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México denuncia la «agudización» de la migración venezolana en su frontera sur
La frontera sur de México registra un incremento de 131,8 % de la migración irregular de ese país en 2023, más de la cuarta parte del total de migrantes detectados por el Gobierno mexicano son de nacionalidad venezolana

Texto y fotografía: Juan Manuel Blanco (EFE)

Venezuela fue el principal país de origen de los migrantes indocumentados que detectó en 2023 el Instituto Nacional de Migración de México (INM), que reportó una subida anual de más del 77 % en la migración irregular al superar más de 782.000 personas.

Además, los venezolanos fueron la sexta nacionalidad con más solicitudes ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), con cerca de 5.500 peticiones el año pasado.

La población migrante aumentó 131,8 % respecto al año anterior.

El arribo de venezolanos se ha sentido con particular fuerza en Tapachula, en la frontera de México con Guatemala, en Centroamérica, donde el Centro de Dignificación Humana (CDH) advierte que la cifra de migrantes de ese origen podría haber superado los 300.000, pues el Gobierno solo contabiliza los interceptados.

«En 2022, a pesar de una pequeña disminución (frente a 2021), aún así fue mucho mayor. Nosotros consideramos que un poco más de 260.000 migrantes de origen venezolano ingresaron (por la frontera sur) y ya en 2023 definitivamente el flujo aumentó», detalló Luis Rey García Villagrán, director del CDH, con base en estimaciones de la organización civil.

En la frontera sur, en Ciudad Hidalgo, se mantiene un campamento de entre 500 y 1.000 venezolanos con casas de campaña en espera de recibir atención de las autoridades mexicanas.

Una crisis que no termina

El activista indicó que los migrantes llegan a México por la crisis económica por problemas políticos, falta de alimentos y necesidad de empleo.

La situación se ha agudizado mientras Venezuela se prepara para tener elecciones en 2024, en las que el Gobierno de Nicolás Maduro ha inhabilitado a la principal opositora, María Corina Machado, pese a su promesa de diálogo con la oposición.

La venezolana Yenglendis, quien viaja con su esposo de origen colombiano, dijo a EFE que los sueldos que ganaban de 2 dólares al día no les alcanzan para nada y eso los obliga a salir de sus países en busca de mejores oportunidades.

«Estamos pasando muchas necesidades, uno lo que trabaja es para medio comer y no alcanza para comer, el tema es político, hay muchos venezolanos allá (en Suramérica) que están pasándose para acá», expresó.

Entre las amenazas del crimen y del Gobierno

Pese a que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha mostrado un discurso de acogida, los migrantes venezolanos denunciaron la violencia del crimen organizado y la discriminación del Gobierno.

Darri José Álvarez, otro migrante venezolano, destacó que miles de sus compatriotas afrontan estafas, extorsiones, abusos y malos tratos de la policía.

«Yo quisiera que al Gobierno de México le llegara este mensaje y que se pusiera la mano en el corazón y que los migrantes tuvieran un poco más de derecho, respeto y voz para defenderse», manifestó.

Incluso, aseveró que los criminales mexicanos lo trataron mejor que el mismo Gobierno, pues al llegar a Ciudad de México tomó un autobús a la norteña ciudad de Monterrey, donde los militares, los policías y agentes migratorios lo retornaron en avión hasta Tapachula.

«En lo que nosotros pasamos, lo que vivimos, somos abusados, maltratados por las autoridades», sostuvo.

Marlon González, otro venezolano en Tapachula, denunció en su travesía en México grupos criminales lo secuestraron junto a su familia, les robaron 1.500 pesos (unos 85 dólares) y los dejaron en un lugar alejado.

«Por la crisis económica que hay allá, no hay trabajo, el mismo Gobierno te quiere meter preso y sembrar droga por todo, (pero en México tampoco nos va) muy bien porque nosotros fuimos víctimas de secuestro por los mismos cárteles», lamentó.

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Georgina y Enrique, 26 años sin abrazarse
El día que le aprobaron su visa, a Georgina lo que más ilusión le provocaba era ver a su hijo, y posiblemente a un hermano que también se encuentra en Estados Unidos

 

Por: José Antonio García Ramírez

 

Los programas de reunificación familiar hicieron posible el reencuentro de la señora Georgina y su hijo Enrique, quien vive en Arizona. Ella es originaria de la Ciudad de México y había pasado 26 años sin poder ver a su hijo. 

Las dificultades se presentaron desde que Enrique decidió migrar, ya que mientras cruzaba el desierto con su novia, ahora esposa, fue víctima de secuestro.

Para que él pudiera ser liberado tuvieron que pagar el rescate solicitando ayuda a otro coyote. 

Aunque pudo recuperar su libertad y consiguió comenzar su vida en Estados Unidos, la distancia con su madre persistió por años, pues no podía viajar México sin documentos.

La vida siguió su curso y luego de muchos años la posibilidad de volver a ver a Enrique apareció gracias al programa de reunificación familiar del club Mujeres en Progreso.

Georgina tiene cuatro nietos que ya había conocido cuando visitaron Puerto Peñasco, Sonora, pero no era suficiente. A ella le emocionaba ver físicamente a su familia.

“Es maravilloso (la reunificación familiar). Es doloroso saber que no podía uno verlos. Los veía uno por videollamada, pero no es lo mismo a sentirlos”

El día que le aprobaron su visa, a Georgina lo que más ilusión le provocaba era ver a su hijo, y posiblemente a un hermano que también se encuentra en Estados Unidos.

“Siento una emoción muy grande. […] (a Enrique) Mi amor por ahí te voy a caer. ¡Abusado! A ti a todos, muchas gracias”

El sueño de Georgina se hizo realidad en 2022, cuando por fin logró abrazar a su hijo, a sus nietos y estar con su familia luego de tanto tiempo.

Ahora, ella viaja regularmente para visitar a la familia. Su visa es su arma más poderosa para ver a sus hijos una y otra vez.

Programas de reunificación familiar en EEUU, el negocio de la nostalgia
Los líderes y activistas migrantes reconocen que preparar este tipo de viajes supone tiempo, trabajo y logística, y esto tiene un costo, pero consideran que el valor de algunos programas es excesivo
Para Avelino Meza, secretario general de la organización Fuerza Migrante, con sede en Nueva York, “la migración es generadora de soledad y de frustración por haber dejado atrás a la familia. Las reunificaciones son pues una gran oportunidad de reencontrarse con ese núcleo”

 

Por: Patricia Mercado Sánchez, Abel Domínguez, Selene Tapia, Andrea Ornelas, Jose Antonio García y Valeria Acevedo

 

Enrique atravesó el desierto de Arizona bajo un sol inclemente en 1996. Su único equipaje: los sueños de sus 21 años. 

Pasó sed, tuvo miedo y fue estafado por el pollero que le había ofrecido el sueño americano. Pero alcanzó su destino y echó raíces en Estados Unidos, país en donde nacieron sus cuatro hijos.

El costo, no obstante, fue alto: no pudo despedirse de su padre y debió esperar 26 años antes de abrazar nuevamente a Georgina, su madre.

Como Enrique, decenas de miles de migrantes mexicanos indocumentados conservan lazos estrechos con sus familias en México. Reconfortan el alma con el envío de remesas y se conforman mirando envejecer a sus padres a través de la imagen que les devuelve una fotografía o una videollamada.

Por esa razón, el día que alguien les ofrece participar en un programa de reunificación familiar, no hay un ápice de duda. 

