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Duras críticas desde Aporrea: La tarea para 2015

Nicolas-Maduro

Los errores cometidos en los últimos meses llevaron a la Revolución a una situación de alto peligro, estamos en los márgenes de un abismo social y político.

El resultado de la política de alianzas ha sido catastrófico: la economía es un desastre, el dólar coquetea con los 200 bolívares, los precios se hacen inalcanzables, son asombrosamente altos. Los partidos burgueses no acaban de pactar con el gobierno; al contrario, lo acechan como carroñeros. Pero lo grave es el alejamiento de la base chavista. Lo errático del discurso del gobierno, la ambigüedad, la incoherencia ha producido un reflujo de las masas que debilita al gobierno al límite de la caída. Algún día alguien estudiará la labor de sabotaje de la derecha interna, que mermó las fuerzas revolucionarias hasta llevarlas a estas condiciones de alerta roja, ahora la tarea es cómo salvarla.

La emergencia se profundiza por la terquedad de los dirigentes al no reconocer frontalmente el peligro, parecen víctimas de un hechizo que les hace vivir en espejismos. El petróleo baja, las masas se retiran, y ellos predican como en la mejor bonanza, confían en que al final llegará «Papá Noel», ahora con los ojos alargados y comprará más petróleo a futuro, más participación en la Faja, más licencia en las minas de diamante y oro, más zonas económicas especiales, es decir zonas especiales de colonización, y así podrán correr la arruga, seguir el consumismo, el derroche, hasta las próximas elecciones.

A la Revolución la acecha una operación de yunque martillo, dos fuertes tenazas se alzan contra ella:

Una, la vía electoral. La oligarquía va a las elecciones parlamentarias con una posición de ganar ganar. Si fracasan gritarán fraude, ya desconocen al CNE, a los poderes; si ganan con su mayoría en la Asamblea harán lo necesario para acabar con el gobierno. Confían ganar, saben que el gobierno tiene delicados problemas de aceptación.

La otra opción es la de un golpe de Estado. Lo preparan con habilidad de orfebre, entramos en el nuevo año con los poderes cuestionados, la operación de desprestigio de la dirección corre con ayuda internacional, ya es normal hablar de la fortuna de los jefes bolivarianos, y nadie desmiente, nadie se defiende. El susurro a los militares aturde, ya el peligro es reconocido por los altos voceros del gobierno que se distraen en zancadillitas, en enroques inútiles, en peleas de centro de estudiantes de la UCV, como en los ochenta.

El cuadro de 2015 es sombrío para la Revolución, no es hora de alabanzas, de adulaciones, mucho menos de silencios, de chantajes. Ya la teoría, las hipótesis, cedieron espacio a la realidad, ese juez inapelable: la vía que tomamos hace poco menos de dos años no dio resultado, nos hundió en tiempos de alto peligro, es necesario construir líneas de defensa.

¿Qué hacer frente a las diferentes posibilidades que nos presenta la derecha externa, la oligarquía, cómo prepararnos para enfrentarlas? Lo primero entender los principales errores de estos últimos meses.

Uno, quizá el principal: la batalla no se decide en lo material, en el reparto, en la invitación al despilfarro, al consumo desmedido. Así sólo se consiguen afectos mercenarios que carecen de profundidad estratégica, al primer obstáculo se desvanecen, migran al mejor postor. La vía mercenaria clientelar no es apta para las grandes hazañas, para la construcción, sólo sirve para destruir, en ella nunca se puede fundamentar un hecho revolucionario. La lucha por el Socialismo es ante todo una obra espiritual, cultural, es instaurar una nueva visión del mundo, integrar a la sociedad, establecer una nueva relación entre los humanos y de estos con la naturaleza, sólo así se justifica la entrega a esa causa.

Segundo, entender que la alianza con los capitalistas no es meramente un problema económico, se trata de un duro golpe a la formación de la conciencia del deber social, al sentido de pertenencia a la sociedad, a los pilares esenciales de la Revolución, del Socialismo. Mucho nos ha perjudicado ese maridaje.

Estos errores han minado la pasión revolucionaria, negarlo es tonto. Es necesario corregirlos. Es urgente una autocrítica sincera, verdadera, profunda, creíble, que restituya la credibilidad del gobierno, esa es la principal tarea para 2015. Un pueblo sin pasión por una causa, sin conciencia, es incapaz de defenderla, sólo sobre la pasión se podrán construir victorias.

 

Toby Valderrama y Antonio Aponte