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Sobrevivientes de la tragedia en Las Tejerías: Solo nos quedó lo que tenemos puesto
El balance hasta el momento de la tragedia en Las Tejerías es de 22 personas fallecidas, 52 desparecidos

 

«Solo nos quedó lo que teníamos puesto», fue el testimonio de Domingo Ávila, un hombre que junto a su esposa y sus hijos, lograron sobrevivir a la tragedia de Las Tejerías, estado Aragua. 

Domingo Ávila comentó a la periodista Gregoria Díaz que afortunadamente salieron ilesos, pero que perdió todos los enseres de su casa. 

«La planta baja el río se la llevó toda. Perdí nevera, cocina, todo. La casa era de dos plantas. Estamos vivos gracias a dios, pero perdimos todo», dijo.

 

Everlyn González detalló que la quebrada la sorprendió, pero que se salvó porque subió a la segunda planta de su casa. 

«Perdimos todo, la quebrada entró en todas las casas. Agarré a mi hijo y subimos a la segunda planta, pero la quebrada se llevó todo», dijo González. 

José Santiago Llánes también comentó que perdió su casa y su negocio. «EL agua me llegó al cuello, pero unos muchachos me rescataron», dijo. 

El balance hasta  la noche del 09 de octubre era de 22 personas fallecidas, 52 desparecidos. El gobierno de Nicolás Maduro decretó la «zona de tragedia». 21 sectores fueron afectados y más de 20 mil viviendas resultaron perjudicadas. 

 

*Con información de Gregoria Díaz, Carmen Pecorelli y Reporte Ya

#NáufragosDeGüiria | Testimonios sonoros de una tragedia
Lágrimas y gritos de desesperación se escuchan en el muelle por la pérdida de sus familiares en el Naufragio de Güiria. Así suena Güiria es un trabajo sonoro de Alianza Rebelde Investiga en homenaje a la comunidad doliente de estos náufragos

El 6 de diciembre del año 2020 al menos dos embarcaciones salieron de Güiria, estado Sucre, rumbo a Trinidad y Tobago, según la versión de pobladores de esa zona de Sucre. Seis días después, el 12 de diciembre, los cadáveres de migrantes de una de las dos lanchas regresaron a las costas de su tierra flotando.

Mi Recuerdo, la embarcación venezolana que se presume naufragó, cargaba 41 ocupantes, según la versión oficial. La ministra de Interior y Justicia, Carmen Meléndez, aseguró que la lancha se hundió a 11 millas náuticas de Güiria. Primero aparecieron 19 cuerpos, aunque actualmente las autoridades admiten la recuperación de 34. Siete más permanecen desaparecidos.

Yesenia García, corresponsal de El Pitazo en Sucre, acudió al lugar de los hechos dos días después para cubrir este hecho considerado como la tragedia migratoria más grave en la historia de Venezuela.

“Lágrimas y gritos de desesperación por la pérdida de sus familiares” se mezclan con protestas de los pescadores para conseguir gasolina para las labores de búsqueda y la narración de la periodista.

Así suena Güiria es un trabajo sonoro de Alianza Rebelde Investiga (ARI) (Runrunes, Tal Cual y El Pitazo), en homenaje a la comunidad doliente de estos náufragos, que perdieron la vida en búsqueda de un destino con mejores condiciones de vida que las que podía ofrecer su país azotado por la emergencia humanitaria compleja.

“…Me quedan marcados los gritos de niños reconociendo cadáveres y la angustia de un pueblo que sigue saliendo en embarcaciones inseguras…”, relata García en el audio, que está disponible en las plataformas Tal Cual, Runrunes y El Pitazo.

Enfermeras venezolanas: de guardia y en guardia

GANAN 1.500.000 BOLÍVARES AL MES. Algunas no recuerdan la última vez que pidieron un kilo de carne o pollo en la carnicería; otras, viven gracias a las remesas que les mandan sus familiares en el extranjero. A pesar de sus propias carencias, en ocasiones  tienen que llevar cloro de sus casas para limpiar el hospital donde trabajan. Son las que están más cerca de los pacientes y, con más frecuencia de la que pueden soportar, los ven morir por falta de medicinas tan sencillas como un antibiótico.

Desde el pasado 25 de junio el gremio de enfermeras está en paro técnico sin que el gobierno de Nicolás Maduro le haya dado respuesta a sus peticiones de mejora salarial, mientras el sueldo de algunos rangos militares acaba de ser aumentado a más de 240.000.000 de bolívares.  

Aquí hablan ellas.

“Con la segunda quincena de junio solo me pude comprar un pollo”

Isabel Heredia, Hospital Domingo Luciani de El Llanito.