Los programas tienen un componente exitoso: puedes lograr que las mamás y papás visiten Estados Unidos durante algunas semanas, sin importar el estatus migratorio del hijo o hija.

¿Cuánto vale abrazar nuevamente a tus padres?

Los organizadores de estos reencuentros, de origen público y privado, saben que la nostalgia es rentable.

Muchos grupos operan desde el respeto a las necesidades de las familias; otros, cobran hasta 10,000 dólares por reunificación y retienen los documentos de identidad de los padres para asegurar los pagos.

Conexión Migrante investigó durante tres años la evolución de 37 programas, que luego se transformaron por la pandemia y los retrasos en viajes y citas.

Actualmente, tenemos un registro de  57 programas que operan en Estados Unidos y México, pero voces de la comunidad aseguran que hay cientos, sin reglas, sin transparencia, pero sí lucrando con la nostalgia de volver a ver a tu mamá y a tú papá.

En los últimos años, el número de programas operados por gobiernos estatales pasó de 16 a siete, de  los cuales cuatro están armando nuevos grupos y los tres restantes sólo tienen listas de espera.

Zacatecas fue el primer estado que tuvo un programa de reunificación. Iniciaron los preparativos en 2011 y en 2012 hicieron el primer viaje 28 mamás y papás para ver a sus hijos en Estados Unidos.

En entrevista, Rigoberto Castañeda, ex titular de la Secretaría del Migrante Zacatecano, cuenta cómo Sergio Meza, un integrante de la Federación de Clubes Zacatecanos de Illinois, les pidió ayuda para llevar a su mamá a visitarlo a Estados Unidos. Iniciaron los trámites, pero la señora falleció antes de terminar el proceso.

En la siguiente visita del gobernador Miguel Alonso, Sergio Meza le dijo que muchos otros adultos mayores estaban en la misma situación, y entonces se decidió armar el programa, en coordinación con la Federación, el mismo Sergio Meza y Lizbeth Márquez, representante del Gobierno de Zacatecas en Chicago.

Así nació Corazón de Plata. “Lo llamamos así porque, para este primer viaje, mandamos a hacer unas medallas de plata de un corazón dividido en dos, y una parte era para el integrante del club, la familia, y la otra para sus viejos”. relata Castañeda. 

Que actualmente los gobiernos estatales no participen activamente en estos programas ha provocado que proliferen los grupos y organizaciones poco transparentes que abusan y defraudan a los migrantes.

 

Puede leer también: ¿Cómo buscar una organización confiable?

 

Desinterés gubernamental y opacidad

Las reunificaciones deben ser un acto humanista y de dignidad, dice Marco Antonio Castillo, codirector del Programa México-Estados Unidos de Global Exchange. 

Pero la teoría no empata con la práctica en un México que solo mira a sus migrantes como una mina de oro.

Un botón de muestra: se estima que para el cierre de 2023 los ingresos por remesas sumarán 67 mil 900 millones de dólares, un dato históricamente alto por noveno año consecutivo. 

Los mexicanos en el exterior aportan más divisas a México que el petróleo o el turismo, y sostienen a millones de familias.

Paradójicamente, son uno de los grupos más olvidados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Una indiferencia que es tierra fértil para la opacidad y los abusos en torno a las reunificaciones.

 “El presente gobierno, como ninguno otro, ha eliminado los fondos para los programas que apoyan a los migrantes”, coincide Roberto Bravo, director de la Federación CBO Comunitarias en California. 

Al no existir soporte gubernamental, las reunificaciones de las organizaciones privadas toman el relevo “porque los migrantes siempre tendrán la necesidad de traer a sus padres (de visita a EEUU)”, añade Bravo.

Numerosos activistas han pedido apoyo a los gobiernos estatales para crear programas de carácter público que absorban una parte de los gastos de logística y sean regulados. Pero no han tenido éxito.

En Chiapas, por ejemplo, el programa Avanza jamás recibió el respaldo estatal que solicitó, y en Querétaro, Palomas Queretanas tuvo el “sí” del gobernador panista Francisco Domínguez Servién en 2018, pero la gestión de este último concluyó sin que el proceso se concretara.

Hay también programas estatales que nacieron, pero desvirtuaron sus objetivos. 

Juvencio Rocha Peralta, fundador y presidente de la Asociación de Mexicanos en Carolina del Norte (Amexcan), recibió el respaldo del gobierno de Veracruz, pero con el paso del tiempo el programa perdió transparencia y la Amexcan decidió dejar de colaborar con él.

Lucrar con la añoranza

“La reunificación familiar es un derecho reconocido por los Acuerdos Internacionales de Derechos Humanos. Por ello, realizar estos procesos bajo un esquema lucrativo desvirtúa su sentido original, y no acompañarlos con un trabajo comunitario aumenta el riesgo de fraudes”, advierte el activista Marco Antonio Castillo.

Para Avelino Meza, secretario general de la organización Fuerza Migrante, con sede en Nueva York, “la migración es generadora de soledad y de frustración por haber dejado atrás a la familia. Las reunificaciones son pues una gran oportunidad de reencontrarse con ese núcleo”.

Meza afirma que, en el presente, “se ha prostituido esta oportunidad de las familias de reencontrarse, abusando de que los hijos están dispuestos a pagar fuertes cantidades para ver a sus padres. Hay grupos que secuestran los documentos de identidad de los padres para asegurarse de que cobrarán lo que quieren”.

“Se ha creado una mafia en la que hay grupos que cobran a los hijos migrantes entre 5,000 y 10,000 dólares por llevar a sus padres, cuando son procesos que tendrían que ser gratuitos o deberían ser muy baratos”, coincide Sergio Infanzón, migrante y activista basado en Los Ángeles.

Añade que muchos padres incluso venden terrenos y ganado en sus pueblos de origen en México para poder visitar a sus hijos, para luego ser estafados.

Los líderes y activistas migrantes reconocen que preparar este tipo de viajes supone tiempo, trabajo y logística, y esto tiene un costo, pero consideran que el valor de algunos programas es excesivo.

“Si se tiene un grupo de 40 personas y cobran 5,000 dólares por cada una de ellas, son 200,000 dólares lo que obtienen. No deben ser programas lucrativos porque su origen está en las federaciones creadas para ayudar a los migrantes”, dice Sergio Infanzón.

Uno de los casos más controvertidos en materia de reunificaciones es el encabezado por Nueva Visión Latinoamérica, que inició como una organización migrante, pero luego salió del registro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y ahora se asume como una empresa registrada ante el gobierno de Estados Unidos.

Hasta octubre de 2023 cobraba 160 dólares exclusivamente por inscribir a los padres interesados en viajar a Estados Unidos y pedía 450 dólares para la gestión de la visa.

Las quejas son numerosas, lo que no ha impedido a la empresa seguir operando y extienda su oferta de reunificaciones  a migrantes de Centroamérica.

Existen además otros programas en donde la falta de transparencia se hizo presente, como Corazón Todito, operado bajo el gobierno de Juan Manuel Carrera en San Luis Potosí, que no daba información clara a las familias sobre los costos en los que incurrirán.

Cuánto cuesta, en realidad

De acuerdo con la investigación del equipo de Conexión Migrante, los costos de una reunificación privada dependen del estado de origen en México y del destino en Estados Unidos, pero un presupuesto promedio varía entre 2,000 y 2,500 dólares, más el costo del boleto de avión.

Dos integrantes del equipo de Conexión Migrante realizaron ya reunificaciones completas, como parte del staff de dos organizaciones, lo que permitió verificar procesos, costos y desafíos de transportar a adultos mayores.

