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Francisco J. Quevedo

¡¿Miguitas en la Cama?!, por Francisco J. Quevedo

cuarto sucio

¿Tiene o ha tenido Ud. una pareja de esas que son buena compañía hasta que abren la boca, que van dejando la ropa en el camino mientras entran en casa y ven televisión en interiores, que beben del pico de la botella en la nevera o dejan la puerta del baño abierta cuando van a hacer hasta el «número dos», que no lavan un plato y se rascan «allá» en público, que no limpian el lavamanos después de cepillarse, cuando se cepillan, y lo dejan empatucado de pasta de diente? Así se siente la inmensa mayoría de los venezolanos con este, con estos y estas, quienes parecen dejar hasta miguitas en la cama, título de un libreto y película argentina de 1949.

La verdad es que las declaraciones de estos y estas no cesan de sorprendernos, y sus acciones, menos. «¡Qué pena con ese señor!» dice uno cuando declaran a la prensa o se presentan en foros internacionales. Basta solo escuchar la traducción del discurso de apertura de los Juegos Olímpicos de Río 2016, por el locutor de un canal oficialista, para exclamar «¡Qué mamarrachos!». El orador dijo «selfishness is gaining ground» (el egoísmo está ganando terreno), lo cual fue interpretado como «los selfies andan por todas partes». Otra vez: ¡Qué pena con ese señor!

Igualmente, una diputada oficialista dijo ante la Asamblea Nacional en su alocución del Día del Médico que 730 millones de personas habían sido atendidas por las redes de salud del Estado en los últimos 17 años. Es decir, toda la población venezolana ha acudido a Barrio Adentro, creado en 2005, a menos que se refiriera a los hospitales y ambulatorios de «la Cuarta», veinticuatro veces desde entonces, más aún, cada uno de nosotros acude a un CDI casi dos veces y media por año, en promedio. Por lo que dijo, parece que somos un país muy enfermo.

Lo que dan es risa, aunque muchas veces sea frustrante escucharlos. Sin embargo, leer el libro «Chavistas en el Imperio», de Casto Ocando, da asco. Desde las conexiones del oficialismo con las FARC y el negocio de la droga y los secuestros que estas manejan, hasta las groseras fortunas que han amasado estos muy mal llamados socialistas en los Estados Unidos (sin hablar de los bancos suizos, domínanos, panameños y en paraísos fiscales), el abultado escrito nos revela que nos casamos con un chulo, con un mamarracho que nos pega y nos explota. Ante esta triste realidad que expone el autor, el discurso se descubre solo como una acción cantinflera que pretende desviar la atención de todos. Esas estupideces están bien pensadas.

Y es que es obvio. Recordemos tantos esfuerzos del oficialismo por negar el carácter de las FARC en los inicios de este gobierno. «No son terroristas» dijo tajantemente el entonces Vice-Presidente de la República. Y he allí tanto que suena el río cuando se habla del Cartel de los Soles y se descubren casos como el de «los narco-sobrinos», entre otros que se esconden. ¿De dónde viene la droga, quién es el socio proveedor? Cuando se suma la mediación de Venezuela en el conflicto de la guerrilla colombiana, en Cuba, todo nos queda claro.

De allí las fortunas súbitas. Si el petróleo es -como dijo Pérez Alfonzo- «el excremento del Diablo», hay mucho coprófago en Venezuela comiéndoselo. El billón de dólares que ha recibido la revolución ha servido para amasar inmensas fortunas, para crear empresas en Miami y Panamá, como relevan «The Panama Papers», para comprar aviones y fincas de caballos purasangre, para adquirir, «furruquear» y destrozar Ferraris y Porsches como si no costaran nada, para hacer mercado en Aruba y la República Dominicana, como hacen gobernadores y diputados en vuelos privados (privados de las risas, además), y para vivir como reyes en Caracas, Brickel y Bal Harbor. Y no contentos con eso, estos y estas se han empatucado hasta los teque-teques, como decía el Supremo Comandante, con el negocio de la droga, para colmo de males, como si tanto dinero no fuera suficiente.

Viendo, escuchando y leyendo, comprendamos que estamos casados con un mamarracho que nos maltrata y nos hace pasar muchas penas, pero que, definitivamente, de sus mieles, no comemos…

 

Francisco J. Quevedo

@fjquevedo

¡Aquí no hay pa' nadie! por Francisco J. Quevedo
cochinito_quebrado
A los precios petroleros actuales, el Gobierno solo cuenta, si acaso, con US$ 15,5 millardos en su presupuesto de divisas para 2016. Si quiere preservar las reservas internacionales, para medio sostener el valor de la moneda, y -como ha dicho y hecho hasta ahora- cumplir con sus compromisos de deuda externa, eso no le da un saldo suficiente para importar alimentos y medicinas, y mucho menos tiene para asignarle un dólar al sector privado. Así es que olvidense de «14 motores» porque no hay dólares para arrancar ni uno.

