Dos años sin ajuste del salario mínimo: el derecho vital que el chavismo olvidó - Runrun
Dos años sin ajuste del salario mínimo: el derecho vital que el chavismo olvidó

Dos años han pasado y el salario mínimo fue olvidado. Fue el 15 de marzo de 2022 cuando el gobernante Nicolás Maduro decretó el último ajuste salarial de los venezolanos a 130 bolívares. Desde entonces y hasta ahora, ese es el monto que perciben mensualmente millones de trabajadores como salario base, así como también los jubilados y pensionados. 

El oficialismo ha tratado de ignorar el hecho de que el salario mínimo está “pulverizado”, como lo denuncian sindicatos y defensores de los derechos de los trabajadores, y la única alternativa de “solución” que ha presentado ha sido la bonificación de los ingresos. 

Hace ya dos meses, el 15 de enero de 2024, Maduro ajustó el “ingreso mínimo mensual” de los trabajadores venezolanos. La medida no significó un aumento del salario base, sino del pago que se hace mediante el Sistema Patria, el Bono de Guerra Económica, a 60 dólares mensuales. El bono de alimentación sigue, según el oficialismo, en 40 dólares indexados a la tasa del Banco Central de Venezuela (BCV).

Ese “ingreso mínimo mensual” lo perciben completo solo los trabajadores activos de la administración pública y no genera pasivos laborales, es decir, no influyen en el pago de vacaciones, utilidades ni liquidación. Los jubilados de la administración pública reciben el 70% de ese monto, es decir, 70 dólares, mientras que los pensionados solo perciben 25 dólares mensuales.

La aniquilación del salario mínimo como germen de la crisis humanitaria

De acuerdo con el informe anual del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), durante el año 2023, los trabajadores venezolanos protestaron en 4.100 ocasiones exigiendo salarios dignos. Esta cifra representa un aumento de 59 % en comparación con 2022.

“El reajuste de salario digno y suficiente sigue siendo el principal motivo de protestas en Venezuela”, señaló el OVCS en su informe.

La organización señaló que los ingresos por salario mínimo del trabajador venezolano resultan “precarios e insuficientes para alcanzar el acceso a vivienda adecuada, alimentación, cuidado a la salud física y mental de las familias”.

En el marco de un foro virtual organizado  el 8 de marzo de 2024 por el Observatorio Social Humanitario el representante de la firma de investigación Anova Policy Research, Omar Zambrano, destacó que la crisis humanitaria no ha desaparecido en los años de leve recuperación económica, pues las condiciones de vida de las personas dependen fundamentalmente de los salarios.

“Esa transacción es fundamental en la constitución de los ingresos de los hogares, por lo tanto, en el bienestar de las familias y de las personas. Lo que pasó en Venezuela tiene todo que ver con lo que pasó en el mercado laboral”, argumentó. 

Para Zambrano, esa caída “estrepitosa, brutal y abrupta” de los salarios reales es uno de los factores que explica la crisis humanitaria en Venezuela.

“El valor del trabajo en Venezuela se hizo trizas, se desapareció, se diluyó completamente a partir de 2015, 2016, 2017”, expresó.

“La crisis humanitaria se gestó en el colapso de los salarios y en la debilidad del mercado laboral y, mientras eso no se revierta, está para permanecer. Está pasando muy poco para revertir esta fragilidad económica. Mientras esto no se revierta seguirá la migración, porque el ciudadano no podrá cubrir sus necesidades básicas, el cambio debe ser en conducción de políticas, conductores y en los programas”, opinó. 

La caída del ingreso real de los venezolanos es uno de los factores que explica que al menos unos 14.000.000 de ciudadanos tengan necesidades críticas, es decir, que tienen comprometida su vida, integridad y seguridad “a un nivel importante”, como señaló en el referido foro virtual del Observatorio Social Humanitario Jo D’Elia, defensor de derechos humanos y coordinador de la plataforma Hum Venezuela.

El activista advirtió que, de no recibir asistencia inmediata, muchos venezolanos de ese grupo podrían pasar al grupo de “necesidades severas”, con riesgo de  sucumbir o tener daños severos, “desde pérdida de la vida hasta daños irreparables, como rezagos desde el punto de vista educativo, extenuación de medios de vida, miseria, explotación, trata, tráfico y desplazamiento”.

Por su parte, la novena edición de Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2023),  elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES), concluyó que la  pobreza de ingreso “sigue siendo uno de los grandes escándalos que padece la sociedad venezolana”.

La Encovi registró cinco años consecutivos de aumento de la pobreza de ingresos entre 2014 y 2019. En el año 2020 tocó su techo. Entre 2021 y 2022 la “liberalización económica” redujo la pobreza a niveles similares de 2017, pero en 2023 se detuvo esa leve mejor.

Este estudio también determinó que 89% de los hogares padece inseguridad alimentaria y que la mitad de los hogares encuestados no perciben ingresos suficientes para cubrir la canasta alimentaria, lo que se categoriza como una situación de pobreza extrema.

El salario mínimo fue “pulverizado”

Leida Marcela León, presidenta de la  Central de Trabajadores Alianza Sindical Independiente (ASI), señaló que el concepto de salario mínimo “no existe” hoy en Venezuela. “Fue pulverizado, y con él, todos los derechos y reivindicaciones derivadas del valor humano del trabajo”.

