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Francisco Márquez

Nelson Eduardo Bocaranda Oct 12, 2018 | Actualizado hace 6 años
Ostracismo del siglo XXI
@randompiece

EL OSTRACISMO ES, EN la Antigua Grecia, el destierro a que se condenaba a los ciudadanos que se consideraban sospechosos o peligrosos para la soberanía popular.

La palabra griega ὀστρακισμός (ostrakismós) significa exactamente «destierro por ostracismo» y viene de la palabra ostrakòn que significa concha o cáscara, pues el nombre del desterrado era escrito en un pedazo de tinaja de barro.

No es la primera vez que el régimen de Nicolás Maduro emplea esta técnica, lo mismo hicieron con Gabriel San Miguel de Voluntad Popular, quien salió gracias a la intervención del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero. En su momento la acción fue calificada como un “exilio forzado” por otros miembros de Voluntad Popular en septiembre de 2016.

Luego ocurrió lo mismo con Francisco Márquez, quien también contaba con doble ciudadanía en este caso estadounidense, el mismo fue excarcelado el 20 de octubre de 2016 e inmediatamente trasladado a Maiquetía para abordar un avión a los Estados Unidos.

Márquez fue detenido junto a Gabriel San Miguel cuando se trasladaban por vía terrestre al estado de Portuguesa para ayudar con la logística en la etapa de validación de las firmas en apoyo de la celebración de un referendo para revocar al presidente, Nicolás Maduro. Por llevar dinero en efectivo se les aplicaron leyes de financiamiento al terrorismo y blanqueo de capitales. Portaban el equivalente a 2.000 dólares al cambio de la fecha.

Igualmente Vilca Fernández fue enviado a Perú, luego de permanecer 2 años y 4 meses por los supuestos delitosde instigación al odio y divulgación de información falsa.

Lorent Saleh sería el más reciente caso de ostracismo perpetrado por el regimen venezolano.

Cifras | Denuncian en la OEA que tortura en Venezuela pasó de selectiva a masiva

tamara

 

La directora ejecutiva de Casla Institute y abogado experta en derechos humanos, Tamara Suju, dijo que las torturas en Venezuela pasaron de ser selectivas en el gobierno de Hugo Chávez a masivas en el de Nicolás Maduro.

Suju intervino en la sede la Organización de Estados Americanos junto a Julio Henriquez del Foro Penal Venezolano, Francisco Márquez de Visión Democrática y Johanna Aguirre, viuda de José Alejandro Marquez, en las audiencias para analizar posibles crímenes de lesa humanidad por parte del gobierno venezolano.

«Entre los gobiernos de Chávez y Maduro suman más de 500 las denuncias de torturas, la mayoría de estas han sucedido en el marco de las manifestaciones que comenzaron en abril de este año», indicó.

«La represión fue estructurada poniendo a la orden los órganos de seguridad del Estado, es producto de años de adoctrinamiento por parte del gobierno chavista», acotó.

Aclaró que ningún representante del gobierno ha negado los casos de tortura. «La violencia se fomenta y hasta se premia desde las más altas cúpulas del poder, el presidente Maduro ha sido uno de los inductores de la violencia, organizando grupos de represión como el Comando Antigolpe».

Advirtió que en Venezuela practican la «tortura blanca» o psicológica. «Que consiste en confinarte en lugares bajo tierra como La Tumba del Sebin de Plaza Venezuela, con una luz prendida todo el día, sin saber si es día o noche y sin contacto con tus familiares y abogados».

Por su parte, Henriquez indicó que desde 2002 el gobierno venezolano ha venido cometiendo violaciones a los derechos humanos.

«En Venezuela no hay garantías para los derechos humanos, el país está en el foso del ranking de Estado de Derecho, se allana sin orden judicial, hay presos que siguen detenidos con boletas de excarcelación, civiles que son enjuiciados por tribunales militares, entre otras irregularidades», manifestó.

Asimismo, Francisco Márquez contó detalles de su detención junto al otro miembro de Voluntad Popular, Gabriel San Miguel, el año pasado en Cojedes.

«Estuve cuatro meses preso en cuatro cárceles distintas y ahora estoy exiliado, me acusaron solo por cargar dinero y unos volantes pidiendo por la liberación de Leopoldo López».

«La tortura es algo sistemático en Venezuela, en este momento alguien está siendo tortura en mi país, todo aquel que se opone al poder en Venezuela tiene como destino la tortura, la muerte o el exilio», añadió.

Acusó a los comisarios Carlos Calderón y Rony González de ser los precursores de prácticas lascivas en el Sebin. «El funcionario que más reprime y tortura es premiado, cuando me liberaron me dijeron que mientras peor hablara de ellos, mejor les iba a ir en su carrera».

Por último le tocó el turno a Johanna Aguirre, viuda de José Alejandro Márquez, presuntamente asesinado por efectivos de la Guardia Nacional durante las manifestaciones de 2014.

«Estoy aquí porque quiero que se haga justicia, mi esposo fue asesinado por grabar lo que estaba pasando, fue brutalmente golpeado, lo dejaron en el hospital Vargas atado a una camilla atado con su propia camisa y en ropa interior», denunció,

«No lo habíamos siquiera enterrado y ya Diosdado Cabello en su programa de televisión lo acusó de ser un sicario contratado para matar a Maduro».

Aseguró que fue después de la segunda exhumación del cadáver que se comprobó que su esposo murió por por un traumatismo craneoencefálico provocado por un fuerte golpe en la cabeza.

El asesor especial del secretario general de la OEA para temas de crímenes de lesa humanidad y ex fiscal en jefe de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, fue el encargado de interpelar a los cuatro activistas de derechos humanos.

