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Inmensas fueron las esperanzas que se forjaron en diciembre 1998, al apoyar la candidatura del militar indultado de la causa político-militar que, en febrero 1992, afectó la legitimidad institucional establecida en Venezuela. Para entonces, se jugaron distintas razones que, en el curso del correspondiente proceso electoral, dio como triunfador al militar golpista, desatinadamente sobreseído. Fueron los hechos que determinaron el sorpresivo rumbo que trazó el trágico destino nacional, en toda su amplitud.

Los tiempos que a continuación siguieron, se vieron marcados por el crudo conflicto entre las fuerzas políticas que, históricamente, habían antagonizado por la detentación del poder. Sin embargo, el clima de expectativas que había ponderado el cambio de naturaleza política que asumió el gobierno nacional a partir de enero 1999, no se mantuvo como era esperado.

Una nueva especie de orden dominante, comenzó a provocar una mutación en la correlación de fuerzas políticas. Esto arrastró consigo una serie de problemas que se afincaron en la incidencia de eventos que luego destapó una inusitada violencia. Violencia ésta que adquirió forma, no sólo fáctica. También, de naturaleza económica, política y social.

 

Así vio venirse la resurrección de la violencia que si bien fue primeramente algo circunspecta en su forma, posteriormente adquirió la ferocidad de tiempos superados. A pesar de que el discurso político se revestía de llamados de paz, tolerancia y avenencia. Pero entre la arenga y las realidades, se implantó una brecha que con dificultad podía salvarse. Y cuando lograba evitarse o franquearse, surgían nuevos problemas o se exasperaban aquellos que para entonces se habían acumulado.

Reaparecieron eventos asaltados por la irracionalidad del terrorismo. Aunque peor aún, fue el terrorismo de Estado lo que matizó buena parte de los actos de violencia que comenzaron a ocupar las calles del país. Y aunque el alto gobierno lo negaba, siempre algo revelaba su encubierta presencia. Era la Venezuela de finales de la primera década del siglo XXI e inicios de los años siguientes.

De hecho, fue razón para diseñar, formular y sancionar una normativa cuyo absurdo motivó su aplicación. Es la paradójica normativa que aterrizó con la denominada “Ley contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”, aprobada por la espuria Asamblea Nacional Constituyente y publicada en Gaceta Oficial el 8 Noviembre de 2017. Diseñada para penalizar la disidencia política, dicha ley establece sanciones penales enormes que buscan constreñir las libertades. Ello, con la ridícula excusa de “promover y garantizar (…) la diversidad, la tolerancia y el respeto recíproco (…) erradicar la violencia política, odios e intolerancia a los fines de asegurar la vigencia de los derechos humanos (…) el desarrollo humano (…) la paz y la tranquilidad pública (…)” (Del artículo 1ᵒ)

Parecía haber sucedido que del civilismo que, supuestamente, buscaba exhortarse por cuanto medio era posible, el país cayó en un ámbito de vandalismo donde la muerte colmó de sangre de sus calles. No sólo por acontecimientos amparados por la grosera impunidad protagonizada por colectivos parapoliciales y paramilitares financiados por el régimen. Igualmente, inducidos por el hambre, la inseguridad en todas sus expresiones y la violación de derechos fundamentales y preceptos constitucionales.

Esa sumatoria de causales, hizo que el país sucumbiera sin razón ni justificación alguna. La crisis se insufló en extremo. Así se convirtió en el lastre que detuvo al país en su intentado proceso de crecimiento. Y del desarrollo económico y social, tan ansiado y necesario.

 

La violencia acuciada por la revolución “terrorista” y el régimen “usurpador”, tiene un propósito particular y profundamente político. Aunque nada que ver con la violencia que la historia muestra entre Estados o entre facciones de importante tamaño y gruesos intereses. Esta violencia tiene nombre y apellido pues en sus fauces radica el odio. De ahí que el odio, es acusado como ejercicio de la política. Pero de la política sombría, desesperada y contrariada.