Desde una perspectiva externa, uno se preguntaría ¿por qué pagar 2 mil dólares por el proceso? Sin embargo, la responsabilidad y el desafío que conlleva viajar, mover, ayudar y cuidar a adultos mayores es más de lo que cualquiera imagina. 

A diferencia de cualquier persona que debe esperar por su cita y acudir en dos ocasiones a la Embajada o los consulados de Estados Unidos en México, la primera para la toma de huellas y la segunda para la entrevista consular, los papás inscritos en un programa de reunificación familiar tienen dos beneficios directos: el acceso a la ventanilla para adultos mayores y un calendario especial en el que tendrán que esperar menos por una cita.

Durante los últimos siete años, Conexión Migrante ha sido testigo de múltiples casos en los que la embajada y los consulados de Estados Unidos en México rechazan las peticiones de visa de las personas por una mala asesoría.

No es raro que las personas mientan sobre tener familia indocumentada en Estados Unidos, lo cual es motivo de rechazo automático a su petición de visa.

Si bien la última palabra sobre aprobar o no la visa depende de las autoridades consulares, participar en uno de estos programas sí beneficia a los adultos mayores.

Entonces, el pago cubre el costo de la visa, el llenado de la forma DS-160, el hotel, la transportación a la embajada o consulado de Estados Unidos en México y los servicios de personas que cuidan a los papás.

Los equipos verifican que traigan todos los documentos que necesitan en las citas y el viaje, les proveen de ayuda para subir a los aviones y transportes, y en muchos casos les organizan una fiesta de bienvenida en Estados Unidos con sus hijos. 

Lorena Cortés, presidenta del Club Morelenses en Texas-“Tepalcingo Unido” y migrante radicada en Texas, afirma que incluso es posible que este costo sea inferior. 

Lo que un migrante debe considerar antes de una reunificación

Si bien antes de la pandemia, Lorena había establecido que el costo promedio para llevar a los padres es de 1,300 dólares, este total aumentó al término de la crisis sanitaria.

El costo del pasaporte mexicano, la visa americana y los alimentos incrementan el precio de llevar a los papás a Estados Unidos.

No obstante, Lorena Cortés aclara que estos incrementos sólo elevan el costo general de la reunificación en un aproximado de 85 dólares; es decir, alrededor del 6.5%.

Precisa que con este monto se pagan transportes, las comidas necesarias durante el trayecto, la casaca, el seguro médico y el evento de bienvenida. En el caso de su organización, hay un acompañante por cada 15 personas mayores, en promedio, y es alguien que conoce de primeros auxilios, pero no es un médico.

Los programas estatales, que financian frecuentemente algunos costos de traslado, suelen ubicarse alrededor de los 1,500 dólares. 

Y las reunificaciones autónomas también son posibles, pero poco comunes. Los padres deben acercarse a un consulado de los Estados Unidos en México para tramitar su visa, pero muchos temen ser rechazados, razón por la que buscan organizaciones con experiencia que los ayuden. En los casos aislados en las que se realizan de forma independiente, el costo del proceso puede reducirse a 900 o 1,000 dólares.

***

A Georgina no le alcanzan las palabras para describir lo que vivió al reencontrarse con su hijo Enrique. “Fue una emoción indescriptible. Primero lo vi de lejos, tan cambiado, ya era todo un señorón… cuando lo abracé, me quedé muda. Era algo incontrolable, quería besarlo, quería pellizcarlo, era mi hijo, y al fin estaba ahí de nuevo”, recuerda.

Y hay reencuentros que van más allá, y que son más que ese necesario bálsamo para la añoranza. La activista Lorena Cortés vivió uno de ellos en 2022, cuando ayudó a viajar a Minnesota a una madre a la que le habían negado la visa para Estados Unidos solo unos meses antes. 

Para ella era vital llegar a Estados Unidos, su hijo se hallaba solo, enfermo y en fase terminal.

“Algunas reunificaciones son aún más especiales y son casos que deben abordarse de forma diferente. En esta ocasión buscamos a un congresista para que nos ayudara dándonos una carta, y tuvimos que realizar otras gestiones. Pero logramos la visa que le habían negado antes. Esta madre viajó a Estados Unidos para ver a su hijo, quien falleció en sus brazos media hora después de su llegada. Por ello, reunir a los padres con sus hijos migrantes, siempre y en cada uno de los casos, valdrá la pena”, puntualiza.

¿Y tú, cuánto estarías dispuesto a pagar para ver de nuevo a tus papás?

Postales de migrantes y viajes sin retorno

Fotografía: Elizabeth Ramos, Paloma Reyes, Ismael Quintana

 

Postales de migrantes y viajes sin retorno se publicó originalmente en el portal La Verdad de Juárez. Fue elaborado por las periodistas Paloma Reyes y Elizabeth Ramos como parte del proyecto “Defensa y acompañamiento de periodistas y familiares víctimas de graves violaciones a sus ddhh en México”, realizado por la organización Propuesta Cívica A.C. Runrunes lo reproduce íntegramente con su autorización. 

#1: Desaparecidos: ¿Dónde está José? 

Ciudad Juárez, Chihuahua. Roraisa perdió contacto con su hermano José Gregorio en las primeras horas de la madrugada del 25 de junio del 2022. Lo último que supo es que estaba a punto de cruzar hacia Estados Unidos, junto con otras dos mujeres, a través de las aguas del Río Bravo. 

Luego de eso, Roraisa no supo nada de “Cheo”, como le decía de cariño. Ella asumió que él había cruzado la frontera y estaba en detención en Estados Unidos: “como les quitan todo, yo me quedé tranquila, pero jamás imaginé todo lo que pasaría.” 

Cada vez que lo recuerda, la noche del 26 de junio vuelve a su mente con todos los detalles. Entró una llamada y con ella la noticia. Aparentemente, durante la noche anterior, José se había ahogado en el Río Bravo en su intento por cruzar la frontera norte de México. 

Ha pasado casi un año y Roraisa se niega a aceptar que José haya muerto: “no hay cuerpo que lo confirme…además, era de noche, estaba oscuro, ¿cómo iban a saber que era él?”. 

Luego de la llamada, comenzó a pensar en la pequeña posibilidad de que alguien hubiera rescatado a su hermano: “mientras yo no vea un cuerpo, no voy a creer que a él le sucedió eso”. 

Desaparición en cifras 

De acuerdo con el informe anual de la Fiscalía Especializada en Materia de Derechos Humanos, (2019-2020) la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes (UIDPM) brindó información a familiares de 117 personas desaparecidas registradas en el Mecanismo de Apoyo Exterior Mexicano de Búsqueda (MAE), en particular de Honduras (43), El Salvador (41) y Guatemala (33); aunque cabe destacar que la cifra de personas registradas en el sistema incluye migrantes de más de 3 nacionalidades y es tan larga como el viaje que emprenden las personas en movilidad. 

Tan solo entre 2020 y 2021, al menos 672 personas en movilidad fueron reportadas como desaparecidas o ausentes en la República Mexicana, siendo Chihuahua el estado con mayor número de reportes, según cifras proporcionadas durante el Foro Regional sobre la Desaparición de Personas en

Contextos de Migración de la Organización Internacional para las Migraciones en México (OIM) . 

Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil estiman que el número de migrantes desaparecidos podría no ser exacto debido a distintos factores como la desconfianza de quienes interponen la denuncia, el desconocimiento de los procesos, la falta de recursos, el miedo o la barrera del idioma; sumando a esto la dificultad para comunicarse al exterior debido a la política de cada país. 

