El Principio de Peter por Francisco J. Quevedo

Si algo hemos comprobado en los últimos años es que “el hombre surge hasta el máximo de su incompetencia”, tal como lo postuló el Dr. Lawrence J. Peter en el libro publicado en 1969 (“The Peter Principle”), con la coautoría de Raymond Hull, del cual robamos el título.
Peter, canadiense de nacimiento y doctorado en la Universidad del Estado de Washington, estudió las jerarquías modernas y logró demostrar que los líderes alcanzan un punto donde su mediocridad saca el mejor partido, llegando a plantear que debían ser degradados a un rango inferior donde su incompetencia no sea tan notoria. En efecto, los expertos en organización y gerencia indican que este es uno de los principales problemas con los ascensos “desde adentro” (¿No querría decir “desde mi corazón”?) que muchas veces afectan severamente la productividad, la eficacia y la eficiencia de las organizaciones (y los gobiernos). No siempre el mejor jugador será el mejor técnico para el equipo, tampoco el mejor vendedor será siempre el Gerente de Ventas idóneo. ¡Ojo! Y tanto menos lo será el peor.
Si algo ha demostrado éste, fehacientemente, es que llegó donde nunca debió llegar. Nunca tanta incompetencia se había juntado en un solo lugar como en esta mal llamada revolución bolivariana, la cual, lamentablemente, más se parece a “La Rebelión de la Granja” de Orwell que a alguna idea de Estado del Libertador, quien socialista no era, de paso. Nunca, en la historia de la Venezuela moderna, tanta mediocridad se había mezclado con tanta corrupción como en este proceso revolucionario. Nunca tanta mentira se había vendido como la única verdad…
Chávez desmostró una de las inexorables Leyes de Murphy: “Toda solución genera nuevos problemas”. Con aquella designación (dicen que por instrucciones de Cuba), llegamos a un caos entrópico, a un desorden inevitable, pero reversible, si se sustituye al incompetente, como plantearía la revista Harvard Business Reviewrefiriéndose al gigante Microsoft (Feb. 2014, “How Microsoft Avoided the Peter Principle with Nadella”) y apalancándose en el afamado libro y principio al cual nos referimos aquí. Estas designaciones deben hacerse con mucha ponderación, no “desde mi corazón”.
“Vemos políticos indecisos que se las dan de resueltos estadistas” que atribuyen sus fallas a “imponderables de la situación”, escribe Lawrence J. Peter en su libro. ¡Lapidario! ¿Se referiría acaso, de manera premonitoria, a Maduro y su guerra económica, la inflación inducida, El Niño o la iguana aquella, entre tantas excusas, o estaría hablando de Fidel Castro y su eterna lucha contra el imperio, atribuyéndole siempre su propio fracaso al bloqueo económico? Y sigue: “Es ilimitado el número de funcionarios públicos que son indolentes e insolentes; de jefes militares cuya enardecida retórica queda desmentida por su apocado comportamiento, y de gobernadores cuyo innato servilismo les impide gobernar realmente.” Indolencia, insolencia, retórica enardecida y jalabolismo: Venezuela en cinco palabras.
Un pasaje del libro El Principio de Peter nos plantea una reflexión obligada. Leamos: “Cuando (el Gral.) Buenaguerra fue ascendido a Mariscal de Campo tuvo que tratar, no con soldados corrientes, sino con políticos y generalísimos aliados. Le era imposible ajustarse al protocolo necesario. No podía pronunciar las cortesías y adulaciones convencionales. Discutía agriamente con todos los signatarios y dio en pasarse días enteros tendido en su remolque, embriagado y sombrío. La dirección de la guerra pasó de sus manos a las de sus subordinados. Había sido ascendido a un puesto para cuyo desempeño era incompetente.”
Este pasó de Canciller, malo o bueno, a Vice-Presidente y luego, por “imponderables de la situación”, a Presidente encargado y Presidente; pasó de tratar con embajadores y cancilleres a ministros y gobernantes. ¿Se habrá ajustado al protocolo necesario? Ud. lo dirá. Las encuestas dicen que no. ¿Acaso pronuncia las corteses adulaciones convencionales cuando se dirige a Obama, Almagro, Uribe o Macri, o discute agriamente? ¿Y quién manda aquí?
El Principio de Peter, definitivamente, lo ha acogido, al parecer…
@fjquevedo