“Yo sobrevivo gracias a mi esposo que es comerciante y a nuestros hijos que están en Chile y desde allá nos ayudan enviándonos dinero para pagarle el colegio a su hermana y comprarle todo lo que ella necesita.

Con mi profesión, en el 2004 pude comprar una camioneta nueva. Hoy en día lleva bastante tiempo parada porque se le dañó el motor y se nos ha hecho imposible comprar los repuestos para repararla.Con mi segunda quincena de junio sol me pude comprar un pollo, no me alcanzó para más nada.

Como vivo por la Carretera vieja Petare-Guarenas, el acceso al transporte público es bastante difícil y se me va la quincena nada más en pagar pasaje. Así no se puede vivir, no alcanza para nada y no todo es comida.

Aunque la Unidad de Nefrología del hospital funciona con normalidad, los problemas con los cortes de agua y luz, la escasez de medicinas e insumos médicos y los malos olores que se generan de la morgue, nos afectan a todos por igual.

Yo tengo 31 años de experiencia como enfermera en el Domingo Luciani y jamás habíamos pasado por una situación como esta. Por eso apoyo este paro técnico, apoyo todas las acciones del gremio para mejorar la situación de todos los enfermeros y médicos”.

“Las enfermeras no queremos tumbar al gobierno, queremos tumbar al hambre”

Anónimo.

La cantidad de enfermeras que se han ido del país o que se dedican a ser manicuristas, peluqueras y hasta vendedoras de café y cigarro porque obtienen más ingresos es impresionante. Las enfermeras no queremos tumbar al gobierno, queremos tumbar al hambre que nos está matando a todos por igual.

Ni siquiera es necesario irse a paro porque los hospitales de por sí están en paro y desde hace mucho tiempo. Aunque no tenga comida y me cueste mucho venir a trabajar, mi compromiso es con los pacientes porque ellos no tienen la culpa de la situación.

Seguiremos protestando y exigiendo nuestros derechos de manera pacífica hasta que nuestras voces sean escuchadas. El paro es indefinido y continuaremos levantando la voz sin descuidar a los pacientes”.

 

“No quiero irme del país, pero la situación es insoportable”

Bárbara Méndez, Hospital Domingo Luciani de El Llanito y el Materno Infantil de Petare.

“Soy enfermera con más de 15 años de experiencia y para ganar un poco más de dinero trabajo de día en el Hospital  Domingo Luciani y, por las noches, en el Materno Infantil de Petare. Aún así no me alcanza para cubrir completamente mis necesidades de alimentación porque la suma de mis dos quincenas es de solo 1.400.000 bolívares.

La comida no es el único problema que a diario tengo que resolver: trasladarme todos los días de Caracas a Guarenas se me hace cada vez más difícil por los altos precios del pasaje, la escasez de efectivo y la disminución de las unidades de transporte público, Camino como loca para ahorrarme algo, porque la quincena ni siquiera me alcanza para pagar el pasaje de todo un mes.

Tengo dos hijos. El mayor estudia en una universidad privada y el menor también está en un colegio pago. A diario hago magia para poder sobrellevar la situación. Mi esposo es el que cubre la mayor parte de los gastos: paga el colegio y el transporte del que está en secundaria. Mi hijo mayor está becado por la Universidad Santa María por pertenecer al equipo de fútbol; él mismo costea sus pasajes realizando trabajitos de recreación en un club.

Las tarjetas de crédito son otra herramienta con las cuales logro subsistir y cuando me las aumentan aprovecho y compro lo  que necesito. En un momento tuve que vender mis prendas de oro y algunas cosas de valor porque si no me iba a morir de hambre”.

“Soy enfermera y no tengo cómo pagarle el tratamiento para el cáncer a mi hija”

Yolanda Rodríguez, Hospital Clínico Universitario.

“Desde hace cuatro años vivimos la tragedia que es estar enfermo en Venezuela. Tengo una hija de 23 años que tiene cáncer y a pesar de que soy enfermera y trabajo desde hace 25 años en el Hospital Clínico Universitario, no tengo dinero para costear su tratamiento.

Traer medicinas de afuera es la solución para el cáncer de Mariana, pero no siempre se puede, son muy costosas. Aunque hago otras labores para sobrellevar la situación, es imposible, vivir en Venezuela es prácticamente imposible. Y no es solo la situación económica del país, es todo. En el hospital, por ejemplo, las condiciones de salubridad son deprimentes. En varias oportunidades he tenido que traer el jabón y el cloro de mi casa para poder mantener algunos espacios limpios y evitar la contaminación que se puede generar en una sala de hospital.

