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hiperinflación en venezuela

¿Qué esperar en 2023 en materia inflacionaria y con el tipo de cambio?
Para Alejandro Grisanti, en este 2023, Venezuela atraviesa una coyuntura que incide directamente en el tema del salario, por las diferentes protestas en las que se exigen reivindicaciones salariales
Giorgio Cunto Morales explicó que se puede detener un episodio hiperinflacionario, «manteniendo soberanía de política monetaria, pero eso implica condiciones que no se están dando»

Economistas de la firma Ecoanalítica plantearon posibles escenarios de lo que se puede esperar durante este 2023 en materia inflacionaria y con el tipo de cambio.

Durante un episodio del podcast Enfoque Ecoanalítica, el economista Jesús Palacios Chacín comenzó recordando que los últimos meses de 2022 «estuvieron marcados por una ejecución más fuerte del gasto público por parte del gobierno».´

Asimismo, Palacios señaló que se ha generado una mayor intervención de divisas por parte del Banco Central de Venezuela para «apoyar que el mercado cambiario no tuviera estos repuntes».

También, recordó que ha habido aceleraciones de precios que generaron variaciones mensuales del tipo de cambio, una interanual por encima del 300% y un aumento del tipo de cambio por encima del 320%.

«La inflación semanal ya está por el orden del 5%, eso nos puede llevar a una inflación interanual por encima del 1000%», advirtió Palacios.

Pérdida de confianza y ruptura de sensación de estabilidad

El economista Giorgio Cunto Morales explicó que el repunte de precios y el tipo de cambio «rompe con lo que se percibía como una sensación de estabilidad».

«Incluso cuando Venezuela seguía registrando la tasas de inflación más altas de la región, pero se había salido de un episodio hiperinflacionario», agregó.

El experto recordó que la hiperinflación inició en octubre de 2017 y finalizó en diciembre de 2020.

«Lo importante es el comportamiento subyacente, uno en el que, no solamente los precios crecen a un ritmo muy acelerado, sino también que la confianza en el signo monetario local está cayendo. Es casi una respuesta automática de lo que fue un trauma en el 2018».

 

A juicio de Cunto Morales, los venezolanos, cuando reciben bolívares, buscan «todos los medios posibles por deshacerse de ellos».

En ese sentido, dijo que los pagos en bolívares «se transforman en coberturas», ya sean en divisas, bienes o servicios, o se reservan exclusivamente para pagos de trámites públicos o de impuestos, «pero prácticamente nadie en su sano juicio quiere ahorrar en bolívares».

Por su parte, Alejandro Grisanti, socio-director de Ecoanalítica, explicó que Venezuela está muy lejos de alcanzar una estabilidad, por la falta de confianza.

Además, Grisanti criticó que el gobierno volvió a hablar en los mismos términos que en 2016-1017.

«Empezó a hablar con la estupidez del dólar criminal, de que los mercados no funcionaban, que iban a poder controlarlos. Eso, al final, lo que hace es volver a levantar la bandera de si estamos en un gobierno pragmático que están buscando la estabilidad cambiaria, o si vamos a ir de nuevo a temas de controles», advirtió.

 

Reducción del gasto y protestas salariales

Para Alejandro Grisanti, actualmente Venezuela atraviesa una coyuntura que incide directamente en el tema del salario, por las diferentes protestas en las que se exigen reivindicaciones salariales.

«El gran ajuste que hubo para dominar la inflación fue una draconiana reducción de gastos muy metida sobre los salarios del sector público», explicó Grisanti durante su intervención.

En ese sentido, dijo que los economistas tendrán que tomar decisiones que pueden ir más allá que un repunte hiperinflacionario, a lo que agregó: «Yo veo al gobierno en una encrucijada de qué hacer».

«¿Subimos salarios en una economía tan minimizada que va a tener un efecto sobre el precio? O intentamos seguir que el ajuste y las posibilidades de reducir la inflación recaigan sobre los asalariados y pensionados del sector público», añadió.

¿Viene otro periodo de hiperinflación en 2023?

Alejandro Grisanti señaló que muchos países han vivido hasta cuatro periodos hiperinflacionarios.

«Es perfectamente posible que Venezuela pueda volver a caer en los periodos de hiperinflación en la medida en que no ha habido grandes cambios, sobre todo en el marco regulatorio y en la confianza de parte de los agentes económicos», advirtió.

Por su parte, Giorgio Cunto Morales explicó que se puede detener un episodio hiperinflacionario, «manteniendo soberanía de política monetaria, pero eso implica condiciones que no se están dando».

«El problema de fondo está en que sigue el peligro, como una espada de Damocles, en el que los malos hábitos fiscales puedan reimpulsar ese episodio», advirtió.

