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Calidad de vida

Venemergencia consolida su fortaleza en la región Centro-Occidente del país
La empresa expande su flota de ambulancias, unidades de avance, moto-ambulancias y personal médico en Maracay, Valencia, Barquisimeto y las ciudades aledañas.

Venemergencia, plataforma de asistencia integral con más de 16 años de experiencia en el mercado venezolano, consolida su operación a escala nacional al adquirir a Grupo emi de Venezuela (Emergencia Médica Integral Emi Centro, C.A. y Centro Médico Integral CEMICA, C.A.), con lo cual fortalece el alcance de sus servicios en atención médica domiciliaria y de emergencias en toda la región Centro-Occidente del país.

“En Venemergencia continuamos creciendo, invirtiendo y asentando nuestra presencia directa ahora también en Maracay, Valencia, Barquisimeto y las ciudades cercanas. Comenzamos el año con buenas noticias que se enmarcan en el plan de expansión de operaciones 2021 que tiene como objetivo atender más directamente a la extensa cartera de afiliados que tenemos en el Centro y Occidente del país”, afirmó el Dr. Andrés Simón González-Silén, Presidente Ejecutivo del Grupo Venemergencia.

Grupo emi es una compañía con más 40 años de experiencia en atención médica domiciliaria en Latinoamérica que hace parte de la empresa danesa Falck, líder mundial en prevención de enfermedades, accidentes y asistencia en situaciones de emergencia con presencia en 30 países.

“Con esta adquisición fortalecemos nuestro liderazgo y continuamos consolidando el modelo de atención que hemos ido construyendo en el país desde hace años, también ampliamos la flota de ambulancias, unidades de avance, moto ambulancias y personal médico y paramédico; lo cual reafirma el compromiso de estar SIEMPRE PRESENTES para mejorar la calidad de vida de los venezolanos” concluyó el Dr. González-Silén.

Para más información puede visitar las redes sociales: @venemergencia

 

Venemergencia

Venemergencia

Acerca de Venemergencia

Venemergencia es la plataforma de asistencia integral de Venezuela, dedicados a mejorar la calidad de vida de los venezolanos con servicios de salud y auto, es la única en el país con la certificación ISO 9001:2015 por su Sistema de Gestión de la Calidad.

Es un moderno sistema que opera a nivel preventivo ofreciendo servicios enfocados en brindar un diagnóstico primario para evitar las visitas innecesarias a clínicas y también cuidar los vehículos de los venezolanos, ofreciendo mejor calidad de atención para los usuarios y disminuyendo los costos operativos de nuestros clientes.

Cuenta con la flota de ambulancias, grúas, carros y moto ambulancias, más grande del país y sus servicios están disponibles 24 horas al día, todos los días del año. Es una compañía venezolana, fundada por venezolanos, con capital privado y nacional, especialistas en desarrollo e implementación de servicios orientados a solucionar necesidades reales. Tiene más de 16 años de experiencia en la implementación de novedosos modelos de negocios, posicionándose como líderes en innovación tecnológica, puesta al servicio de los clientes para estar SIEMPRE PRESENTES en el día a día de los venezolanos.

 

La fábrica de mendigos, por Brian Fincheltub

VENEZUELA FUE UNO DE LOS PAÍSES MÁS RICOS DE LA REGIÓN y no porque todos los venezolanos tuvieran la fortuna de Bill Gates, sino porque había calidad de vida, porque estudiar era sinónimo de ascenso social y trabajar te permitía no solo vivir decentemente, sino hasta comprar tu primer carro y tu primer apartamento. Por eso fuimos refugio para miles y miles de inmigrantes que vieron en esta tierra la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida. Todos coinciden que no era fácil, pero que trabajando se podía lograr.

Hay que recordarlo porque entre todas las cosas que nos han robado pretenden robarnos también la memoria. Pretenden decirnos a quienes tenemos años sufriendo la escasez, la inflación, la corrupción y la ineficiencia de un modelo económico fracasado y hambreador, que somos victimas de los EEUU. Que nuestras desgracias se deben al “imperio” y no a la peste roja que hace dos décadas se adueñó de nuestro país.