Mi hija y yo sobrevivimos gracias a mi hijo mayor que está en el extranjero y nos envía dinero para comprar comida, porque con 1.500.000 bolívares mensuales, nadie, nadie sobrevive en este país. Se me salen las lagrimas al ver tanta gente necesitada, tanta gente con hambre y tanta gente enferma que va a morir porque no tienen 8 millones de bolívares para comprarse unos antibióticos.

“Tengo años que no sé lo que es pedir un kilo de algo en la carnicería”

Carmen Freites, Materno Infantil de Petare.

“Aunque trabajo en dos hospitales para poder ganar un poco más de plata y mis dos hijos ya son mayores e independientes, no me alcanza el dinero ni siquiera para comprar un kilo de queso. Tengo que endeudarme y vender cosas. Gracias a dios no pago pasaje, porque si no lo poco que me gano lo dejaría en las camionetas.

Yo tengo años que no sé lo que es pedir un kilo de algo o un pollo entero en la carnicería. Siempre digo: “Dame 500 gramos de carne molida o 500 de mortadela”. A veces compro un pedacito de pollo al final de mes que es cuando caen los cestatickets.

Con 20 años de experiencia en la enfermería nunca había pasado por una situación como esta. No es justo que policías y militares sean los únicos que les aumentan el sueldo a cada rato; nosotros somos gente valiosa e importante para el país, nosotros también arriesgamos la vida.

Recibo dos cajas CLAP y no voy a negar que me sirve de mucho, pero eso no es lo que yo quiero. Yo quiero salir y poder comprar lo que yo me provoque sin tener que pensar en qué voy a comer mañana. Soy partidaria de que las cajas son ideales para las personas que están en situación de calle, en albergues, ancianatos y orfanatos. Un profesional de la medicina con postgrado y doctorado que puede trabajar y aportarle mucho al país, no es para que esté recibiendo esa caja.

“Hacía milagros para sobrevivir, llegué a tener tres trabajos”

Lorena Esparragoza, ex enfermera en la Clínica Metropolitana y del Hospital Domingo Luciani El Llanito.

“Me fui a Estados Unidos en noviembre de 2017 porque me secuestraron y amenazaron a mi familia. Trabajar en el hospital ya era insostenible, veía morir a la gente de mengua porque los médicos y enfermeras del hospital humanamente no teníamos cómo atender a los pacientes. Ver a la gente gritar a dios una oportunidad para sus hijos que morían por una simple neumonía que se complicó porque no consiguieron a tiempo los antibióticos, me marcó mucho.

Cada guardia que iba al hospital en la noche salía llorando al ver tanta crueldad. Recuerdo que una vez un paciente recién operado de una craneotomía estaba tirado en el suelo encima de un charco de orina porque no había personal que lo pudiera movilizar.

Hacía milagros para sobrevivir, llegué a tener tres trabajos. Vendía cosas y ofrecía vuelos en parapente para poder tener un poco más de dinero y mantener a mi hijo. Recuerdo que con mi última quincena ni siquiera pude comprarme dos canillas y un litro de jugo.

Aunque ahora vivo en New York y trabajo en una estética como asistente, sueño con volver a mi tierra cuando este gobierno esté fuera del poder”.

 

En su lucha por un salario digno, las enfermeras del Hospital Clínico Universitario ofrecerán una charla para exponer la situación actual de de la salud pública. Además abordarán temas como la escasez de insumos médicos, la falta de servicios como el agua y la luz, el deterioro de las instalaciones, la falta de inversión por parte del Estado y los bajos sueldos que devengan. La actividad se realizará en la Escuela de Sociología, piso 6 aula 628, edificio de FACES de la Universidad Central de Venezuela, este jueves 12 de julio de 2018, a las 10:00 am.

 

@yeannalyfermin

Del simulacro al miedo: venezolanos en la escala de Richter

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Seis venezolanos que actualmente residen en México relatan lo que vieron y vivieron durante el terremoto que derrumbó más de 40 edificios y dejó a casi 300 personas sin vida

Paola Martínez

Laura Helena Castillo

Fotografía: Carlos Eduardo Ramírez / @fotocarlos28

Un terremoto de 7.1 sacudió a los habitantes de la ciudad de México el pasado 19 de septiembre, reavivando el fantasma del que sacudió la tierra mexicana 32 años atras, otro 19 de septiembre. En el aniversario de la muerte de miles de personas por el antiguo sismo, un simulacro a las 11:00 de la mañana se realizó a lo largo y ancho de la ciudad, el cual se repitió pocas horas después, cuando comenzó a temblar de verdad.

El evento telúrico fue vivido por los venezolanos que migraron al norte y se asentaron en la capital mexicana. Desde una ciudad llena de polvo y escombros, con gente volcada en las calles para ayudar a los que lo necesiten, seis venezolanos cuentan lo que vivieron aquel martes.