Para Cunto Morales pronosticar es difícil, por lo que recomienda «seguir monitoreando esa evolución de agregados monetarios y variables cambiarias».

 

«En cualquier momento, se puede tener saltos discontinuos hasta exponenciales y entrar de nuevo en otro episodio«, dijo Cunto Morales.

Finalmente, Alejandro Grisanti dijo que pareciera que el crecimiento económico está «llegando a su techo».

«Pareciera que nos vamos a mantener todo el 2023 en escenarios de alta incertidumbre, alta inflación, alta volatilidad de precios. Mucha distorsión en precios relativos», agregó Grisanti.

Venezuela: ¿En camino a otra hiperinflación?
El aumento de los precios se aceleró de manera notable y se encienden las alarmas. Queda en evidencia la precariedad del plan de gobierno para controlar la inflación

En diciembre de 2021 Venezuela logró salir de la hiperinflación que estalló a finales de 2017 y la administración de Nicolás Maduro comenzó a hablar de “recuperación económica”, pero crece el temor a un nuevo ciclo de aumento descontrolado de los precios.

Según la definición clásica, creada por el economista Philip Cagan en 1956, un país se hunde en la hiperinflación cuando los precios aumentan 50% en un mes y sale cuando transcurren doce meses en los que aumentan menos de 50%.

El Banco Central oculta las cifras desde octubre, pero mediciones de consultoras y organismos como el Observatorio Venezolano de Finanzas indican que los precios están aumentando a tasas que bien pueden ser el preámbulo de otra hiperinflación.

El Observatorio Venezolano de Finanzas precisa que en diciembre la inflación fue la más elevada en veinte meses y se ubicó en 37,2%. Macroconsultores no mide la inflación general, pero sigue de cerca el precio de una canasta de alimentos básicos y los resultados son preocupantes.

La medición semanal de la canasta, compuesta de harina de maíz, harina de trigo, pasta, aceite, leche en polvo, arroz, atún enlatado, azúcar y granos indica que, en promedio, el precio aumentó 44,8% en diciembre.

Los venezolanos conocen los estragos que causa un aumento meteórico de los precios. En la hiperinflación pasada, la capacidad de compra del salario se hundió, la pobreza se multiplicó, la emigración alcanzó niveles inéditos y tan solo en 2018 los precios aumentaron 130 mil por ciento.

Si bien una hiperinflación suele ser un evento caótico en esta oportunidad, de concretarse, podría ser menos virulenta porque no hay precios represados como en el pasado y el mercado, aunque con muchas imperfecciones, está operando. 

Las causas que explican la aceleración de la inflación se resumen en déficit en las cuentas del gobierno, falta de confianza en la moneda y depreciación del bolívar.

Gobierno en rojo

Tras no ahorrar durante el boom de altos precios del petróleo, expropiar empresas que hoy generan pérdidas, pésima administración de Pdvsa, sufrir el impacto de las sanciones de Estados Unidos, una caída brutal en la producción de petróleo y la recaudación de impuestos, los ingresos del gobierno cayeron estrepitosamente.

Para cubrir parte del gasto, la administración de Nicolás Maduro recurre al Banco Central, que crea dinero para financiar a Pdvsa, la empresa petrolera del Estado. 

El economista Hermes Pérez, profesor de la Universidad Metropolitana y exfuncionario del Banco Central, explica que al cierre de 2022 el financiamiento a Pdvsa supera 19 veces al resto del dinero base creado por el Banco Central.

Una vez este dinero ingresa a la economía a través de las distintas tuberías del gobierno genera presión inflacionaria porque se traduce en más bolívares detrás de pocos productos o una demanda de dólares que propicia la depreciación de la moneda.

“El financiamiento con emisión de dinero del Banco Central comenzó a repuntar desde mayo del año pasado y es mayor, en proporción a la base monetaria, al que existía cuando comenzó la hiperinflación en 2017, esto es preocupante”, dice Hermes Pérez.

Los problemas de caja del gobierno se agudizaron en el segundo semestre del año pasado por la caída en los precios del petróleo y la mayor competencia de los barriles rusos en el mercado asiático.

El gobierno se financia con dinero que emite el Banco Central a pesar de que dejó de pagar la deuda por los bonos en dólares emitidos por el Estado.  En 2022, por capital e intereses, debió desembolsar 9 mil millones de dólares y en total la deuda pendiente, que en algún momento tendrá que ser reestructurada, suma 85 mil millones de dólares.

Repudio a la moneda

El dinero requiere confianza en el gobierno y las instituciones que lo respaldan y en Venezuela la fe en la moneda está rota. Tras la constante pérdida de capacidad de compra del bolívar, las empresas y las familias buscan deshacerse de él lo antes posible comprando dólares o cualquier cosa.