Aunque el INE solo publica cifras de importación hasta octubre de 2014, eso es, 18 meses de retraso, proyectándolas, podemos estimar que cerraron aquel año sobre los US$ 38,2 millardos, cifra que ya representaba un frenazo del 33% de los picos alcanzados en años de bonanza petrolera (Ya entonces, los precios del petróleo comenzaban a retroceder, y promediaron US$ 88,42 p/Bbl, 11% menos que en 2013 cuando rondaban US$ 99,49). En 2015, el barril petrolero se desplomó a la mitad, dejándole al país solo US$ 22,8 millardos en divisas. Si sumamos lo que quemaron de las reservas internacionales, podríamos estimar que en efecto eso sirvió para importar unos US$ 26 millardos el año pasado, representando otro frenazo del 33%.

Hoy, con un barril rondando sobre US$ 30, la disponibilidad de divisas no permite pagar deuda e importar a la vez, primero, y luego no habría dinero para las importaciones más esenciales del Estado. Es decir, con un flujo de caja de US$ 15,3 millardos no se pueden pagar entre US$ 10,3 y 16 millardos de capital y servicio de deuda e importar US$ 15,3 millardos, cifra que representa otro recorte más del33%, ya por tercer año consecutivo.

Es cuestión de aritmética, si le quitamos un tercio a los ingresos cada año, al tercer año nos quedamos sin nada, visto de manera sencilla. En efecto, Venezuela necesita por lo menos el doble de lo que se estima recibir para seguir a flote. La Nación está como la cabra que parió tres. Alguien se va a quedar sin comer, aunque paradójicamente, los otros dos cabritos estén también, metafórica, literal y folklóricamente, «mamando».

¿Y quién paga los platos rotos? Si el Gobierno usa este flujo de caja para pagar la deuda, sin quemar más reservas, no le alcanza el repele para pagar importaciones esenciales, entendiéndose que 28% de lo que entra al país son alimentos y bebidas, y otro 7% son medicinas, sumando no menos de US$ 9 millardos el año pasado. Faltarían al menos US$ 5 millardos para pasar agachados, y eso, a un ritmo que ya viene chucuto. Claramente, el sector privado se va a quedar como el tercer cabrito, por fuera como la guayabera.

Si al Estado le faltan US$ 5 millardos que van a tener que salir de las reservas internacionales o de algún paladín que nos preste, el sector privado sería ingenuo, si espera que le asignen un centavo. Más bien debe recurrir a otras fuentes, o a su propio bolsillo. Por ello el paralelo se mantiene en las nubes y el llamado Dicom se ha convertido en un «crawling peg» que avanza día a día y debe cerrar Abril sobre Bs. 400 por dólar, Mayo sobre 600 y comenzar a canibalizar la tasa de @DolarToday entre Junio y Julio. No hay forma ni manera que este Gobierno agarre lo que cree son «sus reales» para dárselos a los importadores privados. «¡Que traigan sus dólares!» dirán… Pero, si pretende que los traigan o los vendan a tasas oficiales, se van a quedar esperando.

El sector privado no va a traerse sus capitales a Bs. 340 por dólar, ni a 600, y no va a importar un container a tasas paralelas, si lo obligan a marcar el costo de sus importaciones, y por ende, los precios, a la tasa Dicom. Y si no consigue los «cinco millarditos» que le faltan, el Gobierno quemará reservas, las cuales caerían casi un 40%, presionando al alza del cambio implícito, y el paralelo, con graves consecuencias inflacionarias, o simplemente no importará lo que el país requiere en alimentos y medicinas, recortando el suministro de bienes esenciales hasta en 60%, generando así una situación de crisis alimentaria y de la salud innegables.

Por donde quiera que se vea, en lo polìtico y en lo económico, el juego está trancado…
@qppasociados
2015: ¿Qué nos espera y cómo enfrentarlo? por Francisco J. Quevedo

bolívares

 

Si 2014 fue un año malo para la economía y para los negocios, el 2015 se perfila peor. La recesión, la inflación y el desabastecimiento se verán agravados por la caída de los precios petroleros y por la ineptitud de un Gobierno empeñado en imponer un modelo fracasado, sumándosele un escenario político que se recalienta por unas elecciones parlamentarias que son cruciales para el destino del chavismo y de Venezuela misma.

En este marco, la resiliencia del consumidor venezolano y el abanico cambiario permitirán que aún en plena crisis haya oportunidades para surgir, ahora con una esperanza de cambio. La clave está en reinventarnos, buscando oportunidades y soluciones, creando puentes entre la clientela, nosotros y el entorno.

