Del “por ahora” al “aquí no se habla mal de Chávez”
Del “por ahora” al “aquí no se habla mal de Chávez”

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Los 25 años del golpe de Estado del 4-F, signados por aquel “por ahora” reciben al militante oficialista (y al opositor de siempre) con una nueva consigna: “Aquí no se habla mal de Chávez”. Signos de rechazo y resistencia a la frase y sobre todo la orden que ella implica, han comenzado a surgir en los debates cotidianos en el transporte público, en las redes sociales y en portales antes oficialistas y ahora críticos del gobierno como aporrea.com.

“La orden es no hablar nada de las cosas muy malas que tienen el sello del gobierno y del PSUV. Esa es la orden”, escribió en Aporrea Amaranta Rojas. Mientras Claudio Domínguez reflexionó: “Si vemos bien, de Chávez se viene hablando mal desde mucho antes de 1998. Así que cuesta creer que esta situación que vivimos sea producto de eso y que la solución está en que en ningún espacio público pueda hablarse mal de Chávez”.

Un lingüista, un constitucionalista y un politólogo ofrecen sus visiones sobre la transformación del discurso, del modelo y del gobierno, desde el “por ahora” de 1992 al “aquí no se habla mal de Chávez” de 2017.

¿Contra quién?

Sin dejar de mencionar que entre una y otra frase ha habido una veintena de eslogans que describen la evolución del gobierno frente a sus seguidores, Pedro Alemán, experto en Análisis del Discurso de la UCV, hace una anatomía de ambas expresiones: “El ‘por ahora’ vino de un teniente que representaba al pueblo y que se responsabilizó de sus actos frente una clase política que no lo hacía. El ‘aquí no se habla mal’, viene del poder, no de la base. Desde el punto de vista de los actos de habla, el ‘por ahora’ implicaba una amenaza velada contra el poder establecido, pero al mismo tiempo una esperanza para aquellos que comulgaban con las acciones que ocurrieron y que pensaban ‘vendrá el que me va a redimir’. En este momento, el acto de habla que subyace es meramente impositivo, una orden ‘o estas conmigo o atente a las consecuencias’; ahora la amenaza es contra el pueblo, incluyendo el pueblo chavista, y de paso no hay esperanza ninguna”.

¿Y la ley?

El constitucionalista y profesor universitario Enrique Sánchez Falcón ve en ambas expresiones el carácter de una dirigencia que desconoce el marco jurídico. Observa que mientras la frase de 1992 implicaba la amenaza de volver a intentar subvertir el orden constitucional, en esta oportunidad cercenan abiertamente los derechos humanos de expresión, opinión, pensamiento y disentimiento.

“No hay ninguna razón jurídica o política de ningún orden para impedir la crítica que se pueda hacer de un gobernante actual o fallecido. Eso forma parte de la libertad de conciencia, de opinión y de expresión. Los gobernantes son mandatarios de los ciudadanos y los ciudadanos tienen libertad para criticarlos. En el sistema democrático la ley está por encima de todo pero para la clase gobernante actual, el derecho es algo que se puede apartar”, afirma.

64,5% culpa a Chávez

El politólogo y director de Venebarómetro, Edgard Gutiérrez, revela que en la más reciente encuesta correspondiente a diciembre de 2016, 64,5% de los consultados responsabilizó a Chávez por los problemas del país. Afirma que “aquí no se habla mal” es una reacción a esa realidad.

“Del ‘por ahora’ pasamos por ‘¡Viva Chávez!’; ‘Todo el poder para el pueblo’; ‘Con Chávez manda el pueblo’; ‘No volverán’; ‘¡Uh Ah, Chávez no se va!’; ‘Socialismo del siglo 21’; ‘Lo extraordinario se vuelve cotidiano’; ‘Chávez, corazón del pueblo’; y Chávez te lo juro mi voto es pa’Maduro’. Así llegamos a ‘Venezuela indestructible’ y ‘aquí no se habla mal’, en un intento de preservar lo que llaman el legado de Chávez, pero los resultados de empobrecimiento general de toda la población le restan crédito a ese legado y de ahí que solo 34,2% de la población exculpe a Chávez por la crisis”, afirmó.

Gutiérrez acotó que la campaña “aquí no se habla mal” también evidencia la fusión del partido y del Estado: “El vicepresidente del PSUV dicta una línea por la TV del Estado y en seguida ministerios y oficinas públicas ponen los carteles. No hay fronteras entre uno y otro”.

 

Tomado de El Nacional