Las precampañas de los candidatos presidenciales venezolanos llaman la atención por su enorme diferencia. De un lado tenemos a Henrique Capriles Radonski quien viene con un impulso tremendo de las primarias. Cuenta con el apoyo de la Mesa de Unidad quien se ha ganado el respeto del paÃs, con unos voceros que van en lÃnea con su discurso y con un grupo de jóvenes que llenan de esperanza su propuesta. Henrique además se encuentra ejerciendo su gestión como gobernador y finalmente el candidato hace lo que un verdadero candidato debe hacer: recorrer el paÃs.
Del otro lado tenemos al presidente, a Diosdado, a Maduro, a Elias, a Adán y pare usted de nombrar. Me gustarÃa escribir que esta campaña es un tête-à -tête de Chávez y Capriles, pero no lo es. No lo es porque un candidato recorre el paÃs mientras el otro recorre un hospital. No lo es porque un candidato maneja a un equipo y lidera la unidad democrática, mientras el otro candidato maneja un control remoto y lidera la unidad mediática. No lo es porque un candidato representa el futuro mientras que el otro representa el decadente presente.
Pero resulta que la precampaña presidencial que observamos de Diosdado, Maduro, Elias y Adán es tan distorsionada como tÃmida. Primero, vemos que no existe una coherencia de fondo en los discursos de cada pre candidato. Segundo, estos precandidatos hablan y se pronuncian fundamentalmente cuando su jefe se encuentra de espaldas. Tercero, el futuro de polÃtico de esos precandidatos depende de un partido polÃtico que no tiene un liderazgo claro. Y finalmente, los sueños de todos de llegar a la presidencia dependerán exclusivamente del antojo de su jefe.
De tal manera que ese es el panorama que tenemos.
Si agrupamos a todos los rojos vemos que su discurso de fondo es la misma cantaleta que han repetido durante una década. Además observamos que la estabilidad polÃtica de los rojos depende de la rebeldÃa de un tumor cancerÃgeno y de la irreverencia de un paciente enfermo de poder.
Hay que darle tiempo al tiempo y esperar a ver qué pasa. Lo cierto es ahora es momento de precampaña y de cruzar los dedos para que el CNE respeta y divulgue las fechas, anteriormente acordadas, del cronograma electoral.