Terremoto México

Yolanda Cazalis

Consultora de sistemas

8 años viviendo en México

El día antes del terremoto, una compañera de trabajo en una fábrica de software me invitó a unirme al grupo de brigadistas: al día siguiente había simulacro y no teníamos suficientes voluntarios. Acepté con la ilusión secreta de recibir entrenamiento de primeros auxilios que pudieran llegar a salvar la vida mi hijo. Con sinceridad, ese fue mi primer pensamiento.

El martes me preparé para llegar temprano a nuestra primera reunión de coordinación. Dudé si serán apropiadas las zapatillas «bailarinas» que se me salen con tanta facilidad de los pies, pero pensé: «Es solo un simulacro y ni siquiera tenemos que usar las escaleras. Es pan comido». Me dieron un chaleco naranja.

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El simulacro transcurrió a las 11:00 a.m. sin mayor inconveniente, pero tuvimos que arrear a la gente. Exactamente dos horas más tarde, tembló inequívocamente y ahí sí se pararon todos rapidito. Teresita y yo nos pusimos los chalecos y empezamos a recorrer los pasillos que nos asignaron. No vivimos el sismo con la violencia de otras zonas, no sé cuál sea la razón. Inmersa en la importancia de mi papel, todavía no me preocupo, aunque estamos incomunicados. No hay internet, ni teléfono fijo, ni celular, ni tengo «datos».

Me logro comunicar con mi esposo y me dice que ya está en la guardería con el niño y que están bien. ¿Será que hoy se quedó a trabajar en la casa? No entiendo ¿Cómo que está en la guardería?

Resulta que su oficina está en La Roma y él vivió una experiencia completamente distinta. Salió corriendo como Forrest Gump entre los edificios que se tambaleaban, las ventanas que se estrellaban contra el suelo y la gente que gritaba. Corrió y corrió hasta la guardería.

Ya casi estoy llegando a mi casa con un compañero de trabajo que tiene una moto, cuando escucho una explosión. Por primera vez pierdo los papeles. Recupero la razón y corro hacia mi casa. Mi marido está en la puerta también alarmado por el ruido que resultó ser un generador eléctrico. En el edificio todas las puertas de las casas están abiertas. Mi hijo y mis ahijados están jugando.

-Cayó un rayo mamá, pum, cayó un rayo, me dice al verme.

Me siento a ver videos y a digerir la magnitud de la tragedia. Finalmente, mis compadres y vecinos logran llegar. Preparamos pasta carbonara para las dos familias.

Terremoto México Rescate

Ileana García Mora

Periodista

3 años viviendo en México

Yo estaba en mi oficina y tuvimos que hacer el simulacro. Es un edificio muy grande y fuerte, de estructura hidráulica, tecnología antisísmica. Un par de horas después empecé a sentir que mi escritorio temblaba, como si me estuvieran literal hamaqueando. El protocolo que habíamos aprendido minutos antes lo pusimos en práctica. Aquí hay un lema que dice “cuando hay sismo, no corro, no grito, no empujo”. Yo estaba muy nerviosa y se me olvidó todo eso. Yo corrí, grité y empujé.

Cuando todo pasó, mi esposo me escribió: “No tienes idea de lo que está pasando en este edificio”. Él había bajado de nuestro apartamento para comprar algo en el supermercado para el almuerzo y ese fue el momento en que tembló. Cuando él llegó al edificio, estaba completamente cuarteado, con muchas grietas y fisuras. Al parecer, las columnas estaban muy mal.

Mi esposo, como pudo y bajo su propio riesgo, subió hasta el último piso –el piso 8– y bajó un bolso de emergencia, que la verdad teníamos muy mal hecho, solo teníamos una pijama y nuestros principales documentos allí. Tras dos inspecciones de Protección Civil, la conclusión es que el edificio es inhabitable. No se vino abajo, pero si lo soplas, se cae.

No sabíamos qué hacer. Gracias a Dios, muchos amigos nos echaron la mano, muchos amigos mexicanos que manifestaron su solidaridad de inmediato. Estamos quedándonos en casa de una amiga que vive cerca. A mi esposo le costó conciliar el sueño esa noche, pero yo sí dormí de 1 a 6 de la mañana. Por ahora, no podemos subir a buscar ropa, nos quedamos con la que tenemos puesta. Nuestro próximo plan es buscar departamento. Pusimos estados en Facebook por si alguien sabe de un lugar que estén rentando. A pesar de lo que sucedió, tenemos la vida, que es irrecuperable. De resto todo se recupera.