El socialismo del siglo XXI, trajo en sus alforjas -revestidas de democracia y todo cuanto hipócritamente exalta libertades y derechos- el odio. Vino camuflado. Aunque su práctica es histórica, la revolución que ha querido implantarse lo tiene entre sus recursos de urgente y prioritaria aplicación. Sobre todo, si llegó asociado a lo que mal se denomina “revolución socialista”. O peor aún, “revolución bolivariana” o “revolución bonita”. Esta, ofertada como “pacífica, pero armada”.

Esta violencia requiere de la creación de “víctimas inocentes” pues al matar gente honrada o confesos opositores, encauza el odio como razón que justifica cualquier argucia predeterminada o desgracia inducida. Siempre, por fines políticos. Por eso, se hace acompañar de mecanismos de complementación que encubren la crueldad bajo la cual se organiza todo. Entonces puede decirse que la violencia ha fungido como la amenaza gradual sobre cualquiera persona que disienta de las ejecutorias del régimen.

La motivación que está detrás de cada acto de horrorosa condición, evidencia lo torcido de pensamiento y sentimiento que caracteriza a personajes de marras enfundados en el poder por el poder. Todo da cuenta de la irracionalidad que acompaña cada idea puesta al descubierto y emprendida, pese a las consecuencias que incite cada decisión (de rojo color).

Pero lo más grave de todo esto, es el odio que premedita tales decisiones al predecirlas y presidirlas en todo su curso de acción. El odio es enardecidamente el instrumento sobre el cual se moviliza la política mal concebida y peor profesada. Y bajo el “socialismo revolucionario” del que se aferra cualquier ideario tumultuario, como el vigente en Venezuela, considera el odio como ejercicio político (socialista).

@ajmonagas

Derechos sin revés: La tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es respeto

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La tolerancia es una virtud, con una doble perspectiva: moral y política. En realidad es una virtud de la democracia porque el respeto a los demás, la igualdad de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad ni la razón absolutas, son el fundamento de la tolerancia. “Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un engaño, pues la intolerancia conduce directamente al totalitarismo» (Victoria Camps Virtudes públicas, 1990).

La tolerancia es la aceptación consciente y positiva de las diferencias culturales, políticas o morales (de grupos estables organizados o de personas individuales) porque representan otras formas de pensamiento o de acción, sin que esto suponga una renuncia a las propias convicciones ni ausencia de compromiso personal.

La tolerancia a veces es mal entendida como la necesidad de aguantar, soportar, resistir, sufrir, consentir, permitir, cuando  en realidad el acto de tolerar conlleva una actitud caracterizada por el esfuerzo para reconocer las diferencias y comprender al otro, es decir, reconocer su derecho a ser distinto. “La tolerancia hace posible la diferencia; la diferencia hace necesaria la tolerancia” (Michael Walzer, Tratado sobre las tolerancia, 1998).

Lamentablemente, desde la infancia se enseñan y refuerzan nociones ligadas a prejuicios y rigidez en las propias creencias e ideas, vistas como las únicas válidas y que impiden el reconocimiento del otro.  A veces, solo por  ignorancia y por temor a lo desconocido, a otras culturas, religiones y naciones, a distintas formas de pensamiento, se practica la intolerancia.

La injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización son formas comunes de intolerancia, pero la educación es un elemento clave para luchar contra estas formas de exclusión y ayudar a los jóvenes a desarrollar una actitud independiente y un comportamiento ético. La diversidad de religiones, culturas, lenguas y etnias no debe ser motivo de conflicto sino una riqueza valorada por todos.

De allí que la Organización de Naciones Unidas se comprometiera a fortalecer la tolerancia mediante el fomento de la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos, imperativo presente en la base de la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En 1995, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) adoptaron una Declaración de Principios sobre la Tolerancia. La Declaración afirma, entre otras cosas, que la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos. La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. La gente es naturalmente diversa; solo la tolerancia puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.

La Declaración describe la tolerancia no sólo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los Estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.