En la economía conviven el bolívar y el dólar pero mientras el bolívar circula y cambia de manos rápidamente, el dólar se emplea para ahorrar, fijar los precios y en una parte relevante de las transacciones.

Esto se traduce en que tan pronto el gobierno realiza pagos en bolívares rápidamente este dinero se dirige a la compra de dólares o en demanda de bienes y servicios. La presión no es mayor porque la administración de Nicolás Maduro aplica un salvaje recorte de gasto en las pensiones y el salario de los trabajadores públicos.

Además, para evitar que los bancos presten bolívares que puedan emplearse para comprar dólares, obliga a las entidades financieras a mantener bajo llave 73% del dinero que gestionan.

Caída del bolívar

A comienzos de 2022 los venezolanos podían comprar un dólar con 4,5 bolívares. Hoy necesitan 18,8 bolívares si van al mercado oficial o 20,6 bolívares si acuden al mercado paralelo. Este hundimiento del bolívar es el resultado de una demanda de dólares que supera por mucho a la oferta.

En los últimos doce meses el Banco Central vendió alrededor de 4 mil millones de dólares para abastecer al mercado oficial pero este monto fue insuficiente para estabilizar el tipo de cambio. En Venezuela, donde las empresas y los comercios calculan costos y precios en dólares, la pérdida de valor del bolívar respecto al dólar tiene impacto inmediato.

José Guerra, exgerente del Banco Central, director del Observatorio Venezolano de Finanzas y diputado en la Asamblea Nacional elegida en 2015, afirma que la devaluación se transfiere inmediatamente a los precios «porque los precios están fijados en dólares, rápidamente se comienza a pedir más bolívares por los productos y servicios”.

Añade que en un entorno donde se tiene la percepción de que el gobierno y el Banco Central son incapaces de evitar la constante depreciación del bolívar los precios reciben un impulso extra por las expectativas negativas: la inflación del pasado impacta en la inflación del futuro.

“No es solo a cuánto está el dólar hoy, también influyen las expectativas de cómo va a estar el dólar mañana. Las empresas y los comercios tienen que reponer sus inventarios”, dice José Guerra.

El tanque de dólares que tiene el Banco Central para vender en el mercado se encuentra en mínimos históricos. Las reservas suman cinco mil millones de dólares de los cuales más de tres cuartas partes son barras de oro.

El plan inexistente

En un trabajo publicado por el Fondo Monetario Internacional, The Modern Hyperinflation Cycle: Some New Empirical Regularities, el economista José Luis Saboín analiza los distintos episodios de hiperinflación en el mundo con una base de datos de hasta 62 variables para 196 países y detecta rasgos comunes en la medicina para abandonar por completo la enfermedad.

Básicamente, los ciclos hiperinflacionarios terminan cuando “las cuentas fiscales se aproximan al equilibrio y el crecimiento del dinero base disminuye sustancialmente, aumenta de forma importante la capacidad exportadora e importadora, disminuye la carga de la deuda externa y se detiene el nivel estrepitoso de la devaluación de la moneda” concluye José Luis Saboín.

Agrega a la lista factores estructurales como que las libertades económicas «aumentan» y hay una «mayor estabilidad en el gobierno”.

Venezuela está lejos de un plan que reúna estas características, por ahora. El gobierno de Nicolás Maduro ha aplicado un precario ajuste que está colapsando y consiste en recorte de gastos, sobre todo en salarios y pensiones; restricción del crédito bancario y venta de dólares para tratar de estabilizar el tipo de cambio.

Aun si el país no ingresa al túnel formal de la hiperinflación todo indica que seguirá padeciendo incrementos de precios que impiden la estabilidad, golpean la capacidad de compra de los consumidores y limitan el crecimiento de la economía.

En 2021, de acuerdo con los datos del Banco Central, la inflación fue de 686% y en 2022, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Finanzas, 305%, con una notable aceleración en los últimos cuatro meses con variaciones de dos dígitos.

Hermes Pérez advierte que “la definición de Philip Cagan es un número arbitrario. Lo cierto es que con una inflación mensual de 30% se está ante incrementos muy elevados que pueden ser exponenciales. Esto es muy preocupante”.

 

Advierten que Venezuela podría entrar de nuevo en hiperinflación en 2023

Nueve rubros cerraron diciembre de 2022 con inflación superior a 50%
Los rubros que cerraron diciembre de 2022 con inflación superior a 50% fueron calzado y vestido, equipamiento del hogar, restaurantes y hoteles, esparcimiento, bebidas alcohólicas, bienes y servicios diversos, alquiler de vivienda y transporte

 

El economista Ángel Alvarado, miembro fundador del Observatorio de Finanzas (OVF) advirtió que durante diciembre de 2022 nueve rubros cerraron con inflación superior al 50%.

