Jorge Tuto - Quiroga, autor en Runrun

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Este lunes 13 de noviembre empieza para Venezuela un proceso que evidenciará la quiebra soberana más grande de la historia; o un salvataje temporal que instaure una segunda Cubanarco-tutelada; o una gestión política que, con apoyo externo, permita liberar la tierra de Bolívar. Viene una vorágine febril.

El día empieza con el anuncio de sanciones europeas a la cleptocracia gobernante. Más tarde, la Asociación ISDA analizará si la mora financiera venezolana amerita gatillar los CDS (Credit Default Swaps), una suerte de pólizas de seguro contra impagos, para detonar un default soberano sísmico, en un país sin cláusulas de acción colectiva para su endeudamiento y con gigantescos activos internacionales. Este tratamiento se puede diferir días o semanas, pero con Maduro no tiene solución. Después, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas escuchará de su alto comisionado para los Derechos Humanos, del secretario general de la OEA, de cancilleres y de ONG, una descripción vívida e irrefutable de la catástrofe humanitaria y represión sanguinaria a las que está sometida Venezuela.

La pesadilla para el tiránico Maduro empieza y no se detiene: sanciones contra ladrones, quiebra inminente y asfixiante presión diplomática multilateral. Está claro que su incapacidad gubernamental galopa más rápido que su crueldad autoritaria.

La consolidación dictatorial avanzó raudamente desde diciembre de 2015: castró al Parlamento opositor con fallos de jueces sicarios, canceló el referéndum revocatorio, aniquiló la república con el fraude constituyente, robó descaradamente las gobernaciones regionales y, en los últimos 100 días, el régimen prostituyó y desnudó a parte de la oposición partidaria. Es evidente que existen “opositores” que son buitres y no halcones, u otros que se prestan a ser rosas rojas rojitas en el entierro electoral zuliano.

Pero la debacle económica avanzó más rápido que el látigo represivo. Venezuela ha despilfarrado casi dos décadas de ingentes ingresos petroleros; ha vendido o hipotecado oro, Citgo y las reservas petroleras; ha emitido bonos de hambre entre 20-35 centavos por dólar. Ahora buscan ayuda de Rusia y China, todo indica que Rusia quiere pero no puede y China puede pero no quiere.

Hoy el pueblo venezolano vive una distopía surrealista. Su economía se ha contraído a casi la mitad durante la gestión de Maduro, la hiperinflación es más alta que en Zimbabue, al billete más grande le agregaron tres ceros, la criminalidad es peor que en zonas de guerra, la escasez parecida a la de Sudán, produce más refugiados que Siria, retornó la malaria y gente come de la basura. El sistema vigente para contentar militares con corrupción, clases medias con bachaqueros y pobres con bolsas CLAP, va a colapsar. El tiempo para la podrida expoliación se acabó.

La única alternativa es una salida negociada, para salir del régimen y volver a la democracia.

Primero se debe liberar y habilitar a todos los líderes políticos presos y exiliados. No se puede negociar con rehenes y secuestrados, mientras otros interlocutores opositores son amenazados de correr la misma suerte si no se doblegan.

No se puede negociar en una idílica ubicación lejana. Se debe negociar una salida en Caracas, cerca del pueblo que sufre, en la sede de la Conferencia Episcopal, con monseñor Padrón como veedor, con participantes representativos, con mediadores escogidos por cada una de las partes y con una agenda clara que incluya: liberar y habilitar previamente a presos y exiliados, para que tengan ciudadanía plena; abrir un canal humanitario; anular la fraudulenta constituyente; respetar las potestades plenas de la Asamblea Nacional para designar y recomponer el andamiaje electoral y judicial, así como aprobar operaciones financieras temporales y limitadas que eviten la megaquiebra financiera, si antes se cumple con las condiciones descritas; para después, y con reglas claras, convocar elecciones generales con observación internacional. Todo esto debe ser avalado por mediadores, bendecido por la Iglesia y garantizado por resoluciones de la OEA y las Naciones Unidas.