Terremoto México

Paola Palazón Seguel

Periodista. Directora General en Time Out México

7 años viviendo en México

Ese día mi rutina fue igual a la de otras mañanas: preparé la comida de mi bebé, desayuné tostadas y café con leche y caminé a la oficina. No amanecí pensando en el aniversario del terremoto, pero lo recordé muy rápido porque cada año, en esta fecha, se celebra un gran simulacro. Sabía que a las 11 :00 am debía bajar y seguir las normas del protocolo. Es algo que hemos hecho varias veces.

Ya he vivido un par de temblores en México y al inicio no lo sentí muy fuerte, pensé que era un temblor más. En mi oficina acabábamos de tener el simulacro y estaban muy frescos los protocolos, así que salimos al pasillo camino a las escaleras muy en orden. Yo estoy en un piso 9. Allí empezó a moverse muy duro. Sólo pensé en mi bebé de 6 meses y agarré mi cartera, porque tenía allí las llaves de casa. Agarré mi celular y le escribí a mi esposo: “El bebé”. Primero pareció que había pasado y empezó de nuevo más fuerte. Cuando vino más fuerte me asusté muchísimo y sólo decía: «El bebé, el bebé». Nos hicieron bajar las escaleras y el chat que tenía más visible en mi WhatsApp era de mi hermano, le escribí diciendo que estaba bien, que avisara a todos. Mientras bajaba las escaleras trataba de hablar a mi suegra que estaba con mi hijo y no me caía. Mientras, los brigadistas voluntarios me pedían que guardara el celular para no retrasar la fila.

Apenas bajé nos hicieron concentrarnos en el camellón de la calle. Yo no hice mucho caso, rompí filas y salí corriendo a mi casa. Vivo muy cerca de mi oficina. En casa todos estaban abajo. Mi bebé estaba bien.

Antes de que mi señal se fuera, en el chat familiar mi hermano y mis tíos, que son chilenos y están acostumbrados a estas cosas, aconsejaron que comprara comida y agua. Eso hice en una tienda muy cercana. Compré lo poco que ya había. Allí medio sospeché que era grande, porque no quedaba casi comida y la gente se estaba llevando cosas.

Ya hacía la noche mi esposo salió junto con unos vecinos a las colonias más afectadas (Roma/Condesa) a llevar comida a los rescatistas. La zona donde estoy no sufrió tanto, por suerte; la oficina tampoco.

Cené un sándwich y me acosté muy tarde porque estábamos viendo noticias. En la noche ya no tenía tanto miedo porque habían anunciado que no habría réplicas fuertes. En lo que pensaba era en cómo ayudar. Desde ese momento nos organizamos y el día siguiente montamos un centro de acopio en la oficina. El miércoles llenamos 4 camiones que mandamos directo a Morelos. Ha sido increíble la gente.

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Richard “Comepiña” Borges

Periodista

2 años viviendo en México

Esa mañana desayune mi acostumbrado sándwich de jamón y queso con un jugo de naranja en mi trabajo. A las 9:30 a.m. ya estaba en mi puesto de trabajo. A las 11 hicimos el simulacro y casi dos horas después empezamos a sentir que el piso se movía. Saliendo empezó a sonar la alarma. El temblor fue tan rápido que no dio chance a sonar la alarma. Era una sensación fea, porque duró mucho tiempo. Yo me llegué a marear. Estaba asustadísimo, pero conservando la calma. Temía por los temblores que suceden a cada rato, pero no por un terremotos como este, al menos yo trato de no pensar en ese tipo de calamidades de grandes magnitudes.

Las líneas colapsaron. Hasta cerca de las 3 de la tarde, cuando empezaron a llegar mensajes de manera intermitente, me enteré de que había edificios caídos. Todos nos fuimos a nuestras casas caminando. Durante el trayecto a mi casa, vi edificios fracturados, un estacionamiento con los carros tapiados, llenos de bloques y tierra. Un edificio con todos los vidrios rotos, que cuando pasé seguían cayendo. Logré llegar a mi casa después de una hora.

La noche fue tensa, me toco que dormir con ropa y zapatos porque estaba asustado, no sabía qué iba a pasar. Durante toda la noche escuché sirenas, ambulancias, helicópteros. Al día siguiente me dediqué a formar parte de un grupo de voluntarios para recolectar víveres, medicinas y agua para los damnificados de la zona. El viernes empezamos a trabajar de nuevo. Estos días nos pidieron ayudar en los centros de acopio de nuestras colonias.