 

«Así comienza 2023. Venezuela está el borde de la hiperinflación, nueve rubros en hiperinflación ya, alimentos en 49%. La situación de la economía en estado crítico y sin perspectivas de mejoras para el nuevo año», alertó el especialista. 

De acuerdo con los datos del OVF los rubros que cerraron con inflación superior a 50% fueron calzado y vestido (57,8%), equipamiento del hogar (55,8%), restaurantes y hoteles (55,4%),  esparcimiento (53,9%) y bebidas alcohólicas (53,3%).

Cierran la lista los rubros de bienes y servicios diversos (52,6%), alquiler de vivienda (51,8%), y transporte (51,2%). 

Inflación de 2022 cerró en 305,7%

 

El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) reportó el pasado 5 de enero que en el año 2022 Venezuela cerró con una inflación del 305,7 %.

El incremento de precios anual se redujo a menos de la mitad en comparación con 2021, cuando llegó al 660 %.

No obstante, la institución indicó que la inflación se aceleró en diciembre, al registrar una tasa de 37,2 %, lo que representa un aumento de 15,3 puntos frente al 21,9 % de noviembre.

Además, esta cifra supone el incremento más alto en los últimos 22 meses.

El ente alertó de que las «pronunciadas aceleraciones de la inflación que se vienen registrando desde septiembre de 2022, pudiesen» poner a la economía del país «ante el peligro de un rebrote hiperinflacionario, que está tomando fuerza con la sostenida devaluación del bolívar».

Kilo de carne aumentó 108,54 % en un año según Cedice
Cifras también precisan que el pollo entero aumentó un 35,32 % con respecto al 2021

 

El Centro de Difusión del Conocimiento Económico (Cedice) informó que el kilo de pechuga de pollo aumentó un 79,60 % en un año, mientras que la carne molida subió 61,37 % en ese periodo.

En agosto del 2021 el kilo de pechuga de pollo tenía un precio de 3,57 dólares, pero en el mismo periodo de 2022, su costo aproximado es de 6,41 dólarees.

Las cifras también precisan que el pollo entero aumentó un 35,32 % con respecto al 2021. Mientras que el costo del muslo de pollo incrementó un 37,20 % tomando como referencia al año anterior.

El precio del kilo de res pasó de costar 4,20 dólares a 8,75, lo que representa un aumento de 108,54 %.

Impuesto a pagos en divisas genera inquietud en venezolanos
La introducción del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) se tradujo en el aumento de los precios de productos y avivó el temor a que se desate una nueva espiral inflacionaria

 

Desde su pequeña tienda minorista y como muchos otros venezolanos, Rim Hassam ve con recelo un nuevo impuesto que le recuerda al pasado reciente, cuando los precios subían a diario en el país con la mayor inflación del mundo.

Ahora, tras meses de lo que parecía una esperada estabilidad en el costo de vida, esta mujer de 43 años nuevamente se enfrenta a bienes y servicios cuyo importe puede variar dependiendo de que se adquieran en divisas o en la alicaída moneda local.

“De octubre para acá todo marchaba bonito”, dijo a The Associated Press. Sin embargo, agrega, la estabilidad en los precios que disfrutaba desde finales de año pasado se acabó cuando en febrero se aprobó el impuesto de 3% a las transacciones en divisas y monedas digitales, sin importar que se trate de un puñado de dólares.

En Venezuela los precios tienen como referencia su valor en la moneda estadounidense, por lo que la introducción del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF) se tradujo en el aumento de los precios de productos y avivó en muchos el temor a que se desate una nueva espiral inflacionaria.

Por años coexistieron dos tasas de cambio en Venezuela: la del Banco Central y la del mercado negro. La brecha entre ambas genera fuertes distorsiones en los precios y en el comercio en general, por lo que históricamente ha sido determinante en el alza de la inflación. Por ello, para tratar de frenarla, desde hace dos años se legalizó el uso indistinto de bolívares y divisas, incluso criptomonedas.

Para algunos venezolanos, la llegada del IGTF también genera malestar porque establece una suerte de “discriminación en los tipos de transacciones”, es decir, dependiendo de que un pago se realice en bolívares o divisas, los bienes se encarecen en menor o mayor medida.

Aquí un ejemplo que visibiliza el efecto del nuevo impuesto en alguien que paga un producto en dólares: con el Impuesto al Valor Agregado de 16% más el IGTF, una gaseosa de dos litros que solía costar dos dólares se eleva a 2,43 dólares.

Quienes pagan en moneda local tampoco se salvan, porque deben pagar su producto con sobreprecio en bolívares debido que los comerciantes buscan protegerse a la hora de reponer una mercancía ante los posibles aumentos de su valor en dólares.

