El pasado cinco de mayo, en una preparatoria de Las Vegas, me reuní con jóvenes latinos, DREAMers que llegaron a este país con sus padres cuando eran niños. Sus recuerdos están aquí, en los Estados Unidos. Su esperanza para el futuro reside aquí, en nuestro país. Son tan estadounidenses como mi hija Chelsea y mi pequeña nieta, Charlotte. Fueron criados con el mismo amor hacia la familia y la comunidad, la misma devoción al servicio público y el mismo compromiso social que mis padres inculcaron en mí de joven.
El debate político sobre la inmigración nunca ha sido fácil. Pero ese día me fui del salón pensando que si la gente en sus casas y los políticos en el Capitolio pudieran escuchar a estos jóvenes y darse cuenta de su pasión, de su amor por este país, de sus sueños de crear negocios o convertirse en médicos o abogados, el debate terminaría. Ya tendríamos una solución para ayer.
Pero nunca esperé que este verano la contienda electoral por las elecciones primarias republicanas, lejos de parecer una competencia para el cargo más alto de nuestro país, se convirtiera en una carrera para ver quién puede lanzar las acusaciones más hostiles, ridículas y virulentas acerca de la comunidad inmigrante.
No voy a repetir aquí sus comentarios. Solo diré lo siguiente: Estados Unidos es mucho más que eso. Sé que existe algo mejor que esa actitud. Sabemos que existe algo mejor que esa actitud.
La elección del año entrante coloca a nuestro país en una encrucijada. ¿Seguiremos siendo un país orgulloso de su herencia inmigrante? ¿Seguiremos dándole la bienvenida a la lucha, el esfuerzo y el éxito en nuestras costas? ¿Seguiremos ofreciendo oportunidades y libertades incomparables para todos? ¿O cometeremos uno de los errores más grandes al darle la espalda al mundo y permitir que el odio se convierta en política?
Mi postura es clara. Estoy con América Ferrera, quien nos hace reír pero también pensar. Ella fue una de las primeras en alzar la voz contra la retórica de odio de esta temporada política.
Estoy con Jorge Ramos, quien recibió gritos y fue expulsado de una conferencia de prensa por ejercer su labor de periodista.
Estoy con Dolores Huerta, quien ha luchado arduamente a favor de los derechos de los trabajadores y nos inspira a luchar por justicia para todos.
Estoy con María Hinojosa, quien fundó Futuro Media Group para contar las historias de quienes habían sido pasados por alto o mal representados.
Estoy con Pat Mora, quien ha ampliado los horizontes y la imaginación de un sinnúmero de niños mediante el Día de los Libros.
Estoy con Edward Ávila, hijo de una obrera y un zapatero, quien está trabajando para ampliar oportunidades para los emprendedores latinos en el ámbito de la tecnología.
Estoy con Astrid y Juan, con Rafael y Blanca, y con los demás DREAMers de Las Vegas y de todas partes del país que solo quieren convertirse en ciudadanos de este país –en el cual han vivido y al cual han querido toda su vida– y colaborar para que Estados Unidos nos funcione de nuevo a todos nosotros.
Estoy con cada familia que quiere salir de las sombras; con cada madre que quiere un mejor futuro para sus hijos; con cada hija e hijo nacidos en los Estados Unidos, que temen por sus padres. Estoy contigo.
Como Presidenta, lucharé para reparar nuestro sistema migratorio y aprobar una reforma migratoria integral. Defenderé las acciones ejecutivas del presidente Obama para proteger a los DREAMers y a los padres de niños ciudadanos. Y buscaré ir más allá.
Pero, sobre todo, siempre estaré con la comunidad latina –en materia migratoria y laboral, en educación y protección ambiental–. Porque cuando nos unimos contra quienes buscan dividirnos, y combatimos a los que quieren devolvernos al pasado, y cuando robustecemos nuestras comunidades y familias, fortalecemos a los Estados Unidos.
(*) Hillary Clinton es candidata a la nominación presidencial demócrata de Estados Unidos por el partido demócrata.
