LAS ENFERMEDADES PRESIDENCIALES tienen su historia en la región. Desde los achaques y muerte  de Perón en su última presidencia hasta la muerte del presidente electo de Brasil Tancredo Neves en 1985 lo que abrió el camino presidencial a José Sarney, el vicepresidente escogido, con quien me une una buena amistad. Recientes son los casos de información veraz y oportuna por parte de los médicos tratantes de los presidentes Fernando Lugo de Paraguay, Lula da Silva y Dilma Rousseff de Brasil, Cristina Kirchner de Argentina y Juan Manuel Santos de Colombia. Sin tapujos, ellos mismos, afrontaron su salud ante sus conciudadanos. Los viajes a La Habana de Evo Morales, Rafael Correa, Ollanta Humala y Cristina Kirchner  han sido para conocer por boca de Raúl Castro la verdad del estado de salud del caudillo que sabiendo de sus dolencias las aguantó y disimuló hasta el pasado 7 de octubre para ser reelecto.

Por cierto que  Raúl Castro reclamó a Maduro a fines de diciembre el haber señalado que Chávez “estaba haciendo ejercicios” pues eso denotaría una irresponsabilidad por parte de los médicos cubanos.

Desde entonces todo se prepara, se consulta y se elabora conjuntamente con los galenos cubanos.

El ministro Ernesto  Villegas hace lo imposible por informar. Por su presión como periodista en ejercicio permanente es que ha logrado hacer lo que nunca pudo el inefable Rizarra. Aunque a veces cae en hipérboles.