Asdrúbal Oliveros, economista y director de la firma local de análisis Ecoanalítica, explicó a The Associated Press que esto último podría ser lo más perjudicial del nuevo impuesto. Es decir, que éste podría poner mayor presión al alza de precios y por ende incidir en la inflación dado que para comprar podrían requerirse más bolívares.

La economía venezolana estuvo sumida en una hiperinflación por cuatro años. Se le consideró la más alta del mundo y el incremento de precios de bienes y servicios fue de más de 50% al mes. Apenas el año pasado comenzó a recuperarse, en buena medida por la decisión de Maduro de flexibilizar el control de cambio vigente desde 2003. Antes de que la reforma fuese aprobada en febrero, Ecoanalítica estimaba que 65% de las transacciones comerciales se realizaban en moneda extranjera.

El gobierno no siempre puede detectar cuando las transacciones se realizan en efectivo -y por ende éstas podrían librarse del IGTF- pero hay una circunstancia que sí le permite monitorear las compras y ventas para cobrar el nuevo impuesto. En octubre de 2021 debutó una nueva moneda con seis ceros menos para facilitar las cuentas en bolívares, pero los billetes nuevos siguen sin llegar a las manos de los venezolanos. Por ello, casi todas las transacciones deben realizarse por medios electrónicos y los inspectores gubernamentales podrían detectar los pagos en dólares no declarados por los comerciantes.

El nuevo impuesto supuestamente busca incentivar el uso del bolívar, pero expertos coinciden en que también dota al gobierno de una herramienta tributaria que le permita recaudar como impuesto una parte de las divisas que circulan y que actualmente no llegan a sus arcas. “El impuesto va a tener una incidencia en la recaudación del gobierno”, indicó Oliveros, quien estimó que ésta podría incrementar entre 1 o 1,5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB).

Según este analista, el gobierno no recauda más de cinco puntos del PIB en impuestos no petroleros, lo que podría considerarse un mínimo histórico. «Por lo tanto, con ese nivel, con esa base de tributación tan baja, es claro que el gobierno tiene una motivación para buscar nuevas fuentes de financiamiento y el IGTF puede jugar un rol importante”.

Si bien las estrategias que el gobierno ha empleado recientemente para mejorar la economía han dado frutos -como haber terminado con la hiperinflación- esa leve recuperación no se ha traducido en un incremento del poder adquisitivo de los venezolanos. Aunque lo precios tengan su valor de referencia en dólares, los sueldos se fijan en bolívares y se estima que millones de ciudadanos viven con menos de 1,90 dólares al día, lo que se considera el estándar internacional de pobreza extrema.

El salario mínimo fue incrementado en marzo a unos 126 bolívares mensuales, lo que equivale a unos 27 dólares al tipo de cambio oficial. El anterior salario mínimo era equivalente a 1,47 dólares al mes. Se estima que 56% de la población recibe entre un dólar y 100 dólares, mientras solo 30% tiene ingresos entre 101 y 300 dólares.

“Si me quieren cobrar el 3% me voy y compro donde no lo cobren”, dijo María Vélez, que trabaja limpiando casas en el centro de Caracas y recibe parte de su pago en dólares. “Lo que uno gana no alcanza para nada”, agregó la mujer de 45 años, mostrando el recibo tras comprar una caja de tabletas para tratar su hipertensión, que tiene un costo promedio de un dólar por cada pastilla que toma a diario.

El tipo de cambio en el mercado paralelo, que se mantuvo estable en los últimos meses, empezó a modificarse en coincidencia con la incursión del IGTF. Esa cotización rondó por meses los 4,58 bolívares por dólar, ligeramente superior al tipo de cambio oficial, pero en los últimos 30 días ha experimentado un alza y cerró la semana pasada en 5,32 bolívares por dólar. El tipo de cambio oficial, por su parte, aumentó de 4,44 bolívares por dólar a 4,78 en las dos últimas semanas.

La inflación, en tanto, también se aceleró en abril en comparación a marzo, cuando el Banco Central informó que la tasa de fue la más baja desde 2012, cuando se ubicó en 1,1%. En abril trepó a 4,4% en relación con el mes anterior, que fue de 1,4%.

OVF: La inflación bajó en diciembre pero Venezuela sigue en hiperinflación
Al comparar las tasas de inflación por mes, se evidencia que la de diciembre fue similar a la de noviembre. Consideran que en este resultado influyó la disminución del precio del dólar en 0,65%
Diciembre de 2021 fue el décimo mes en que se alcanza una tasa de inflación inferior al 50%, lo que sugiere que «todavía persiste el cuadro de hiperinflación que ha mantenido la economía venezolana por cuatro años»

 

El Observatorio Venezolano de Finanzas reportó una tasa de inflación de 6% en el mes de diciembre de 2021 y revelo que la tasa anualizada de inflación fue de 660%.

