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Asamblea dictatorial constituida, por Luis Ugalde

ANC

 

Las repúblicas realmente democráticas se constituyen por un pacto de sus miembros  con consensos fundamentales sobre los derechos humanos de todos y cada uno, los objetivos del bien común de la república con derechos y deberes y reglas de juego obligantes. El consenso libre de la mayoría es indispensable para constituir la república. Una verdadera asamblea constituyente expresa ese pacto entre diversos y constituye y funda la República. Hoy en Venezuela no tenemos ninguna Asamblea Constituyente originaria, pues ésta no fue convocada por el pueblo; el único que tiene poder para ello. Lo que tenemos es una Asamblea Dictatorial Constituida, convocada por decisión dictatorial de Maduro violando la vigente Constitución. Como ellos han confesado, esta Asamblea no es para acordar consensos, sino para imponer una minoría y “aniquilar” a la Fiscal,  a la AN y a cuanta institución y persona no sea de su agrado. Los dictadores tienen este tipo de asambleas constituidas por sus serviles para imponer su voluntad. Esta de Venezuela se forma  en contra de la gran mayoría (por lo menos del 85 % que no  la votó). Estamos en un carnaval esperpéntico con más de 500 personas disfrazadas de lo que no son, disfrazadas de “constituyentes demócratas”. La dictadura inventó arbitrariamente unas bases comiciales, encasillando a la población en compartimentos y obligándola a votar corporativamente, violando el voto libre, secreto y universal consagrado en la Constitución. Al Régimen no le resultaba difícil ordenar a su CNE que al menos duplicara el número de votantes para así decir que se superó la  manifestación democrática del 16 de julio y que se alcanzó milagrosamente la mejor votación de Chávez. El fraude confesado por Smartmatic le pone la guinda a la torta.

Ese es el carnaval. Volvamos ahora al miércoles de ceniza que nos recuerda que todo esto es polvo y en polvo se ha de convertir: a la vista de todo el mundo está el fraude monstruoso y la inocultable verdad de la gente desesperada, con hambre, sin medicinas, con bolívares que no valen, con represión brutal que mata y con empresas productivas en agonía. Ni del gobierno de Maduro, ni de esta Asamblea Dictatorial  vendrán los necesarios y urgentes cambios sociales y de política económica, ni se logrará el apoyo internacional indispensable. Sólo un nuevo gobierno de transición (que no es gobierno paralelo), con rescate de la democracia y decidido cambio de modelo político, económico y social y acuerdos básicos de unidad nacional, puede traer respuestas y atender de inmediato las urgencias humanitarias y productivas.

Hay que presionar para lograr el diálogo y la negociación verdadera con la inmediata apertura humanitaria internacional, la reposición de la agenda electoral completa, la libertad de los cientos de presos políticos y la plena restitución constitucional de la AN y el reconocimiento de la Fiscalía autónoma y democrática. Los demócratas (con toda su variedad y amplitud) necesitan entrar en una fase internacional nueva y efectiva con una unidad de salvación nacional y un gobierno de transición dedicado a estas tareas ineludibles para poner las bases de unas elecciones libres en el plazo de unos meses. ¿Y la Fuerza Armada? ¡Qué vergüenza!