*Para leer más de su experiencia entra aquí

 

Terremoto México

Juan Carlos Solorzano

Video Periodista

1 año viviendo en México

Era la 1:15 p.m. más o menos. Estaba en casa, sentado en mi computadora cuando todo se comenzó a mover. Sabía que algo no estaba bien, a pesar de que las alarmas no sonaron. Fue la peor sensación que he tenido en mi vida, porque a la medida que caminaba hacia la puerta, me caí al piso en el pasillo del edificio y me di cuenta de que había dejado la puerta abierta. Como pude regresé, la cerré -no sé, son cosas que uno hace en el momento sin pensar- y bajé corriendo los tres pisos. Yo lo que quería era alcanzar la calle para correr al colegio donde estaban mis hijos, que queda a tres cuadras.

Ya abajo, dejé una nota de voz a mi esposa haciéndole saber que iba a buscar a los mellizos. Corrí, la gente lloraba en la calle. Cuando llegué, los chicos ya estaban sentados en el patio con sus maestras. Todos estaban tranquilos porque pensaban que este era otro simulacro. Mi esposa me mandó un mensaje aterrador. Apenas había alcanzado la calle tras bajar de un piso nueve.

Más tarde nos encontramos con ella. Fuimos a un lugarcito cerca de la casa que tiene wifi, allí pude comunicarme con mi familia en Venezuela y mi hermana en Puebla, donde también se sintió muy fuerte. Luego nos fuimos al parque de la colonia. Estaba lleno de niños con uniforme escolar. Muchas familias se acercan allí, sobretodo por el temor a las réplicas y para estar en un sitio alto y despejado. Me llamó la atención que estaban jugando con otros niños, y decían: “Corran, tápense la cabeza”. Ellos estaban bastante tranquilos, gracias a Dios.

Terremoto México

Camila de la Fuente

Periodista y caricaturista

1 año viviendo en México

Cuando comenzó a temblar, yo estaba en mi oficina, que queda muy cerca de La Roma y La Condesa. El otro terremoto fue como un columpio, como si estuvieses en un barco. Este sí se sintió mucho más fuerte porque fue trepidatorio. Escuché un edificio cayéndose. Vi una grúa moviéndose de un lado a otro. Tenía al frente un poste de electricidad que parecía nos iba a caer encima. Más tarde, cuando salí, estaba muy asustada porque hacia donde vivo había mucho tráfico y estaban asaltando. Tuve que irme acompañada.

Mi prima que vive en La Roma tiene seis meses de haber comprado un apartamento, y al parecer el apartamento no era nuevo, sino que la estructura era vieja pero la fachada era nueva. No aguantó. Tiene daños estructurales graves, aunque no se ha caído. Pero el edificio de al lado sí se está derrumbando y se le está cayendo encima, entonces el apartamento de mi prima ya no es habitable.

Estuve todo el día ayudando en centros de acopio por La Roma y La Condesa. Llevamos comida, medicinas, herramientas y recolectamos dinero. Traté de informar por mis redes sociales lo que estaba sucediendo. Andar por ahí sigue siendo muy peligroso. Hay fugas de gas graves en algunas partes. En una calle se derrumbó un laboratorio y, por los químicos, era peligroso acercarse. A pesar de lo peligroso, la gente se está arriesgando por querer ayudar.

Terremoto México

Hoy se estrena en todo el país el documental “Carlos Andrés Pérez, 2 intentos”

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Este viernes, el historiador y cineasta Carlos Oteyza estrena “CAP, 2 intentos”, en las principales salas de cine del país. El documental contiene unas 1.200 imágenes, videos y testimonios que revelan detalles de una época emblemática de Venezuela: los dos períodos presidenciales de Carlos Andrés Pérez.

De la abundancia a la escasez, del boom petrolero al plan de austeridad, de las becas Gran Mariscal de Ayacucho a la crisis institucional. Dos contextos y un solo presidente. Los dos gobiernos de Carlos Andrés Pérez son retratados por el director de Tiempos de dictadura, en este largometraje documental que viaja al pasado reciente de los venezolanos para comprenderlo y encarar el futuro.

“La película refleja lo que ocurrió cuando un mismo político tuvo dos maneras de gobernar al país, una más populista y otra más tecnócrata, pero ambas dejaron huella: la de la emoción e ilusión del país que pudimos ser y no fuimos, y la de la incapacidad, no solo del gobierno sino de la sociedad que no estaba preparada para cambios tan grandes después de haberse acostumbrado a gestarse en un país petrolero”, comenta el realizador. Los dos intentos, La Gran Venezuela y El Gran Viraje, fueron dos proyectos de país tan disímiles que cuesta creer que fueron liderados por el mismo hombre, con solo una década de distancia entre ellos.