Según estos datos, afirma el OVF,  diciembre de 2021 sería el décimo mes en que se alcanza una tasa de inflación inferior al 50%, lo que sugiere que «todavía persiste el cuadro de hiperinflación que ha mantenido la economía venezolana por cuatro años y un mes consecutivos, es decir, desde noviembre de 2017″.

Al comparar las tasas de inflación por mes, se evidencia que la de diciembre fue similar a la de noviembre. Consideran que en este resultado influyó la disminución del precio del dólar en 0,65%.

Por su parte, la canasta alimentaria llegó en diciembre de 2021 a US$ 370, su mayor valor desde que miden esta variable.

Resaltan que el salario mínimo oficial apenas pudo adquirir 0,60% del valor de esa canasta. Indican que más de 1.000.000 de empleados del sector público y 3.000.000 de pensionados del Seguro Social perciben salario mínimo. 

No obstante, comentan que, sobre la base de cifras anuales, al cierre de 2021 se observó una «importante desaceleración del ritmo de aumento de los precios toda vez que éstos pasaron de 3.713% en 2020 a 660% en 2021″.

¿Por qué hubo desaceleración de precios en 2021?

El OVF especifica los tres factores que explican este resultado:

 Reducción del gasto fiscal real

Asociado al pago de las remuneraciones de los empleados y pensionados del sector públicos y otras erogaciones fundamentales para el funcionamiento del Estado, como es el gasto de inversión. 

«En particular, la capacidad adquisitiva de los salarios de los empleados públicos ha sido reducida a mucho menos del mínimo vital», advierte el Observatorio.  

Agresivas intervenciones del BCV en el mercado cambiario

Precisaron que, con énfasis durante el segundo semestre de 2021, el BCV ejecutó una «política agresiva de intervenciones en el mercado cambiario con el objeto de estabilizar el tipo de cambio nominal».

Eso hizo que el precio del dólar aumentara durante el año 2021 en 280%, menos de la mitad de la tasa de inflación observada, con lo cual «se está acumulando un atraso cambiario significativo que hace muy barata las importaciones y muy cara la producción nacional».

Agregaron que, como resultado de esa política, el BCV perdió reservas internaciones por US$ 520 millones.

Encajes bancarios

Alertan que la política de «elevados encajes bancarios» (85%) ha tornado «ilíquida la economía», hecho que, si bien ha restringido los bolívares en circulación para comprar dólares, también «ha impedido el financiamiento de la actividad económica».

BCV reporta «fin de la hiperinflación»

El Banco Central de Venezuela informó el pasado 8 de enero que el país había salido del ciclo hiperinflacionario en el que se mantenía desde 2017, al acumular 12 meses continuados por debajo del 50 % de inflación.

De acuerdo con el BCV, la inflación de diciembre fue 7,6 %.

Venezuela: ¿Qué está pasando con los precios en dólares?

Dinámica precisa que el costo en dólares de la canasta de bienes y servicios que utiliza el Banco Central para calcular la inflación aumentó 90% entre septiembre de 2020 y septiembre de este año

@Vsalmeron

Carlos López recuerda que cuando la empresa de embutidos para la que trabaja comenzó a pagarle un bono en dólares sintió una mejora importante en sus ingresos. Hoy, un año después, el bono alcanza para menos: “necesito más dólares para comprar lo mismo en el supermercado o pagar la internet, nunca pensé que pasaría esto”.

La consultora Dinámica Venezuela precisa que el costo en dólares de la canasta de bienes y servicios que utiliza el Banco Central para calcular la inflación aumentó 90% entre septiembre de 2020 y septiembre de este año.

En promedio, lo que Carlos López compraba hace doce meses con cien dólares hoy cuesta 190 dólares y las perspectivas apuntan a que seguirá aumentando el costo de la vida en dólares, al menos en el corto plazo.

 En buena medida el dólar desplazó al bolívar, la moribunda moneda nacional, y se emplea para pagar en la mayoría de las transacciones, calcular los precios y ahorrar. Si bien actúa como ancla en medio de la hiperinflación que estalló en noviembre de 2017, el dólar no es inmune a los desequilibrios de la economía venezolana.

Economistas coinciden en que la causa principal de la pérdida de capacidad de compra de los billetes verdinegros en Venezuela es que mientras los precios escalan rápidamente por la inflación, la cotización del dólar sube a menor velocidad.

 Por ejemplo, si un kilo de arroz hoy cuesta dos bolívares y el dólar se cotiza a dos bolívares se necesita un dólar para comprarlo. Pero si al cabo de diez meses el kilo de arroz aumenta hasta ocho bolívares y el dólar solo aumenta hasta cuatro bolívares, entonces se requieren dos dólares para comprarlo.