Elecciones regionales y cambio de régimen. Probablemente no habrá en diciembre las anunciadas elecciones regionales que el gobierno robó el año pasado y está obligado a devolverlas. Ahora las anuncia como una maniobra para dividir a la oposición democrática (entre inscribir o no) y esta semana hay que inscribir candidatos. Unos lógicamente no quieren ir a esas elecciones sin nuevo CNE y sin cambios y garantías, otros, con razón alegan que sería un gravísimo error abstenerse y regalar a la dictadura esos centenares de espacios de poder con millones de personas descentralizadas en todo el país.  Se necesita de inmediato un acuerdo unitario. La oposición, sin dejarse dividir por el régimen, debe inscribir sus variados candidatos y continuar su lucha por el cambio de régimen y del vergonzoso CNE y por la formación de un gobierno nuevo de unidad nacional. En la vida no siempre se elige entre el bien y el mal; con frecuencia se nos presenta el dilema entre dos males y hay que escoger el mal menor. Si en definitiva el régimen se ve obligado a hacer esas elecciones en diciembre, los demócratas podrán hacer las primarias entre los que ahora se inscriban. Está demostrado que se pueden ganar elecciones a este régimen y CNE tramposos, si se trabaja bien en las mesas con testigos, actas, auditorías etc. Será buena ocasión para, con una formidable movilización nacional, arrebatar al régimen decenas de gobernaciones y centenares de alcaldías. Lo peor de todo ahora sería una mayoría democrática sin liderazgo incapaz de ponerse de acuerdo de inmediato y dar la pelea en los dos frentes (eventuales elecciones y cambio de régimen) a la vez y  compartir con la población el sentido de esta dualidad.

 

 

 

Sólo la firmeza y contundencia nos salvarán, por Hasler Iglesias

#1JulVenezuela

 

Somos un pueblo de Libertadores. No es una consigna ni un slogan, es una realidad de la que debemos convencernos nosotros mismos. Hoy se cumplen 123 días desde que nos lanzamos a la calle para conquistar definitivamente la democracia y la libertad. Marchas, plantones, trancazos, paros, huelgas, homenajes, vigilias han marcado nuestro accionar. La dictadura ha arreciado con más de 5.000 detenciones arbitrarias, más de 120 asesinatos y aumentando la cifra de presos políticos hasta casi 500. Incluidos alcaldes, concejales, diputados y magistrados, sin contar las medidas arbitrarias de trasladar a Leopoldo López y Antonio Ledezma de nuevo a una cárcel militar.

Hoy estamos en desobediencia ante toda autoridad, legislación y régimen que viole la Constitución y los Derechos Humanos (Art. 350 CRBV). Aferrados a ese derecho, el 16 de julio realizamos un plebiscito inédito: El pueblo organizándose cuando la dictadura quiere impedírselo, el pueblo expresándose cuando la dictadura lo quiere callar. Y el resultado fue extraordinario: Con muchísimas menos mesas electorales que en una elección tradicional y con todo el aparato del Estado en contra, 7.676.894 gritamos al unísono tres exigencias:

  1. No reconocemos el fraude disfrazado de Asamblea Nacional Constituyente que ha impulsado Maduro, y no obedeceremos ninguna de sus decisiones.
  2. Exigimos que la Fuerza Armada Nacional deje de seguir instrucciones violatorias de la Constitución y los Derechos Humanos y se sumen a la lucha institucional por restituir el hilo constitucional.
  3. Exigimos la renovación de los poderes públicos y la conformación de un Gobierno de Unión Nacional que restituya el orden constitucional.
Apenas 14 días después, la dictadura se empeñó en acelerar su proyecto, en vez de acatar la voz del pueblo. Realizaron un fraude electoral y constitucional: Una elección de constituyentistas sin consulta previa al pueblo de Venezuela, y con las más opacas y arbitrarias condiciones electorales. Estuvimos en la calle impidiéndolo, y los obligamos a cerrar centros de votación y tener que hacer malabares para sostener su fraude. Les votaron apenas 2.483.073 personas, y tuvieron la cara dura de afirmarle al país y al mundo que habían participado 8.089.320 venezolanos. El resultado no sólo fue la abstención y la mentira, sino la masacre que ejecutaron ese día, llevándose la vida de más de 15 venezolanos que luchaban de manera pacífica y en la calle por sus derechos, incluidos tres menores de edad, uno de ellos de 13 años.
Hoy nos corresponde acatar el mandato popular del 16 de julio, y defender con todo a la República. Cuando la dictadura pretende instalar una Asamblea Constituyente, reestructurar la Fiscalía General, cerrar canales de televisión, apresar a los dirigentes y activistas de oposición y no dejar piedra sobre piedra, es cuando con más vehemencia y claridad debemos avanzar en nuestra estrategia.