 

 

 

Las desapariciones en México 

En el caso de México, el Protocolo Homologado para la Búsqueda de Personas Desaparecidas y No Localizadas es una herramienta que designa acciones a cada autoridad para llevar a cabo la búsqueda, así como la coordinación entre dependencias y los procesos correspondientes a cada caso. 

La búsqueda individualizada de personas en movilidad se hace a través de una solicitud de información a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y al Instituto Nacional de Migración (INM) para confirmar la llegada de la persona en movilidad al país o las atenciones que recibió por parte de las autoridades. 

Para poner un reporte por desaparición de personas ante la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) en México, se puede hacer el registro a través del portal de internet, donde se anexa una fotografía de la persona desaparecida y se ingresan los datos que ayuden a su identificación. 

Como parte del protocolo se hace una búsqueda en albergues, casas de migrantes y otras organizaciones no gubernamentales de apoyo a personas en movilidad para tratar de dar con su paradero o tener algún indicio de este. 

Tan sólo en Juárez existen más de 30 albergues y casas de migrantes en las que se podría hacer la indagación. No obstante, Ivonne López de Lara, coordinadora del Departamento de Derechos Humanos de la Casa del Migrante A. C. en Ciudad Juárez, considera que existen algunos vacíos que dificultan la búsqueda de personas en movilidad que se encuentran en calidad de desaparecidas, ya que las bases de datos que manejan las fiscalías no están socializadas con los albergues, quienes además cuentan con sus propios datos y, en la mayoría de las veces, no coinciden con otras instancias.

En Casa del Migrante de Ciudad Juárez, el área de Trabajo Social se encarga de hacer la entrevista a quienes ingresan al albergue y, posteriormente, registra sus datos personales. Sin embargo, López de Lara reconoce que estos no siempre son reales o verificables, ya que la persona que ingresa a veces no cuenta con documentos de identificación y, en ocasiones, proporcionan otros datos como medidas de protección. 

“La gente no siempre dice la verdad; a veces se cambian el nombre por seguridad, por miedo o desconfianza. Entonces, cuando viene la Fiscalía a preguntar por alguien, nosotros revisamos nuestro registro con los datos que nos están dando y aquí puede ser que la persona esté en nuestra base o no, pero también puede ser que tengamos a la persona con datos distintos y nos damos cuenta con la fotografía que suele traer la Fiscalía u otra institución”. 

De Venezuela al Río Bravo 

La duradera crisis económica había empujado a José Gregorio a abandonar Venezuela en el 2017. Hizo una primera parada en Colombia, donde por un tiempo vivió con un grupo de amigos hasta el 2022, cuando decidió dar el siguiente paso y comenzar el largo camino hacia Estados Unidos. 

Roraisa D., hermana de José Gregorio D. (41 años), cuenta que ella y José eran inseparables y fieles compañeros de viajes, paseos y rumba, hasta que en 2017 la crisis del país y la necesidad de tener las mínimas condiciones económicas para solventar la vida, empujaron a su hermano a migrar a Colombia en busca de trabajo, algo que ya no se podía conseguir en Venezuela. 

Pero en marzo de 2022, cinco años después de su llegada a Colombia, motivado por sus amigos para buscar algo mejor para él y poder seguir mandando dinero a su familia e hija, que se habían quedado en Venezuela, emprendió lo que se convertiría, hasta el momento, en un viaje sin regreso. 

“Mi hermano Cheo, como le decimos en casa, era un bonachón, si tú le decías ‘aquí es bonito’, él iba para allá poniendo toda la confianza a lo que le decía la gente y esa era una de mis grandes peleas con él”, recuerda Roraisa. 

Así fue como sin previo aviso a su familia en Venezuela, sin una llamada telefónica, sin un mensaje y menos un beso o un abrazo de despedida, José

salió en silencio de Colombia con la esperanza de darle a su pequeña hija mejores condiciones de vida. 

Roraisa, quien se había quedado en Venezuela, recuerda que los primeros días de junio del 2022, a unos dos meses de que “Cheo” salió de Colombia, su hermano la contactó para avisarle que ya estaba en México: “Mi reacción fue de sentimientos encontrados; me puse feliz de saber de él, pero también me entraron unas ganas de llorar durísimo de imaginarme por todo lo que había pasado y eso que él no me dio mayor detalle de todo el viaje”, cuenta. 

 

 

Ambos mantuvieron contacto hasta el 24 de junio, cuando el último mensaje que recibió decía “ya estamos cerquita, vamos a pasar el Río”. Ese mismo día, a las 7:30 p.m., hora de Venezuela, llegó otro mensaje: “ya dentro de poco vamos a pasar”; adjunto venía una foto de él donde al fondo se observaba el Río Bravo. 

Roraisa le advirtió a “Cheo” que no cruzara el Río de noche. Hacia las 2:30 a.m. fue la última conexión de José. Se anunciaba la incertidumbre. 

Cuando las cifras sobrepasan los recursos 

El proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha documentado casos de personas en movilidad que han fallecido o desaparecido durante el proceso migratorio en su intento por salir de su país de origen. 

Según los registros de la OIM, del primero de enero al 25 de junio de este año, en las Américas han desaparecido 473 personas migrantes; de las cuáles 211 fueron registradas en la frontera entre México y Estados Unidos, siendo el mes de marzo el más alto con 82. 

De acuerdo con Luz Torres, abogada especializada en migración, debido al número de desapariciones a lo largo del territorio mexicano, el trabajo que hacen las autoridades y las organizaciones civiles ayuda y contribuye, pero muchas veces se ve rebasado. 

Además, los grupos de búsqueda no hacen un seguimiento para saber a dónde fue enviado el cuerpo o la persona una vez que ha sido localizada, sino que se turna a las autoridades correspondientes. Por ello, considera Luz Torres, es necesario la creación de prácticas que ayuden a fortalecer la búsqueda de

personas migrantes desaparecidas que realizan diversos actores y grupos sociales. 

En este sentido, uno de los canales de búsqueda deberían de ser las embajadas de México y Estados Unidos en los países de origen o las plataformas digitales; sin embargo, estas últimas pueden tardar mucho tiempo en contestar una solicitud. Tan solo en el caso de Venezuela, las relaciones diplomáticas con Estados Unidos son escabrosas, lo que dificulta aún más poder iniciar una búsqueda paralela y eficaz para casos como el de José Gregorio. 

Postal de un viaje sin retorno 

Las noticias anunciaban muertes de migrantes, pero ninguno coincidía con la descripción de José: “Vamos a relajarnos porque lo más seguro es que esté detenido. Vamos a esperar a que él llame”, dijo Roraisa a su prima, quién se encontraba de visita en su casa. 

La llamada de “Cheo” nunca llegó. En su lugar, la noche del 26 de junio, transcurridas las 24 horas sin saber de su hermano, desde un número desconocido le llegó una llamada a Roraisa; tenían noticias para ella: aparentemente, José se había ahogado en el Río Bravo. 

La persona que comentó a Roraisa sobre la muerte de “Cheo” era una de las dos mujeres que iban con él la noche que juntos intentaron cruzar el Río. Al llegar al otro lado, según lo narrado por la misma mujer, esta se percató de que José estaba siendo arrastrado por el agua, sin que nada pudieran hacer por él, ya que estaba oscuro y la corriente era muy fuerte. 

“Mientras yo no vea un cuerpo, no voy a creer que a él le sucedió eso”, fue la respuesta de Roraisa ante la noticia. Y al día siguiente comenzó la búsqueda de su hermano, sin saber a dónde ir ni cómo empezar. 