 Esto fenómeno, para muchos impensable en un país donde la moneda estadounidense es vista como un escudo infalible contra todos los males de la economía, es lo que coloquialmente los venezolanos llaman “inflación en dólares”.

 El Banco Central reporta que la inflación acumuló un salto de 1.946% en los últimos doce meses mientras que el precio del dólar en el mercado paralelo aumentó 974%.

Tan lejos de USA

Los precios en los comercios y las empresas venezolanas escalan en un contexto de trabas para producir por las fallas de energía eléctrica, escasez de combustible, problemas para adquirir insumos y caída de la demanda por el empobrecimiento de la población.

Empresarios consultados resumen que la circulación del dólar no significa que mágicamente Venezuela se iguala con Estados Unidos y adquiere la misma productividad, el entorno de confianza, su estructura de costos y su tasa de inflación. 

 Eduardo Fortuny, director de Dinámica, agrega otros elementos. “El Gobierno tiene una política de eliminación de subsidios que afecta los precios formados localmente, esto lo vemos, por ejemplo, en el ajuste de las tarifas de internet o el aumento de la gasolina”.

 “Otro factor es que hay un componente de inflación importada porque las interrupciones en las cadenas de suministro, la crisis mundial de los contenedores, están generando un aumento de precios en el mercado internacional”, dice Eduardo Fortuny.

Impacto desigual

Al analizar el aumento del costo de la vida en dólares por segmentos queda claro que el ascenso no es uniforme. Dinámica indica que entre septiembre de 2020 y septiembre de 2021 el costo de los servicios al hogar, exceptuando teléfono, acumulan un alza de 347% mientras que los alquileres de vivienda solo aumentan 11%.

“En el caso de los servicios al hogar impacta la eliminación de subsidios y en el de alquiler de viviendas el alza es mucho menor por la baja demanda”, explica Eduardo Fortuny.

 Los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentan 57%, equipamiento para el hogar 242%, vestido y calzado 176%, transporte 166%, restaurantes y hoteles 90%.

“Algo que debemos tener en cuenta es que el impacto de la eliminación de subsidios es puntual y en el caso de equipamiento del hogar incide la inflación importada”, dice Fortuny.

Dólar contenido

La administración de Nicolás Maduro tiene como meta estratégica la contención del dólar. Fuentes del Banco Central explican que la orden impartida es lograr que el precio sea lo más estable posible.

Para alcanzar la meta el Banco Central debilitó la demanda de divisas recortando los bolívares disponibles para comprar dólares. Para lograrlo, asfixió el crédito obligando a los bancos a congelar como reservas más de las dos terceras partes del dinero que gestionan.

 Además, el Gobierno implementó un severo recorte del gasto público que profundizó el recorte de bolívares disponibles para comprar dólares y al mismo tiempo el Banco Central aumentó la oferta de divisas.

 José Guerra, exgerente del Banco Central y diputado en la Asamblea Nacional elegida en 2015, agrega que “hay una proporción relevante de las transacciones que se hacen en dólares, los dólares ya están circulando y no hay que comprarlos, esto genera menos presión sobre el tipo de cambio”.

 A su vez, tras ocho años consecutivos de recesión, la economía es liliputiense y el mercado cambiario muy pequeño. “Con una intervención minúscula, ofertando pocos dólares, el Banco Central ayuda a estabilizar al dólar”, dice José Guerra.

 La Consultora Síntesis Financiera precisa en su informe El Tesorero que, en lo que va de año, el precio del dólar en el mercado paralelo ha subido 305% mientras que en el mismo lapso de 2020 subió 747%.

En campaña

Ante la interrogante de si el Gobierno será capaz de mantener la estrategia para contener el precio del dólar, José Guerra responde que “es muy difícil decirlo, pero si el Gobierno trata de aumentar el gasto en bolívares va a haber mayor presión sobre el tipo de cambio”.

 Noviembre y diciembre son los meses de mayor gasto público porque el Gobierno paga bonos, aguinaldos y además juega la política: el próximo 21 de noviembre hay elecciones de gobernadores y alcaldes.

 Síntesis Financiera señala que “los imponderables políticos podrían llevar a un aumento más intenso del gasto, si el Gobierno opta por decretar aumentos más fuertes en el salario mínimo o bonos de la Patria dada la proximidad de las elecciones”.

 “Ya estamos de lleno en la fase de mayor gasto público del año. Aumentará la presión sobre el precio del dólar y el Banco Central estará a cargo de contrarrestar el impacto del mayor gasto a través de la intervención cambiaria”, añade la firma.

 De acuerdo con Síntesis Financiera, el Banco Central ha aumentado la oferta semanal de dólares a un monto cercano a 45 millones. De mantener este ritmo en noviembre duplicará la oferta de octubre.