La Declaración de Principios sobre la Tolerancia la adoptó la Unesco el 16 de noviembre de 1995, y un año después, la Asamblea General invitó a los Estados Miembros a que cada año, en esa misma fecha, se observara el Día Internacional para la Tolerancia con actividades dirigidas tanto a los centros de enseñanza como al público en general.

La Declaración establece que una conducta tolerante implica un discernimiento individual para respetar y aceptar las diferencias raciales, políticas, sexuales y sociales de los demás. Asimismo, la tolerancia se encuentra estrechamente ligada al deber que tiene toda persona de respetar los derechos humanos de las otras personas. El derecho a la libertad e igualdad y la prohibición de la discriminación son derechos humanos reconocidos expresamente en tratados internacionales de los que Venezuela es parte.  

El deber que todos tenemos de respetar los derechos de los demás no le resta responsabilidades al Estado, en el sentido de ser el garante y responsable último de la protección de los derechos humanos.

Por eso es importante que los Gobiernos protejan y promuevan una cultura de respeto por los  derechos humanos, prohíban los crímenes y las prácticas discriminatorias contra las minorías, independientemente de que se cometan por organizaciones privadas, públicas o individuos.

Sin embargo, las leyes son necesarias pero no suficientes para luchar contra la intolerancia y los prejuicios individuales. Por eso es necesario poner énfasis en la educación y enseñar la práctica de la tolerancia y los derechos humanos, aunque la educación es una experiencia vital que no empieza ni termina en la escuela. Los esfuerzos para promover la tolerancia tendrán éxito si se aplican a todos los grupos en todos los entornos: en casa, en la escuela, en el lugar de trabajo, en el entrenamiento de las fuerzas del orden, en el ámbito cultural y en los medios sociales.

Derechos sin revés: La tolerancia es la virtud que hace posible la paz

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Frente a la intensificación de la violencia, el terrorismo, la xenofobia, el nacionalismo agresivo, el racismo, el antisemitismo, la exclusión, la marginación y discriminación perpetrados contra minorías nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas, refugiados, trabajadores emigrantes, inmigrantes y grupos vulnerables de la sociedad, no hay otra lucha posible que el método pacífico que proponen los principios de los Derechos Humanos: el de la tolerancia.

Gracias a la tolerancia, que implica el reconocimiento de las diferencias del otro, sin desdibujar las propias, la aceptación de la existencia de diversas y opuestas formas de pensar, creer, ver y entender el mundo, es posible la paz y el progreso económico y social de todos los pueblos.

Este principio ha sido recogido y presentado en gran cantidad de instrumentos jurídicos, cartas sobre derechos humanos, declaraciones y constituciones, pero, el medio ideal donde la tolerancia logra sus fines es en los sistemas donde existe el respeto a los derechos humanos. La democracia, en efecto, es el sistema político más propicio para desarrollarla en toda su extensión.  

El 12 de diciembre de 1996, la Asamblea General declaró el 16 de noviembre de cada año como Día Internacional para la Tolerancia. Esta decisión fue tomada luego de la celebración en 1995 del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, proclamado por la Asamblea a iniciativa de la Conferencia General de la UNESCO.

El llamado “a practicar la tolerancia” fue incorporado en la Carta hace 70 años para que formara parte de la identidad de las Naciones Unidas.

El actual Secretario general de las Naciones Unidas dijo, a propósito de la conmemoración del Día de la Tolerancia de 2015, que las personas están más conectadas, pero ello no significa que exista un mayor entendimiento. “Pueden encontrarse tensiones sectoriales en la raíz de muchos conflictos en razón del aumento del extremismo violento, las violaciones de derechos humanos a gran escala y la depuración cultural. Además, la mayor crisis de desplazamientos forzados desde la Segunda Guerra Mundial ha engendrado odio y xenofobia contra los refugiados y otras personas”, dijo.