CIFRAS DE LA TORTURA SEGÚN CASLA INSTITUTE  

289

Casos de personas presuntamente torturadas desde que Maduro está en el poder maneja el Casla Institute

223

De la cifra expuesta arriba son hombres y 66 mujeres

84%

De los torturados son menores de 30 años sin distinción de sexo

79%

Poseen edades comprendidas entre los 18 y 30 años

11%  

Oscilan entre los 31 y 40 años

5% 

Son menores de edad

23

De los detenidos padecen o han padecido «torturas blancas»

192

Denuncias sobre torturas sexuales

222

Personas fueron torturadas por manifestar y 66 para obtener una confesión

67

Fueron desnudadas durante la tortura

72

Fueron vendados, encapuchados o amarrados para ser torturados

44

Recibieron descargas eléctricas

39

Personas denunciaron privación de alimento y agua

159

Detenidos fueron obligados a adoptar posiciones indecorosas

143

Fueron torturadas con gases tóxicos

Denuncias de violaciones, tres de ellas con tubos, rolos y armas

 

 

 

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El mes de octubre estuvo marcado la suspensión del referendo revocatorio y el conflicto en la Penitenciaría General de Venezuela.

A continuación nuestro top 10 de octubre:

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Pancho Márquez: “No hay preso político que pueda canjearse por el Revocatorio”
«Ahí en San Juan de Los Morros hay un palo que es como un bate chato, y eso lo cargan los custodios para arriba y para abajo. Todo el tiempo caminan con eso para dejarte claro que lo pueden usar en cualquier momento. Decían “Sigue así que vas a recibir tablazo”, y esa es la práctica común. En otras cárceles lo llaman planazos. Se ve con una cotidianidad espeluznante.»

 

@MariaAlesiaSosa

SE DESPIDIÓ DEL ÁVILA DESDE EL AVIÓN, y de la costa venezolana. No hubo más tiempo. Apenas cinco horas antes estaba en una celda en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional en Caracas. Francisco Márquez salió de Venezuela en un exilio forzado tras su liberación el 18 de octubre de 2016. Pasó cuatro meses preso en distintos centros de reclusión del país, junto a Gabriel San Miguel, con quien fue detenido cuando se dirigían a una actividad de la Mesa de Unidad Democrática en el estado Portuguesa. Abogado, militante del partido Voluntad Popular, activista del Movimiento Estudiantil en 2007, y al momento de su detención, era jefe de despacho del alcalde de El Hatillo, David Smolansky.

El caso de “Pancho y Gabo”, quizás porque el primero tiene nacionalidad estadounidense y el segundo, española, despertó  interés a escala mundial, y puso el ojo sobre los presos políticos en Venezuela, que suman 111 según la organización Foro Penal. A pocos días de su liberación, asegura que aún no lo ha asimilado todo, pero se atrevió a contar sus primeras impresiones de esos oscuros 121 días sin libertad.

¿Cómo se siente recuperar la libertad?

Sentimientos encontrados: el alivio de estar con la familia es grande, pero saber que hay tantos compañeros presos no me deja tranquilo. Tengo unas ganas gigantescas de contar esta historia, para que la gente en el mundo conozca la realidad de los presos políticos, y sobre todo para llamar la atención por la tortura. Ya está reconocido que en Venezuela hay presos políticos, pero siento que no se habla con la misma franqueza de que están ocurriendo torturas.

¿Fuiste torturado?

Puedo decir que fui torturado psicológicamente, no físicamente. Siento que fui sometido a una presión psicológica constante. Pero sí puedo confirmar que yo presencié torturas, y también interactué con personas que habían sido torturadas, especialmente en el Sebin y en la cárcel 26 de Julio en Guárico. Es una práctica común.

¿Qué torturas presenciaste?

En la 26 de Julio, escuchaba en las noches cómo le daban palo a los presos. Ahí en San Juan de Los Morros hay un palo que es como un bate chato, y eso lo cargan los custodios para arriba y para abajo. Todo el tiempo caminan con eso para dejarte claro que lo pueden usar en cualquier momento. Decían “Sigue así que vas a recibir tablazo”, y esa es la práctica común. En otras cárceles lo llaman planazos. Se ve con una cotidianidad espeluznante.

¿Se lo hacen a presos comunes y a presos políticos?

La mayoría de las veces a presos comunes, pero hay casos de presos políticos como es el de Vasco Da Costa, quien ha sido torturado y golpeado en la 26 de Julio. Yo no recibí tablazos, pero sí vi cómo lo hicieron. En las noches escuchaba gritos y los golpes que les daban. Escuché a los custodios decir que fracturaban las costillas, que “le dieron con todo” a un preso, echaban broma con eso entre ellos.

¿Recibiste amenazas?

Yo fui amenazado de tortura por el Sebin, cuando me interrogaron el día que me metieron preso. El funcionario se molestó mucho porque yo no quería hablar. Les dije que no había cometido ningún delito, que no sabía de qué se me acusaba, que mi detención era arbitraria y que hasta que no estuviera presente mi abogado, no iba a hablar. Nos dijo que si no hablábamos, se iba a encargar de que nos imputaran delitos de terrorismo y por desestabilizar la República. Incluso hizo un informe en donde afirmaba que había incurrido en actos terroristas. Todo esto con una R-15 encima, tratando de intimidar.

¿Cuál fue tu actitud durante la detención?

Para mí era importante que ellos supieran que uno no es un delincuente. Yo quería romper ese esquema que ellos tienen que uno es un tipo radical, insensato. Ellos se creen ese cuento de que uno es enemigo de la patria. Yo quería desmontar esa idea, y le dije: “Con todo respeto, sé que está intentando hacer su trabajo, pero nosotros tenemos unos derechos y queremos defenderlos. Estoy siendo arbitrariamente detenido”. Mi forma calmada de hablarle, lo alteraba más y me amenazaba más. Después de conversaciones, se fueron, y al final me dijo: ¡Se salvaron! Les lanzaron un salvavidas y mándale saludos a tu jefe David Smolansky.

