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DDHH Olvidados | No hay quien cuide de las abuelas que se quedaron criando a sus nietos

Yolanda González tiene 67 años y desde 2018 está a cargo de sus nietos, tres varones de 15, 13 y 11 años. Su hija, Yesenia, desesperada por la situación económica, decidió emigrar a Perú en busca de un trabajo que le permitiera ayudar económicamente a su familia. En cinco años, Yesenia ha venido seis veces a Venezuela, especialmente en navidad y algunos cumpleaños. 

Yolanda vive en el sector La Dolorita, municipio Sucre, en el estado Miranda, comenta que sufre de la tensión y a diario padece por la falta de agua y la intermitencia en el servicio de gas doméstico. Se levanta a las 5:45 de la mañana para hacerle el desayuno a sus nietos y mandarlos al colegio. Luego, se ocupa de los quehaceres de la casa y a las 12 en punto ya tiene el almuerzo listo. En las tardes, se dedica a ayudar con las tareas escolares y otras labores domésticas. Asegura que se siente muy cansada, pero agradece que su hija vea por ellos y mensualmente envíe dinero porque “la situación en Venezuela es muy dura”. 

“Yo no puedo trabajar, tengo una mano que casi no me sirve y la tensión se me sube. Mi nieto mayor ayuda con las cosas pesadas de la casa y ahí vamos luchando entre todos. Me da pesar que mi  hija tenga que trabajar tanto y estar tan lejos, pero no podemos echarnos a llorar, hay que seguir. Solo le pido a dios vida y salud para sacar adelante a mis nietos”, dijo Yolanda. 

La situación de Yolanda no es única. Se repite con bastante frecuencia en las barriadas populares del país. Cifras del estudio realizado por la ONG Convite “Evaluación sobre las condiciones de vida y salud de las personas mayores en Venezuela 2023”, estiman que las mujeres mayores son las que tienen la mayor responsabilidad en las labores de cuidado. La encuesta, realizada a 1535 adultos mayores de 19 ciudades del país, arrojó que 36% de las abuelas están a cargo del cuidado de sus nietos bien sea porque los padres emigraron o porque están trabajando durante todo el día.

Abuelas indefensas ante la economía 

Uno de los grupos etarios más afectados por la prolongada crisis económica venezolana son los adultos mayores y en especial, las mujeres, debido a que las políticas de cuidados son prácticamente invisibles, los ingresos son insuficientes y el acceso a la salud pública es deficiente.

Según la última medición de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2023, la pobreza en Venezuela se ubicó en 50%, mientras que el estado de vulnerabilidad arropa, en su mayoría, a las mujeres. 89% de los hogares padece inseguridad alimentaria, término que describe cuando alguien no tiene acceso o no puede comprar suficientes alimentos nutritivos para su salud y bienestar general.

Actualmente, los adultos mayores que están pensionados por el Seguro Social venezolano reciben mensualmente 130 bolívares, unos 3.5 dólares, más un bono por concepto de “Guerra Económica”, por un monto de 900 bolívares, o 24 dólares. En total, 28 dólares mensuales que no todos reciben. Cabe establecer la comparación entre el ingreso que perciben las abuelas y la canasta alimentaria familiar de enero que tuvo un costo de 535,23 dólares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). 

De acuerdo con el estudio de Convite, el 71% de los encuestados que percibe la seguridad social que brinda el Estado lo califica como deficiente y afirman que no cubren las necesidades de las personas mayores. 

De los consultados, 58% afirmó que reciben la caja del Clap, de estos, 45% indicaron que dichos alimentos les duran 15 días independientemente de la cantidad de comidas que hagan al día. 

51% afirmó que algunas veces han tenido que reducir las porciones. 53% está consumiendo proteína animal de 2 a 3 veces por semana y 77% incluye los granos en su dieta para proporcionarse proteína vegetal cuando no pueden consumir carnes.

El informe de Convite sobre Victimización de las Personas Mayores correspondiente al segundo semestre 2023 reveló que aunque las mujeres mayores están menos expuestas a las muertes violentas en comparación con los hombres, el 28% de las víctimas mujeres (54) que fallecieron en circunstancias violentas fueron mayores de 55 años.

Adultas mayores también necesitan cuidados 

Angelina Sosa vive en Petare, municipio Sucre en el Estado Miranda, tiene 68 años y está a cargo de dos nietas de 14 y 12 años. Sufre del corazón y también de hipertensión. Afirma que cuidar de sus nietas es una bendición y una gran responsabilidad porque ellas no tienen mamá, pero al mismo tiempo, se siente cansada y quisiera llevar una vida más tranquila. 