 La semana pasada el dólar cerró en 4,4 bolívares y tesoreros consultados calculan que el tipo de cambio de equilibrio, es decir, el precio del dólar que iría acorde con la inflación, es de 9,5 bolívares.

 Operadores cambiarios pronostican que, tomando en cuenta distintos escenarios para el gasto público y la oferta de divisas, el dólar cerrará el año entre 5 y 10 bolívares, con mayor propensión a ubicarse entre 7 y 8 bolívares.

Víctor Álvarez R. Oct 15, 2021 | Actualizado hace 1 mes
¿Qué es el bolívar digital?
Pareciera que el bolívar digital es más una prevención del BCV ante la certeza de que el nuevo cono monetario pronto quedará inservible

 

@victoralvarezr

Desde que se acuñó el bolívar como moneda nacional en 1879, Venezuela ha tenido los siguientes conos monetarios:

√ Bolívar: marzo 1879–diciembre 2007.

√ Bolívar Fuerte: enero 2008–agosto 2018.

√ Bolívar Soberano: septiembre 2018–septiembre 2021.

√ Bolívar Digital: 1º de octubre de 2021.

El bolívar acuñado en 1879 circuló durante 129 años, pero en apenas trece años han circulado tres signos monetarios diferentes en igual cantidad de reconversiones monetarias. La primera fue en 2008 cuando se le quitaron 3 ceros al bolívar, la segunda en 2018 con 5 ceros menos y la tercera en 2021 con 6 ceros menos. En total se han quitado 14 ceros.

Sin estas reconversiones, lo que costaba un bolívar costaría ahora el equivalente a 1 más 14 ceros. O sea, 100.000.000.000.000 de bolívares. Una cantidad difícil de leer que significa 100 billones de bolívares.

El récord mundial de las reconversiones lo tienen Alemania (1923) y Zimbabue (2009) con doce ceros en una sola reconversión. Con 25 ceros en total, Zimbabue tiene el registro de más ceros eliminados en las varias reconversiones que aplicó a lo largo de la hiperinflación que sufrió entre 2005-2010.

Cuando los precios son muy altos se requieren bultos de billetes para pagar cualquier compra. Las cifras son tan grandes que no caben en las calculadoras, colapsan los sistemas de cómputo de las empresas e instituciones y esto obliga a llevar a cabo una reconversión monetaria. Al eliminar ceros a la moneda las cifras se simplifican, se alivian las transacciones comerciales, el cálculo de presupuestos y las operaciones financieras.

La reconversión monetaria no es una medida para contener la inflación sino una consecuencia de la misma, pero mal implementada puede desembocar en precios más altos cuando. Esto es lo que ha originado el nuevo cono monetario que solo tiene billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 bolívares. Al no contemplar billetes de 2 ni haber monedas para dar el cambio, inmediatamente la mayoría de los precios inferiores a 5 millones de bolívares fueron reexpresados a 5 bolívares, un aumento de más del 100 %. Así, un ticket en un estacionamiento al descubierto que antes costaba 2.000.000 de bolívares soberanos, ahora cuesta 5 bolívares. Nótese que la cifra es más baja pero el precio es más caro.

Por otra parte, debido a la tendencia a redondear las cifras hacia la cantidad más alta, la reconversión monetaria agrava la redistribución regresiva del ingreso desde los trabajadores y familias que viven de un ingreso fijo hacia los sectores que manejan e imponen los precios.

Con la eliminación de 6 ceros, un producto que costaba 9.600.000 Bs queda en 9,6 Bs. La regla dice que si el decimal es mayor que 5, se redondea el precio hacia la cifra mayor: 10 Bs. Así, el consumidor termina pagando 400.000 bolívares más de los anteriores. En el comercio formal e informal, el problema redistributivo se agrava ante la falta de monedas y sencillo para dar el cambio. Quienes controlan los precios tienden a redondear los precios hacia la cantidad mayor, nunca hacia la menor.

La redistribución regresiva del ingreso que causa una reconversión monetaria mal implementada agrava el problema de la pobreza de ingresos en Venezuela que, según la última Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) supera el 94 % de la población venezolana.

El nuevo bolívar digital causa incertidumbre y desconfianza. Para empezar, no garantiza la cantidad de monedas y billetes que se necesitan para pagos en efectivo y compras al menor. Al ritmo actual de la inflación, el nuevo cono monetario en cuestión de meses se quedará corto. Emitir dinero digital resulta más barato y rápido en comparación con el alto costo y tiempo que implica imprimir millones de piezas de billetes cuya capacidad de compra rápidamente se disuelve ante la voraz inflación que azota a Venezuela.

Pareciera, entonces, que el bolívar digital es más una prevención del BCV ante la certeza de que el nuevo cono monetario pronto quedará inservible.

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