¿Cómo avanzar?

El mandato del 16 de julio es claro. No podemos avalar ni permitir pasivamente la instalación del fraude constituyente; y aún cuando lograsen avanzar en ese sentido, no podemos obedecer ni reconocer ninguna de las decisiones o acciones que desde allí tome la dictadura. Y esto hay que asumirlo como Libertadores, entendiendo el riesgo de retar a una dictadura asesina como esta, pero sabiendo que la gloria de conquistar la democracia es mucho mayor que el dolor presente.
Así mismo, debemos seguir emplazando a la Fuerza Armada, evidenciando lo ilegal de las órdenes que reciben, y lo urgente que es que dejen de ser el brazo armado de la narcodictadura. Los militares, como ciudadanos venezolanos, tienen la obligación -no la opción- de restituir el hilo constitucional, y más aún en ejercicio de las funciones y herramientas que tienen para defender la República.
Y finalmente, se debe avanzar sin vacilaciones en la conformación de un Gobierno de Unión Nacional. Un primer paso fue el nombramiento de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, sin embargo, no se ha trascendido del nombramiento a la toma de acciones concretas. Nuestros magistrados están escondidos o encarcelados, sin que la Asamblea ni los ciudadanos hayamos hecho nada para defenderlos y que ejerzan plenamente sus competencias. Esto debe terminar y debemos defender con garra a todas las autoridades emanadas de la legítima Asamblea Nacional.
El nombramiento de rectores del Consejo Nacional Electoral también es urgente. El fraude de Maduro fue consumado por unas señoras con períodos vencidos, carentes de toda legitimidad. Y asimismo carecerá de legitimidad cualquier acto que ellas ejecuten, más aún luego de que el mundo entero viera como mienten con las cifras. Se debe nombrar un nuevo CNE, y que ejerza, y que sea defendido por todos los ciudadanos. No importa si la dictadura no lo reconoce, deberemos entonces contrastar la fuerza de la mayoría en la calle defendiendo sus instituciones legítimas contra la debilidad de una dictadura y sus instituciones serviles.
Asimismo, la conformación de un Gobierno para la transición debe ocurrir luego de contar con el fundamento institucional planteado. La presión sobre Maduro es la más alta de la historia, pero sigue ejerciendo funciones, a pesar del rechazo de todo el pueblo y de la sistemática violación de los principios democráticos. Debemos entonces establecer una verdadera institucionalidad, un poder legislativo, que será acompañado por un poder judicial y electoral para la conformación de un nuevo poder ejecutivo. Y esto no como una locura por fuera de las leyes ni la soberanía popular, sino precisamente la expresión clara e inequívoca de la defensa de la Constitución y el cumplimiento de la Voluntad Popular expresada el 16 de julio.
Esta ruta acrecentará el conflicto promovido por Maduro al negarse a cumplir la Constitución y mediante la acción de un gobierno reconocido por el pueblo contrastado con una dictadura carente de obediencia, debemos seguir avanzando hasta la salida definitiva de quienes usurpan el poder. La presión de calle se debe sostener e incrementarse, más protestas, con más personas, en más lugares, durante más tiempo. Si ninguno de nosotros obedece, Maduro no tiene poder, si avanzamos con fuerza de calle, institucional e internacional, Maduro no puede gobernar.
Es importante alertar sobre los riesgos de seguirle el juego a la dictadura en su estrategia de ganar tiempo y desmotivarnos. Unas elecciones regionales en estas condiciones serían una gran perdida de tiempo y energía, por las razones que enumero a continuación:
  1. Con una Asamblea Constituyente andando, cualquier elección o autoridad estaría sujeta a la discrecionalidad de sus decisiones, por lo que participar en una elección supeditada a la fraudulenta ANC es lo mismo que lanzarse al vacío confiando que el opresor protegerá nuestra vida.
  2. Con un CNE que demostró no tener escrúpulos, ahora mucho menos que antes, participar en elecciones regionales es supeditarnos a su manipulación de las cifras, además de los vicios que hemos conocido en todas las elecciones anteriores.
  3. Con una dictadura radicalizada, las gobernaciones se convierten en un cascarón vacío, que lejos de «sumarnos espacios de poder» sólo lavarán la cara del régimen ante la comunidad internacional -que hoy los desconoce- y distraerá la ruta estratégica de la resistencia:
    1. Elecciones generales, con un árbitro imparcial y en condiciones justas, democráticas, competitivas, transparentes y libres.
    2. Apertura del canal humanitario de alimentos y medicinas.
    3. Liberación de todos los presos políticos.
Es por ello que sólo la firmeza y la contundencia de nuestras acciones nos salvarán. En estos momentos no se trata de volver al debate de Votos vs. Calle, todos coincidimos en la calle, y todos queremos rescatar el voto. Pero el voto real, no el controlado ni manipulado por la comisión electoral privada de Nicolás Maduro. Para ello se hace indispensable la ejecución de todas las medidas institucionales y constitucionales que están legitimadas por la Asamblea Nacional y el voto popular del 16 de julio.
No está de más recalcar que cualquier estrategia que se decida, sea ésta o cualquier otra, carecerá de efecto si no viene acompañada de una profunda y en escalada presión de calle, permanente y continua, hasta alcanzar los objetivos. Si la población se apacigua y desmoviliza, no habrá medida alguna de poder alguno que se pueda sostener por sí misma frente a la dictadura.
Somos una sola nación, indignada por tanto abuso, cargados de rabia por tanta injusticia, que nos enfrentamos a un sólo enemigo, a una dictadura asesina e inescrupulosa, con vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado. Somos un pueblo de Libertadores, que no se rinde, que no se doblega. Que avanza decididamente hasta su libertad, y que no se apacigua por las trampas del régimen. Sólo creyendo y demostrando que somos millones, en la calle, respaldando las instituciones de la democracia, desalojaremos al cartel que intenta doblegarnos. ¡Rebelión popular y sublevación institucional hasta vencer!