“Ya soy mayorcita, a veces siento que necesito unas pilas nuevas. Yo las cuido y hago todo por ellas, pero a mi edad es difícil llevarles el ritmo a las niñas. Cuando me enfermo se complica todo porque no hay quien cuide de mí y tampoco de ellas”, dijo Sosa. 

El estudio de Convite arrojó que el 55% de las mujeres encuestadas se encuentran a cargo de otra persona o adulto mayor, 36% de niños, niñas y adolescentes, 11% cuidan de varias personas y 8% de alguna persona con discapacidad. 

A juicio de la psicóloga clínico Vanessa Nunes, el cuidado de los nietos es una cuestión de decisión. Asegura que hay personas que ejercen el rol de abuelos por decisión, vocación y amor y otros por obligación moral o presión de los miembros de la familia, «pero de manera objetiva, una persona de avanzada edad ya no tiene la energía y capacidad (física, emocional ni cognitiva) para todo lo que implica el cuidado de un niño».

La mayoría de las abuelas tienen el rol de ser consentidoras y amorosas con sus nietos. Tanto Yolanda como Angelina coinciden en que sus nietos son el motor que las anima día a día. Sin embargo, para ellas, no solo es acompañar y consentir, la labor implica tareas de higiene, educación alimentación y demás actividades extracurriculares. 

“Las abuelas están para que las cuiden, si bien es cierto que es común en nuestra cultura que las abuelas se encarguen de los nietos, hay que diferenciar entre ‘echar una mano’ o  que sean un apoyo a asumir el total cuidado de los nietos”, dijo Nunes. 

A toda la situación económica y social de las abuelas venezolanas se le suma que la salud mental podría verse afectada bien sea por las responsabilidades y la situación económica o la merma de la capacidad física. 

En este tema, la psicóloga Nunes enfatizó que a esa edad lo más añorado por los adultos mayores es estar tranquilo, descansando y disfrutando de los nietos, “lo cual es muy distinto a estarlos cuidando y formando”.

“Sí se puede ver afectada su salud mental por sentirse presionados con tantas responsabilidades impuestas o «elegidas». Estos abuelos pueden presentar síntomas como ansiedad, culpa,  tristeza, dificultad para dormir, estrés entre otros”, dijo Nunes.

Sobre la obligación de los abuelos de cuidar de sus nietos, Nunes comentó que actualmente se han ido introduciendo términos como el “síndrome del abuelo esclavo» que se refiere a cuando las responsabilidades del cuidado de los nietos sobrepasan sus capacidades reales.

“Estos abuelos lo hacen por obligación moral (lo que esperan de ellos, porque sus hijos lo necesitan), pero a costa de olvidar que son seres que también necesitan cuidados, atención y recreación, por cuestión de salud mental y bienestar emocional”, explicó. 

Vanessa Nunes afirmó que últimamente he escuchado muchos hijos quejarse de sus padres porque no quieren cuidar a sus nietos y aconseja que la decisión no debe ser percibida como algo malo, pues ellos están en su derecho de decidir si quieren o no tener esa responsabilidad o sólo ser abuelos presentes, consentidores que apoyan pero que no crían.

“La plata no alcanza” 

El esfuerzo físico de cuidar a los niños se agrava para los adultos mayores debido a la falta de recursos. Según las mediciones de Convite, el 79% de los encuestados usa medicamentos para tratar alguna patología, siendo la hipertensión arterial la enfermedad más común y también la que más afecta a las mujeres (60% de 858 personas con la enfermedad).

De las encuestas realizadas, el 61% respondió que no acude a consultas médicas periódicas para controlar su enfermedad. 51% indicó que puede adquirir las medicinas con dificultad, 26% solo puede comprar algunos de los recetados, para el 10% es difícil adquirirlos y el 7% los tienen cuando se los donan. 

Coromoto Rangel tiene 56 años y cuida de un nieto de cuatro años porque “le nace”. Desde hace varios años dejó de trabajar debido a dos hernias discales y osteoporosis en la columna y cadera que le impiden hacer trabajos pesados. Sus hijos la ayudan, pero aún así, afirma que costear sus tratamientos para la hipertensión y los huesos resulta bastante costoso. 

“Nada más el tratamiento que tengo que tomarme mensualmente para los huesos sale en 25 dólares, más la pastilla de la tensión, son como $40, eso sin contar las vitaminas, el calcio y la alimentación. De verdad es casi imposible cubrir todo”, dijo.  

En la encuesta de Convite 55% de las personas consultadas estiman recurrir a gastos mensuales superiores a 100 dólares, 75% de las personas mayores manifestaron estar siendo apoyados económicamente por sus familias, tanto las que permanecen en el país como las que están en el exterior; 24% indicó que se ayudan con varias alternativas como pedir dinero prestado.