El chavismo rima con cinismo y hay que serlo para pretender engañar a todo un pueblo de una forma tan burda. Ellos, que hicieron de Venezuela un país de mendigos son los mismos que bien gordos escupen en televisión que no van a aceptar la ayuda humanitaria por tratarse de “limosnas”. Evidentemente no les hace falta, comen todos los días y muy bien. A ellos no les toca aguantarse un mes a punta de lentejas cuyo olor pútrido no se quita ni con cuatro lavadas. A sus hijos no les toca beber una leche que no se sabe si es leche o cal, que a ni espuma hace y que es hasta salada. A ellos nos les toca pedir desesperadamente cuando se enferman porque en la Venezuela socialista hasta las urnas se pagan en divisa extranjera, dólares son los que le sobran.

Si algo les preocupa a los inmorales que controlan el poder es que los venezolanos salgan del estado de mendicidad en el que ellos los hundieron. Que aquí se abran fuentes de trabajo, que esta nación vuelva a ser próspera y que la gente vuelva a ser libre. Libre no solamente del chavismo, sino del chantaje, del miedo y la manipulación que hoy se manifiesta en los niveles más bajos de la cadena degenerativa del socialismo: el hambre como mecanismo de control. Ustedes son el pasado y la gente se liberará muy pronto de sus cadenas, cuando eso pase cada uno de nosotros tendrá una responsabilidad histórica con las próximas generaciones: contar lo que hemos vivimos para que NUNCA más vuelva a repetirse.

 

@Brianfincheltub

Jul 19, 2016 | Actualizado hace 8 años
Clase media, los nuevos pobres por Henkel García

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Durante estos últimos días he tratado de indagar cómo sobrevive la clase media venezolana, sin ocultar o desconocer que las demás clases también están presenciando un deterioro significativo de su calidad de vida. Dada la descomunal contracción del poder de compra del salario, resulta evidente que la clase media ha utilizado herramientas heterodoxas para poder sobrevivir y no cambiar demasiado su estilo de vida, pero la agonía ha sido larga y ya muchas familias que antes vivían como clase media, hoy les toca sobrevivir como pobres.

Para investigar un poco más sobre los patrones de comportamiento de las personas, me apoyé en las encuestas de Twitter. Cabe aclarar que éstas no son estadísticamente rigurosas, que tienen sesgos, que no representan fielmente a la población total, pero en este caso puede ser una buena forma de averiguar cómo vive buena parte de la población. Además, el sesgo que puede tener los usuarios de Twitter hace que la muestra se asemeje a la realidad del objetivo de este artículo, la clase media.

La primera cifra que entristece es la de ingresos. Cerca del 70% de los encuestados tiene un salario inferior a Bs.120.000. Esta realidad conlleva otra recogida en la serie de consultas mencionada: Un 68% de las personas que llenaron la encuesta gastan más de 75% de su ingreso para compras de alimentos, cuidado personal y artículos de limpieza, otro 20% gasta entre 51% y 75% en esos rubros (Enlace a la encuesta). Ese patrón de consumo se asemeja más al de una familia pobre que a una clase media. Como los precios de los productos básicos van de una forma mucho más acelerada que el salario, es sensato pensar que la clase media está financiando muchos de sus gastos tanto básicos como los no tan básicos. En línea con esta idea encontramos que cerca de la mitad de las personas tiene problemas para pagar la cuota mínima de sus tarjetas de crédito. Además, también se puede intuir que financiamiento conseguido con plástico es muy pequeño para el tamaño de la brecha, 68% de las personas tiene un límite inferior a Bs.150.000.

No sólo es crédito lo que está ayudando a cierto sector de la clase media a sobrellevar la crisis. También son sus ahorros. Un concepto que hoy tiene mucho peso en el gasto de este estrato, es el seguro del vehículo. Casi un 60% de los encuestados dice haber vendido $ para poder asegurar su vehículo. Hay una cifra que alarma más. 71% de las personas no pudo asegurar su carro este año.

La clase media vio cómo su calidad de vida fue devastada. A diario me toca oír múltiples casos de personas desesperanzadas, desesperadas por no poder pagar rubros básicos. Hoy queman sus ahorros, se endeudan lo más que pueden, se exponen a perder sus vehículos, comen mal para que la alimentación de sus hijos sea la mejor posible. Son sin duda los nuevos pobres, muchos de ellos con años de estudio y de desarrollo profesional, que no logran entender tanta divergencia entre su salario y su esfuerzo.

El trabajo que heredaremos será tremendo. Tendremos que corregir años y años de políticas erradas y empobrecedoras. Pero con el pasar de los años veremos como las diferentes clases sociales empezarán a recuperarse, y si hacemos las cosas bien, tomaremos el sendero de crecimiento estable y duradero que tienen muchos otros países.