“El salario mínimo es tan mínimo, tan bajo, tan ínfimo, que no proporciona ni a los trabajadores ni a sus familias condiciones de vida adecuadas”, denunció León en conversación con Runrun.es

Para Leida Marcela León, desde el gobierno y la patronal privada existe “un juego en usar términos que disfrazan la desaparición del salario”.

Señaló que tanto patronos públicos como privados hablan del “concepto de ingreso”, que no es más que la bonificación de los derechos laborales, todo con el objetivo de “seguir desapareciendo el salario mínimo”.

León denuncia que esta política de congelar el salario en lugar de los precios de la canasta y servicios básicos, “ha aumentado las desigualdades y nos ha convertido en hogares muy pobres”.

“Hoy, la inflación, la corrupción, la crisis política, las tres reconversiones, las sanciones y la errada política de congelación del salario y los contratos colectivos, desvanecieron la calidad de vida, ya el salario no es suficiente para comer, no es suficiente para cubrir la salud y no es suficiente para cubrir la educación”, lamentó.

Leida Marcela León advierte que se ha perdido la salud, el futuro del país, beneficios de contratos colectivos, vacaciones, aguinaldos, horas extras, bonos nocturnos, dotaciones y prestaciones al tener “un salario mínimo tan invisible”.

¿Es posible la “recuperación progresiva” del salario?

La presidenta de la Central de Trabajadores ASI, Leida Marcela León, explicó que desde la organización han hecho varias propuestas de acuerdo al momento. Por ejemplo, recordó que en los momentos de la pandemia de COVID-19 plantearon un “ingreso de emergencia” y una ley de emergencia laboral.

“En el contexto actual, de disminución de la inflación y del inicio de un proceso de recuperación y crecimiento económico, así como la mejora en el ingreso fiscal, en el ingreso de divisas y en la recuperación petrolera, pedimos una reconstrucción y recuperación progresiva del salario mínimo nacional”, señaló.

Para conseguir esa recuperación, explicó León, al revisar los indicadores y la canasta de consumo mínimo de los trabajadores que realizan mensualmente en Central ASI y ante la no publicación de la canasta normativa del Instituto Nacional de Estadística (INE), plantean “un salario mínimo de arranque de 200$, que debe ir recuperándose progresivamente en la medida que mejore el crecimiento económico, es decir bajo un método de equilibrio entre la producción y el consumo, hasta llegar al salario mínimo vital”.

León considera que el ajuste del salario mínimo nacional constituye un “potente estímulo económico”, pues el salario más alto fomenta el consumo, “lo que conduce a una mayor demanda agregada e incluso a una mayor productividad”. 

“El salario mínimo debe tener en cuenta el costo de vida, y debe actualizarse periódicamente para garantizar que los salarios reales de los trabajadores no se deterioren con el tiempo y no hagan que la brecha sea tan descomunal como ocurre actualmente”, señaló.

Bonificación del salario es insuficiente

Leida Marcela Moreno señaló que con el Bono de Guerra Económica, que para trabajadores activos en la administración pública equivale a 60 dólares “se produce el cuento del real y medio” con el que apenas pueden pagar la electricidad, internet, gas, subsidio de gasolina, y bolsa CLAP. “Es decir, se lo devolvemos al Estado”.

Recordó además que hay diversos montos de bonificaciones además del de “Guerra Económica” para funcionarios públicos. Por ejemplo, los trabajadores de alto nivel, dependiendo del grado de responsabilidad y jerarquía, pueden recibir unos 120 dólares mensuales, lo cual también “es insuficiente para cubrir las necesidades básicas esenciales que permitan vivir dignamente”.

En el caso de los funcionarios de cuerpos de seguridad como el Cicpc y la Policía Nacional Bolivariana (PNB), perciben una bonificación de al menos dólares. Sigue siendo insuficiente “y menos aún ante el medio ambiente de trabajo de ese sector”, dijo.

Se refirió a otros beneficios o bonos del Sistema Patria que no son para los trabajadores , sino para sectores comunitarios, por ejemplo, Hogares de la Patria, Amor Mayor, José Gregorio Hernández, Escolaridad, entre otros. Además, recordó que los trabajadores de la economía informal son los de la “mayor fuerza de trabajo” y estos no reciben el Bono de Guerra Económica.

Depender de las remesas y dedicarse a la economía informal

Leida Marcela León señaló que para poder sobrevivir ante los ingresos insuficientes, los trabajadores dependen, en muchos casos, de las remesas que envían los familiares que migraron. 

Sobre los migrantes que envían remesas, León señaló que muchos están en el exterior con una baja calidad de vida y en condiciones de trabajo difíciles, pues algunos “no son bien remunerados, sufren humillaciones, xenofobia, maltrato y discriminación”.

“Hoy vemos que los montos de esas remesas son de 30, 50 hasta 100 dólares, lo cual también es insuficiente, pero ayuda a paliar”, señaló.

En segundo lugar, indicó que la mayoría de trabajadores se han trasladado al sector informal de la economía, en “emprendimientos caseros de emergencia”, sin formalidad laboral en pequeños negocios como “venta de alimentos, delivery, manicure y pedicure, repostería, ventas por catálogo, ventas por internet, ruletas, rifas online”, entre otros.

Otra forma de subsistir es el trueque de víveres contenidos en las bolsas de alimentos, por vegetales, frutas y hortalizas, “como complemento de la dieta nutricional”, acotó León.