Aproximadamente una semana después, Roraisa no tiene clara la fecha, recibió una fotografía del cuerpo de su hermano que, según le dijeron, había tomado un fotoperiodista, mismo que fue contactado a través de una amiga en común de la abogada Luz Torres. Cabe agregar que dicha conexión fue posible porque la abogada Torres es de nacionalidad colombiana; sin embargo, actualmente vive en Ciudad Juárez.

No se obtuvo mayor información del periodista ya que para su localización intervinieron otras voces. 

“Lo que siguió fue la urgencia de querer saber dónde estaba el cuerpo, porque el periodista que pasó esa foto no quería hablar más, -de acuerdo con la información que recibió Roraisa de parte de la mujer que cruzó el Río con José-. Dijo que se iba a meter en problemas y solo nos comentó que el cuerpo estaba del lado de Laredo, Texas”. 

Epitafio: desaparecido 

En el periodo de enero de 2019 a julio de 2022, la Fiscalía de Distrito zona Norte localizó 7 cuerpos de personas en movilidad originarias de Sudamérica y el Caribe fallecidas en Ciudad Juárez. 

Pese a que ninguna contaba con reporte de desaparición, pero sí con documentos oficiales que ayudaron para su identificación, según información proporcionada a través de solicitudes en la Plataforma Nacional de Transparencia. A ellos, se suman 5 cuerpos de personas localizadas por Grupo Beta de Protección al Migrante en el mismo periodo de tiempo. 

Por otro lado, hay personas en movilidad que no cuentan con sus documentos oficiales que permitan hacer la identificación en caso de fallecimiento o algún accidente; personas que viajaban solas y nadie sabe lo que pasó con ellas, y personas con las que, sin previo aviso, se pierde comunicación. 

Lo que casi todas tienen en común es la dificultad para saber quiénes eran en vida y de dónde son originarias, sin un documento o un reporte de desaparición que aporte información para darle identidad al rostro localizado y poder abrir comunicación con sus familiares. 

En este sentido, de enero a marzo de 2023, la Dirección de Servicios Periciales y Ciencias Forenses informó que en el Estado de Chihuahua el Servicio Médico Forense (SEMEFO) ha tenido un total de 157 cuerpos, según el registro de todas las zonas. De los anteriores, 97 corresponden a la Fiscalía Zona Norte en Ciudad Juárez, donde solo 7 cuerpos han sido identificados hasta el momento. En total son 14 los identificados en todo Chihuahua. 

De 2019 a marzo de 2023, en el SEMEFO de Ciudad Juárez ingresó un total de mil 167 cuerpos. Sin embargo, estos están en el Servicio por un tiempo limitado mientras se recolectan los datos necesarios que permiten establecer su identidad en caso de una posible identificación o reclamación de parte de algún familiar. 

 

 

Aquellos que no son identificados o reclamados, son inhumados en la fosa común del panteón San Rafael, ubicado al surponiente de Ciudad Juárez, y donde a manera de epitafio solamente se lee el número de registro correspondiente a cada caso. 

Son los “desaparecidos de los que nunca se sabe qué pasó con ellos, esas cifras negras que nadie conoce”, lamenta la abogada Luz Torres. 

En diciembre de 2022, la Casa del Migrante A. C. llevó el caso de una persona en movilidad originaria de Veracruz que falleció en Ciudad Juárez. Ivonne López de Lara califica de dolorosa y desgastante la recuperación e identificación de un cuerpo que no tenía documentos de identidad ni familia cercana. 

Narra cómo la recuperación de un cuerpo de la SEMEFO es complicada debido a los procedimientos y el desgaste emocional de “ver los cuerpos amontonados y en diferentes niveles de descomposición.” 

“Tú traes tu dolor, tu pérdida, y luego todavía están todos los protocolos que te ponen para poder sacar a un cuerpo de ahí (…) ¿Por qué después de una muerte, una persona tiene que batallar tanto para que pueda darle cristiana sepultura (a su familiar)?”, se cuestiona Ivonne en entrevista. 

El fin de un sueño 

Después de recibir la foto de José, Roraisa comenzó la búsqueda de su hermano por su cuenta. Primer obstáculo: en Venezuela no hay embajada de Estados Unidos, lo que dificulta pedir ayuda por esa vía. Intentó por otras alternativas: “hago contacto con las embajadas paralelas (políticos opositores al gobierno de Venezuela), pero ni así conseguía saber de mi hermano por ningún lado, ni detenido, ni como fallecido.” 

“Al principio nos decían que no hay un certificado formal de defunción de mi hermano porque oficialmente no está fallecido, ya que no hay un cuerpo que lo confirme. Yo me imagino que porque el cuerpo es localizado sin ningún tipo de identificación y que, como él, habrá muchos casos”, comenta Roraisa. 

La búsqueda de José inició en la frontera norte de México. Sin éxito, se indagó después en la morgue de Laredo, Texas, con ayuda de las embajadas paralelas.

No pierde la esperanza, pero hay momentos en que Roraisa cree que todo va a quedar así: “no creo que esta gente de la morgue en algún momento diga que sí lograron identificarlo.” 

Ella trata de no hablar mucho de su hermano, le duele el tema; sin embargo, intenta amortiguar el dolor en la construcción de una ilusión: “con los amigos de repente nos hacemos a la idea de que él sigue en Colombia… pero caemos en cuenta de que (tal vez) ya no vamos a ver más el cuerpo”. 

Aun así, los recuerdos que quedan son buenos, como los de José divertido y trabajador; el que bailaba de forma cómica. Roraisa prefiere recordarlo con sus sonrisas y como al que le gustaba usar palabras de las que desconocía el significado “a veces metía palabras en donde no iban, lo que lo hacía más divertido”. 

Roraisa recuerda con alegría la vez que platicaba con José y su prima sobre anécdotas divertidas que habían pasado juntos: “Cheo dijo ‘adelante, esas son incógnitas que le quedan a nuestros hijos’, él quiso decir anécdotas”, relata con una sonrisa en su rostro. 

Pronto los ánimos cambian. Como si hablara consigo misma, se pregunta despacio y casi en silencio: “¿Quién garantiza la vida?, los fallecidos son tantos que ya no los ven como una noticia: ‘mira, un fallecido’. Es que son muchos y nadie se está ocupando de eso, nadie está asumiendo esa responsabilidad de cómo la gente se está jugando de esa forma su vida.” 

Enlace a la versión original del artículo

El otro camino de regreso a casa 

#2: Ronald y Karen, Morir en el intento 

A finales de octubre de 2018 las caravanas de migrantes comenzaron a llegar y cruzar por México, puente de acogida y tránsito de cientos de personas en movilidad que, día a día, buscan llegar a los Estados Unidos. 

Las personas en movilidad padecen a lo largo de su camino todo tipo de riesgos y violaciones a sus derechos humanos y en muchos de los casos, ni siquiera logran pisar un milímetro de los Estados Unidos. 

Su camino se trunca en las áridas tierras de la frontera norte de México, ahí donde termina un viaje, comienza otro. El camino de regreso ya no lo alcanzan a contar y solamente, a través de la voz de sus familias, es que se pueden ir reconstruyendo las historias, vivencias y aspiraciones de aquellas personas en movilidad que murieron en su intento por llegar a suelo estadounidense. 

Es a través de otras voces, que se logra conocer los costos económicos y emocionales de lo que implica regresar el cuerpo del familiar que murió en el intento. 

