Los Ruices, Santa Lucía y Barlovento: adultos mayores hicieron su viaje para defender la democracia
Los Ruices, Santa Lucía y Barlovento: adultos mayores hicieron su viaje para defender la democracia

Tercera edad en autobús

El segundo día de validación de firmas para activar el referendo revocatorio 32 autobuses fueron habilitados en Los Ruices para trasladar a personas a otros centros de Miranda para que validaran su rúbrica. A las 12:58 del mediodía un autobús con 33 personas de la tercera edad salió para Santa Lucía. Los pasajeros, que en su mayoría eran mujeres, bailaron, cantaron y compartieron durante el proceso que para algunas duró ocho horas

@Angelicalugob

Siete horas de espera para validar su firma para activar el referendo revocatorio fue para María Eugenia Suels, de 67 años de edad, una aventura. La mujer se puso de acuerdo con una amiga para ir a la Escuela Técnica Don Bosco, en Los Ruices. A las 10:30 de la mañana las dos mujeres llegaron al sector que estaba repleto de personas que hacían cola para validar su rúbrica. Sin embargo, los voluntarios de la Mesa de la Unidad Democrática y de la alcaldía del municipio Sucre les advirtieron a un grupo de personas que en ese centro no podría cumplir con el proceso pues las dos máquinas dispuestas por el Consejo Nacional Electoral no tienen capacidad para cubrir la demanda. Suels y su amiga, rápido se incorporaron a otra cola que fue habilitada para que personas de la tercera edad viajaran a Barlovento o para Santa Lucía.

La espera no fue traumática, ni incómoda para ellas. Mientras hacían la cola bajo un sol inclemente, María Eugenia Suels bailó Chino y Nacho, «La Gozadera» de Marc Antony, y tambores que una agrupación de jóvenes tocó para animar a las personas que fueron a Los Ruices para validar sus firmas.

A las 12 del mediodía los voluntarios hicieron una lista con 33 personas de la tercera edad para que abordaran el autobús. En esa oportunidad les informaron que validarían sus firmas en Barlovento, pero después por cambios de logística se acordó llevarlos para Santa Lucía. Aunque en el vehículo pudieron sentarse y no estaban expuestos al sol, lamentaron que no tenían la música para bailar. Luego de casi una hora de espera a las 12:58 del mediodía el autobús salió desde Los Ruices. Los pasajeros lo celebraron cantando.

 

María Eugenia Suels es psicóloga. Atiende a pacientes en su casa y, en ocasiones, da talleres de programación neurolingüística. Para el martes canceló una cita con un paciente, pues planificó destinar todo el día para poder validar su firma. «Esto es toda una aventura para mí. Creí que iría a Barlovento para validar mi firma, pero nos acaban de decir que vamos a Santa Lucía. No importa en dónde nos toque. Estamos resteados. Estamos contentos porque estamos cumpliendo como ciudadanos, y en mi caso, por mi hija y mis dos nietos. Lamentablemente yo no podré ver la evolución y recuperación de mi Venezuela, lo verán ellos. Yo sólo veré el proceso», contó la mujer durante el trayecto.

Tercera edad firma

En el viaje hacia Santa Lucía cada una de las personas de la tercera edad mostró sus mejores mensajes de optimismo. Zoraida Flores de 63 años de edad, por ejemplo, no sólo bailó en Los Ruices. También lo hizo en el autobús. «Mi edad es un número, solo eso. Si yo no me siento vieja, no lo soy. Hay que estar positivos. Tenemos un país hermoso y no no los podemos dejar quitar. En mi casa solo tengo arroz, pero aquí estoy, cumpliendo con mi deber. Nos quieren cansar, pero no lo van a lograr», manifestó Flores.

Ninguna de las personas de la tercera edad que viajó a Santa Lucía almorzó. Las que tuvieron más ventaja fueron quienes como, María Eugenia, se comieron una «bala fría». En una panadería de Los Ruices solo había empanada de chicharron, opción que por cierto otras personas que estaban en la zona tomaron de almuerzo. Pero la mujer no alcanzó a comérsela completa: «Tenía un grasero. Sólo me comí la masa», dijo.

Una hora y media después, los pasajeros llegaron a Santa Lucía. La logística estaba preparada: los bajaron del autobús y de inmediato los recibieron en un centro que fue habilitado en la Biblioteca Cristóbal Rojas.

Frente a la Biblioteca Cristóbal Rojas, en la Plaza Bolívar, oficialistas tenía prendido un equipo de sonido a todo volumen con canciones pro gobierno. Lo más difícil de llegar al centro fue tolerar el volumen de la música y esquivar los vehículos que pasaban lento debido a la cantidad de personas que pasadas las 2:30 de la tarde hacían cola para validar sus firmas. Puertas adentro, ya las 33 personas de la tercera edad esperaban con alegría su turno.

Tercera edad en Santa Lucia

Unos 15 minutos después ya todos habían validado sus firmas. El capitán del autobús les dio oportunidad a las personas para que se compraran algo en la panadería, visitaran la iglesia y recorrieran los comercios de la zona. La orden fue reencontrarse en media hora en la Plaza Bolívar. María Eugenia no tenía efectivo. Alcanzó a comprarse una susy y un jugo procesado. La mujer tenía intenciones de comprar panelitas dulces y de hacerse fotos en la iglesia, pero una lluvia sorpresiva le cambió los planes. Rápido corrió hacia la plaza para resguardarse y en el trayecto se le rompió la suela de uno de sus zapatos.

Maria Eugenia

La lluvia fue breve. Cuando escampó las personas de la tercera edad se hicieron fotogáafias, incluso selfies, en la Plaza Bolívar, se agregaron en Whatssap e intercambiaron sus usuarios en redes sociales. Pasadas las 4:00 de la tarde, los reagruparon una vez más para abordaran el autobús. Estaban satisfechos. El viaje de retorno para Los Ruices duró poco más de dos horas. Al llegar, María Eugenia, se fue con su amiga Haydée Seijas, de 75 años de edad, quien fue su profesora en la maestría de Antropología que hizo en la década de los 80.

Amigas tercera edad

La ex profesora de María Eugenia la dejó en su casa en Altamira y, posteriormente, la otra señora se fue a su hogar ubicado en Macaracuay. Es parte de la aventura que 33 personas de la tercera edad vivieron para validar sus firmas para activar el referendo revocatorio.