@HenkelGarcia

Analista e Instructor en Finanzas.

Presidente de Visión de Inversión

Director de @Econometrica IE C.A.

Maestría Administración, mención en Finanzas UNIMET

Carlos Dorado May 22, 2016 | Actualizado hace 8 años
¿Vivir o Durar?, por Carlos Dorado

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Por Carlos Dorado

 

El otro día estábamos en una cena con una pareja y, cuando el camarero nos preguntó qué queríamos comer, mi amigo rápidamente contestó: “Para mí, un chuletón término medio, y con bastantes papas fritas”. Inmediatamente la esposa intervino, y le dijo: “¿Cómo te vas a comer eso?, no sabes el daño que te hace tanta carne; sobre todo en la cena, y encima con papas fritas. Recuerda lo que te dijo el doctor la última vez que te vio”. A lo que mi amigo le replicó: “Mira, ¿la vida se trata de vivir, o de durar?”.

Me quedó la frase grabada en la mente, ya que vivir con una pésima calidad de vida, quizás para algunos no merezca la pena. Pero vivirla, sin poder disfrutar de los muchos placeres de la vida, y sólo con la esperanza de durar unos pocos años más, tampoco sea la solución para otros muchos.

Desde tiempos antiguos, los seres humanos hemos ansiado encontrar la fórmula de la eterna juventud, por no decir la inmortalidad. Todos quisiéramos mantenernos jóvenes, vernos  bien, y estar físicamente ágiles,  a pesar de saber que nada puede durar para siempre.

En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos” decía mi madre. Lo único malo de esto, es que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, y en esos momentos de aprendizaje estamos más preocupados por vivir que por durar; y cuando llegamos a  entenderlo,  ya es la época donde dejamos de mirar, y nos dedicamos a ver. Ya no buscamos con los ojos. Fijamos la mirada en un punto del pasado y las imágenes llegan solas, repetidas, escuchadas. ¡Vivimos de recuerdos: es la vejez!

Quizás, parte de la respuesta está en una de las poblaciones más longevas del mundo: Los habitantes de la Isla japonesa de Okinawa, un archipiélago compuesto por 161 islas de corales, al sur de Japón; donde las personas son delgadas y ágiles, aún después de haber entrado en la tercera edad, y donde las grandes enfermedades crónicas de Occidente, tienen los niveles más bajos del mundo.

Desde 1975, un grupo de investigadores estuvieron estudiando a esta población, tras lo cual publicaron el libro: “The Okinawa Way”, concluyendo que los resultados eran totalmente replicables en el mundo Occidental; siempre y cuando se haga una dieta equilibrada, basada en vegetales de hojas verdes, pescado, arroz, cerdo salvaje, soya, y en general limitada en calorías (un promedio diario de 1.500); pero con alta densidad de vitaminas, minerales y con importantes aportes de “Omega 3”. Ellos no consumen azúcares, ni carnes rojas, ni harinas refinadas.

Otra conclusión que allí se expresa está relacionada con la actividad física; pues además de trabajar durante toda la vida, hacen rutinariamente ejercicios aeróbicos, de yoga, y de estiramiento, llevando una vida donde la mayoría cultiva sus propios alimentos, y ven pasar la vida con mucha contemplación, meditación y con fuertes creencias espirituales. Todo esto sin prisas, ni siquiera para morir.

Los ancianos son reverenciados, y cuando alcanzan una edad especialmente avanzada son vestidos con colores, y son objeto de admiración por su  sabiduría acerca de la vida. Por desgracia, las nuevas generaciones están abandonando la dieta y el estilo de vida tradicional, e imitan la alimentación y las modas Occidentales; y ya  sus tasas de enfermedades están ascendiendo, y bajando la expectativa de vida.

¡Los jóvenes quieren vivir, los mayores quieren durar! Mi madre solía decirme: “Carlos, si quieres vivir mucho tiempo, hazte viejo muy joven”.

cdoradof@hotmail.com

Crítica de la desigualdad social y quienes se aprovechan de ella por Alejandro Armas

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Sin duda la superación de las desigualdades sociales es uno de los grandes retos del mundo de hoy. Con esto no me refiero a una redistribución de la riqueza por decreto que establezca la propiedad colectiva de los bienes y servicios, sino a los esfuerzos por minimizar la pobreza lo más posible mediante una combinación iniciativas del Estado, del sector privado y de los propios individuos interesados.