Como lanzar una moneda al aire 

Luego de un primer intento fallido de emigrar en familia a Estados Unidos, Vanessa Silva, originaria de Honduras, relata que tiempo después y tras una difícil toma de decisiones, su esposo Ronald Edgardo E. (30 años) se preparaba para salir nuevamente de Tegucigalpa, Honduras, el 17 de mayo de 2019. 

La primera vez Vanessa, Ronald y sus hijas habían llegado hasta Villa Hermosa, Tabasco, donde estuvieron detenidos en Migración por 8 días, antes de ser devueltos a su país. En esa ocasión, Ronald dejó caer una frase como ancla: “Lo quiero volver a intentar”. 

Esta vez en el viaje no iría toda la familia. Él y su hija Karen (9 años) fueron quienes subieron al autobús nuevamente camino a Estados Unidos. Pronto, Vanessa interpreta y narra una señal como si fuera una advertencia: “la maleta se quedó botada abajo del autobús; ya era de Dios, ¿verdad?, pero uno que es necio”, dice resignada.

El trayecto iba bien, según le informaba cada día su esposo; sin embargo, hacia finales de mayo, unos 10 días después de haber salido de Tegucigalpa, lo último que supo Vanessa es que su esposo e hija habían llegado a Migración: “Ya no puedo hablar, voy a apagar el celular y cuando ya esté allá, yo te voy a avisar”, dijo Ronald durante la última llamada. 

“Cuida mucho a la negrita y no la sueltes, está siempre pendiente de ella (…) Los amo mucho, con todo mi corazón”, le respondió Vanessa sin saber que esa sería la última vez que sabría de su familia. Así es como comienza la agonía, el misterio y las constantes incógnitas de saber dónde están y qué ocurrió con ellos. 

Una foto de malas noticias 

Pasaban las horas y los días y Vanessa seguía sin recibir alguna noticia sobre su esposo e hija, solamente esa “conexión” que ocurre entre miembros de la familia fue la principal mensajera… “minuto a minuto iban en aumento los presentimientos de que algo estaba mal”. 

A las 9 de la mañana del primero de junio de ese 2019, una llamada desde un número desconocido interrumpió sus pensamientos. La voz de una mujer al otro lado de la línea le narró un accidente. 

La camioneta en la que viajaban Karen y Ronald junto a otras personas en movilidad, entre ellas la mujer portadora de la triste noticia, perdió el control volcando en la carretera de Villa Ahumada, Chihuahua… La última escena que describió la mujer al otro lado del teléfono y que Vanessa ya escuchaba como una voz que se iba perdiendo, era haber visto a Ronald gritar; después de eso, no supo más. 

Vanessa estaba impactada por la noticia. De momento, la voz de la mujer al teléfono parecía distorsionarse, como si estuviera sumergida en agua, como un eco que poco a poco iba desapareciendo a lo lejos. De golpe volvió a la mente de Vanessa una escena de la noche anterior. 

El 31 de mayo, como a las 10:30 de la noche estaba sentada en la grada de una pila de agua afuera de su casa: “Mi hija llegó preguntando ‘mami, ¿qué le pasó?’, le dije: ‘hija mía, perdóname por haber dejado ir a tu papi’. La abracé fuerte y me fui para el cuarto. A las 11 de la noche me puse a orar y a las 3 de la mañana sentí un escalofrío por todo mi cuerpo.”

El primero de junio, tras la noticia del accidente, Vanessa inició la búsqueda de Ronald y su hija; primero en internet, luego de voz en voz con los grupos que migraron y finalmente tuvo contacto con una periodista juarense, quien la ayudó a comunicarse con un Ministerio Público (MP) de Ciudad Juárez. 

Ambos mantuvieron contacto hasta el 4 de julio. Nuevamente, como en el caso de “Cheo” (historia adjunta), una fotografía fue la portadora de malas noticias: “Ellos son de piel trigueña”, decía el pie de foto que acompañaba el mensaje enviado por el ministerio público. 

“Cuando miré la foto de mi esposo, me quedé en shock y no pude ni llorar. No podía creerlo, para mí no era él. (Pero) yo ya sabía, en mi corazón, que la niña también había muerto, porque si él lo estaba, lógicamente la niña también (…) De un momento a otro yo sentí un ahogo en mi pecho que no me dejaba respirar”. 

Una vez que identificó a su esposo entre los rostros fotografiados, fue el turno de hacer lo mismo con Karen. 

Vanessa relata con la voz fragmentada lo desgarrador que fue para ella tener que ver la foto de Karen: “Cuando yo miré a mi hija con el golpe en su cabecita, yo le dije a mi cuñada ‘es mi hija’, y solo sentí que el cuerpo se me puso helado. Yo no lo podía creer.” 

Llegó el dictamen de necropsia: Karen falleció de un traumatismo craneoencefálico y Ronald en el transcurso al hospital. 

 

Como pan y mantequilla 

Ronald era albañil. Vanessa lo describe como el mejor papá del mundo y la mejor persona que ha conocido en su vida; el mejor ser humano. Su matrimonio duró 13 años; para ella fueron los mejores años de su vida y piensa que jamás volverá a conocer a alguien así. 

Vanessa era una esposa cariñosa con él, con amor le llamaba “Pusungui”, nombre que escucharon mientras veían juntos un video en el celular. Por el contrario, “Ronald, aunque era divertido, no era ni un poquito cariñoso, era más como un pan sin sal, un pan sin mantequilla”. 

Karen tenía el cabello negro, era pequeña y de piel trigueña, tenía pecas y una boca chiquita. Vanessa la recuerda como una niña risueña, coqueta, juguetona y de mucha chispa: “Ella era un amor, Dios mío. Ese pan sí tenía mucha mantequilla”, dice con una sonrisa. 

La niña era cercana a su hermana mayor y hacían todo juntas; además, siempre cuidaba de su hermano, que estaba recién nacido. 

Vanessa recuerda con cariño todo lo que pasaron juntas. En una ocasión, para el día de las madres, Karen le regaló un vaso de dulces que decoraron ella y su tía; incluso, una noche antes de que salieran de Tegucigalpa, jugaron al salón de belleza. 

“Le doy gracias a Dios por los 9 años que me prestó a mi hija, por haberla conocido y tenido conmigo”, dice Vanessa mientras las palabras se diluyen en una larga pausa. 

El sinuoso camino de regreso a casa 

La pareja presentía que este largo viaje sin fecha de regreso tendría grandes implicaciones emocionales para la familia, pero nunca imaginaron que lamentablemente su destino sería como el de muchas otras personas en movilidad. 

Con el duelo tras recibir la información, Vanessa y su cuñada se trasladaron a la Cancillería de Tegucigalpa para llevar a cabo los trámites para repatriar los cuerpos de su esposo e hija, proceso que duró alrededor de un mes y medio. 

No hubo necesidad de hacer algún pago para la repatriación y mucho menos de viajar a identificar los cuerpos. Para ello, bastaron las fotografías y las embajadas de México y Honduras asesoraron y costearon el proceso de repatriación, pero el costo emocional solo lo conocen Vanessa y su familia. 

Luego de un largo camino de regreso, los cuerpos de Karen y Ronald Edgardo llegaron a Honduras el 19 de julio de 2019, donde su familia pudo llevar a cabo la ceremonia religiosa y darles sepultura. 

A pesar de que el viaje no resultó como esperaban, Vanessa mantiene firme la esperanza de algún día poder llegar a Estados Unidos y cumplir un sueño anhelado en familia: una mejor calidad de vida, tener una casa propia y mejores oportunidades de futuro para sus hijos. 