“Con CAP 2 INTENTOS queremos continuar desmenuzando la historia del país y hacerla sensible al gran público más que a los especialistas en la materia, como lo hicimos con Tiempos de dictadura”, prosigue el director. “Es una película que devela buena parte de nuestro pasado, pero que apunta hacia el futuro de Venezuela. Muy probablemente, los jóvenes no conocerán a la mayoría de los entrevistados, por un tema generacional, pero, con toda seguridad, descubrirán un país que no les es ajeno, porque están viviendo hechos similares y, en sus hogares habrán oído hablar de lo que aquí se narra con imágenes reales de las últimas décadas del siglo XX. Para los más adultos, la película será con toda seguridad emotiva, porque sacará a flote recuerdos y vivencias”.

El grupo de entrevistados cuenta con personalidades nacionales e internacionales que, a través de sus reveladores testimonios, acercan al espectador a estos dos momentos históricos, guiados por la narración de la periodista Gladys Rodríguez. La música está a cargo de Daniel Espinoza, ganador de un Grammy Latino y el empaque gráfico fue diseñado por el talentoso equipo de TITAN POST.

El tiempo de producción de CAP 2 INTENTOS fue de aproximadamente tres años, el primero dedicado casi exclusivamente a la investigación en búsqueda del material para componer la historia. El equipo visitó con frecuencia la Biblioteca Nacional, diarios como El Nacional, El Universal y Últimas Noticias, los archivos de RCTV, Venevisión y Cine Archivo, así como se echó mano de colecciones personales de revistas y periódicos del realizador.

“Es una película inevitablemente dolorosa, por la manera en la que la abundancia embriagó a la sociedad venezolana y, cuando llegaron las dificultades, ésta no supo responder a las inevitables exigencias de los nuevos tiempos. Pero, podemos verla de la siguiente forma: los fracasos enseñan, generan reflexión, pensamiento. Estamos seguros de que Cap 2 intentos va a producir un debate tanto sobre lo ocurrido como sobre el futuro de Venezuela, que es el verdadero norte de esta película”, concluye Oteyza.

 

Vecinos de El Playón cuentan como fueron agredidos por la GNB

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Vecinos de la comunidad de El Playón, ubicada en la carretera Mérida – El Valle, La Culata, Estado Mérida, e integrada por unos 600 habitantes atestiguaron que durante tres días que soportaron música a alto volumen, conducción imprudente a exceso de velocidad y disparos de armas de fuego de parte de turistas (tres mujeres y tres hombres) que se hospedaban en una cabaña de la localidad.

María una señora de la tercera edad, quien estuviera recién dada de alta por problemas médicos, señaló a miembros del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes que el día miércoles 23 de marzo de 2016 a las 3 pm se acercó a la cabaña donde se hospedaba el grupo de turistas para pedirles que bajaran el volumen a lo que ellos respondieron mostrándole las armas que portaban y afirmando que podían hacer lo que les daba la gana porque eran familia de la primera dama Cilia Flores, y continuaron con el exceso de volumen y las detonaciones de las armas de fuego mientras jugaban “chapita”.

Los abusos llegaron a su extremo el día 24 de marzo de 2016 cuando, en una de las tantas veces que el grupo de turistas conducía a exceso de velocidad por las estrechas calles del Playón, casi arrollan a una joven madre que llevaba a su bebe en brazos. En consecuencia, a eso de las 8 pm un grupo de vecinos se acercó a la cabaña donde se hospedaban los turistas para reclamar, siempre de manera muy educada, los continuos abusos. Como respuesta fueron insultados y apuntados con armas de fuego por el GNB Alexander Sánchez, (el cual ya había apuntado antes con su arma a varios vecinos del sector incluyendo a un menor de edad), y quien repetía que ellos podían hacer lo que quisieran porque ahí estaba hospedada una sobrina de Cilia Flores. La supuesta sobrina de la primera dama a su vez decía: qué me van a hacer ustedes unos simples pueblerinos.

Dada la situación los vecinos solicitaron la presencia de la Guardia Nacional Bolivariana para que el efectivo que apuntó con un arma de fuego a los miembros de la comunidad fuese sancionado. Los funcionarios de la GNB conversaron con el grupo de turistas quienes pedían no ser grabados con los teléfonos celulares, pero al mismo tiempo estos mismos funcionarios grababan a los miembros de la comunidad. Posteriormente se retiraron del lugar, afirmando que los vecinos eran opositores.