¿A qué se refería?

Después de que salí me enteré de que la decisión de no enviarnos al Sebin esa noche fue por el ruido que generó la detención, y cómo se movieron las redes para difundir la noticia en el momento. Ellos no pudieron operar en la oscuridad, y no nos trasladaron.

¿Reconocerías a ese funcionario?

Claro, sé su nombre. Y cuando nos despedimos, él me dijo: “Esto no es nada personal”. Yo le dije: “Quizás algún día nos volvemos a ver”. En este proceso, no sólo la liberación es importante, sino la justicia. Hay muchos funcionarios en organismos de seguridad del Estado que han hecho cosas terribles, y eventualmente les tiene que llegar la justicia. No es un tema de revanchismo, todo lo contrario.

¿Cómo recuerdas el día que te detuvieron?

Cuando se me asignó la tarea, mi mayor preocupación era que en Portuguesa no se desataran actos de violencia. Lo que pensaba era qué hacer cuando estuviera en Portuguesa. Éramos enviados de la MUD, no sólo de Voluntad Popular. Cuando me pararon, no hubo mayor problema por el dinero en efectivo que llevábamos. Yo, como abogado, sabía que no estaba haciendo nada ilegal. Pero la cosa empeoró cuando en la parte de atrás de los asientos del carro, encontraron unos panfletos con mensajes de libertad para Leopoldo López. Ahí cambió la actitud, llamaron al capitán, dieron la orden de llevarnos a Apartaderos, y comenzó la espera y el intercambio de llamadas, horas de espera. Le avisé a mi equipo y ahí empezó todo.

¿Cómo fue tu llegada a la cárcel?

El traslado a la 26 de Julio fue muy brusco. Al llegar nos sentaron a raparnos el pelo, nos desnudaron y nos dieron un uniforme amarillo. Me llamó la atención porque el amarillo era para los condenados, y el azul era para los procesados. Creo que fue una especie de chiste cruel. Luego nos mandaron a  hacer una hora de orden cerrado, que es la marcha militar que obligan a hacer a los presos en todas las cárceles. Tuve que gritar “Chávez Vive, la patria sigue”. Lo hice una sola vez, y dije: “No me importa que me caigan a coñazos, pero yo no lo vuelvo a decir”. Cantar el Himno Nacional fue una catarsis, lo grité y fue un momento bonito, un momento para recordar el motivo de la lucha.

Cuatro centros de reclusión, siete celdas distintas, ¿Qué buscaba el Gobierno con tanto movimiento en el caso de ustedes?

Desde el principio fuimos un caso muy incómodo para el Gobierno. Ocurren casos parecidos, y sé que el nuestro fue un caso que agarró cierta fuerza mediática. Me sorprendió, porque uno siempre se pregunta qué irá a pasar, si la gente responderá o no.

¿Estaban al tanto del ruido que había generado el caso a escala nacional e internacional?

Solo lo supe la primera vez que pude sentarme con mis abogados. Me explicaron todo. Llegué a tener un indicio, porque cuando estaba llegando a San Juan, oí a alguien por un parlante desde afuera gritar “Francisco, tu hermano está en la OEA, está hablando con Almagro”. Eso me impresionó. Después con las cartas me enteraba de todas expresiones de solidaridad y los movimientos políticos y no políticos.

¿Por qué crees que su caso fue tan mediático?

Quizás porque éramos dos jóvenes que fuimos detenidos en una actividad que era tan claramente neutral. Era un tema del revocatorio, creo que también influyó en que éramos los primeros presos políticos del revocatorio. Todo eso fue muy incómodo para el Gobierno. También fue muy incómodo para ellos nuestras dobles nacionalidades.

Hay un corriente que sostiene que la liberación de ustedes fue negociada por Rodríguez Zapatero a cambio de que no hubiera revocatorio, y la misma semana que sales, se suspendió el referendo, ¿Qué tienes que decir al respecto?

No existe ningún preso político que esté canjeado por el Revocatorio, nunca ha estado planteado. Hay que saber que es muy difícil las decisiones del Gobierno con los presos políticos ¿Por qué a Rosales no le dieron libertad plena? ¿Por qué a Ceballos le dieron casa por cárcel, y ahora está preso? No es una negociación así. El gobierno es una caja negra llena de distintas facciones, que tienen intereses encontrados a veces, y no se sabe, nunca se sabe cuál es la tecla que es lo que hace que uno salga.

Hasta el sol de hoy, no sé qué motivó mi salida, todo lo demás es especulación.

La decisión de suspender el revocatorio le dice al mundo que en Venezuela hay dictadura, y más bien aleja cualquier condición para el diálogo, y pareciera que no hay nada que negociar, porque se están trancando las puertas. Esa conexión no la veo.

¿Cómo fue el día que Gabo salió y tú no?

Fue, sin duda, el día más devastador de estos meses. No es que se hubiera ido, es cómo lo hicieron. Primero lo sacaron a él de la celda, y luego me llamaron a mi. Gabo me dijo: “Nos vamos en libertad”. Nos hicieron unos exámenes médicos. Yo soy muy escéptico, pero me empecé a creer la broma. Luego nos dijeron: “Recojan sus cosas, prepárense”. Y luego imprimieron el acta de egreso, y los dos la firmamos. Ahí me lo creí, yo decía: “¡Dios mío! Esto va a ocurrir”. Nos dijeron que esperáramos en la celda, y el funcionario del Sebin, dijo: “Gabo, sal tú primero”. Gabo y yo, ni nos despedimos, porque pensamos que nos veíamos al rato allá afuera. Le presté mis cholas, porque no tenía, y le dije: “Me las das allá afuera”.

