Katiuska Hernández, autor en Runrun

La tormenta se avecina sobre el istmo después de los Panamá Papers

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Katiuska Hernández
@Lachurry

 

El sol está radiante. El casco antiguo de Panamá con sus calles pequeñas, casas en restauración y cientos de turistas paseando, contrasta con los grandes rascacielos llenos de bancas de inversión, bancos nacionales e internacionales y oficinas de bufetes de abogados, que se ven a lo lejos y desde donde la noticia del día es el escándalo de los llamados Panamá Papers.

La noticia madrugó a muchos en el istmo. El verano seco no se ha ido pero la tempestad financiera parece asomarse en el horizonte, no necesariamente para llenar el lago de Gatún y recuperar el calado de los buques a través del Canal de Panamá, sino para poner en entredicho el sistema financiero y la transparencia del país.

“Señora por qué razón le ponen Panamá Papers, es una clara jugada para dañar la imagen del país. Usted no entiende esto nos va a afectar a todos. No vendrán inversiones y las que hay se van. Si usted es extranjera, no crea que no le va a afectar”, dice un taxista que cubre la zona de la Avenida Central hasta el Casco Antiguo, un tramo por el que solo se paga un dólar con 50 céntimos en una economía dolarizada aunque la denominación es el Balboa.

El ciudadano común no está aislado del tema. Los titulares hablan del bufete de abogados Mossack Fonseca, en el ojo del huracán. Cientos de sociedades creadas para permitir el lavado de dinero usadas por políticos, ex presidentes, líderes mundiales y más que saldrán a la luz. La relación con Messi abre algunos diarios de corte popular, donde el jugador está entre los ídolos y la historia de la secretaria del bufete que vive en una zona humilde del istmo (Vacamonte) y aparece como propietaria de 10,967 sociedades creadas por la firma en el registro público de Panamá.

Mossack Fonseca se defiende: “No somos responsables de lo que hagan los clientes con las sociedades”, dijo Ramón Fonseca, socio de la firma, al comparar el domingo en la tarde la gestión del bufete como la de los fabricantes de autos, que ensamblan vehículos pero no son responsables de que los conductores no sepan manejar o usen los carros para robar.

Los casos más sonados en Panamá en los medios están ligados a las irregularidades de Odebrecht, el gigante de la construcción, cuyas obras en el istmo (Cinta Costera 3 y Línea 1 del Metro), aún son cuestionadas y están bajo sospecha.

El Ministerio Público local promete acciones contundentes y dice que investigará. En La Presidencia salen al paso: “colaboraremos con las investigaciones”, fue la primera reacción del presidente de la República, Juan Carlos Varela.

A medida que pasan las horas, el problema toma otro tinte: “Está en juego el país, no una firma de abogado”, analizan en la radio varios comentaristas.

La Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura sale al paso y saca una declaración para defenderse del “ataque”: “Es inadmisible que, habiendo más de 20 países mencionados, se le haya bautizado con el nombre de Panamá, poniendo en entredicho la reputación de nuestro país, utilizando como fundamento documentos privados sustraídos de su fuente en forma ilegal. Es importante señalar que la incorporación y venta de sociedades anónimas es una actividad lícita, y el rol del agente residente y la obligación de conocer a su cliente son aspectos regulados por nuestra ley”.

Mientras el mundo moderno de la ciudad está inmiscuido en la diatriba por los papeles de Panamá, en el tranque propio de los días laborales, el Casco Antiguo sigue repleto de turistas y sumergido en su extraña paz.

En medio del encantador escenario de antigüedad y paisajes de casonas restauradas o en reparación, el anfiteatro de la Presidencia de la República en el Palacio de las Garzas, ubicado también en el Casco Antiguo es el centro de la proclama de defensa oficial del país. «Rechazamos la calificación de que Panamá es un paraíso fiscal», afirma contundentemente el ministro de Economía y Finanzas, Dulcidio de la Guardia. No hace mucho el país acababa de celebrar un logró internacional: Panamá había salido de la lista gris del Grupo de Acción Financiera, GAFI, en el que había entrado en junio de 2014. Casi dos años le llevó poner nuevas normativas legales y de transparencia a sujetos no financieros, en total 25 industrias y sectores entre ellos casinos, inmobiliarias, zonas francas, y hasta a los bufetes de abogados, para el evitar el blanqueo de capitales y el financiamiento al terrorismo entre otros ilícitos. Y también se impusieron nuevas reformas al sistema financiero y de intercambio de la información en pro de la transparencia. Al punto que abrir una cuenta bancaria en Panamá, ya no es cosa fácil.

“Éste es un triunfo de todos los panameños, de un país que trabajó en conjunto, sector público y privado, y logró los consensos necesarios para salvaguardar los mejores intereses de nuestra Nación”, decía el Ministro de Economía y Finanzas de Panamá Dulcidio de la Guardia el pasado 18 de febrero de este año. Y es que ubicar a un país en la lista gris y calificarlo como paraíso fiscal implica el encarecimiento de las transacciones financieras bancarias por ejemplo. También afecta el clima de inversiones.

Mes y medio después, Francia anuncia que colocará a Panamá en la lista de países paraísos fiscales a consecuencia del escándalo de los Panama Papers y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a través de su secretario general, Ángel Gurría, dijo que “Panamá era el último reducto de los fondos ocultos de los paraísos fiscales en el mundo”.

Las autoridades panameñas salen al paso: El ministro de la Presidencia, Álvaro Alemán: No permitiremos que se use a Panamá como un chivo expiatorio”.

El titular de economía y finanzas insiste: “Panamá no es un paraíso fiscal, tres cuartas partes de los ingresos del Gobierno provienen de impuestos que pagan los panameños y de todos los residentes que operan en nuestro país”. Agrega que el país ha firmado cláusulas para evitar la doble tributación y también tiene convenios para el intercambio de la información fiscal.

Para reforzar, por redes sociales la canciller panameña Isabel Saint Malo responde: “No permitiremos juzguen Panamá por caso que no representa nuestro sistema. El nombre que han puesto al escándalo es un ataque a Panamá”.

Mientras siguen volando los papeles en el mundo, no queda otra que refrescarse con un raspado en la cinta Costera, y tratar de resguardarse del inclemente sol panameño, mientras se avecina la tormenta que seguro abarcará no solo al istmo.