponen de equipos necesarios. Pero de acuerdo con la Encovi 2020, el promedio de ingreso diario del venezolano equivale a 0,75 dólares. Además, 79,3 % de los ciudadanos no tiene cómo cubrir la canasta básica de alimentos, ya que 54,6 % tiene un ingreso de $ 1,9 o menos diario, y 75,8 % de $ 3,2 o menos al día.

Bajo esas condiciones económicas se hace compleja la adquisición o reposición de los equipos mínimos necesarios para acceder a la información, ya que en el caso de computadoras los costos oscilan entre 80 y 500 dólares (dependiendo de condiciones y características), mientras que los teléfonos celulares varían sus costos entre 30 y 300 dólares, según su uso y especificaciones.

Además de eso, pagar por un servicio de conexión a internet, luego de reunir los dispositivos necesarios, puede significar un gasto mensual de alrededor de los 20 dólares o más, dependiendo de los niveles de instalación, mantenimiento y consumo, explica Díaz.

Pero pocos bolsillos venezolanos pueden costear esos precios. El sueldo mínimo básico, calculado de acuerdo con la tasa de cambio del Banco Central de Venezuela, es equivalente a poco más de un dólar mensual. De acuerdo con el Observatorio de Gasto Público, iniciativa de CEDICE, la inflación acumulada de 2020 hasta mayo era de casi 300 %, según datos del BCV.

Vencer la desinformación

Pirrone opina que el manejo de las telecomunicaciones en el país ha estado guiado por intereses políticos que impiden su crecimiento y mejora. Restricciones en costos de tarifas que impidieron invertir en sus mejoras son la razón del estancamiento tecnológico. Apunta hacia una solución que comience por los ajustes de costos y políticas de apertura para desarrollo y funcionamiento, más que restricciones.

Daniela Alvarado, periodista de IPYS Venezuela, denuncia que el sistema de monitoreo que emplean ha registrado este año 15 casos de bloqueos (ejecutados por proveedores de internet, públicos o privados, a partir de solicitudes que hace el Gobierno nacional, en tres modalidades: bloqueos de DNS, de HTTP, y de TCP IP), y 4 ataques a plataformas digitales. “Si no hay políticas públicas en materia de telecomunicaciones, las cuales son esenciales para la democracia, el Estado no puede garantizar el acceso a internet a todos los venezolanos. Estas políticas públicas, de ser implementadas, deben considerarse como herramientas para resolver estas precariedades de forma gradual, y no una solución inmediata”, asegura Alvarado.

Sugiere que para vencer la desinformación en medio del complejo panorama, son claves las alianzas: “Hemos visto cómo el trabajo en equipo entre medios de comunicación, instituciones y organizaciones no gubernamentales, nacionales e internacionales, ha logrado visibilizar e identificar informaciones deliberadamente falsas”.

 

Medianálisis | Bajo nivel adquisitivo y fallas en conectividad potencian desinformación en Venezuela
Expertos señalan que las alianzas entre medios informativos, instituciones y organizaciones no gubernamentales son fundamentales para vencer la censura y limitaciones en el acceso a la información

Por: Verónica Bastardo e Ysabel Viloria

En el estado Mérida,, María Fernanda Rodríguez pasa el día “pescando” señal con su teléfono celular. Es periodista de El Pitazo, uno de los medios digitales bloqueados en el país por los proveedores de internet bajo órdenes de la administración madurista. Además del consumo de su teléfono en búsqueda de conectividad, reduce su rendimiento la continua descarga y actualización de VPN para acceder a su medio de trabajo.

Para finales de 2019, el estudio de penetración y usos de internet que realiza Tendencias Digitales arrojó que 65 % de los venezolanos tiene acceso a internet, un aumento con respecto al registro del año anterior, pero aún tres puntos por debajo de la media en la región latinoamericana. El Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) suma a esa cifra que quienes tienen conectividad lo hacen de manera reducida:

“La velocidad de internet en Venezuela sigue debilitándose y perjudicando las libertades informativas de los ciudadanos. Según los datos recabados por el Laboratorio de Mediciones de Internet (MLAB) y analizados por IPYS Venezuela, entre enero y septiembre de 2019 el promedio de navegación en internet en el país, en los servicios fijos de redes domésticas y comerciales, fue de 1,2 megabit por segundo (mbps)”.

 

En Venezuela cuesta tener conectividad a internet y acceder libremente a medios informativos para mitigar los efectos de la desinformación. Cuesta dinero, esfuerzo y hasta un poco de suerte, a pesar de que en 2011 la Organización de Naciones Unidas declaró que el acceso a internet forma parte de los derechos fundamentales de los ciudadanos en la era de la información.

La conexión ideal

Luis Carlos Díaz, explica que para estar informado adecuadamente, el ciudadano necesita una conexión a internet continua y de calidad. “Entonces aquí empiezan los problemas, porque nuestra conexión es muy lenta o en ocasiones no se tiene la capacidad para pagar datos móviles de forma continua (por los altos costos). Eso hace que el servicio sea a cuentagotas”, señala.

Asimismo, se suman otras condiciones que parecieran básicas, pero en el entorno venezolano se hacen invaluables: el uso de equipos que permitan establecer la conectividad a internet (teléfonos, tabletas y computadoras) y el servicio eléctrico necesario (pero precario e inconstante en el país).

El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos reporta que 69,5 % de sus consultados en el país valora negativamente el servicio de energía eléctrica porque “tiene muchos bajones” y otro 35,9 % indica que esos incidentes dañan los equipos eléctricos. También señalan que 22,9 % se queja de tener interrupciones del servicio varias veces al día -todos los días- y otro 17,4 % denuncia que el problema ocurre todos los días.

Costos de la información

Expertos coinciden en que el acceso a la información es posible cuando se disponen de equipos necesarios. Pero de acuerdo con la Encovi 2020, el promedio de ingreso diario del venezolano equivale a 0,75 dólares. Además, 79,3 % de los ciudadanos no tiene cómo cubrir la canasta básica de alimentos, ya que 54,6 % tiene un ingreso de $ 1,9 o menos diario, y 75,8 % de $ 3,2 o menos al día.

Bajo esas condiciones económicas se hace compleja la adquisición o reposición de los equipos mínimos necesarios para acceder a la información, ya que en el caso de computadoras los costos oscilan entre 80 y 500 dólares (dependiendo de condiciones y características), mientras que los teléfonos celulares varían sus costos entre 30 y 300 dólares, según su uso y especificaciones.

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