Pasaron las horas, y yo esperando. Hasta que fui a hablar con uno de los detectives del Sebin. Le dije: “Hermano háblame claro, ¿voy a salir?”. Respondió: “No vayas a decir nada pero no vas a salir”. Me costó asimilarlo. Estaba completamente atolondrado. Me senté en la celda y no lloré, no hice nada. Ahí me dije: “No sé qué va a pasar”. De ahí pasaron tres semana en las que no dormía y me di cuenta que tenía una rabia inmensa. Pero eso ocurre, y pasan cosas peores entre los compañeros.

¿Cómo era la relación entre Pancho y Gabo dentro de la cárcel?

Antes de que esto pasara, Gabo era mi mano derecha en la alcaldía, además ya éramos muy amigos. Yo me sentía muy responsable por esa detención, porque cuando lo busqué para irnos a Portuguesa, su mamá me dijo: “Cuídame a mi muchacho”. Cuando él salió libre, a pesar de que  la forma en que se hizo fue muy dura, yo estaba muy contento. Para mi fue un gran alivio saber que él estaba fuera. Cuando uno es jefe de alguien, siempre se siente responsable por lo que ocurre. Casi que lo primero que hice fue escribirle una carta a su mamá disculpándome, porque me sentía responsable. Si antes éramos cercanos, en la cárcel desarrollamos una  proximidad de hermanos.

¿Podían aislarse de su situación y hablar de otros temas?

Mira, Viktor Frankl, un sobreviviente a un campo de concentración que leímos, dice que uno se acostumbra a todo. Eso no es bueno ni malo, sino una realidad. Cuando estás preso hay un proceso de normalización, llega un punto en que te acostumbras a estar en una celda llena de zancudos, oscura, que huele a heces.

Claro que hablábamos de todo: Del país, de nuestra vida personal, de nuestras cosas del pasado, de lo que uno se arrepentía, de lo que estábamos aprendiendo, de nuestra fe, de lo que queríamos hacer. Los primeros libros que nos dieron fueron la Biblia y el de Nelson Mandela. Y Mandela dice allí que en la cárcel no hay donde esconderse. Y es así, en esa celda, uno es como es, lo bueno y lo malo sale. Hablamos de todo y hablamos de nada. Otras veces sólo estábamos callados viendo el techo. Como yo me sentía responsable por él, siempre traté de protegerlo y de que él se sintiera bien. Y eso me ayudó porque quitaba el foco en cómo me sentía yo, y la preocupación era cómo está Gabo. Que él estuviese protegido era mi prioridad absoluta.

¿Cuál era el peor escenario que te imaginabas?

Trataba de no imaginármelo. No era un tema de ignorar la realidad, pero es inútil estar preso y pensar en un futuro. Había días que teníamos elementos para pensar que no íbamos a salir nunca, otros días pensábamos todo lo contrario. Frente a ese flujo de información que era poco y muy esporádico, lo mejor era vivir el presente de la manera más intensa, y mantener una rutina.

¿Qué cosas hacían para que se les pasara el tiempo?

Teníamos rutina de lectura, de rezar, hacer ejercicio, yo tocaba el cuatro. Él jugaba ajedrez con los compañeros. Él es más extrovertido, y conversaba más, yo soy más callado.

Hay días donde el tiempo es interminable, pero el resto del tiempo hacíamos rutina. La rutina es importante porque te da una sensación de control, de lo que haces. No teníamos reloj, no teníamos forma de saber la hora, sino por un pequeño haz de luz que te daba un indicio. Leía muchas horas al día.

¿Mantenías comunicación con el exterior a través de cartas?

Sí, gran parte del tiempo lo empleaba en escribir cartas. Y recibirlas era la mejor parte del día, porque recibir mensajes donde la gente expresaba su cariño y solidaridad, era muy impactante. No puedo describir el impacto real y genuino que tiene recibir una carta de una persona allá afuera. Eran discusiones del alma, que se tenían a través de las cartas. Eso te da una energía increíble, de saber que uno no está solo.

¿Alguna te marcó de manera especial?

La primera vez que me escribió mi familia y mi novia, fue muy importante para mi. Pero hubo una que me llegó de un gran amigo de mi colegio, el San Ignacio de Loyola, porque terminó la carta con las canciones del colegio: “La ley que nos rige y nos batalla…”. Para nosotros eso es una conexión emotiva, muy fuerte. Es un himno de batalla, es un himno de lucha. Yo no había drenado, y después de leer esa carta fue cuando entré en llanto. Me conectó con la fortaleza ignaciana, con la reflexión, con los ejercicios espirituales. Saqué el himno en cuatro y de ahí en adelante, siempre la cantaba. Se la enseñé a Gabo. Fue un momento muy bonito recibir esa carta.

¿Tuviste interacción con otros presos políticos?

A Daniel Ceballos lo pude ver por dos horas en San Juan, y en el Sebin también. El cambió de Ceballos es impresionante. Él es ejemplo de cómo ha agarrado este sacudón de alma y ha sabido darle la vuelta. Ver su fortaleza me ayudó mucho. Vi su transformación de libertad a preso. Tiene fortaleza y hasta humor.

También Rosmith Mantilla, compañero de celda, lleva dos años y medio preso. Rosmith vivió un Sebin donde torturaban con más frecuencia y de manera mucho más abierta. Tuvo la amenaza real de tortura. Pienso en él, porque yo estuve sólo cuatro meses, y no me puedo ni siquiera imaginar lo que es dos años y pico. Es que no puedo ni imaginarlo, y él sigue preso.

¿Qué fue lo peor que viste durante estos cuatro meses?