La persona clave es Julio Borges. Los rostros representativos del Parlamento reconocidos por el mundo son él y Guevara. Es fácil criticarlos en redes, pero difícil estar en sus zapatos. El presidente de la Asamblea Nacional puede doblegarse y pasar al escarnio de la historia como un Kerensky 2017. O respaldado por cuatro baluartes –Capriles, Ledezma, López y Machado– puede negociar una salida de la dictadura y la redemocratización que pide Almagro.

Llegó la hora final. Borges debe liderar, por sus cuatro hijos, con el apoyo y participación de la verdadera oposición, e inspirado por la Nobel que decía: “No es el poder el que corrompe, sino el miedo. El miedo a perder el poder corrompe a quienes lo ejercen y el miedo al azote del poder corrompe a quienes están sujetos a él”.

La dictadura corrupta está quebrada y en pánico, a los demócratas solo el temor al azote los puede derrotar. Sin miedo, Venezuela debe lanzar el yugo opresor, para recuperar la gloria democrática que ese bravo pueblo merece.

@tutoquiroga

El Nacional

Maduro, el preso de Leopoldo López por Jorge-Tuto Quiroga

 

 

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Imaginemos una pesadilla fantasmagórica. El Presidente Trump inicia la deportación violenta y brutal de millones de latinos, mientras marca y derrumba con tractores las casas de los que hablamos español. Pero va más allá, dictamina la expulsión del periodista Jorge Ramos por no ser “imparcial”, detiene a Gobernadores opositores que protestan contra sus medidas y confina en el cuartel militar de Fort Benning a la líder opositora Hillary Clinton.

La pesadilla se pone peor. La OEA, convocada por México, rechaza tratar el tema porque la mitad de los países respaldan a Trump, o prefieren cobardemente “abstenerse”, condonando este abuso de lesa humanidad.

Esta situación no es imaginaria. Un Presidente en funciones, con pelo negro y no rubio-rojo, con bigote, en castellano y de verdad, acaba de ejecutar estas acciones en Venezuela contra colombianos en la frontera; abusos que hace tiempo comete contra alcaldes, opositores democráticos, periodistas y el pueblo entero dentro de su país. El muro represivo de Maduro, siempre interno y ahora externo, está marcando una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia.

Medios de prensa han comparado las imágenes de Cúcuta con las de gente de Siria escapando a Europa. Pero allá huyen voluntariamente de la violencia, en Venezuela están siendo expulsados a golpes, separando a padres de hijos, a niños de sus madres, a familias de sus enseres, a dos pueblos hermanados por la geografía y la historia. Es inadmisible que la monolítica unidad latinoamericana que reprocha las propuestas xenófobas de Trump, calle ante las acciones crueles de Maduro, quien está implementando hoy lo que el magnate inmobiliario promete para mañana.

El muro represivo de Maduro, siempre interno y ahora externo, está marcando una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia

Es triste constatar como los resabios de la poderosa petro-chequera venezolana todavía pueden amedrentar la defensa de la democracia en la OEA, chantajear la paz en Colombia y reprimir a valerosos líderes opositores como Leopoldo López. Este símbolo icónico condiciona el accionar del régimen de Maduro en Venezuela hace mucho tiempo. Dicen que Leopoldo está detenido por el régimen de Maduro hace año y medio. La verdad está en las antípodas: Maduro está preso de la valentía y el coraje de Leopoldo.

Es así. Un régimen decrépito, moribundo y agonizante que destrozó el país más rico de nuestra América; que se dice “Bolivariano” mientras expulsa a colombianos; que pregona “socialismo” mientras los pobres pasan penurias, los mercados están vacíos de productos y las cuentas bancarias de los gobernantes se llenan en el exterior; que pregona democracia mientras instaura una dictadura. Pues ese régimen está periclitando y temblando ante un hombre, ante su voluntad inquebrantable y su lucha que no claudica. Hace tiempo que Maduro está recluido y Leopoldo más libre que nunca.