El 21 de febrero de 2022 intentó migrar nuevamente a lado de su hija de 14 años y su bebé de apenas 3 años. No tuvo éxito y una vez más fue devuelta a su país de origen, sin embargo, concluye Vanessa: “Si me preguntan si lo volvería a hacer, la respuesta es sí”. 

Enlace a la versión original del artículo

Esta investigación forma parte del proyecto “Defensa y acompañamiento de periodistas y familiares víctimas de graves violaciones a sus ddhh en México”, realizado por la organización Propuesta Cívica A.C. Durante el desarrollo de la investigación se contó con la asesoría y supervisión de Jacinto Rodríguez Munguía, también con la capacitación de María Teresa Ronderos e Ignacio Rodríguez Reyna http://eticalab.propuestacivica.org.mx

Esta es la primera caravana de migrantes venezolanos que ingresó de manera irregular este año por la frentera mexicana con Guatemala

Foto referencial

Una primera caravana de cerca de 1.000 migrantes venezolanos salió desde Ciudad Hidalgo, en Chiapas, sur de México, con destino a EE.UU., en busca de trabajo y mejores condiciones de vida, a pesar de las nuevas restricciones migratorias en ese país.

Esta es la primera caravana de migrantes venezolanos que ingresó de manera irregular este año por la frentera mexicana con Guatemala, quienes llegaron a Tapachula, ubicado a unos 38 kilómetros de la línea fronteriza, para descansar y luego continuar su recorrido.

Al frente de la caravana, un grupo de migrantes mostraban una manta en la que se leía «S.O.S, Libertad y paz», mientras mantenían la caminata por la frontera sur de México.

En este grupo viaja el venezolano Miguel Garrido, quien dijo a EFE que su propósito es poder llegar a Estados Unidos.

Sin embargo, estuvieron esperando cinco días en Ciudad Hidalgo con la promesa por parte de las autoridades migratorias en el país de que los atenderían, pero fueron engañados, según acusó, por lo que pidieron ayuda de autobuses para evitar molestias a la población mexicana en su paso por el país.

“Venimos con un grupo de migrantes pidiendo al gobierno (mexicano) que por favor se aboque al programa que tenemos acá. Nosotros, aquí vamos personas con niños que vendieron sus casas, sus carros, tienen un negocio, nos traen acá de pueblo en pueblo, queremos que por favor nos den respuesta en migración, que nos lleva de pueblo en pueblo para que hagamos gastos”, indicó.

Este migrante se dedicaba a la construcción de obras en su país, pero decidió dejarlo todo para poder ayudar a su familia, debido a la crisis económica y política que pasa Venezuela.

En su tránsito, integrantes del grupo” Beta” de esta caravana migrante, invitan a las personas para seguir caminando y a otros subirse a los colectivos de manera pacífica sobre el acotamiento de la carretera mexicana hasta llegar a Tapachula, en Chiapas.

Más testimonios

Otro de sus compatriotas es Iker Humberto, quien denunció que el Instituto Nacional de Migración (INM) los regresó al puente internacional de México con Guatemala, por lo que se organizaron en Ciudad Hidalgo y decidieron salir caminando para buscar el paso libre a la frontera norte de México.

Asimismo, Estefany Madrid, migrante venezolana, indicó que decidieron salir caminando por su propia voluntad, sin que nadie los obligara, mientras que afirmó que van en paz, sin protesta y sin afectar a nadie.

Esta migrante se dedicaba a las labores cotidianas en su casa, pero decidió emigrar para sostener a sus hijos que dejo en su país natal.

“Vamos en el verdadero sueño americano, nos toca acatar las reglas o esperar la cita, la cosa es que nos dejen pasar por México”, señaló.

En la carretera Ciudad Hidalgo- Tapachula, esta caravana de migrantes es custodiado por unidades de la Guardia Nacional, la división de caminos, así como por policías del sureño estado mexicano y locales.

Videos | Intentos masivos de cruce y caos en frontera norte de México por el fin del Título 42
La tensión en la frontera crece antes del fin la noche de este jueves del Título 42, en redes sociales circulan varios videos de migrantes utilizando desde colchonetas hasta salvavidas para poder la frontera por el río Bravo

 

En el último día del Título 42, el caos y la desesperación crecen en la frontera norte de México, donde los migrantes han intentado cruzar de forma masiva a Estados Unidos con tácticas como arrojarse al río Bravo y armar estampidas humanas.

En la frontera entre Matamoros, Tamaulipas, y Brownsville, Texas, personas de distintas nacionalidades han abarrotado la frontera por la finalización del Título 42 y la entrada en vigencia del Título 8. Esta última una norma sanitaria que permite «expulsiones rápidas y masivas de migrantes».

En las horas previas, militares estadounidenses han instalado una cerca de alambre de cuchillas enrollado, para evitar los cruces irregulares en la ribera del río Grande, para contener a los migrantes.

Pero, a pesar de ello, los extranjeros siguen lanzándose al agua para alcanzar suelo estadounidense y, aunque algunos han sido retornados por el mismo caudal hacia México, otros han logrado su paso, principalmente porque traen consigo menores de edad.

En las últimas 24 horas, grupos de migrantes, venezolanos en su mayoría, se han internado en el río que divide ambos países y, aunque las autoridades han intentado inhibir la acción, se continúan filtrando familias a lo largo del río.

La tensión en la frontera crece antes del fin la noche de este jueves del Título 42, por eso varios videos de migrantes utilizando desde colchonetas hasta salvavidas para poder cruzar la frontera.

En otro video se observa a una familia de origen asiático tratando de cruzar el río con dos niños pequeños. 

La tensión en la frontera crece antes del fin la noche de este jueves del Título 42, una medida que adoptó Donald Trump (2017-2021) y después continuó el presidente Joe Biden para expulsar a migrantes con el argumento de la pandemia de la covid-19, una declaración de emergencia que también está por terminar en EE.UU.

Con el nuevo obstáculo extendido y las fuerzas federales, hubo migrantes que no atravesaron esa barrera y volvieron por el río Bravo a Matamoros, desafiando el peligro en una zona donde ya se han ahogado varias personas.

Conforme pasa el tiempo y se acerca el fin del Título 42, el cruce masivo no cesa en la frontera natural entre ambas naciones.

«Son inhumanos, nos dijeron que no se puede (cruzar) porque ya está cerrado», expresó a EFE la venezolana Karen Méndez, quien debió volver a México.

«No tenemos información sobre los cambios. Sí tememos una detención, pero tenemos que arriesgarnos», argumentó a EFE un venezolano que dijo llamarse Alejandro.

«Quedarnos aquí no, vamos para adelante, es para allá, para atrás ni para tomar impulso. Nosotros venimos del infierno, venimos de la selva, vamos con Dios y vamos para adelante», dijo a EFE Darwin Mercado.

 

FOTOS | Venezolanos marchan en viacrucis migratorio a Ciudad de México junto a otras 5.000 personas
«Estábamos en Tapachula porque todos tuvimos tropiezos en el camino. (…) Nos quedamos sin dinero por las extorsiones», comentó a EFE una marabina en México

Alrededor de 5.000 migrantes, entre los cuales hay varios venezolanos, partieron este domingo desde la ciudad fronteriza de Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas, en un “viacrucis” migratorio con destino a la Ciudad de México, teniendo como primer punto de llegada en la capital la Basílica de Guadalupe.

Llegarán a este templo para orar para que el Gobierno mexicano termine con la corrupción, desaparezca el Instituto Nacional de Migración (INM) y se brinde un trato humanitario a las personas en movilidad.