En realidad, la tolerancia es mucho más que la aceptación pasiva del “otro”. Promover la tolerancia pasa por la obligación de actuar, y en ese sentido la tolerancia debe fomentarse, enseñarse, alimentarse y defenderse. La tolerancia exige que los Estados inviertan en educación, y construyan sociedades fundadas en el respeto de los derechos humanos, en las que el miedo, la desconfianza y la marginación sean sustituidas por el pluralismo, la participación y el respeto de las diferencias.

De allí que los expertos señalen que luchar contra la intolerancia exige el establecimiento de un marco legal. Los Gobiernos deben aplicar las leyes sobre derechos humanos, prohibir los crímenes y las discriminaciones contra las minorías. El Estado debe garantizar un acceso igualitario a los tribunales de justicia.

La intolerancia nace a menudo de la ignorancia y del miedo a lo diferente, a lo desconocido. También del sentido exagerado del valor de lo propio y de un orgullo personal, religioso o nacional, exacerbado. Por eso es tan importante y necesario poner énfasis en la educación y enseñar la tolerancia y los derechos humanos en la escuela, en la familia, en el lugar de trabajo, en el entrenamiento de las fuerzas del orden, en el ámbito cultural y en los medios sociales.

La intolerancia en la sociedad es la suma de las intolerancias individuales de todos sus miembros. La intolerancia religiosa, los estereotipos, los insultos y las bromas raciales son ejemplos de intolerancia que se viven en lo cotidiano, Todos, en algún momento, debemos preguntarnos: ¿soy una persona tolerante? ¿Juzgo a los otros con estereotipos? ¿Rechazo a los que me parecen diferentes?

En todo caso, ante una escalada de intolerancia, los gobiernos o las instituciones no pueden actuar solos. Todos formamos parte de la solución y tenemos una enorme fuerza a la hora de enfrentarnos a la intolerancia. La no-violencia puede ser una herramienta muy efectiva para confrontar un problema, crear un movimiento, demostrar solidaridad con las víctimas de la intolerancia o desacreditar la propaganda fomentada por el odio.

Lecciones para una paz estable y duradera, por María Elena Arcia Paschen

Paz

 

Buscando elementos que nos ayuden a aportar ideas para el venidero proceso de “reconstrucción”, me dediqué en los últimos días, con mucha curiosidad, a revisar el contenido del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera recientemente firmado por el Gobierno Colombiano y los representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

No ha sido fácil para los involucrados en esta negociación poner de lado las diferencias y sentarse a explorar mecanismos para devolver la paz a Colombia luego de más de 50 años de conflicto armado que ha dejado muchas víctimas y heridas en el camino por lo  que se han requerido altas dosis de comprensión, generosidad y consciencia de lo preponderante del fin ulterior.

A lo largo del texto se repiten en innumerables oportunidades que la construcción de confianza y la promoción de una cultura de tolerancia, respeto y convivencia en general implican un lenguaje y comportamiento de respeto y dignidad en el ejercicio de la política.

Para ello se incorpora dentro de las acciones a llevar a cabo el diseño de un programa de difusión que promocione el respeto por la diferencia, la crítica y la oposición política partiendo desde el sistema de educación pública y privada en todos sus niveles incluyendo una campaña de divulgación masiva de la cultura de paz, reconciliación, pluralismo y debate libre de ideas ordenándose la creación de una cátedra de cultura política y reconciliación.

Fue fundamental el reconocimiento por las partes de lo ocurrido y el reconocimiento de la sociedad de la necesidad de aprovechar la oportunidad para la paz.

Es cierto que existen profundas diferencias entre lo que han vivido los colombianos en los últimos 50 años y lo que seguimos transitando los venezolanos, pero las fórmulas de solución al final siempre serán muy parecidas si lo que queremos es lograr una transición estable a un sistema de gobierno dirigido a construir una sociedad inclusiva, moderna, tolerante y de progreso para todos.

Las sociedades que deciden avanzar y dejar atrás los conflictos de la naturaleza que sean requieren congregarse alrededor de un Acuerdo que defina las normas y ajustes necesarios para atender los retos que demande la estabilidad.