La crueldad. Me llamaba la atención cómo algunos seres humanos buscaban quitarle la dignidad a otros seres humanos. Lo hacían con una facilidad impresionante, y creo que con poca consciencia de lo que eso implica. Ver las cosas horribles que le hacían a los demás fue lo peor. Para ellos (los custodios), preso no es gente. Y les importa un bledo si eres culpable o inocente. La forma de castigar a los presos es completamente natural: paliza inclemente, todo el penal escuchaba los gritos. Yo lo ví, nadie me lo contó.

Una vez, en la cancha, vi un señor esposado a una reja acostado boca arriba, y vi como 6 o 7 custodios le caían a golpes, se turnaban las patadas con sus botas militares. El pie sobre la rodilla y sobre los tobillos. Lo más impactante eran los gritos del preso. No sólo es la indignación de verlo, sino no poder hacer nada al respecto. Gabo y yo lo que hicimos fue rezar por esa pobre alma.

También has comentado que te impactó la solidaridad de los presos…

Así es. En la primera celda que entramos, por ejemplo, había gente acusada por robo, homicidio, violación, y uno entra con prejuicios y sin saber qué le puede pasar, pero fue todo lo contrario, fue un recibimiento solidario. Nos abrieron un pequeño espacio, nos dieron jabón, pasta de dientes. A la mañana siguiente sólo tenían arroz blanco para desayunar, y nos dieron doble ración de arroz para demostrar su solidaridad. Al decir que éramos presos políticos, la solidaridad era inmediata. Esos actos de solidaridad y dignidad, en un ambiente tan cruel, me impactaron mucho.

¿Qué viste que no conocías del sistema penitenciario de Venezuela?

Yo lo sabía y tenía la información pero vivirlo en carne propia es otra cosa. Es un tema vivencial. No había nada nuevo a nivel de información. Quizás no sabía lo amplio, común y reiterado que es la tortura hacia los presos políticos. En el fondo, es indescriptible, porque lo que uno siente, no hay manera de expresarlo en palabras. Es muy difícil explicar lo que uno siente cuando alguien intenta robarte tu dignidad.

¿Sientes odio hacia quienes te hicieron esto?

No siento odio, lo último que siento es odio. Hay dolor, hay cosas que me impactaron y me transformaron pero odio no siento. Todo lo contrario: esto no se lo deseo a nadie, y no quiero que pase más nunca en Venezuela. Tampoco sentí que fui objeto de odio personal, pero sí que era un preso, y para ellos, uno no es persona.

Hablas de los custodios, pero ¿y las altas esferas de poder?

Uno termina siendo una ficha en su juego político. La decisión de meterme preso, no fue porque querían fregar a Francisco Márquez, sino “él es jefe de despacho de David Smolansky, una figura política destacada de Voluntad Popular, y quiero hacerle daño a ese partido”. Es un odio hacia lo que representamos.

¿Por qué después de graduarte en Harvard y con oportunidades en el exterior decidiste regresar a Venezuela?

Porque Venezuela es mi hogar, en todo el sentido de esa palabra. Es donde yo quiero hacer familia, donde tengo mis amistades, donde quiero vivir, donde tengo mis raíces, mi idioma. Me rehúso a permitir que un gobierno nefasto y dictatorial me arranque el hogar. No quiero permitirlo. Quiero en un futuro.

Regresé en 2012 porque tenía la esperanza de que íbamos a ganar la elecciones de ese año, y no ocurrió, pero continúa la lucha. Estamos en la parte final de este capítulo horrible, para comenzar uno nuevo. Los países mejoran, eso es así y la historia lo demuestra. El tema es cuándo y éso es lo que juega con nuestras ilusiones y nuestras esperanzas.

¿Por qué estás tan convencido de que el cambio está cerca?

Cuando el propio aparato de represión de seguridad se queja constantemente de Maduro, altos funcionarios, te das cuenta que esto no tiene vuelta atrás, la gente quiere un cambio, eso viene, aunque la espera pueda ser frustrante. El final es claro, es el cambio.

Entrevista exclusiva│Padres de Francisco Márquez: “Nos vimos sometidos a la extorsión de no declarar a cambio de que no torturaran a nuestro hijo”

@MariaAlesiaSosa

“ESTO ES COMO UNA TERAPIA. Es como una terapia, porque es la primera entrevista que damos, y estamos diciendo muchas cosas que nos ayudan a procesar nuestra alegría y nuestra tristeza”, dice Ricardo Márquez. Él es Trabajador Social de profesión, y se desempeña como capellán de un hospital en Estados Unidos. María Luz Lara, la esposa de Márquez, es médico alergólogo y doctora en inmunología. Pero desde hace cuatro meses, no son conocidos por sus exitosas hojas de vida, sino porque son los papás de Francisco Márquez Lara, el joven militante de Voluntad Popular que fue detenido el 19 de junio de 2016. “Pancho” como se le conoce públicamente, salió de la cárcel el martes 18 de octubre, y se vio obligado a salir de Venezuela. Gestiones diplomáticas desde distintos frentes permitieron la liberación de Francisco Márquez y Gabriel San Miguel.

“Era el Día del Padre, y Francisco quería que nos reuniéramos temprano porque dijo que tenía una misión importante y debía viajar a Portuguesa”, relata María Luz. Desde hace algunos años, las reuniones de la familia Márquez Lara se hacen a través de una pantalla, porque todos viven en ciudades diferentes. “Yo estaba muy asustada, yo le pregunté que por qué tenía que ir él, le dije que él no conocía bien el llano, ni esa zona. Pero él estaba orgulloso y feliz de hacer esa tarea. Me dijo: ‘Mamá, es una petición de VP (Voluntad Popular), es una tarea de la MUD, ahí necesitan de nuestra ayuda”.

