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Siria se ha topado con la UE y Liga Árabe… por Omar Hernández @omarhUN


Los acontecimientos en Siria se han precipitado y en aquel país el temor de sucumbir a una guerra civil fraticida crece a la par que la paciencia de la comunidad internacional parece disminuir. Sin embargo, existe la notoria percepción de que hay cierta incapacidad de parte de esa misma comunidad, de presionar y obtener cónsonos resultados que mejoren la realidad sobre el terreno. Me refiero en particular al Consejo de Seguridad de la ONU, órgano en el que sin tapujo alguno se habla de “transición” y de “cambio”.

Pero a pesar del evidente consenso al interior del Consejo, de que al-Assad debe emprender reformas, detener la violencia y ulteriormente dejar el poder, las discordias entre los miembros permanentes sobre el curso de acción a seguir no se han disipado. Y, a menos que haya un deterioro mayor de la situación y el número de víctimas civiles sea desproporcionado, quizás así permanezcan las cosas. Aunque, cuando el Consejo dio carta blanca a la operación militar en Libia… Rusia y China no se opusieron, sólo se abstuvieron.

Pues bien, ante ello algunos países han considerado que una buena alternativa, además de la aplicación unilateral de medidas -caso Francia-, es obviar a la ONU y su burocracia institucional, y recurrir a los organismos regionales. Y aquí, los ejemplos muy evidentes son la Unión Europea y la Liga Árabe.


El Consejo de la Unión Europea en Bruselas acordó hace apenas unos días aumentar la presión sobre Damasco, no sin antes recordarle al Consejo de Seguridad de la ONU su responsabilidad de mantener la paz y seguridad internacional. La Unión Europea no sólo expresó su preocupación ante la brutal represión del régimen sobre sus ciudadanos, sino que aprobó nuevas sanciones: suspensión de créditos del Banco Europeo de Inversiones y, restricción de viajes y congelamiento de activos a funcionarios del Gobierno sirio.

En lo relativo a la Liga Árabe conveniente es traer a colación el artículo 52,2 de la Carta de la ONU que reza “Los Miembros de las Naciones Unidas que sean partes en dichos acuerdos o que constituyan dichos organismos, harán todos los esfuerzos posibles para lograr el arreglo pacífico de las controversias de carácter local por medio de tales acuerdos u organismos regionales…”. De manera que, se está implementando de facto y de jure, una provisión de las mismas Naciones Unidas.

La Liga Árabe ha tenido un rol especialmente activo en lo que atañe a la situación siria. Rol que le ha merecido el reconocimiento de no pocos países. La Liga es un organismo que, hemos de decir, durante largo tiempo se mantuvo al margen de los acontecimientos en sus países miembros pero que gracias a lo que acontece en Siria, se ha reinventado a sí misma.

La Liga había llegado a un acuerdo con Damasco hace poco más de una semana, que incluía puntos específicos: cese de la violencia, liberación de los presos políticos, desmilitarización de los centros urbanos y, la creación de una comisión mixta junto con corresponsales extranjeros, para chequear “in situ” la realidad en la zona. Todo, con la promesa de fondo, de emprender un proceso de diálogo nacional.

Pero Siria se burló de sus propios hermanos árabes. Más bien la violencia aumentó y todo quedó en el papel. La Liga suspendió a Siria del organismo (se anunció primero y se oficializó después con cierta renuencia) e instó a cortar vínculos diplomáticos con Damasco, cosa que ya muchos han hecho, mientras continúan ataques de partidiarios de al-Assad contra Embajadas árabes.

El plan de la Liga Árabe teóricamente sigue en vigencia y de hecho, según últimas informaciones, un alto funcionario sirio bajo condición de anonimato habría dicho que Damasco aceptará la comisión de observación de la Liga.

