Por fin voy a Brasil por María Teresa Belandria - Runrun

El Presidente Chávez, finalmente se encontrará con la Presidenta de Brasil Sra. Dilma Roussef, han pasado 6 largos meses desde la llegada al poder de ella y la distancia no es sólo geográfica.

¿Qué pasó?  La relación binacional se enfrió y la orden para bajar el ritmo de samba a bolero vino de Itamarati. Es imposible olvidar la 6ta fila en la que sentaron a Chávez en la toma de posesión y la suspensión de la primera reunión que debía celebrarse al día siguiente y que nunca se concretó. Algo pasó, algo se quebró.

Atrás quedaron: la carroza de 1 millón de dólares en el Sambodromo con una imagen del Libertador que es mandatorio olvidar, el apoyo directo a la reelección y los abrazos en Caracas cada 3 meses.

En este clima frío y lejano se encontrarán frente a frente ambos mandatarios en la primera visita oficial a Brasil. La agenda fue adelantada por el diligente Canciller pero falta la foto de familia que diga al mundo que las diferencias profundas y visibles se pueden maquillar en nombre de los “más altos intereses de la Nación y de la hermandad fraterna de los pueblos”. Los temas a tratar: revisión de los acuerdos binacionales, avances y retrocesos, rendición de cuentas. Pero sin duda habrá presión de Brasil por las empresas descontentas con el tratamiento oficial y la ausencia de cronogramas claros de pagos a pesar del barril a más de 100$.

El gigante de la región, motor de Mercosur, artífice de UNASUR y socio Estados Unidos,  está consolidando  y ampliando su zona de influencia, para ello, mueve los hilos de la diplomacia y se alía con Colombia,  con el buen trato al nuevo mejor amigo, le permite controlar a Venezuela por el occidente, en tanto Brasil hace lo propio al oriente haciendo sentir su peso en Guyana, Surinam y la Guayana Francesa, estrechando lazos con Europa a través de esos territorios. Mantiene los vínculos necesarios, le arrima el hombro si hace falta, pero mantiene prudente distancia acogiendo los reclamos por violación de derechos humanos, se desmarca de Irán, apoya las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra los “hermanos de Chávez” y está dispuesto a escuchar a la oposición con opción clara de gobierno.

Venezuela no tiene nada que ofrecerle a Brasil, ni siquiera la rimbombante interconexión eléctrica pues luz, no hay. Va como cliente, como comprador e importador, va a buscar nuevos créditos y productos que le permitan capear el temporal del desabastecimiento de algunos rubros y de constructores de viviendas express que le permitan “cumplir” la promesa electoral anticipada.

En tanto nuestras empresas privadas e industrias acosadas por un gobierno “empresario” que controla la economía y lleva un comercio administrado, languidecen ante la imposibilidad de competir con una nación industrializada, que le vende aviones y le transfiere tecnología a Estados Unidos visita de su Presidente incluida, que lidera los mercados emergentes, que maneja el Mercosur a su antojo y que inclina la balanza dentro del Consejo Sudamericano de Defensa de UNASUR para garantizarse su papel hegemónico en materia de seguridad y defensa en la región. Un país que, con un gobierno “socialista” en el discurso, pero liberal en lo económico sacó a más 50 millones de ciudadanos de la pobreza.

La señora Roussef ha dado muestras de independencia de criterio, de ruptura con algunas políticas de su predecesor y ha concentrado su accionar en lo doméstico más que en lo internacional, viajó a China miembro del BRIC que comparte junto a India y Rusia, lo que anticipa pragmatismo económico y socios que cuidar. Para Brasil la relación con Venezuela ha quedado en un lugar bastante relegado y la carretera entre Boa Vista y Santa Elena de Uairen, paso terrestre entre las dos naciones pareciera hacerse más larga y cada día menos transitada.

El gobierno venezolano mide su éxito en las giras internacionales en: minutos al aire, fotos y discursos a un público cautivo,  en cadenas, micros y en la cantidad de documentos que se firman sin que sea posible auditar su contenido, los recursos que se emplean y los compromisos que se adquieren.  Mientras el gobierno escribe y habla, Brasil actúa, crece y consolida su imagen y Venezuela atrás, de última en la cola de América Latina, las cifras de la CAN dan muestra de ello. El socialismo en el siglo XXI es retórica vacía como los estantes de los supermercados y su concepción política y económica no cabe en Mercosur. Otra gira para la galería.

María Teresa Belandria

@matebe