@HaslerIglesias

José Toro Hardy Jul 27, 2017 | Actualizado hace 7 años
¡Fraude!, por José Toro Hardy

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“Lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas”. Esa frase debe haber retumbado en la conciencia de todos los gobiernos democráticos del mundo, particularmente  en los gobiernos democráticos del continente, que por cierto tienen una cita 26 de julio en el Consejo Permanente de la OEA para tratar por sexta vez el caso de Venezuela.

En el momento de escribir estas líneas no sé aún cual será el resultado de esa reunión.

“Los países votan por sus intereses y no por sus principios democráticos”, afirmó Almagro en su testimonio ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de los EEUU. Cabe preguntarse, ¿es que acaso la democracia no forma parte de los intereses de esos países? En particular debemos referirnos al caso de algunos gobiernos del Caribe que heredaron del Reino Unido un sistema parlamentario del cual dicen sentirse orgullosos. ¿Pueden esos gobiernos parlamentarios tolerar la arremetida vandálica contra el Parlamento venezolano que tuvo lugar el 5 de julio? ¿Pueden aceptar la violación flagrante de los DDHH a la cual se refiere también el Secretario General? Si esa es la posición que prevalece en la reunión de la OEA, entonces tendremos que concluir que Almagro fue muy benigno y que esos países no votan ni por principios ni por intereses de sus pueblos sino por otro tipo de intereses mucho más  oscuros. Dios quiera que no sea ese el caso.