Venezuela sufre una inflación desbocada, una criminalidad escalofriante, un desabastecimiento Subsahariano y una represión norcoreana. Por eso, Maduro intentó postergar las elecciones parlamentarias de Diciembre. La huelga de Leopoldo y Ceballos le torcieron el brazo: se vota el 6 de diciembre. Para no ser derrotado Maduro intentó todo y nada funciona: inhabilitación de adversarios políticos, agresión externa a Guyana y ahora expulsión de colombianos. Todo fue infructuoso, si la OEA envía una misión de observación electoral Maduro pierde, la democracia vuelve y la libertad triunfa.

Es inadmisible que la monolítica unidad latinoamericana que reprocha las propuestas xenófobas de Trump, calle ante las acciones crueles de Maduro

Este 10 de Septiembre se define la situación judicial de Leopoldo, no apegada al derecho sino bajo dictamen del capricho. El régimen necesita, sin prueba alguna, ampliar la fenecida inhabilitación administrativa de Leopoldo hacia una de tipo penal y política, que infructuosamente intente eliminar la viabilidad electoral del hombre que lo puede derrotar democráticamente.

Todo estaba listo el 4 de septiembre para sentenciarlo, pero Maduro titubeó y no jaló el gatillo jurídico: si condena duramente a Leopoldo pierde votos para comicios del 6 de diciembre, si lo libera también pierde. Maduro, el rehén de Leopoldo, difirió la sentencia una semana para ver las encuestas, preguntar a la Habana, consultar con su jefe Diosdado Cabello (el Presidente del Congreso que manda en Venezuela hasta que pierda su cargo en las elecciones venideras) y pedir auxilio a Brasil y Argentina. Leopoldo está en Ramo Verde, pero el preso es Maduro.

Si la OEA envía una misión de observación electoral Maduro pierde, la democracia vuelve y la libertad triunfa

La situación es crítica pero el desenlace predecible. Leopoldo quedará libre: esta semana jurídicamente, el 6 de diciembre electoralmente, o una semana antes que Maduro escape y pida asilo en Teherán o Pyongyang. Así será. Lo dijo Nelson Mandela: todo parece imposible hasta que se lo logra.

Hace doscientos años parecía imposible, hasta que un venezolano montó su caballo, atravesó los Andes y nos legó libertad e independencia a cinco países sudamericanos. Ocho generaciones después otro venezolano, descendiente del Libertador, trepó las paredes de su celda en Ramo Verde, golpeó los barrotes de la ventana y gritó “estamos del lado correcto de la historia”.

Por eso, aunque parezca imposible, Leopoldo lo va a lograr: cambio y democracia para su Patria Venezuela y ejemplo de libertad para América Latina.

 

*Jorge-Tuto Quiroga es expresidente de Bolivia. Twitter @tutoquiroga

Ago 24, 2015 | Actualizado hace 9 años
Artículo 20 de la Carta Democrática para Venezuela

 

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Octubre de 2014 en Venezuela, calor abrasador, se escuchan sirenas y un tumulto a la distancia. El sol candente golpea una pequeña ventana a través de diez barrotes verticales atravesados por otro perpendicular. Un hombre fuerte, con barba, de espaldas, con pantalones cortos y remera de baloncesto se inquieta por el tumulto. Se aferra a las barras encima de su cabeza, pone los pies contra la pared en un espacio muy estrecho y cual Tarzán en los árboles trepa hacia la luz de la ventana.

