Alcanzar altura, precisa de destreza y de una dosis de atrevimiento, porque no sólo es la creación de un graffiti, el estampado de una idea y la firma indiscutible, va más allá: la creación de un estilo, la transgresión de la norma y la intervención de la propiedad privada o del arte final de otros. Así es Don Plin.
Don Plín felicita a su mamá. Autopista del Este, Chuao, Caracas
Don Plin, como muchos otros, se desplaza por la ciudad y deja su impronta, sin conocer de limites de altura, tránsito: se rebusca las locaciones y se divierte celebrando a la madre, a los amigos o a la reflexión personal.
Don Plín se confiesa. La Trinidad, Caracas
Don Plin le hace doble click a sus ideas sobre la superficie de un túnel, arte final de una valla inmóvil o sobre la señalización de una autopista. Recorre la ciudad, y no siente preferencia por un municipio en particular, sólo quiere sorprender con su atrevido escalar en poste, vallas o muros remotos.
Don Plín en E/S. La Boyera, Caracas.
Don Plin necesita estar donde no se crea posible hacerlo y su competencia además de otros, incluye a sí mismo, para cada vez ir más allá de la última vez.
Don Plín y el túnel. La Trinidad, Caracas
Rosangela Núñez de Blohm
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