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Sopla brisa fresca por Francisco José Virtuoso SJ

Zea
Hace 11 años

papa

El papa Francisco nos ha sorprendido nuevamente con sus respuestas a una entrevista concedida al jesuita Antonio Spadaro, director de la Civilitá Cattolica, el pasado 19 de agosto. Su estilo claro y directo, la espontaneidad de sus comentarios, la amplitud de su perspectiva, nos revela a una persona preocupada por transmitir lo más genuino del Evangelio a los hombres y mujeres de hoy. El largo diálogo que transcurre en la entrevista pone de manifiesto a un hombre sincero, honesto, libre y muy profundo. Habla más desde la sabiduría que desde la doctrina. No es prisionero de la imagen o la representación social del cargo que detenta. No cabe duda: su mensaje y su estilo han soplado aire fresco en la Iglesia católica y desde allí al mundo entero.

Quizás lo más cautivador del papa Francisco ha sido su disponibilidad al cambio, expresada en detalles muy sencillos, pero que indudablemente le están diciendo al mundo que la Iglesia católica (y nada menos que desde el papado) está dispuesta a cambiar, a responder desde lo más propio del cristianismo a las exigencias del Pueblo de Dios en esta historia concreta. Esa actitud supone una gran dosis de humildad, una gran libertad y una imponente actitud creativa.

El llamado a la creatividad es permanente en él. Y para despertarla el Papa propone que su Iglesia salga a los caminos, se encuentre con la gente, oiga sus clamores y cure sus heridas. Para cualquier cristiano resuenan en estas imágenes el pasaje del “buen samaritano”, el que no pasó de largo ante el herido del camino sino que se acercó y se hizo cargo de él. Una frase lapidaria señala el camino para la renovación de la Iglesia católica: “el Pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios o clérigos de despacho”.

Este cambio de actitud y mentalidad que el Papa propone a los católicos tiene que pasar de su invitación franca y cordial, de su palabra fresca y estimulante, de su impronta personal, a convertirse en un programa para toda la Iglesia, que se traduzca en cambio de estructuras y en la incorporación de las transformaciones necesarias. Obviamente todo cambio trae consigo conflictos y, lamentablemente, la proporción de esa relación es directamente proporcional. Ese es el principal reto del Papa: ¿cómo hacer que su frescura y su inspiración produzcan en la Iglesia católica una nueva primavera, un nuevo “Pentecostés”? Juan XXXIII encontró en la convocatoria de un Concilio Ecuménico el camino para ello, y la bondad del “Papa Bueno” inauguró a una nueva etapa en la Iglesia católica. ¿Cuál será el camino que escogerá Francisco para legarnos la Buena Noticia de la que es portador?

Artículo publicado el 26 de septiembre de 2013 en el diario El Universal

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