El problema requiere soluciones más urgentes en nuestro propio vecindario: Latinoamérica es la región con el coeficiente de Gini, principal indicador de la desigualdad de ingreso, más elevado en promedio. Aquellos para quienes Ayn Rand es un fetiche pudieran estremecerse ante el solo abordaje de este flagelo y acusar de inmediato a quien lo hace de estar poseído por el alma infernal del Che Guevara e incitar a una revolución para el reparto igual de la miseria. Para todos los extremistas maniqueos no hay matices.

De hecho es todo lo contrario. La mejor vacuna contra las epidemias totalitarias que algunos, como hipocondriacos de la política, creen ver por todas partes, es la mancomunidad de esfuerzos encaminados hacia sociedades sin exclusión. Dondequiera que, por acción u omisión, se niegue a los humildes la oportunidad de mejorar su calidad de vida sin importar su empeño por lograrlo, las utopías comunistas serán un discurso con amplio público. No importa cuántas veces la historia demuestre la inviabilidad de estos experimentos. El muro de Berlín puede volver a levantarse y caer mil veces. Aun así los marginados mantendrán su resentimiento hacia un sistema que los desprecia y soñarán con la revancha.

El marxismo se nutre abiertamente de la lucha de clases. El descontento que a su vez alimenta ese conflicto muy a menudo crece más por las actitudes discriminatorias de quienes se proclaman como sus opositores virulentos, que por las arengas incendiarias de sus partidarios.

El punto verdaderamente trágico de la resultante división insalvable entre “sifrinos” y “niches” ocurre cuando sus beneficiarios finales toman el poder con la promesa de impulsar los cambios necesarios (ay, esos días de febrero de 1999) para ponerle fin a todo aquello y llevarnos al mar de la felicidad popular. Entonces descubren que el poder es un fruto más sabroso que la manzana del Edén, pero a diferencia de la mítica primera pareja, nadie les hará admitir con vergüenza su efecto corruptor.

En la Primera Internacional, Bakunin fustigó a Marx por creer que una vanguardia de ilustrados tomaría en revolución el control absoluto del Estado, que  desde ahí la dictadura del proletariado impondría poco a poco la eliminación de las clases sociales, y que, cuando esto ocurra, el propio Estado desaparecerá. Dicho en criollo, el anarquista ruso le advirtió al alemán que esos revolucionarios con los que se ilusionaba nunca estarían dispuestos a soltar el coroto del poder una vez que lo hubiesen agarrado.

Aunque yo no suscribo tampoco las tesis de Bakunin, hay que reconocer que los años le han dado la razón en esta crítica al socialismo radical estatista. Bajo el pretexto de que no se terminan de dar las condiciones para el comunismo real, los regímenes marxistas más duraderos se prolongan por generaciones. Uno pudiera pensar que, como mínima condición para legitimar la larga transición, los dirigentes renuncien a toda prerrogativa especial y se esfuercen por vivir en iguales condiciones que los trabajadores que juran representar. Pero no. Al final hay una clase política rodeada de privilegios y comodidades, y el resto de los ciudadanos, al que se le exige obediencia y se le prohíbe cuestionar al statu quo (sí, en realidad es sin la “s” al final de la primera palabra). En otras palabras, sigue la desigualdad social.

Venezuela en tiempos de supuesta revolución se ha unido a la lista de ejemplos que ilustran este marco teórico con situaciones y protagonistas reales. En blogs y artículos oficialistas abundan las denuncias feroces sobre la putrefacción en la que el país estuvo hundido durante los cuarenta años de la mal llamada “IV República”. En el aspecto social, la crítica se afinca sobre todo en las postrimerías de ese período. Falta completa de razón no hay. Sería una falla olvidar que en ese tiempo el modelo político vigente estaba agotado, y las condiciones para superar la pobreza, severamente limitadas

Claro que había una corrupción rampante que beneficiaba a unos pocos a costa de muchos. Desde luego que la miseria iba en aumento. Y tampoco es mentira que mientras eso ocurría, las páginas de sociales de los periódicos no paraban de describir textual y gráficamente el derroche del jet set caraqueño. No a todos, pero a una buena parte de aquellos círculos de afortunados les importaba poco o nada lo que pasara fuera de su burbuja de placeres.

