La intervención de Cuba en Venezuela sigue avanzando. La semana pasada se celebró en el Palacio de las Convenciones de la Habana el V encuentro de la sociedad internacional y sus retos frente a la corrupción. La delegación del Estado venezolano estuvo representada por la fiscal general de la república, Luisa Ortega Díaz. Nada alentador si se trata de enfrentar la falta de transparencia. Más irónico aún cuando el Ministerio Público es uno de los principales responsables de la alta impunidad que existe en el país. Sin embargo, las “conversaciones bilaterales” entre Caracas y la isla fueron más allá de un simple intercambio de ideas. Ambas naciones están cercanas de firmar un convenio de cooperación de formación de fiscales para juicios orales. Nos preguntamos si es necesaria la información suministrada por Cuba para “preparar” a nuestros fiscales entre tantos problemas que hoy atraviesa el sistema de justicia venezolano. Pero esa interrogante sería ingenua de mi parte. Lo que realmente pareciera este asunto es “oficializar” la intervención de los Castro en los tribunales venezolanos. Así como se conoce de funcionarios cubanos en el Saime y el Saren, a lo mejor, en un futuro cercano, esta “formación” podría terminar con jueces, alguaciles y fiscales de la isla. Este acercamiento podría concluir como muchos otros –que jamás debieron haber existido- donde a través del intercambio de petróleo por médicos, docentes y atletas, nuestro país cuenta con más de 50.000 cubanos (según cifras oficiales) que se han dedicado más al adoctrinamiento. Bastante enlodado está nuestro sistema de justicia para que empecemos a escuchar en cualquier momento en un juicio, “oye, ¿y como tú te llamas?
David Smolansky
@dsmolansky
