Venezuela, territorio de saqueos - Runrun
Lorena Meléndez Mar 23, 2017 | Actualizado hace 5 años
Venezuela, territorio de saqueos
Hubo 1.200 actos vandálicos durante 2016. ¿Cuál fue el estado donde hubo más robos masivos? ¿Cuántas personas resultaron detenidas? ¿Cuántos murieron en medios de estos hechos? Runrun.es explica el fenómeno a partir de la revisión de los sucesos que se registraron el año pasado

 

@loremelendez

GERRY VALDERRAMA NUNCA PENSÓ que le tocaría estar en medio de un saqueo. En La Urbina, al este de Caracas, había habido alborotos alrededor de las colas de los supermercados, pero eran desórdenes pasajeros que, creía él, de forma improbable iban a tocar a la panadería Duri, en donde trabajaba. Hasta que el 9 de junio de 2016, una bandada de personas lo sorprendió con la puerta del establecimientos como única protección.

El ambiente enrarecido de esa jornada, en la que habían saqueado al menos ocho camiones en la colindante Redoma de Petare y en Palo Verde, le hizo pensar a Gerry que lo mejor era bajar la santamaría para evitar que, por algún enfrentamiento, rompieran los vidrios del negocio. Pero cuando salió a cerrar los portones metálicos, se dio cuenta de que un grupo de muchachos lo observaba del otro lado de la calle. Lo que sucedió quedó registrado en las cámaras de seguridad de la tienda.

Ahí se ve cómo un hombre corre hacia la entrada de la panadería y le da una patada a la puerta. En instantes, entran 1, 2, 5, 10, 20, 30, 50 personas. Van hacia las bandejas de panes dulces, a la máquina registradora. Una estudiante de bachillerato, de camiseta azul escolar, toma todas las cajas de cigarros que puede para meter en su morral rosado. Un motorizado con el casco puesto se acuesta en uno de los mostradores para agarrar piezas enteras de jamón y queso. Mientras, los trabajadores y clientes de la panadería salen, horrorizados, por una puerta trasera de emergencia.

El de la Panadería Duri fue uno de los 16 saqueos que ocurrió el 9 de junio del año pasado, cuando en total se registraron 17 actos vandálicos en el estado Miranda en sólo 24 horas. Fue solo uno de los 1.200 saqueos por alimentos y conatos de estos que sucedieron en 2016, eventos que dejaron cifras rojas que no se habían visto en casi tres décadas: 1.892 detenidos, 146 heridos y 21 muertos.

Tras la pista del robo masivo

Hay un dato clave que arroja la data de los saqueos: 975 se consumaron, mientras que 225 sólo quedaron en intentos. Esto demuestra que, contrario a lo que sucedió en 2015, estos sucesos dejaron de ser una mera amenaza para convertirse en una calamidad que alcanzó desde abastos y gandolas, hasta galpones que servían como depósitos de alimentos.

Runrun.es siguió el pulso de este fenómeno desde abril de 2016, cuando se dispararon los saqueos a raíz de los apagones que hubo en Maracaibo, Zulia, por el plan de racionamiento eléctrico que se aplicaba en el país en ese momento. En esos días, se trató de una serie de hechos en las que se vieron afectadas panaderías, farmacias, automercados y quincallerías que marcaron, en cuestión de días, una escalada de violencia que no se había reportado hasta entonces. El balance después de 48 horas fue de más de 70 comercios afectados y más de 100 personas arrestadas.

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Ya para esa fecha, el Observatorio de Conflictividad Social había alertado que en los dos primeros meses del año se produjeron 64 robos masivos, es decir, una cuarta parte de los que se habían contabilizado en 2015, cuando de acuerdo con la misma organización, hubo 287 actos vandálicos. En marzo, el entonces vicepresidente de la República, Aristóbulo Istúriz, admitió que solo en el asueto de Semana Santa se habían ejecutado 21 saqueos.

Pero esa ha sido una de las escasas cifras oficiales divulgadas sobre un fenómeno que ha obligado a comerciantes e industriales a cambiar desde la forma en la que se venden los alimentos hasta la manera en la que se transportan, en aras de evitar que los productos se pierdan y que la infraestructura de los establecimientos o los vehículos de carga sufran daños que no puedan remediarse. El Estado calla no solo el número de saqueos e intentos de saqueos que se han producido en los últimos años, sino también las pérdidas del sector comercio, y lo que es peor, la cantidad de detenidos, heridos y muertos que ha dejado la estela del robo masivo.

