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Gasto Militar

Cambiar gasto militar por inversión social por Rafael Uzcátegui

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Cada vez que Chávez o Maduro despotricaba contra los Estados Unidos, pavoneando su alineación con países como Rusia, mis amigos anti-imperialistas tenían orgasmos múltiples. Lo que no sabían los camaritas, o no querían saber, es que la paranoia sobre la invasión de los marines, que ha tenido momentos estelares en la última década y media, tenía como una de sus fuentes de combustible lo que mis amigos de la Internacional de Resistentes a la Guerra denominan «especuladores de la industria de armamento», o mis tíos de Ejido «perros de la guerra».

Cada vez que los próceres bolivarianos ­volvían­ a declararle la guerra a Washington, estos personajes se frotaban las manos. Y no es para menos. Entre los años 1999 al 2015, según una fuente informativa alabada por el propio Eleazar Díaz Rangel ­el Instituto de Investigaciones de Paz de Estocolmo-, Venezuela gastó la cifra de 5.620.000.000 de dólares, el 70% del dinero en tres tipos de armamento para repeler la invasión desde las playas de Machurucuto: Aviones de guerra, misiles y defensa antiaérea. El «bigbroker» ha sido Rusia, a través de su estatal de venta de armas Rosoboroneksport, quien ha facturado del total la tajada de 4.005.000.000 de dólares. Como en la película de Kubrick, cada vez que el teléfono rojo sonaba, volaban divisas hacia Moscú.

Uno de los problemas al que las autoridades le han prestado poca atención es la corrupción.

La frase no es sobre Venezuela sino sobre Rusia, el texto del español Antonio Sánchez «¿De la crisis al resurgimiento? La industria militar rusa en el siglo XXI». Continuo la cita: «Esta es una característica de la economía rusa y afecta también a la industria de la defensa. Respecto a este último ámbito, la corrupción depreda el presupuesto del área, al tiempo que potencia el aumento en los precios y reduce la calidad del armamento». No paso a comentar lo que usted está pensando en este momento. Según este autor, Venezuela es el cuarto mejor cliente de Rosoboroneksport, detrás de China, India y Argelia.

El dinero malgastado en la carrera armamentista hubiera sido de mayor utilidad en inversión social.

Así por lo menos se hubiera dado la sensación que la Campaña de la Comisión para el Desarme, realizada por artistas y locutores cuyos nombres no quisiera acordarme, era un poquitico verdad.

Con esa plata se hubieran entregados 112.400 apartamentos de la Misión Vivienda «full equipo».

O se hubieran construido 56 hospitales de 2 pisos con 220 camas cada uno. O se hubieran levantado 4.257 liceos bolivarianos, de esos con los que soñaba Héctor Rodríguez cuando ministro. Mis panas anti-imperialistas deberían convocar una de esas marchas que en su momento promovió Uslar Pietri.

Ver el vaso medio lleno y convertir las crisis en oportunidad. El creciente desprestigio de lo verde oliva entre nosotros abre un escenario favorable para la desmilitarización del país, del territorio, de nuestras mentes y cuerpos. Eso andamos motivando algunos y algunas.

 

 

@fanzinero

TalCual 

Sendai Zea May 15, 2012 | Actualizado hace 12 años
Editorial: Gastos incongruentes

La semana pasada se publicó una noticia en donde se hacía referencia a la inversión en defensa de los países que conforman la UNASUR. Dicho organismo coloco a Venezuela como tercer país con mayor gasto entre 2006 y 2010 con un promedio de U$ 33,200 por año.

De entrada no estamos en desacuerdo con el gasto en defensa externo porque tenemos una frontera muy complicada con Colombia, en donde se tienen que combatir a grupos irregulares para defender la soberanía y además la costa que colinda con el Mar Caribe, que es de las más extensas de la región. A pesar de ello hay que mirar con ciertos matices estos gastos.

Desde el punto de vista latinoamericano, esta carrera armamentista genera desequilibrios estratégicos en la región. Latinoamérica es uno de las pocas regiones en donde no se han generado conflictos de envergadura (desde el final de la II Guerra Mundial y cuyo principal enemigo es el narcotráfico y el terrorismo político. En ese sentido, un gasto militar muy alto, puede estimular al vecino hacer lo mismo como mecanismo disuasivo y generar una peligrosa espiral que es difícil de parar.

Desde el punto de vista venezolano puede causar un poco de preocupación. Primero, existe poca transparencia con el destino final de esas armas, por ejemplo, se ha denunciado en repetidas oportunidades que las FARC y otros grupos tienen en su poder algunos rifles que pertenecen al arsenal militar venezolano. Igualmente mucha s armas que poseen grupos de delincuencia organizada no se consiguen precisamente en supermercados: granadas, rifles de asalto, uniformes militares etc. Sustentado en esas denuncias que se han realizado y de algunas pruebas que dan como resultado lo señalado anteriormente, creemos que es necesario una contraloría transparente (no pública por cuestiones estratégicas) del paradero de muchas de esas armas.

Lo segundo es que mientras en Venezuela la inseguridad avanza y somos víctimas de una guerra silenciosa, nos preguntamos ¿Cómo es que no se realiza una inversión de la misma dimensión en fortalecer a los cuerpos de seguridad nacionales para luchar contra la delincuencia?. Hoy en día, y a pesar de la creación de la Policia Nacional Bolivariana, los funcionarios policiales carecen de las herramientas necesarias para enfrentar a bandas que muchas veces utilizan armas de guerra para sus fechorías. Así mismo estos funcionarios muchas veces tienen que pagar de su mismo salario los uniformes y viven en sitios en donde su entorno es frágil y sirve de germen para la corrupción.

Nuestra posición es la de creer que debe haber un gasto militar cónsono con la realidad y que antes de aumentarlo debe invertirse en otras prioridades, como la seguridad ciudadana para fortalecer a la sociedad venezolana y por ende la defensa de la nación. En este momento, un exagerado gasto militar es incongruente con la realidad del país.

 

@ManuelAvendano

 @Diploos