Muchas de las críticas a ese Acuerdo recientemente firmado se han centrado en la “impunidad” a los involucrados en el conflicto  y la reparación a las víctimas. En estos puntos concretos en mi opinión el Acuerdo ha procurado hacer una diferencia entre crímenes de lesa humanidad y los delitos políticos, a fin de establecer un régimen que permita la amnistía en ciertos casos, lo que sin duda genera muchas controversias pero al final no es más que un mecanismo para contribuir a cesar un conflicto para poder garantizar el futuro y bienestar de millones de colombianos. En cuanto a la reparación a las víctimas  acuerdan la necesidad de que hayan actividades de reparación individuales o colectivas o con impacto reparador hacia las víctimas teniendo como norte la satisfacción del derecho a la verdad, el reconocimiento de la responsabilidad de quienes participaron,  la justicia, la reparación y la no repetición.

A fin de evitar que este Acuerdo pueda ser boicoteado por gobiernos posteriores se establece un mecanismo para que una vez refrendado en pleisbicito nacional por el pueblo colombiano, se incorpore a la Constitución y de esta forma adquiera fuerza constitucional que obligue a respetarlo.

La construcción de la confianza en el otro es fundamental y esto no es inmediato sino que requiere de las transformaciones positivas que se vayan generando en la sociedad producto de la implementación de los términos del Acuerdo entendiendo que éste tiene como objetivo construir un mejor futuro sobre la base de la justicia social, el respeto y la tolerancia.

Felicito a los colombianos por este esfuerzo y la maravillosa oportunidad que le están brindando a las nuevas generaciones que únicamente conocerán el conflicto como parte de su  historia.

¡Los venezolanos nos merecemos lo mismo!

El Gobierno de Venezuela participó en este proceso de negociación prestando sus buenos oficios como país acompañante por lo que valdría la pena que esa experiencia se aprovechara para impulsar en nuestro país un proceso que tenga como objetivo alinear las dos visiones de país que pugnan por la supremacía en su dirección intelectual y moral  y de esta forma se pueda dar comienzo a una nueva era de progreso y bienestar para los venezolanos.

No esperemos 50 años….

@malarcia

VIDEO A propósito del Día contra La Homofobia, hazte esta pregunta: ¿mejoras o empeoras el país?

 

Los extremos los hemos vivido constantemente en Venezuela y parecen no aportar nada a nuestra sociedad. Por el contrario, evidencian que el odio es estéril y que todos somos importantes para construir el país. Este video pretende que reflexionemos sobre esos extremos que nos son tan familiares para tocar un tema importante: la unión entre personas del mismo sexo. Desde la Ley del Amor y ProVene, fundación Probono Venezuela lanzan esta campaña en el Día Internacional Contra la Homofobia, acompañado con la etiqueta #YoAprueboElAmor.

El Hatillo y La Ley del Amor promueven la tolerancia y la inclusión durante la Semana de la Diversidad Sexual

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Desde el martes 17 y hasta el viernes 20 de mayo, la Ley del Amor, Vive El Hatillo y otras organizaciones se unen para celebrar la Semana de la Diversidad Sexual en el municipio.

Junto a la Ley del Amor, iniciativa que tiene como objetivo la aprobación en la Asamblea Nacional de la unión civil entre personas del mismo sexo, Vive El Hatillo busca generar espacios de encuentro y tolerancia a través de diferentes actividades informativas, participativas y culturales.

El cronograma comienza este 17 de mayo, fecha en la que se celebra en el mundo el Día contra la Homofobia. A las 7:00 pm en la Plaza Bolívar tendrán lugar las Prácticas del Encuentro, esta vez conversando sobre el Matrimonio Igualitario. También se estará realizando un nueva edición del Bar Hopping a partir de las 6:00 pm y hasta las 11:00 pm permitiéndole a los asistentes disfrutar de un circuito de locales por el pueblo de El Hatillo.