Todo lo que va a pasar ya está pasando. La variable petrolera no es alentadora. Según registra el portal de Menpet, los precios han venido cayendo de manera progresiva desde 2012, perdiendo más del 31% de su valor a esta semana. Y la tendencia sigue, tal como pronostica la OPEP y reflejan los mercados futuros. Si este año sobrevivimos con un barril promedio quizás de US$ 90, el año que viene bien pudiéramos enfrentar un precio ponderado de US$68 p/bbl.

Si el ritmo de liquidación de divisas que reporta el Cencoex si acaso alcanzará al cierre del año 50% de los US$ 42 millardos presupuestados, acumulando una deuda inmanejable, la proyección de ingresos 2015, lamentablemente, apunta a un recorte adicional no menor al 7%. Es decir, si en 2014 los importadores y las aerolíneas sufrieron una sequía de dólares, el año que viene se pondrá peor, y ello implica más desabastecimiento y más inflación, en la medida que el Gobierno recurre a la imprenta y, el público, a un paralelo que no debe bajar de Bs. 160 en Junio.

¿Seguirá manteniendo el Gobierno la farsa del 6,30 para alegar que no ha devaluado la moneda? Así dicen. El abanico cambiario mantendrá las distorsiones del mercado, donde el paralelo marcará la pauta en precios, justos o injustos, pero por demás ciertos. En la medida que la brecha con el Sicad 2 se amplíe, la demanda por este dólar que a Bs. 49,98, parece mentira, luce barato, será incontenible. ¿Se mantendrá la farsa cambiaria ahí también? De ser así, la oferta se seguirá contrayendo, limitada a papeles y entes del Estado, porque nadie quema divisas a un tercio de su valor de calle.

La variable presupuestaria ya se ha anunciado que viene con una reducción del -18% en términos reales, de cara a la inflación, es decir, y tras la mentirita de un aumento nominal, lo cual impactará a las misiones, entre otras erogaciones. Y como quiera que el presupuesto fiscal se calculó, de nuevo, con base en un petróleo a US$ 60 p/bbl, la discrecionalidad del Estado se verá reducida, del 50%, anterior diferencial entre el barril presupuestado vs. lo real, al 13%. Es decir, no habrá mucho dinero tampoco para créditos adicionales. ¿Seguirá el dispendio, y la corrupción, secando las arcas de la Nación?

A la iliquidez, que no es insolvencia, por ahora, se le sumará la estanflación. Ya algunos analistas apuntan a una caída del PIB del -4% en 2015, con un INPC que se disparará sobre 84% e impactará el consumo, en la medida que el presupuesto del hogar se vea cada vez más comprometido. En efecto, el INE reporta que los hogares ingresan un promedio mensual de Bs. 9.000, mientras que el Cenda informa que la canasta alimentaria supera ya Bs. 14.000. Si visualizamos una distribución normal del ingreso (Campana de Gauss), podemos estimar que más del 80% de la población ha caído a nivel de subsistencia. Si bien somos 30 millones, el mercado para muchos productos, como automóviles y viviendas, y servicios, como la banca y los seguros, se limitará cada vez más al 20% superior de la pirámide social, mientras las misiones tratan de atender al resto con menos disponibilidad.

En este contexto, la resiliencia del venezolano salta a la vista. Vemos restaurantes llenos y conciertos con entradas agotadas, por no hablar de vuelos especiales a Miami y aviones sin cupo. Todos tenemos que comer, y quienes tienen carro, al no poderlo cambiar, deben mantenerlo, asegurarlo o repararlo. Así que el consumo, aunque abatido, persistirá. ¿Qué hacemos? ¿Cómo prosperamos cuando todo apunta a un colapso?

Las empresas deberán, por un lado, concentrarse en la minoría rentable, y evolucionar, yendo de la transacción a la relación, y de la relación a la solución; y considerar que la internacionalización no se limita a invertir u operar en el exterior, sino a operar en dólares y con dólares, así sean caros. “Ya no es suficiente con satisfacer al Cliente, tienes que deleitarlo” dijo Tom Peters, autor de “En Busca de la Excelencia”, y en un mercado desabastecido y caro, esto implica agregar valor más allá del producto que no se consigue, y del servicio que no es muy bueno.

Por su parte, el venezolano tendrá que buscarle la vuelta a la situación. No se deje cegar por la crisis, no se deprima ni tire la toalla. Si no ha abierto cuenta Sicad 2, hágalo. Si no pudo comprar dólares porque no pagó ISLR, declare 2014. No proponemos que actúe al margen de la ley, al contrario, que invierta, compre y venda bienes y servicios importados, porque en esta Venezuela, en la medida que este Gobierno insista en destruir a la empresa privada y en crear más y mayores distorsiones en la economía, cada vez se producirá y se invertirá menos. Y en este mundo de ciegos, el tuerto es rey.

“En momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento” dijo Einstein, quien también afirmó que “si buscas resultados distintos, no intentes hacer siempre lo mismo”. ¡Invéntese una!

@qppasociados