La quinta escencia de estos episodios se vio reflejada en la “boda del siglo” entre Gonzalo Fernández Tinoco y Mariela Cisneros: un Rolls Royce para transportar a la pareja de la iglesia a la fiesta, más caviar, langosta, salmón y champaña fina para unos 5.000 invitados, según reseñó entonces el Diario de Caracas. Al mismo tiempo la mayoría de la población difícilmente podía estirar lo suficiente sus “churupitos” para satisfacer sus necesidades básicas. Una semana después estalló el Caracazo, devenido por la épica chavista en efeméride para celebrar el “despertar” de un pueblo harto de la marginación, lo que llevaría diez años después al ascenso de su redentor.

Hoy hay quienes recuerdan con furia aquel pasado y lo esgrimen como argumento para aplaudir el presente. Pero, ¿cuál es la gran diferencia? Los estudios independientes del Gobierno, (incluyendo el de la Cepal; no son solo los de las universidades “de derecha”) han concluido que la pobreza va en ascenso. Las autoridades lo niegan y de vez en cuando sueltan cifras de tendencia contraria, pero no permiten a nadie verificarlas. El problema es cuantitativo y cualitativo: hay más pobres con mayores penurias. Están sometidos a un hampa sanguinaria desbordada, colas onerosas, la inflación más alta del mundo, desabastecimiento crónico de productos y servicios públicos deficientes. Con este cuadro, nadie puede extrañarse de que haya cada vez más protestas y disturbios, como reporta el Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social.

¿Afecta la cruda realidad a todos? Al igual que en los ochenta y noventa, no. Hay una minoría que no pisa nunca un supermercado, se trata en el extranjero cuando se enferma y se blinda de escoltas. Una parte considerable de esta élite está formada por funcionarios que, irónicamente, en público se confiesan devotos del “ser rico es malo”, y por empresarios afines o políticamente nulos que han hecho jugosos negocios mediante contratos con el Estado.

La colega Andrea Tosta, con quien compartí aulas, brindó hace poco en el portal El Estímulo un retrato elocuente  a propósito de estos nuevos privilegiados. Su rasgo más distintivo es una ostentación exagerada, frecuentemente de pésimo gusto. Viven en un cosmos de whisky etiqueta azul, desorbitantes apuestas en el hipódromo que no les importa mucho perder y viajes por los destinos más exclusivos del globo.

¡Ni hablar de sus parrandas privadas! Al respecto sí que hay una diferencia con el pasado: hoy no hay periódicos que lo expongan, bien sea porque no se atreven o porque, en caso contrario, les niegan el acceso al papel. Por desgracia para los que quieren celebrar con estricta discreción, a veces se filtra digitalmente un registro gráfico. Así, por ejemplo, vimos recientemente a un diputado, que destaca por su verbo soez y su gusto por el buen vestir, en un rumbón nada socialista, en uno de los hoteles más lujosos del odiado este capitalino y con himeneo cortesía de al menos una estrella de la música pop criolla contemporánea. El motivo fue la boda de un supuesto familiar del parlamentario. No se puede saber si hay un vínculo genealógico, pero lo cierto es que el legislador estaba ahí, y aunque él siempre se ha definido como más rojo que un tomate, las fotos lo muestran muy satisfecho en ese entorno.

Queda claro que la desigualdad social, al igual que la sarna en el estado Vargas reportada por medios de comunicación, aun “pica y se extiende”. Para evitar que más adelante haya también quien sepa aprovecharse de ella, ¿no es lógico combatirla desde ya? Será un proceso largo y difícil, que no vendrá  solo de milagros públicos ni filantrópicos. Pero se puede se dar el primer paso con algo tan sencillo como no hacer muecas de asco ante la sola proximidad de una persona pobre. Por algo se empieza.

@AAAD25

Venezuela despojada por José Vicente Carrasquero A.

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Nuestro país acaba de salir de una era en la que vio los mayores ingresos de toda su historia ser dilapidados de una forma realmente abyecta e inmoral. Para tener una idea de lo que estamos hablando solo voy a señalar que entre 1999 y 2015 le entraron a Venezuela más del doble que la sumatoria de los ingresos petroleros entre 1918 y 1998. Está leyendo bien, esta clase política tuvo a su disposición en un lapso de poco más de tres lustros, más del doble que todos los gobiernos anteriores juntos.

La pregunta que uno se hace de entrada es: ¿existe una obra de gobierno, medida en tangibles o intangibles, que justifique el gasto de semejante cantidad de dinero? Respuesta sencilla: no.

Por más que los voceros del gobierno se empeñen en hacernos creer que Venezuela es el país de las maravillas, la triste realidad nos golpea en el alma todos los días. Nuestra nación está sumida en la pobreza. Y, es un hecho incontestable, los venezolanos padecen la peor calidad de vida de todo el continente americano.