La reunión por Skype, con las cuatro pantallas, fue a eso de las 12:30 del mediodía y muy rápida. De ahí Francisco salió rumbo al estado Portuguesa con la misión de ayudar en la logística en un territorio donde la MUD había detectado que había muy pocas máquinas, para un universo de votantes gigante. Todo esto, en el proceso de recolección de firmas para activar el Referendo Revocatorio contra Nicolás Maduro.

Su mamá estaba angustiada, y no supo de él sino hasta las 6 de la tarde: “Me mandó un mensaje que decía ‘Ya voy llegando’, y yo me quedé tranquila. Pero a las 6:30 de la tarde nos llega la noticia de que está detenido en Apartaderos (Cojedes). Ahí se me fueron los tiempos”.

Ricardo y María Luz recibieron esa llamada, que todo el que vive lejos de los suyos, teme. Ambos estaban haciendo sendos posgrados en Estados Unidos, y justo esa semana les tocaba guardia en el hospital. “No podíamos agarrar un avión e irnos para Venezuela. Nuestras guardias duraban una semana, no podía abandonar el servicio a los pacientes. Imagínate el dilema y la desesperación de no poderme mover. Sólo pudimos irnos a Caracas cuando se acabó la guardia, una semana después”, relata la madre.

Cuentan que fueron días de no dormir, porque estaban en un huso horario distinto al de Venezuela, y durante el día, mientras trabajaban estaban conectados a Whatsapp, esperando alguna noticia.

Los padres iban y venían para poder terminar sus posgrados y a la vez estar presentes en el caso de su hijo. En esos días, mientras ellos no estaban en Venezuela, María Luz, recuerda el inmenso apoyo que recibió de sus hermanas, así como de Maribel, la mamá Gabriel, el muchacho que detuvieron junto con Francisco.

Pancho está preso

Al día siguiente de su detención, pudieron hablar con su hijo en una llamada de 15 segundos. “Una amiga convenció a un Guardia Nacional de que le pasara el teléfono. Los guardias dijeron que admiraban a los muchachos, y uno de ellos se compadeció y permitió la llamada”, recuerda Ricardo Márquez, al tiempo que su esposa relata la corta conversación: “Él nos dijo: ‘No se preocupen, estoy bien, no se tienen que venir’. Ésa era su mortificación, porque sabía que su papá y yo estábamos en posgrados muy difíciles con compromisos de guardias que no podíamos simplemente soltar. Le dijimos: ‘Te queremos, te amamos, estamos contigo’.

No hubo tiempo para más. María Luz cree que es una actitud muy típica de los presos políticos. “Ellos no quieren preocupar a su familia. Por eso me repetía siempre: Mamá, estoy bien, estoy fuerte”.

Confiesa que al principio esperaban que fuera algo rápido. “Los primeros tres días que estaba en Cojedes, todavía había la esperanza de que los soltaran. No había pruebas de legitimación de capitales, ni instigación pública. Cuando nos enteramos que lo dejan preso, y que serían trasladados a Guárico, yo dije: ‘Esto se va a poner feo’.

Paupérrimas condiciones

“El tiempo que estuvo en la cárcel 26 de julio fue el más duro, pasó una semana completamente aislado, sin poder hablar con nadie, y sin las mínimas condiciones, sin uniformes, sin ropa, sin insumos de limpieza. Esa cárcel es prácticamente un campo de concentración”, relata su mamá.

Llegaron a un calabozo que tenía cerca de 18 lápidas de cemento, que supuestamente sirven como camas. Pancho y Gabo entraron, y tras ellos se cerró la reja. Delante, los recibió un cuarto oscuro, sin luz natural ni bombillos. En una esquina, una manguera desde donde caía agua de vez en cuando, y en la otra, una letrina abierta que impregnaba de hedor el espacio. Un pequeño rayo de luz entraba por un hueco que había en el techo, era el resultado de una granada que explotó en un motín anterior.

El techo era el piso donde caminaban guardias armados. “La sensación de opresión y de vigilancia era máxima”, cuentan los padres de Márquez.

La lápida que Francisco escogió para dormir la primera noche estaba muy sucia, así que decidió quitarse la braga para limpiar con ella, lo que sería su cama. Se acostó en ropa interior, con su braga como almohada, pero los mosquitos no lo dejaron dormir.

“Efectivamente las condiciones eran terribles, pero aseguran que sobrevivieron gracias a la amistad del resto de los presos”, dijo Márquez. María Luz recalca que los presidiarios fueron buenos con su hijo, y le manifestaban su admiración. “Mamá, hemos vivido de la solidaridad de los presos. La solidaridad más bella me la he encontrado en la cárcel”, cuenta que le reveló.

Los padres de Francisco, acudieron a la Defensoría del Pueblo para reclamar que su hijo estaba siendo torturado. Los recibió el director de tortura de la defensoría y la asistente del defensor Tarek William Saab. “Lo más irrisorio es que nos dijeron que eso no era tortura, en tal caso, eran tratos crueles”.

Amenazas y chantajes

Al principio de la detención, la familia y el partido hicieron muchísima bulla con el caso de “Pancho y Gabo”, pero eso les pasó factura: los jóvenes fueron aislados y maltratados.

En una de las visitas a la cárcel, al abogado defensor de Márquez le advirtieron que cuidara sus declaraciones. “Ten cuidado con todo lo que digas allá afuera, porque los que van a sufrir son los muchachos”.