Para intentar entender la ola de violencia, Runrun.es elaboró una base de datos que contabilizó los actos vandálicos, y sus conatos, que fueron registrados en medios nacionales, regionales y redes sociales. Así se pudo observar cuáles eran las fechas en , las zonas de mayor incidencia del delito, así como los saldos de detenidos, heridos y muertos que cada uno dejó. De esta manera, se pudo mapear el fenómeno y también observar qué lo impulsó y qué lo redujo. Todavía hoy, al cierre del tercer trimestre, continúan ocurriendo estos sucesos.

En el mapa siguiente se observa la ficha de cada evento, con la información exacta de lo ocurrido: fecha, lugar, estado, número de arrestados, cifras de muertos y heridos y un enlace para revelar la fuente de dónde se extrajeron los datos.

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Luego de los hechos de abril, en Zulia, los saqueos continuaron su ascenso hasta llegar a 127 en junio, mes del Cumanazo y del Petarazo, y el mismo período en el que también hubo mayor cantidad de muertos: 6 en total. La mayoría de las víctimas fatales cayó por las balas de la Guardia Nacional. En ese mes, también se registró el máximo número de detenidos: más de 400. El fenómeno sólo volvió con fuerza en diciembre, cuando la falta de efectivo por la abrupta salida del billete de 100 bolívares conjuró el caos en distintas urbes venezolanas, en especial en Ciudad Bolívar, al sur del país.

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Fue precisamente Sucre el estado en donde se contabilizó el mayor número de detenidos: 477 personas; así como la cifra m;as alta de muertos: 7. Fue allí donde la represión también se hizo evidente. En Cerezal, los militares dispararon a la población, armados con fusiles AK-47, en medio de una protesta por alimentos. Así asesinaron a Luis Osmel Fuentes, un joven de 21 años de edad. 

Bolívar, escenario de la mayor cantidad de saqueos, también alcanzó la cima del número de heridos con 34 registros. Todos ocurrieron entre el 16 y 18 de diciembre, justo en los días del billetazo, en medio de los 566 actos vandálicos que hubo en el norte y sur de la entidad.

Comportamiento de sobrevivencia

La psicólogo social y política, María Teresa Urreiztieta, explicó que la frecuencia de los saqueos tiene su génesis en la indignación. Según ella, el venezolano está al límite de su paciencia debido a un malestar social que se complementa con el miedo al hambre, el tener fuera de su alcance bienes y servicios básicos, el estar sometido a políticas de opresión y el moverse en un clima de riesgo constante.

“Lo que nos rige es un comportamiento de sobrevivencia, no de anárquicos o de delincuentes. Eso, como fenómeno, se expresa de manera violenta”, apuntó Urreiztieta, quien agregó que aunque cada saqueo es un caso distinto, es la cristalización de la insatisfacción, el descontento y la crisis nacional. Se convierte, además, en un canal que visibiliza el hambre que padece el país.

Detrás del mostrador de una carnicería del barrio José Félix Ribas, en Petare, el propietario del negocio rememoró aquel 9 de junio de 2016 cuando, en horas de la noche, seis horas después de lo sucedido en la panadería Duri, los mismos vecinos que le compran a diario reventaron los candados y abrieron la santamaría para llevarse todo lo que tenía en los refrigeradores y en los anaqueles. Fueron más de 6 millones de bolívares en pérdidas.

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Foto: Miguel Gutiérrez/ EFE

“Yo no creo que haya sido planificado. Aquí hay hambre y la gente se metió porque quería comida”, justificó el comerciante. Más tarde, comentó que pese a haber podido reabrir su carnicería un mes después del robo masivo, no pudo hacer lo mismo con otro establecimiento que tenía justo al frente y que también fue violentado la misma noche, por la misma turba.

El hambre de la que habla el carnicero no solo se ve en las calles venezolanas, donde millones hurgan en la basura para alimentarse, sino también en estudios como la Encuesta Condiciones de Vida 2016 –elaborada por la USB, UCV y UCAB, junto a un grupo de ONG– que en febrero pasado reveló que a 93,3% de los habitantes de la nación no les alcanza el dinero para cubrir sus necesidades alimentarias y que al menos 74,3% de la población había perdido al menos 8,7 kilos de peso de forma no controlada en el último año.  Las carnes rojas y blancas, principal fuente de proteínas, no están entre los cinco productos principales que consumen los estratos más pobres.

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Hay otros afectados por los saqueos que descartan que estos estén motivados por la falta de comida. Para Gerry Valderrama, lo que hubo en la panadería Duri fue más vandalismo que hambre. Su tesis la sostienes en que los delincuentes, en lugar de llevarse enlatados, tomaron la caja registradora, rebanadoras y cajetillas de cigarro.