¿Cómo pasó esto?¿Cómo llegamos aquí?¿Dónde está esa cantidad fantastillonaria de dinero que se esfumó sin dejar rastro?¿Qué vía se toma para usar el segundo puente sobre el lago de Maracaibo o el tercer puente sobre el río Orinoco?¿En lo intangible, dónde esta ese hombre nuevo que salió de una forma sustentable de la pobreza? No me refiero, por supuesto, a los boliburgueses que se hicieron inmensamente ricos con nuestro patrimonio. Me refiero al venezolano de a pie que hoy sufre las inclemencias de los problemas característicos de un estado fallido.

Lo cierto estimado lector es que el martes 23 de febrero del corriente, el diputado por la MUD,  Ismael García comenzó a ofrecer datos al respecto. Las empresas de maletín se birlaron entre 2003 y 2013 la bicoca de 213 mil millones de dólares. Robados. Así de sencillo. Después dijo otra cifra que no recuerdo sobre lo que se sabía que habían sustraído a través del SITME. Si recuerdo que las dos sumas sobrepasaban los 300 mil millones de dólares. No entiendo cómo es que hay gente que todavía defiende esto como si hubiese sido un proceso político honesto y no el saqueo vulgar que terminó siendo.

Los venezolanos hemos sido despojados de un sistema de electricidad eficiente y acorde con los tiempos de desarrollo que disfrutan el resto de los países de la región. No están representados por ningún lado los sesenta mil millones de dólares que el gobierno pagó por una serie de plantas que resolverían los problemas que sufrimos en la crisis de 2010. La excusa que usa el ministro es verdaderamente una comiquita. Sabotaje. Una razón que solo se puede entender en un país en el que el gobierno ha perdido la capacidad de ejercer funciones de vigilancia y control sobre su infraestructura.

Hemos sido despojados de nuestro sistema de salud y por lo tanto del derecho a contar con un servicio de calidad. Que el venezolano sea atendido con la eficacia que se deriva de haber sido un país inmensamente rico. Lo cierto es que si no fuese por la infraestructura construida hasta 1998 no tendríamos donde caernos muertos.

Fuimos despojados de un sistema educativo que tenía reconocimiento a nivel internacional. Nuestras universidades han sido reducidas a simples estructuras en las cuales se dan clases, en la mayoría de los casos en medio de carencias inauditas. La fuga de cerebros es una cuestión que asusta. Uno de nuestros depredadores en esta materia ha sido Ecuador que montó un programa de captación internacional de profesores bien pagados. Salarios hasta 300 veces superior al que gana un profesor venezolano.

Despojados de nuestras calles. El hampa campea. Reta a un gobierno débil en todos los terrenos. El artículo En masa del padre Moreno nos narra una situación de calamidad pública. Las bandas criminales se exhiben en las redes sociales. Están mejor armadas y organizadas que nuestras policías. Un delincuente a sueldo gana mucho más que un agente con el agravante de que goza de mayor seguridad social para él y su familia.

Hemos sido despojados del agua. Ni un solo reservorio ha sido construido en los últimos 17 años. Tenemos la misma capacidad instalada de cuando éramos seis millones menos. Los planificadores del gobierno prefirieron regalar dinero a otros países para esos menesteres, que invertirlos en nuestra infraestructura ya vetusta y necesitada de nuevas construcciones.

Nos despojaron de nuestra capacidad de avanzar en nuevas tecnologías. Mientras en el resto del mundo se usan equipos de última tecnología sobre redes ultra-rápidas, nosotros tenemos uno de los servicios de internet más lentos del planeta. Ya la gente puede volver a usar como excusa eso de que no llamaron porque el teléfono lo tienen averiado.

Nos despojaron de nuestra solvencia. No contentos con dilapidar y robarse el mayor monto de dinero que haya manejado un gobierno en nuestra historia, adquirieron deudas que nos tienen con la soga al cuello. Además, este gobierno que se la tira de socialista prefiere seguir pagando una de las deudas más caras del planeta que importar comida y medicinas para los venezolanos. El refinanciamiento de la deuda es una obligación, y para ello, se debe acudir al Fondo Monetario Internacional duélale a quien le duela.