Encaramado, conversa con una voz lejana, indómita y rebelde que se escucha a la distancia. Grita. Se aferra a las barras de cuclillas, cara al sol y grita. Toma un palo con la derecha, sigue aferrado con la mano izquierda a las barras y las golpea con el palo. Y sigue gritando. La voz amiga grita más fuerte. El hombre con la imagen delineada por la luz está preso pero no para de gritar, está recluido pero sin miedo, está encarcelado pero más libre que nunca.

Claramente este no es un mero cacerolazo de protesta. El hombre tras las rejas es el símbolo de la libertad latinoamericana, el luchador democrático que no se rinde. Está en la prisión militar de Ramo Verde, se llama Leopoldo López y grita por su patria. La voz lejana es la del valeroso Daniel Ceballos, su compañero en una causa épica que cambiará la historia de Venezuela.

Daniel Ceballos ve el tumulto que no se divisa, se escuchan sirenas y a viva voz vocifera: «El motín no está en Ramo Verde, el motín está en las colas (de los mercados)…. el motín está en la escasez, el motín está cuando no hay luz«. Tiene razón. Venezuela vive una mezcla explosiva de debacle económica, corrupción descomunal, represión autoritaria y se acerca raudamente a una catástrofe humanitaria.

Leopoldo, tras los barrotes, responde “…por una Venezuela donde todos los derechos sean para todas las personas (…) que no se abuse del poder.” Ambos corean una frase que Leopoldo leyó alguna vez: “Estamos del lado correcto de la historia”.

Sí. Están del lado correcto de la historia, luchando contra un autoritarismo corrupto e inepto, contra criminalidad que reina en las calles e inflación que devora bolsillos, contra una administración que despilfarró los petrodólares y dejó su pueblo sin comida ni medicamentos. Están peleando contra un gobierno que conculca libertades, demuele el derecho, tritura la democracia y practica contra Colombia lo que Trump amenaza hacer contra México.

La comunidad internacional guarda un silencio cómplice. EE.UU., Cuba y el Vaticano privilegian el descongelamiento de las relaciones entre los dos primeros. Colombia parece rehén del régimen venezolano y opta por privilegiar su loable proceso de paz, a costa de la defensa de la democracia vecina, como si fueran excluyentes y no complementarias. Otros callan de manera cómplice.

La fecha de la derrota electoral del régimen está marcada: 6 de diciembre, por eso los gobernantes de Venezuela están empeñados en robarse esta elección o cancelarla. Para ello deben evitar la presencia de testigos internacionales y por eso no extienden la rutinaria invitación a la misión de observación electoral de la OEA.

El nuevo Secretario General de la OEA, Luis Almagro, se juega el futuro de esta organización y el suyo propio en Venezuela. Al jurar prometió “’más derechos para más gente”, casi parafraseando la frase de López siete meses antes.

La OEA espera una invitación de Maduro que no llegará. Sólo resta un camino, aplicar el artículo 20 de la Carta Democrática de la OEA -firmada por el extinto Hugo Chávez- que señala: “En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente”, después agrega que se puede hacer gestiones diplomáticas y enviar una misión de buenos oficios al país en cuestión.

En Venezuela tenemos alcaldes destituidos y encarcelados en guarniciones militares o sus casas; periodistas procesados por reproducir noticias internacionales; jóvenes acribillados por protestar y tuiteros detenidos por 140 caracteres que no le gustan al gobierno; jueces sometidos y la magistrada Afiuni presa y violada por no acatar dictámenes del régimen; parlamentarios inhabilitados por la vía administrativa; y un gobierno dispuesto a generar un conflicto externo para cancelar elecciones parlamentarias que sabe que tiene irremediablemente perdidas.

El orden constitucional venezolano está siendo alterado, violado y pisoteado. La situación se deteriora aceleradamente, dia tras dia. ¿Cuándo se debe aplicar este artículo 20 de la Carta Democrática de la OEA? Ahora. ¿Dónde? En Venezuela.

Es hora de responder al clamor de todo un pueblo y poner a la OEA del lado correcto de la historia.

 

El País 

@tutoquiroga