Bradley Manning es el tristemente célebre soldado norteamericano que acaba de ser encontrado culpable de veinte cargos por haber hecho llegar cientos de miles de documentos clasificados de su gobierno, al otro célebre personaje que funge de director de la mediática WikiLeaks como lo es Julian Assange. Este joven de tan sólo 25 años de edad enfrenta la posibilidad de ser condenado a prisión hasta por 136 años, cuestión, no obstante, que los expertos en el tema consideran poco probable.
Con respecto a la condición de su persona, una de las primeras cosas que uno atina a pensar, es preguntarse que esperaba el soldado Manning al realizar tal desatino. Además, uno también se pregunta si este joven en algún momento calculó que el peso de la justicia de su país no caería con toda la fuerza sobre sus espaldas. Sólo Dios sabe que ideas pasaban por la mente de este personaje, ya que por lo visto dentro de las Fuerzas Armadas Estadounidenses y en particular en sus servicios sicológicos y de contrainteligencia no tenían la menor idea.
En relación con el resultado parcial del caso judicial, llama mucho la atención la cobertura o más bien la perspectiva que le han dado algunos medios escritos y radioeléctricos tanto americanos como europeos. La verdad es que cada vez que observo algún comentario sobre el tema en la televisión, pareciera que se trata de cubrir periodísticamente una suerte de persecución que realiza un todopoderoso Estado a un desvalido muchacho que hizo alguna pequeña jugarreta. En estos reportajes sobran las declaraciones de los “defensores de los derechos humanos y la libertad” y no aparecen por ningún lado las opiniones de la contraparte que puedan al menos dar una idea sobre el tremendo daño que este soldado causó y todavía causa a su nación.
Sobre Snowden, no hay que efectuar ninguna descripción previa, ya que éste, a la fecha, es más conocido que los Beatles. En el caso del excontratista de la CIA, los medios lo presentan como el atrevido y valiente guerrero, capaz de desafiar a su país y hacer del conocimiento público que el Tío Sam escucha todas nuestras conversaciones, lee nuestros emails y tiene acceso directo a cualquier archivo guardado en el viejo Macintosh con que juegan nuestros hijos.
En realidad uno observa pocos, pero muy pocos, segmentos en la televisión en los cuales los periodistas o conductores intenten tratar con cierto equilibrio estos sonados casos que traen de cabeza a los servicios de inteligencia estadounidenses. Este hecho lo consideramos bastante negativo para el logro de una mínima cultura de defensa en la población, cuestión sobre la cual están (o deberían estarlo) los gobiernos de las grandes y medianas potencias mundiales.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.
Universidad “Simón Bolívar”