Es interesante destacar la estrategia  que el régimen venezolano viene desarrollando en la OEA. Los  35 país independientes de América han ratificado su Carta constitutiva de 1948, comprometiéndose a fortalecer la paz, la seguridad, consolidar la democracia y promover los derechos humanos, apoyando el desarrollo económico y social.

¿Es que acaso no salta a la vista que todos esos objetivos brillan por su ausencia hoy en Venezuela? ¿Apoyar el desarrollo económico y social? ¿No es obvio que nuestro país está atravesando por lo que que quizá sea el mayor empobrecimiento y retroceso social en toda su historia republicana?

Pero en fin, quiero creer que en esta ocasión haya prevalecido la decencia en la reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA y que esas naciones hayan comprendido que los verdaderos intereses de sus pueblos están claramente identificados con la Carta de la Organización. Mal negocio harían alineándose con una tambaleante dictadura, que ya no tiene como cumplir sus promesas, corriendo el riesgo de incurrir en un desprestigio abrumador.

En todo caso, la misma estrategia que hace años Fidel Castro le vendió al régimen venezolano en el caso de esa Organización es la que se pretende utilizar en el caso de la inconstitucional Asamblea Constituyente del próximo domingo.

Tal estrategia consiste en darle a cada municipio (no importa cuan pequeño o despoblado sea) el derecho de elegir a un Constituyentista, dándole al voto de sus habitantes un peso mucho mayor que al de los habitantes de municipios de mucho mayor población. Es decir, no todos los venezolanos son iguales ante el régimen. Para muestra basta un botón: al Municipio Maroa de Amazonas con una población de aproximadamente 1.930 habitantes, le corresponde la elección de 1 diputado a la Constituyente, al igual que al Municipio Maracaibo del Estado Zulia cuya población supera los 1.450.000 habitantes. Es decir, el voto de los maracuchos vale 755 veces menos que los de Maroa. ¿Son acaso inferiores? En su caso yo estaría indignado.

En el país existen cerca de 335 municipios, la mayoría de ellos pequeños y despoblados. Basta con enviarles una cuantas cajas CLAP a sus pobladores para obtener su voto, estafando así a la inmensa mayoría de los habitantes de Venezuela.

Es el mismo concepto que se aplica en la OEA. Cada habitante de los EEUU -el país más poblado de América con 325 millones de habitantes- vale 7.065 veces menos que el de quienes habitan en San Cristóbal y Nieves con 46.000 habitantes. Basta con enviarles unos pocos barriles de petróleo a esas pequeñas islas del Caribe para asegurarse sus votos en la Organización. Peor aún, quizá no se trate de esos barriles de petróleo lo que los mueve, sino asuntos mucho más turbios capaces de dañar los cimientos mismos de una sociedad.

Una Constituyente, diseñada sobre bases que son un fraude a la Constitución, no puede prevalecer. No puede ser que se acepte un mecanismo írrito que sirva para que menos del 15% de la población le imponga al restante 85% un modo de vida que contraría sus valores, principios, garantías democráticas y que vulnera los DDHH.

Si tal cosa ocurriera, la activa reacción de la comunidad internacional se sumaría a la de los venezolanos, desatando una situación de ingobernabilidad que terminaría por corregir los entuertos de la dictadura. Sin duda nuestros compatriotas desconocerían tal régimen como se lo exigen los artículo 333 y 350 de la Constitución vigente.

 

@josetorohardy

¡No a la cédula cubana! ¡No me da la gana!, por Armando Martini Pietri

ConsultaPopular#16Jul_EFE

 

Previsible, pero no por ello dejó de ser impresionante la concurrencia este 16 de julio a votar por el compromiso y libertad de Venezuela. No fue casualidad el mandato contundente, apasionado e insoslayable, una decisión ciudadana por la desastrosa situación política, económica, social, sanitaria, de corrupción y atraco inmisericorde a las finanzas publicas por las mafias pandilleras y sinvergüenzas encubridores oportunistas.