El mismo martes 17 se dará inicio al concurso de fotografía SexoDiverso invitando al público en general a enviar piezas de su autoría relacionadas con la diversidad sexual y de género. La convocatoria de mantendrá abierta hasta el viernes, 17 de junio.

Las actividades continúan el miércoles 18 de mayo en la Sala Múltiple del Centro de Arte El Hatillo con el conversatorio sexo, diversidad, expresiones de género alternativas y bullying homo- lesbo- trans fóbico en el ámbito escolar.

El jueves 19 a las 7:30 pm, el estacionamiento del Centro de Arte El Hatillo será el escenario para un micro concierto acústico a favor de la tolerancia y la inclusión.

Por último y para cerrar la semana, el viernes 20 de mayo de 7:00 pm a 8:30 pm en el Anfiteatro de El Hatillo se proyectará una edición especial de Venezuela en Corto, con cortometrajes alusivos a las diversidad sexual.

Durante cuatro días el municipio El Hatillo se convertirá en el espacio para promover actividades de encuentro ciudadano enfocadas a la cultura del respeto, libre de discriminación por orientaciones sexuales e identidad de género.

Para conocer más sobre las actividades que ofrece la alcaldía a través de su plataforma turística, cultural y deportiva, Vive El Hatillo, te invitamos a seguir nuestras cuenta: @ViveElHatillo en Facebook, Twitter e Instagram; o a ingresar en la página web www.alcaldiaelhatillo.gob.ve

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2016: confrontación o cooperación por Milos Alcalay

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Han transcurrido más de tres lustros desde que la “Revolución Bolivariana” asumió las riendas del Poder, durante cuyo periodo la radicalización produjo una confrontación cada vez más profunda. El terremoto político ocasionado con la votación del 6 de Diciembre evidencia el rechazo a esas actitudes de confrontación del Gobierno para trasladar su confianza y esperanza a 112 diputados de la oposición, quienes a partir del 5 de Enero están llamados a asumir el reto de realizar el cambio a través de la aprobación de leyes, controles y disposiciones que sirvan  de base para lograr  una cooperación a través del dialogo y lograr de esa manera, una mejor calidad de vida en libertad, progreso y democracia para todos los venezolanos corrigiendo tantos desaciertos producidos por la crisis económica y social existentes. Las previsiones sobre cómo debemos vislumbrar el 2016 no son nada fáciles. Si el Poder Ejecutivo con Maduro a la cabeza, pretende Gobernar con el garrote de la conflictividad y no le da la lectura correcta a la decisión del pueblo que le impone al Presidente y a las instituciones del Ejecutivo la obligación de negociar, dialogar, conversar con la Asamblea, tendremos un 2016 incierto y catastrófico.

Por su parte, la mayoría calificada debe imponer con firmeza pero con lucidez el camino de la cooperación para asegurar el destino positivo de Venezuela. Ya los nuevos diputados han fijado sus prioridades al pronunciarse a favor de la Ley de Amnistía para poner el libertad a los presos políticos arbitrariamente detenidos; proyectos de leyes económicas y sociales para hacer valer la Justicia Social; disposiciones para asegurar la separación de Poderes; enfrentar el desabastecimiento, la inseguridad, la inflación y otros graves problemas. Pero si optan por morder el anzuelo de la provocación del Poder Ejecutivo y se lanzan a la guerra de poderes, el resultado sería lamentable porque se  profundizaría aun más la crisis económica, política, ética y social que han puesto a Venezuela en una situación grave de crisis humanitaria.

Tanto el Gobierno como la oposición deben entender el mensaje de estas elecciones: El venezolano quiere  unidad; rechaza la radicalización y el uso de un lenguaje confrontacional y grosero; quiere que cese el abuso del poder central en detrimento de las regiones y del Estado de Derecho. Los venezolanos exigieron con su voto que los autócratas enquistados en el Poder entiendan que el abuso y la prepotencia deben ceder a la construcción de un ambiente de tolerancia amplio que incluya a todos- sin excepción.