Entonces comenzó ese dilema y susto de la familia por lo que debían o no sacar a la luz pública. “Las familias de los presos políticos vivimos con una mordaza, nos atemorizan con que todo lo que digamos fuera, lo padecerán ellos. Nos envían toda clase de mensajes, que si denunciamos, los muchachos van a sufrir. Es una infamia, todas las familias de los presos nos vemos sometidas a la misma extorsión y chantaje: no hablen, no digan, porque los maltratamos. Las familias de los presos están amordazadas y no pueden confesar las condiciones oprobiosas en que están sus familiares”, reclama María Luz Lara.

La esperanza

Cuenta que lo que los hizo mantener la esperanza era la convicción de que saldrían en libertad y de que se haría justicia. “Por supuesto no se puede abandonar la parte jurídica. Es importante tener un buen equipo legal, porque aunque el sistema judicial no funciona, tú tienes que hacer la tarea”.

Los papás de Francisco dicen que nunca lo vieron decaer. “Vivió esto con un altruismo inmenso, una gran fortaleza. Francisco me repetía que él sabía por qué estaba allí, y que su inocencia se iba a comprobar”.

Coinciden en que el joven decidió conectarse con su parte espiritual durante el encierro, y que eso le dio mucha fuerza y esperanza. Dos libros que leyó en ese tiempo lo marcaron: El hombre en busca de Sentido de Viktor Frankl, un sobreviviente del holocausto nazi, y Dios en mi secuestro, de Germán García Velutini. “Me asombró que Francisco me dijo un día: ‘Papá, entendí que el tema no es por qué estoy aquí, sino para qué estoy aquí”.

María Luz dice que su hijo buscó la mejor manera de sacarle provecho a esta horrible experiencia. “Esto tiene un sentido y por algo estamos aquí, le repetía”.

Un antes y un después

Ricardo y María Luz dicen conmovidos que la vida les cambió para siempre y que el compromiso con las familias de los presos políticos es eterna. “No vamos a descansar hasta que el último preso político salga”, dice ella. Él la interrumpe: “Descubrimos otras familias, nos hermanó el sufrimiento. Y cuando a ti te pasa algo así, no te puedes liberar del sufrimiento de los demás que pasan por lo mismo”.

Como la familia cristiana que son, se aferraron en todo momento a la fe. Sostienen que la oración jugó un papel importante en este proceso. “Tratamos de cultivar desde dentro lo que queríamos ver afuera. La fe fue un gran apoyo durante este tiempo tan duro y doloroso”, dice el papá de Francisco.

Dicen que lo peor que puede pasarle a un preso político es que la gente los olvide, y ese no fue el caso de “Pancho y Gabo”. Ambos padres se quiebran al hacer un recuento de todas las muestras de solidaridad que recibieron durante estos cuatro meses. “Eso fue así como una pólvora, como una explosión de luz. En tres días se logró que Amnistía Internacional los reconociera como presos políticos. Todos sus amigos se manifestaron. Hasta el sol de hoy, la solidaridad de la familia y los amigos ha sido abrumadora. Recuerdo lo que dice la Biblia: ‘Allí donde abundó la oscuridad, sobreabundó la gracia’. Fue así”, explica Ricardo Márquez.

Ella no puede evitar romper en llanto al hablar de ese tema: “Apareció gente que teníamos 30 años sin ver; familia, amigos. Recibimos llamadas, correos, cientos. Con el paso del tiempo eso fue bajando, pero hubo un núcleo de familia y amigos que se mantuvo. Grupos de oración. Tú no sabes cuánta gente estaba rezando por ellos. Yo quiero agradecer a nuestra familia, a mis hermanos, a los primos, a nuestros amigos que estuvieron ahí dándonos tanta solidaridad”.

Ricardo y María Luz describen estos cuatro meses como «haber bajado al hades», pero insisten en que no se quedaron allí, y que más bien fue una experiencia de crecimiento profundo. “Aunque la pasamos mal, pensar que esto tenía un sentido nos dio fuerza. Sabemos que fue un sacrificio para conseguir algo mejor, una Venezuela llena de justicia y paz. Tenemos la confianza en que Francisco seguirá siendo un gran líder y luchador por los DDHH en su país. Vamos a regresar en cuanto podamos para ayudar en la reconstrucción de Venezuela”.

Esta es la carta pública que dejó Pancho Márquez antes de salir del país

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El dirigente de Voluntad Popular Francisco Márquez fue liberado la tarde de este 18 de octubre e hizo pública una carta donde detallaba lo que vivió durante su encarcelamiento.

En su misiva, explicó cómo fue obligado a abandonar el país y aseguró que seguir en Venezuela implicaba arriesgar mi seguridad física y libertad.

A continuación reproducimos la carta íntegra:

Este 18 de octubre me tocó ver los ojos azules hermosos de mi abuela y despedirme. Despedirme sin saber si la iba a poder ver otra vez, sin haber visto mis amigos , o la mayoría de mis familiares, ni a mis hermanos de lucha de partido y de la unidad. Mi salida del SEBIN no me dio la libertad sino un exilio forzado. Seguir en Venezuela implicaba arriesgar mi seguridad física y libertad. Los esfuerzos diplomáticos para mi salida del SEBIN no podían garantizar mi libertad si seguía con mis actividades de servidor público y activista política. Para mayor prueba , el mismo día que me tocó salir del país encarcelaron a nuestro hermano de Voluntad Popular José Vicente García por luchar por su país. Fue secuestrado por el SEBIN como ha ocurrido con tantos de nuestros compañeros.

Al salir no podía sino pensar en todos los que seguían dentro de esas celdas. Mis compañeros perseguidos, presos y en el exilio. Me vino a la mente las injusticias que viví en carne propia y a las que fui testigo. Nunca me dejó de asombrar que lo que vivimos Gabo y yo en nuestro injusto encarcelamiento es un grano de arena en un desierto de miseria que azota diariamente a nuestro pueblo. No hay forma de medir el daño hecho por este sistema desgastado y autoritario.