 

Con tres enormes carteles de color blanco y letras de color rojo representando la sangre de los 40 migrantes que fallecieron en una Estación Migratoria de Ciudad Juárez, en el norteño estado de Chihuahua, salieron caminando las miles de personas de al menos unos 15 países para pedir justicia, un trato humano y documentos para continuar su travesía por territorio nacional.

“El Estado los mató”, “viacrucis migrante” y “lo podrás negar, pero no ocultar porque todos sabemos que es un crimen de Estado”, se lee en las mantas que son sostenidas por los integrantes de esta caravana.

El director de la Organización Pueblos Sin Fronteras, Irineo Mujica, denunció que «a nadie le importa» el tema de los 40 migrantes que fallecieron, por lo que criticó que, si no se tiene justicia, sigue siendo un “crimen de Estado”.

“Tener una política migratoria más humana, (…) al menos no un Instituto Nacional de Migración (INM) militarizado, asesino, que ha matado y que sigue matando, porque está desensibilizado y es corrupto. Tiene que desaparecer este organismo nacional”, agregó el activista mexicoamericano.

Fue alrededor de las 6.00 horas (10.00 GMT), cuando el contingente, en el que hay niños, adultos mayores y personas con diversos problemas de salud, tomó las calles al grito de «¡Libertad, libertad!».

En la caravana hay personas migrantes procedentes de Venezuela, Colombia, Haití, China, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, África y otros países.

Sofía Mendoza, originaria de Maracaibo, Venezuela, señaló que en su país era peluquera pero no le alcanzaba para cubrir sus necesidades, ya que apenas una sola comida podía hacer. Por ello, decidió salir y migrar a Centroamérica y llegar hasta Tapachula.

“El sueño americano, casarme con un gringo y poder seguir adelante, todo lo que nos toque caminar, así nos toque caminar un mes para cumplir esos sueños que todos admiramos. Estábamos en Tapachula porque todos tuvimos tropiezos en el camino. (…) Nos quedamos sin dinero por las extorsiones”, compartió a EFE.

 

Otras de las historias es la de Julissa Aguilar, una joven migrante de Honduras, que empuja un carrito de un supermercado con un niño y lleno de ropa, maletas y la esperanza por haber emprendido este “viacrucis” migratorio que la llevará a la Ciudad de México con su esposo y sus familiares.

“En Tapachula no ayudan con nada, nos tienen detenidos, es como una jaula y no ayudan, se tardan mucho los papeles en salir y retrasan las citas y pura mentira todo, la meta es llegar a Estados Unidos, tengo que ayudar a mi madre y a mi hija”.

El escrutinio sobre el Gobierno de México ha crecido desde el incendio del 27 de marzo en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos, donde fallecieron 40 migrantes en una estación del Instituto Nacional de Migración (INM).

Según organizaciones civiles mexicanas, 2022 fue el año más trágico para los migrantes en México, pues unos 900 murieron en el intento de cruzar sin documentos desde el país hacia Estados Unidos. 

Gobierno venezolano mantiene silencio sobre incendio en centro de migrantes de Ciudad Juárez
A 36 horas del incendio, ni la cancillería venezolana ni la embajada venezolana en México han fijado posición sobre el hecho

 

 

El Gobierno de Nicolás Maduro guarda absoluto silencio sobre el incendio ocurrido el pasado 27 de marzo en el centro de migrantes de Ciudad Juárez, México, en el cual murieron al menos 39 personas. 12 de las víctimas son venezolanos

A 36 horas del incendio, ni la cancillería venezolana ni la embajada venezolana en México han fijado posición sobre el hecho, aunque varias organizaciones de DDHH y activistas venezolanos han pedido una investigación.

La defensora, educadora y especialista en derechos humanos e investigadora de la Universidad Católica Andrés Bello, Ligia Bolívar, señaló a través de su cuenta en Twitter que mientras las representaciones diplomáticas y consulares de otros países están pendientes de sus ciudadanos fallecidos en la tragedia de Ciudad Juárez, la embajada de Venezuela en México «anda de fiesta en Xochimilco y muda sobre el destino de 13 venezolanos».

Por su parte, la Cancillería de Venezuela tampoco se ha pronunciado sobre el tema, pues su último tuit fue para informar que Rumania conmemora 273 años del Natalicio de Francisco de Miranda y el Día de la Conservación del Patrimonio Cultural de Venezuela. 

Lo que se sabe hasta ahora del incendio

Según el Instituto Nacional de Migración (INM) de Ciudad Juárez, en el albergue se alojaban 68 hombres adultos que eran originarios de países de Centro y Sudamérica. Además de las víctimas fatales, se supo que 29 personas resultaron heridas en el siniestro.

Estaban encerrados bajo llave

De acuerdo con una publicación del medio local La Verdad, el albergue se localiza junto al puente internacional Lerdo-Stanton, frente a la Presidencia Municipal y a escasos metros del río Bravo, límite fronterizo con Estados Unidos. Según el medio, el lugar estaba cerrado bajo llave.

En total, había 68 migrantes hombres de Centro y Sudamérica, algunos de ellos retornados por Estados Unidos a México bajo el Título 42.

Llevados al sitio un día antes

Los migrantes que se encontraban en el albergue fueron llevados a ese lugar un día antes por el Instituto Nacional de Migración (INM).

Según se pudo conocer, el INM practicó un operativo para retirar a los migrantes de los cruceros viales donde limpian vidrios, venden dulces o piden dinero.

No les habían dado agua en todo el día

Aproximadamente a las 9:00 de la noche, hora local, los migrantes comenzaron a quejarse de que durante todo el día no les habían dado agua para beber y tenían sed.

Esas quejas subieron de tono hasta que presuntamente a las 9:30 prendieron fuego en el lugar donde se encontraban recluidos.

El medio La Verdad reseñó que los migrantes esperaban que les abrieran la puerta, pero se comenzaron a intoxicar y a quemar.

Desalojaron a las mujeres, pero a los hombres no

Vianey Infante es una migrante venezolana que esperaba la liberación de su esposo fuera del albergue cuando se desató el incendio.

“La culpa la tiene migración, esto que está pasando es culpa de ellos”, dijo Infante.

Según la mujer, acudió al centro porque le dijeron que liberarían a su esposo al comprobar ser parte de un núcleo familiar de migrante.

Sin embargo, pasadas las 9:30 de la noche, Infante vio salir mucho humo del centro migratorio y que se comenzó a desalojar a las mujeres recluidas, menos a los hombres.

“Me asomé y me puse a llorar” contó la mujer, quien acotó que dejaron salir a las mujeres pero a los hombres no. “Son unos inhumanos”, criticó.

Heridos llevados a hospitales

Mientras los bomberos trabajaban en sofocar las llamas, el personal de Protección Civil recuperaba los cuerpos de los migrantes fallecidos. Los paramédicos de distintas corporaciones trasladaban a los lesionados a recibir atención médica.

En total, rescataron a 29 migrantes con vida, quienes fueron trasladados con lesiones o intoxicados al Hospital General de Zona número 6 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la Cruz Roja, el Hospital General y al Hospital de la Familia.

Se reportó que cuatro de ellos murieron mientras recibían atención médica.

Critican «trato carcelario» contra los migrantes

Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante, criticó el «trato carcelario» que se le da a los migrantes en este tipo de albergues.

En declaraciones ofrecidas al canal 44 de México, Cavillo lamentó el trato que da el personal de Migración de ese país y que se ha repetido en distintas ocasiones.