Al mismo tiempo el elector quiere que se den soluciones mediante la aplicación de una responsabilidad compartida entre el Gobierno y el Poder Legislativo, que respete la independencia del Poder Judicial; que cese el Golpe Parlamentario designando a militantes del PSUV en el TSJ y usarlo para impugnar a 8 diputados de la MUD; que deje sin efecto los atropellos para imponer un “Poder Comunal”  no establecido en la Constitución con el fin de arrebatar las funciones de la Asamblea Nacional, de los Gobernadores y de los Alcaldes y todo tipo de medidas totalitarias y fraudulentas similares

Si no se logra unificar al país en base a los parámetros establecidos en la Constitución Bolivariana a través del dialogo, se agravaran las consecuencias del colapso existente: los reclamos de los sindicalistas se multiplicaran; las quejas de los damnificados en reclamo de viviendas dignas aumentaran; las amas de casa protestaran por el desabastecimiento; los presos políticos y exiliados exigirán con mayor vehemencia su libertad; los universitarios irán a la calle: todos reclamaremos mayor seguridad y lucha contra la corrupción desmedida venga de donde venga. Este es el momento para que el Gobierno y la Asamblea actúen en apego al mensaje contundente que dio el pueblo. Si no operan las bases de una cooperación real, la confrontación será inevitable y lamentable en el 2016.

 

@milosalcalay

Carta abierta al Diputado Electo por Félix Alberto Quintero V

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Estimado Diputado Electo,

 

Me dirijo a usted, en primer término, para felicitarle por su nuevo trabajo en nuestra Asamblea Nacional (digo nuestra, lógicamente, porque es tanto suya como  mía). Quiero confirmarle que tengo muy buenas impresiones de usted, toda vez que sus credenciales y referencias proyectan a una persona de interesante capacidad y con mucho que aportar. Adicionalmente, estoy muy satisfecho con su labor durante la campaña, por cuanto considero que se esforzó de manera sostenida y que estuvo a la altura del compromiso. Estoy seguro que comprenderá, sin embargo, que su destacada participación en la misma y sus persuasivas consignas también han generado muchas expectativas. En consecuencia, estoy muy interesado en conocer si su desempeño en este nuevo trabajo será consistente con su oferta al momento de aplicar. Eso es importante de recordar: usted aplicó y yo decidí darle el trabajo.

Pronto estaré compartiendo con usted un borrador de su contrato de trabajo para su revisión y firma. Como es de su conocimiento este trabajo tendrá una duración inicial de 5 años. Es decir, se trata de un contrato a tiempo determinado. La renovación de su contrato de trabajo podría ser hasta un máximo de 15 años consecutivos pero estará sujeta a mi entera discreción. ¿Y por qué a mí discreción? Porque usted decidió trabajar como servidor público en un cargo de elección popular. A efectos de tomar dicha decisión, por supuesto, evaluaría con detenimiento si dio cumplimiento a sus obligaciones. Es decir, evaluaré si usted sirve (a los demás, me refiero). Aprovecho de recordarle, por cierto, que estas obligaciones que deberá cumplir en su capacidad de Diputado están previstas en el Artículo 187 de la Constitución Nacional. No entraré en detalle de las mismas pero sí le sugiero que las vaya repasando de manera que para el 5 de enero del año próximo esté debidamente preparado.

Como es de su conocimiento, nuestra Asamblea Nacional recién empezó un proceso de renovación que exigió un importante reajuste del personal. Lo que sucedió, precisamente, fue que al evaluar si los anteriores Diputados habían cumplido con sus obligaciones, encontré muchas deficiencias. Incluso, indentifiqué algunas conductas inaceptables. En otras palabras, muchos no sirvieron (a los demás, me refiero). Pero por favor no se mortifique porque esto no se lo comento ni en tono de advertencia ni de amenaza; se trata simplemente de las normas que regularán nuestra relación. Y, por supuesto, las normas se crean y pactan para cumplirlas. Estoy seguro que ese lamentable caso no le será aplicable por cuanto entiendo que tiene la mejor disposición de contribuir con el desarrollo del país desde su curul.