El más lamentable de los despojos es el del orgullo de ser venezolano. Ya en el mundo nos ven como unos menesterosos. Nuestros jubilados son desalojados de apartamentos por falta de pago, nuestros estudiantes están en situación de pordioseros, los viajeros rogando que la tarjeta pase y no tener algún inconveniente que requiera dinero adicional. Sobre los estudiantes y jubilados he oído la vergonzosa sugerencia de que se devuelvan. Para muchos de ellos eso no es una opción porque no tienen donde vivir en Venezuela. Sin mencionar el derecho que se tiene a fijar residencia en cualquier parte del mundo.

Hemos sido despojados por una clase política criminal. Por gente a la que no le ha importado gastar nuestro dinero a manos llenas en el exterior. Que regalan todos los días nuestro petróleo. Asesorados por gestores de los bonos de la deuda pública más interesados en quedar bien con sus clientes que en la suerte que corren los venezolanos.

Ha llegado la hora de recuperar nuestro país.

@botellazo

D. Blanco Nov 19, 2015 | Actualizado hace 8 años
Damos pena por José Domingo Blanco

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Recientemente, tuve la oportunidad de conocer los informes que publican el Instituto Legatum y la Fundación Konrad Adenauer. Ambos estudios se encargan de decirnos, de manera seria, formal y académica, lo que todos los venezolanos sabemos: el país está muy mal. Venezuela ha descendido en ambos rankings a niveles que dan  vergüenza. Como imaginarán, estamos ubicados en las últimas posiciones. Si bien cada uno de estos informes estudian variables distintas, al final ambos revelan las consecuencias de llevar muchos años aplicando políticas erradas y modelos económicos fracasados.

En el caso del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina 2015, del Konrad Adenauer, el grupo se encargó de analizar, medir y evaluar, comparativamente, el desempeño del desarrollo democrático en dieciocho países de Latinoamérica, con la finalidad de resaltar “los caminos virtuosos de la democracia regional”, como reseñan en su introducción. La evaluación se centró en cinco dimensiones, claramente establecidas, las cuales me permito transcribir para que se hagan una mejor idea de los puntos en los que salimos raspados:

 

Dimensión I. «Democracia de los ciudadanos». Evalúa el respeto de los derechos políticos y las libertades civiles.

Dimensión II. «Democracia de las instituciones». Mide la calidad institucional y la eficiencia del sistema político.

Dimensión III. «Democracia social y humana». Analiza la capacidad del sistema democrático para generar políticas que aseguren bienestar y desarrollo humano.

Dimensión IV. «Democracia económica». Pondera la capacidad del sistema democrático para generar políticas que aseguren eficiencia económica.

 

Luego de leer estas categorías ¿no es obvio suponer que quedaríamos muy mal parados? Porque si lo que estaba en evaluación era la democracia, desde hace rato Venezuela emprendió el camino contrario. De las dieciochos naciones latinoamericanas analizadas, nosotros nos disputamos a mordiscos los últimos lugares con Nicaragua.

Me llamó poderosamente la atención que la gente del Konrad Adenauer señala que, en esta edición, hubo una recuperación del 5,7% en el promedio regional, lo cual detuvo el proceso de deterioro que se venía registrando desde el año 2009. Pero, que sólo ocho países mejoraron su posición en este ranking regional; tres mantuvieron la misma posición que tenían en 2014 y siete descendieron. ¿Adivinan qué países están entre los que descendieron?

En líneas generales, entre las naciones que lideran la lista están Uruguay, Costa Rica, Chile, Panamá y Perú, en ese orden. Mientras que Nicaragua, Venezuela y Guatemala obtuvieron las peores puntuaciones de la región; incluso, hacen la acotación de que tanto Nicaragua como Venezuela registraron las caídas más importantes respecto de 2014. Estamos en la posición 17. Y 18 países fueron objeto de este estudio … hagan ustedes sus propias interpretaciones.

Si nos detenemos en la dimensión que midió la gestión democrática en relación con el desarrollo económico, ocho países mejoraron su posición en el ranking regional, con el liderazgo de Uruguay, Panamá, México, Chile, Perú y Colombia, países que se abocaron a la tarea de encabezar el ordenamiento, demostrando un alto desarrollo. Por el contrario, Venezuela, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala ocupan los últimos lugares este año, con un nivel de desarrollo mínimo. Me atrevería a asegurar que, en nuestro caso, el empeño por mejorar en este aspecto, fue casi nulo.

