Por Juan Carlos Zapata
El antecedente existe. Operadores tiroteados. Operadores vÃctimas de sicariato. A uno lo secuestraron y luego lo mataron a las afueras de Caracas. También el antecedente de al menos un testaferro muerto en extrañas circunstancias. Todo junto, revuelve los miedos. Estos se encuentran al rojo vivo. ¿Qué ya no viven en Caracas? Se sabe. Pero como el miedo es libre, en Santodomingo, en Miami, en Nueva York, Madrid, en Ciudad de Panamá, ellos toman sus precauciones. No dejan de tomarlas. Salidas controladas. Autos blindados. Custodia propia. Custodia para la familia.  Rastreo en los aeropuertos para evitar detenciones de último minuto. El miedo conduce a la desconfianza. Y ésta, a medidas extremas de ponerse en manos de agentes externos que siguen, graban, filman todo. O sea, la pérdida también de la vida privada, y de la posibilidad del disfrute libre del dinero, de lo acumulado. Le temen también a todo. A un enviado del gobierno. A un enviado, también, del amigo ex-funcionario del gobierno. A un amigo que llegue de Caracas, no vaya a ser un espÃa de otro operador, o de un funcionario activo. Asà no hay vida, se quejan. Pero la vida continúa. No Hay opción.