Quisiera contarle un poco de la visión de Asamblea Nacional que surgió a raíz de la renovación a la que hice referencia. Nuestra Asamblea Nacional tendrá, desde la perspectiva de capital humano, los siguientes tres principios rectores, a saber, la tolerancia, el respeto y la transparencia. Permítame contarle con un poco más de detalle a qué me refiero:

 

  1. Tolerancia: deberá integrarse y trabajar en equipo con otras personas, incluso con aquellas que puedan pensar distinto a usted. Esto no debería sorprenderle, por cuanto la Asamblea Nacional debe marcar la pauta en cuanto al debate civilizado en el país. En tal sentido, tendrá que involucrarse en variopintos grupos de trabajo y comités desde los que podrá aportar y articular ideas con otros Diputados.
  2. Respeto: deberá mantener, en todo momento, un trato cordial con el resto del personal (sean otros Diputados, personal administrativo, de seguridad, limpieza y demás). No se aceptarán actos de violencia, ni verbales ni físicos, y su discurso y tono deberán reflejar una relación profesional con sus colegas. La única arma permitida es la persuasión. De hecho, como parte de la renovación de imagen y a efectos de recuperar la investidura que le corresponde al cargo que va a ocupar, aprovecho de comentarle que se fomentarán atuendos que se correspondan con su cargo. El saco y la corbata, por ejemplo, siempre serán una buena opción. No se preocupe que no se trate de elegancias ni cursilerías, sino de darle importancia, tanto al fondo como a la forma.
  3. Transparencia: deberá manejarse siempre con honestidad y mostrar buena disposición y apertura respecto a todos los medios de comunicación. Como es de su conocimiento, me interesa mantenerme al tanto de las conversaciones que se llevarán a cabo desde el seno de la Asamblea Nacional y para ello los medios son fundamentales. Cuento entonces con su colaboración para recibir información veraz, oportuna y útil a lo largo de las distintas etapas del proceso legislativo. Además, estoy seguro que para convencerme de algunos temas álgidos, los medios de comunicación podrían resultarle importantes aliados. Incluso, en muchas oportunidades tendré el interés de darle mi opinión respecto a algunos temas a través de los medios y parto de la premisa que mi opinión será tomada en consideración.

 

Por favor tome en cuenta que su sexo no le otorgará ni ventajas ni desventajas en su curul. Por el contrario, en nuestra Asamblea Nacional se valoran capacidades y destrezas y se fomentan las buenas ideas. Su edad tampoco será un factor que determine su rol en la Asamblea Nacional y recuerde que si bien estoy interesado en escuchar ideas nuevas y frescas, también acostumbro escuchar la voz de la experiencia. Un balance, al fin de cuentas. Además tengo la certeza de que, tanto a nivel personal como profesional, usted se podrá beneficiar al escuchar y aprender de otros colegas.

Le recalco que tengo muchas expectativas de usted y que estoy muy entusiasmado de que sea parte del equipo de nuestra Asamblea Nacional. Estoy seguro que podrá incorporarse de una manera eficiente y sin contratiempos.

Me despido no sin antes desearle una muy Feliz Navidad y los mejores deseos para el año nuevo. Si me permite, estimado Diputado Electo, y ya esto lo comparto más en calidad de amigo, le aconsejo que descanse mucho en estos días decembrinos porque habrá mucho trabajo en el 2016 y en los años siguientes.

¡Caramba! Le ruego me perdone, recién me doy cuenta que olvidé presentarme al comienzo de esta carta. Yo seré, a partir del 5 de enero de 2016, su supervisor y estaré monitoreando, durante todos estos años, su desempeño, esfuerzo, constancia, rectitud y asistencia. No se mortifique, no será al estilo de “Patriota Cooperante” sino de “Patriota Doliente” porque, como le comenté, la Asamblea Nacional también es mía.

 

Con atentos saludos,
El Ciudadano de a Pie

@FelixQuinteroV