Tuve la experiencia de estar preso en cuatro centros de reclusión, 7 celdas y tres organismos competentes diferentes. Conviví con presos comunes, presos políticos, personas inocentes y otras culpables.

En la cárcel vi lo mejor y lo peor del ser humano. Vi como otros presos compartían lo poco que tenían para que viviera con mas dignidad. Vi los actos de valentía diario para mantenerse fuerte frente a los abusos y tratos denigrantes . Presencié torturas y tratos inhumanos . Pero sobre todo vi a un aparato de Justicia destruido por su parcialidad política y corrupción. La extorsión y el abuso era el pan de cada día. Quizás subrayó lo que ya tantos sabemos, en Venezuela la justicia también escasea. Quiero compartir con este y futuros testimonios lo que significa vivir atrapado en este sistema de injusticia venezolana. Hoy más que nunca quiero seguir sirviendo a Venezuela. A veces nos preguntamos que hacer ante tanta injusticia, pero la respuesta a veces es más sencilla de lo que parece. Reside en recordar que el bien siempre triunfa sobre el mal, que cuando el clamor de un pueblo es tan estruendoso que traspasa toda frontera social , geográfica y partidista no hay despotismo que aguante. Este octubre tenemos una oportunidad única de activar el referéndum revocatorio. Es un momento de actuar desde nuestras convicciones de que el cambio en Venezuela no es algo opcional sino una necesidad que sacude el alma de nuestra nación. Desde donde esté cuenten conmigo para aportar mi grano de arena a Venezuela.

Muy atentamente Francisco Márquez

Liberaron al activista de Voluntad Popular “Pancho” Márquez: debe salir del país

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Foto: @manuelabolivar 

Francisco “Pancho” Márquez, activista político de Voluntad Popular, fue liberado este 18 de octubre luego de pasar 121 días detenido, informaron vía Twitter Juan Andrés Mejía y Manuela Bolívar.

Bolívar tuiteó: «Termina la agonía para la familia Márquez Lara. Tras 121 días de una detención ilegal Pancho Márquez siendo inocente sale en exilio forzado».

La diputada explicó que la falta de acusación en contra de Márquez y las gestiones diplomáticas lograron su salida del país.

 

Ago 30, 2016 | Actualizado hace 8 años
Por qué nos persiguen, por Alfredo Jimeno R.

Voluntad-Popular

 

La persecución de la dictadura contra Voluntad Popular siempre ha sido muy fuerte, testimonios vivos de ello son Leopoldo López, Carlos Vecchio, Daniel Ceballos, Antonio Rivero, Rosmit Mantilla, Gilberto Soto, Francisco Márquez (“Pancho”), Gabriel San Miguel (“Gabo”) y un largo y doloroso etcétera; pero durante los últimos días esa persecución ha llegado a niveles insospechados, y, a juzgar por el verbo belicoso de los integrantes de la élite corrupta y anti democrática, con una fuerte tendencia a empeorar.

El pasado viernes con acusaciones infundadas fue emitida una orden de captura contra Warner Jiménez, nuestro alcalde de la ciudad de Maturín; luego, apenas unas cuantas horas después, en medio de la noche y con los gritos desgarradores de sus pequeños hijos de fondo, fue trasladado Daniel Ceballos a una prisión alejada de su hogar y con condiciones de insalubridad alarmantes; acto seguido, y con la clara intención de debilitarlos psicológicamente, Pancho y Gabo fueron trasladados a la cárcel común de Tocuyito; y apenas hace unas horas allanaron los hogares de Lester Toledo, nuestro diputado regional del CLEZ, y de Delson Guarate, nuestro alcalde de Mario Briceño Iragorry en el estado Aragua. Y todo esto ha ocurrido mientras se hacen rodar incesantes rumores difamatorios contra Freddy Guevara, Luis Florido y David Smolansky, algo que, como es de suponer, busca enlodarlos en un caso montado por la misma dictadura para arremeter judicialmente contra ellos.

Nuestro partido, y con él la Unidad toda, está siendo sistemáticamente atacado por un régimen que se sabe cada vez más impopular dentro y fuera de nuestras fronteras, y que por ello, como último recurso, busca amedrentar por la fuerza al pueblo venezolano para que renuncie a sus legítimas y democráticas aspiraciones de cambio, tal y como hacen los delincuentes que pistola en mano pretenden someter a sus víctimas amenazándolas con dispararles.

Desde el día de la fundación de Voluntad Popular estábamos perfectamente conscientes de la naturaleza autoritaria y anti democrática del gobierno al que nos enfrentamos, por lo que sabíamos muy bien que las consecuencias de asumir una lucha por el cambio pacífico, democrático y constitucional en Venezuela serían la persecución y el hostigamiento permanente. Pero aun así decidimos seguir adelante por una simple razón: nuestras convicciones democráticas son lo suficientemente sólidas y el amor que sentimos por nuestro país es lo suficientemente grande como para dejarnos vencer por el miedo y renunciar con ello a un futuro de paz, de bienestar y de progreso que nos merecemos todos los venezolanos.

Por eso la dictadura hoy se afinca contra nosotros, porque sabe muy bien que con Voluntad Popular lo único que encontrará será una obstinada resistencia, pacífica y democrática, a toda su corrupción y degradación. La dictadura sabe muy bien que con Voluntad Popular no hay chance para que se siga permitiendo la explotación de un pueblo inocente a manos de una élite de privilegiados que saquean a nuestro país.

Hoy, lejos de intimidarnos y dejarnos vencer por el miedo, con cada uno de los ataques que recibimos por parte de una dictadura cada vez más desnuda, nos hacemos más fuertes y nos convencemos aún más de que estamos del lado correcto de la historia.

 

 

@AlfredoJimenoR

Concejal de Chacao