Quizás, el aislamiento de al-Assad le esté haciendo recapacitar. El tiempo sigue pasando, y el anhelo de libertad del pueblo sirio sigue esperando…

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Los acontecimientos en Siria se han precipitado y en aquel país el temor de sucumbir a una guerra civil fraticida crece a la par que la paciencia de la comunidad internacional parece disminuir. Sin embargo, existe la notoria percepción de que hay cierta incapacidad de parte de esa misma comunidad, de presionar y obtener cónsonos resultados que mejoren la realidad sobre el terreno. Me refiero en particular al Consejo de Seguridad de la ONU, órgano en el que sin tapujo alguno se habla de “transición” y de “cambio”.

Pero a pesar del evidente consenso al interior del Consejo, de que al-Assad debe emprender reformas, detener la violencia y ulteriormente dejar el poder, las discordias entre los miembros permanentes sobre el curso de acción a seguir no se han disipado. Y, a menos que haya un deterioro mayor de la situación y el número de víctimas civiles sea desproporcionado, quizás así permanezcan las cosas. Aunque, cuando el Consejo dio carta blanca a la operación militar en Libia… Rusia y China no se opusieron, sólo se abstuvieron.

Pues bien, ante ello algunos países han considerado que una buena alternativa, además de la aplicación unilateral de medidas -caso Francia-, es obviar a la ONU y su burocracia institucional, y recurrir a los organismos regionales. Y aquí, los ejemplos muy evidentes son la Unión Europea y la Liga Árabe.


El Consejo de la Unión Europea en Bruselas acordó hace apenas unos días aumentar la presión sobre Damasco, no sin antes recordarle al Consejo de Seguridad de la ONU su responsabilidad de mantener la paz y seguridad internacional. La Unión Europea no sólo expresó su preocupación ante la brutal represión del régimen sobre sus ciudadanos, sino que aprobó nuevas sanciones: suspensión de créditos del Banco Europeo de Inversiones y, restricción de viajes y congelamiento de activos a funcionarios del Gobierno sirio.

En lo relativo a la Liga Árabe conveniente es traer a colación el artículo 52,2 de la Carta de la ONU que reza “Los Miembros de las Naciones Unidas que sean partes en dichos acuerdos o que constituyan dichos organismos, harán todos los esfuerzos posibles para lograr el arreglo pacífico de las controversias de carácter local por medio de tales acuerdos u organismos regionales…”. De manera que, se está implementando de facto y de jure, una provisión de las mismas Naciones Unidas.

La Liga Árabe ha tenido un rol especialmente activo en lo que atañe a la situación siria. Rol que le ha merecido el reconocimiento de no pocos países. La Liga es un organismo que, hemos de decir, durante largo tiempo se mantuvo al margen de los acontecimientos en sus países miembros pero que gracias a lo que acontece en Siria, se ha reinventado a sí misma.

La Liga había llegado a un acuerdo con Damasco hace poco más de una semana, que incluía puntos específicos: cese de la violencia, liberación de los presos políticos, desmilitarización de los centros urbanos y, la creación de una comisión mixta junto con corresponsales extranjeros, para chequear “in situ” la realidad en la zona. Todo, con la promesa de fondo, de emprender un proceso de diálogo nacional.

Pero Siria se burló de sus propios hermanos árabes. Más bien la violencia aumentó y todo quedó en el papel. La Liga suspendió a Siria del organismo (se anunció primero y se oficializó después con cierta renuencia) e instó a cortar vínculos diplomáticos con Damasco, cosa que ya muchos han hecho, mientras continúan ataques de partidiarios de al-Assad contra Embajadas árabes.

El plan de la Liga Árabe teóricamente sigue en vigencia y de hecho, según últimas informaciones, un alto funcionario sirio bajo condición de anonimato habría dicho que Damasco aceptará la comisión de observación de la Liga.

Quizás, el aislamiento de al-Assad le esté haciendo recapacitar. El tiempo sigue pasando, y el anhelo de libertad del pueblo sirio sigue esperando…

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