La tienda pudo abrir después de un mes y de una inversión de cerca de 10 millones de bolívares que se enfocaron en restituir los vidrios rotos y reforzar, con un portón adicional, la puerta de entrada. Los trabajadores tuvieron que tomar vacaciones, algunos fueron enviados a otras panaderías y otros se fueron porque pensaron que, debido a los daños, no podrían laborar más. Hoy, de los 36 empleados, sólo quedan 29.

¿Quién saquea?

Eran las 10 de la noche cuando David Villanueva se preparaba para dormir, pero en ese momento empezó a escuchar “la bulla”, ese parloteo lejano que le hacía suponer que un grupo de personas había salido a la calle. Eso lo puso en alerta. Durante todo el día, 9 de junio de 2016, habían ocurrido saqueos en Caracas y en otras partes del país, pero su apartamento de Valle Fresco, en la carretera Petare-Santa Lucía, está tan alejado, que dudaba que el desorden y el caos llegaran hasta allí.

El ruido, poco a poco, comenzó a hacerse más fuerte mientras transcurrían los minutos. Al cabo de un rato, estaba frente a su ventana.

“Eran como 20 personas y todos tenían armas largas. Trataron de entrar al lado pero como no pudieron abrir, entonces se vinieron para acá”, dijo Villanueva, quien observaba desde el piso superior cómo la muchedumbre se hacía más grande y cómo se preparaba para saquear la carnicería donde trabajaba, justo debajo de su casa. Él no podía hacer nada, sólo resguardarse y procurar que no entraran a su piso.

Villanueva vio que además de las armas, los saqueadores portaban sierras con las que cortaron candados y rejas para poder entrar. La destrucción fue total. Se llevaron desde los molinos y rebanadores, hasta las cestas cargadas de muslos de pollo. No sólo fue gente de la zona. Cuando todo parecía haber acabado, apareció la Guardia Nacional para tomar la poca mercancía que quedaba.

En 2016, por primera vez, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) incluyó en su informe anual un apartado dedicado a los delitos por hambre. Además de comentar los hurtos famélicos, en el documento se expuso cómo se habían incrementado los saqueos y cómo esto había motivado a que el traslado de alimentos, de un estado a otro, se modificara.

“Se incrementan los robos colectivos, los saqueos a negocios y transporte de alimentos; han sido una modalidad violenta que se ha aumentado en el país y aunque hay casos que han alcanzado notoriedad, como lo saqueos en Cumaná en el mes de junio de 2016, en San Cristóbal en julio, o en Ciudad Bolívar en diciembre, son muchos más frecuentes y generalizados. En diversas zonas del país, el transporte de alimentos sólo puede hacerse en camiones que se movilizan escoltados por unidades del ejército para evitar los ataques de las poblaciones que atraviesan en su recorrido; y aún así hay casos donde los cuerpos militares no han podido evitar el asalto de la población que busca comida”, indica el reporte de la ONG.

El sociólogo Roberto Briceño León, director del OVV, advirtió que las motivaciones para saquear son distintas. Mientras unos lo hacen por hambre y de manera espontánea, otros se organizan para atacar a vehículos o establecimientos. En todos, sin embargo, identifica un elemento común: “esa sensación de injusticia que se ha instalado en la sociedad venezolana a partir de la polarización política, de la escasez y de la destrucción de la economía, del libre mercado”.

Lo ocurrido en Valle Fresco, donde personas armadas atacaron la carnicería, la panadería, un abasto y otros comercios ubicados unos metros más adelante, es una muestra de los saqueos organizados que comentó Briceño León. Los implicados en el delito aprovecharon el caos que se había generado durante el día para desvalijar los establecimientos del sitio. A ellos se unieron, posteriormente, vecinos que probablemente no tenían qué comer. Aunque hubo promesas del Estado para indemnizar a los afectados, nada llegó a manos de quienes tuvieron que cerrar sus puertas por más de un mes para poder recuperarse y volver a vender, ahora con menos empleados.

Otro comerciante de la zona, que prefirió mantener su identidad en anonimato, indicó que a pesar de que el cobro de vacuna (el pago que los propietarios de los establecimientos hacen a las bandas armadas para protegerse del hampa) es algo frecuente en el barrio, ese día los delincuentes los atacaron sin importar que estuviesen o no al día con sus «cuotas».

«Lo que quedó claro ese día es que aquí no hay ley. Aunque pagues, la vida tuya no tiene ningún respaldo», afirmó.