Cerca de la media noche de ese día, unos 35 miembros de la comunidad de El Playón permanecía en las afueras de la cabaña turística reclamando las agresiones recibidas por  el grupo de turistas ahí hospedados cuando fueron reprimidos desproporcionadamente por unos 50 funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, siendo un Coronel de la GNB quien detonara la primera bomba lacrimógena a los pies de personas de la comunidad, y los demás funcionarios detonaron unas 15 bombas a una distancia de 8 metros aproximadamente en lo que es una calle rural rodeada de casas. Varias personas incluidos señores de la tercera edad, niños y bebés fueron afectadas por los gases. Un bebé de un año de edad perdió el conocimiento. Un vecino que se encontraba en la calle en estado de embriaguez fue también víctima de agresiones por parte de la GNB recibiendo bombas lacrimógenas, puntapiés y dispararos de perdigones.

Como consecuencia de las continuas agresiones y a fin de que se hiciera justicia la comunidad trancó la carretera Mérida – La Culata exigiendo la presencia del Gobernador del Estado y la sanción de los responsables. La respuesta fue mayor represión. Vecinos aseguraron que se movilizaron aproximadamente 200 funcionarios de la GNB lo cual resulta desproporcionado ya que la comunidad de El Playón sólo tiene 600 habitantes en su mayoría personas de la tercera edad, niñas, niños y mujeres.

Vecinos señalan que una supuesta Defensora Pública se presentó y les dijo dejen que los turistas se vayan y aquí no ha pasado nada. Los funcionarios de la GNB coordinaron el desalojo de los turistas entre los que se encontraba la supuesta familiar de la primera dama de la República y aseguraron que los turistas tenían comunicación directa con los funcionarios de la GNB lo cual incrementó la agresión de los mismos para despejar la vía y poder lograr el desalojo el cual se realizó aproximadamente a la una de la madrugada.

La agresión contra la comunidad del Playón se prolongó durante la madrugada y todo el día siguiente. La GNB disparó de manera excesiva y desproporcionada gases lacrimógenos y perdigones contra las personas que manifestaban y hacia el interior de las casas. Se usó además material ilegal para el control de manifestaciones como cañones lanza morteros y piedras. El señor José C. miembro de la comunidad relató que: me tocó encerrarme en la habitación y con paños tapar las puertas, los vecinos hicieron lo mismo.

La GNB usó además armas letales. Vecinos señalaron que los funcionarios les decían: ustedes con piedras y nosotros con estas chiquitas pero efectivas.

Por otra parte los vecinos aseguraron que los funcionarios de la GNB dispararon cañones lanza morteros hacia la montaña produciendo un incendio forestal y luego culparon a la comunidad.

El señor José C. en su testimonio relató que previo a las 12 noche escuchó muchos disparos y su vehículo recibió un impacto de posible bala en el vidrio frontal. También nos relató que los funcionarios de la GNB se referían a la comunidad de El Playón como “una comunidad de malandros”.

Por una estación de radio local un funcionario de la Defensoría Pública se refirió a la comunidad como “una comunidad de borrachos y matraqueros”  incitando al odio y criminalizando la protesta.

El General Gustavo Saluzzo comandante de la GNB en Mérida expresó su descontento porque la comunidad “había agredido a los funcionarios de la GNB” y se comprometió a sancionar al oficial (GNB) Peralta, quien dirigió el ataque a la comunidad del Playón. Cabe mencionar que hasta el momento los hechos permanencen impunes y no se ha sancionado a los responsables.

Miembros de la comunidad de El Playón que laboran en la administración pública, fueron víctimas de acoso laboral por el simple hecho de vivir en esa comunidad.

Quien sí resultó detenido fue el señor Víctor Hugo Mora, arrendatario de la cabaña donde se hospedaban los turistas. De acuerdo a sus abogados hubo múltiples violaciones al debido proceso.

 

Dos víctimas de secuestros en Caracas en 2015 contaron sus historias a Runrunes

 

 

BANDAS DE LA COTA 905, El Cementerio, El Valle y La Vega estarían relacionadas con 25% de los secuestros denunciados este año en Caracas. El plagio de Bárbara Espinoza, hijastra del director de Interpol Venezuela,  dejó al descubierto el modus operandi de grupos que utilizan las denominadas zonas de paz de la capital del país para “enfriar” a los secuestrados y negociar los pagos de rescates. Los comerciantes figuran entre las víctimas más atractivas para los captores. Expertos aseguran que en las últimas tres semanas se disparó este delito por la cercanía de diciembre y el cobro de utilidades. RunRunes entrevistó a dos víctimas de secuestro. Conoce en primera persona sus experiencia.

 

(VIDEO) Los testimonios de quienes se quedaron sin casa en la frontera

Por: @MariaAlesiaSosa

San Antonio del Táchira.- Runrunes recogió los testimonios de las personas que fueron desalojadas de sus viviendas en «La Invasión» (San Antonio del Táchira), y cuyos hogares fueron derrumbados. Las imágenes muestran a los habitantes de la zona, salvando los materiales de los hogares que ellos mismos construyeron.