Y es en este punto donde quiero enlazar con el otro informe: con el del Instituto Legatum, organización que se encargó de evaluar la prosperidad en 142 países y analizar la calidad de vida de los ciudadanos de distintos lugares del mundo. Pues, permítanme comentarles que aquí no salimos mucho mejor, aun cuando fuimos comparados con muchas más naciones. Estamos ocupando la posición 105 según el índice general. Y no es consuelo pensar que por debajo de nosotros están otros que salieron mucho peor; porque si vemos con quienes compartimos los últimos puestos, encontraremos países tradicionalmente muy pobres, sin los recursos que tiene Venezuela y gobernados por los tiranos de siempre, esos a los que cada vez más se parecen los nuestros. Somos el único país latinoamericano que ocupa una posición tan deshonrosa.

En este ranking incluyeron las mismas variables que intervienen todos los años: economía, gobernanza, educación, salud, seguridad, libertad personal, capital social, emprendimiento y oportunidad. Y al observar las posiciones que ocupamos según cada una de estas variables, sólo educación, nos ubica en la posición 56; mientras que, al evaluar la libertad personal, descendemos hasta el puesto 132. Otro dato que llamó mi atención, a pesar de que pensé que ocuparíamos la última casilla, es que en materia de seguridad estamos ocupando el renglón 108 … pero recuerden que estudiaron a 142 naciones.

Como deben imaginar, revisar estos informes me remueve la tristeza. Venezuela da pena. Por más que me empeño no encuentro, en estos momentos, nada de lo que pueda sentirme orgulloso de mi país. Era lógico suponer que saldríamos “ponchados” en estas evaluaciones; pero, leerlo me llena de vergüenza. Los que permanecemos en Venezuela, somos testigos permanentes de cómo aumenta la pobreza. De cómo en las noches, las calles quedan desiertas por miedo a morir en ellas. Podemos dar fe del abuso e impunidad con las que actúan las autoridades. Vemos con horror como la corrupción y el narcotráfico se desbordan, los dineros públicos se despilfarran, las reservas internacionales desaparecen, los mandatos de la Constitución se incumplen y el nepotismo reina en las instituciones del Estado. Descendemos, estrepitosamente, hacia los lugares más deshonrosos de todos los rankings, y lo peor es que no vemos intenciones en nuestros mandatarios de aplicar los correctivos para que esta tendencia se revierta.

 

@mingo_1

mingo.blanco@gmail.com

 

Luis De Lión Nov 08, 2015 | Actualizado hace 8 años
Calidad de vida por Luis DE LION

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Los avances indetenibles y las convergencias de las biociencias, de las nanotecnologías y de la informática han abierto espacios de investigación y de esperanzas para mejorar las funciones y las capacidades del ser humano. Son múltiples las ventajas de dichos prodigiosos avances, los cuales permiten corregir deficiencias, mejorar condiciones de vida y aliviar sufrimientos.

En ese sentido, resulta supremamente representativo y ejemplar, el anuncio hecho ésta semana por un equipo médico británico, que logró curar a una niña enferma de leucemia. Todos los tratamientos previos fueron ineficaces, hasta que se decidió, aplicarle a Layla, la muy prometedora técnica del “gene editing”.

Layla, estaba médicamente desahuciada. Pero la muy reciente técnica francesa de manipulación en laboratorio de los linfocitos T permite integrar en el patrimonio genético de la célula, un gen de fabricación artificial, que permite obtener en la superficie de la célula un receptor capaz de contrarrestar las células cancerígenas.

Sin duda vivimos tiempos marcados por la novedad y los avances. Lo que ayer era, tema de ciencia ficción, es hoy objeto de una realidad, que impulsa la calidad y la esperanza de vida de los seres humanos.

Mejorar y aumentar las capacidades intelectuales, físicas y psicológicas. La democratización, de dichos avances médico-científicos, tendrá además del efecto salud, el nada despreciable efecto de abaratamiento de sus respectivos costos.

No todas las sociedades, avanzan social y políticamente, a la misma velocidad que lo hacen los adelantos científicos y tecnológicos. En algunas naciones, la pobreza es la principal causa de atraso, en otras, son los propios gobiernos, mediante políticas deliberadas, de destrucción de las estructuras y de la organización destinada a proteger y vigilar la salud pública.

Esta última, es una especie de crimen político, en el que particularmente se distingue la dictadura venezolana. El atraso sanitario, al borde de la crisis humanitaria, en una potencia petrolera, no es un hecho culposo, sino criminal.

No queda más esperanza que anhelar para los venezolanos, una pronta cura política. Tan eficaz y definitiva, como la que le permitió a la niña Layla, seguir viviendo.

@LDeLION