Los venezolanos votamos por nuestra liberación, auténtica soberanía, derecho a ser escuchados y no manipulados, por nuestra obligación a defender la patria contra la estulticia oficialista y la penetración de indeseables castro-cubanos, que incapaces de dar bienestar y respeto a su propio pueblo, se han lanzado como lobos hambrientos a tragarse todo lo que su capataz les ofrece en bandeja de esclavitud.

Contra todo y mas, sufragó la abrumadora mayoría, millones dentro de nuestro país y gracias a la torpeza y brutalidad castro-madurista también en el extranjero. No queremos cédulas ni pasaportes cubanos, aunque algunos hayan tenido que aguantarse simulacros de los humillantes carnets de la patria. Eso se arreglará más pronto que el dolor vergonzoso producido por el patadón que el ciudadano propino en las asentaderas de la dirigencia oficialista y sus asociados castristas. 

La consulta popular fue aplastante. Quizás no terminen de irse físicamente del todo, quién sabe, todavía no despegan a lo loco en aviones, pero ya están apartados de los afectos, corazones, mentes y voluntades de los venezolanos, que asestaron un portazo en sus narices. 

Las documentaciones cubano-maduristas, permanecerán engavetadas y pronto echados, como los grillos torturadores en las cárceles de Gómez, al mar para que floten hasta La Habana.

Algo más de 7.6 millones de puños dignos y decorosos golpearon el muro que, con más torpeza que habilidad, han venido construyendo los peones del castro-comunismo. Magnifica demostración de arrojo y soberanía. No sólo los jirones del régimen oficialista, también los gobiernos del mundo quedaron deslumbrados y están empezando a actuar con fuerza para respaldar la extraordinaria manifestación de orgullo y alma nacional de independencia.

La bandera de la lucha sigue estando en las manos de cada mujer, hombre y joven de este país. Los paladines, son los ciudadanos. No es la primera vez en la historia. Cuando nuestros próceres levantaron coraje y armas contra el imperio español, Venezuela recibió a miles de extranjeros que vinieron a luchar hombro a hombro, la Legión Británica y su valor son sólo uno de los ejemplos; siguieron con Bolívar, Sucre y tantos otros héroes a emancipar toda la extensa y difícil región andina suramericana donde había, necesario recordarlo, dos de los tres poderosos virreinatos españoles.

Venezuela es tierra de libertad y de brazos abiertos para quienes escapaban de opresiones y asechanzas. En estos ya casi 20 años hemos sido nosotros los emigrantes y asilados, pero este pueblo ha dicho ¡basta! refrendándolo con autoridad y poderío. 

Continuamos en la calle, ya no asediados sino asediando la dictadura armada, desesperada, desconcertada y dispuesta a todo. Los venezolanos, campeones de la democracia en el mundo, hemos otorgado un despejado mandato para que se tomen las acciones que correspondan y para las cuales los parlamentarios fueron elegidos. 

No han comprendido que Cuba se está jugando la vida en Venezuela. Así de sencillo. En medio de la penuria extrema que nuestra patria padece, el régimen se las arregla para seguirle enviando oro negro. Y en pagar su ejército de ocupación. La suma de esas partidas, petróleo, sueldos y gastos de bandidos intervencionistas permisados, dan un resultado a favor en las arruinadas -saqueadas- arcas cubanas. Si el petróleo se acabara, soldados, asesores -G2-, seudo-médicos volvieran a Cuba para ser mantenidos por el régimen, colapsaría la economía castrista.

La instalación de la Asamblea Nacional Constituyente sellará el hito que reventará la pretendida dominación tirana. La reacción no se hará esperar y será masiva contra quienes acarician destruir la nación, implantar el comunismo y desaparecer con nuestra forma de vida. Estos desfachatados, hicieron realidad el sueño de Fidel, un Gobierno que arribó a Cuba con promesas de libertad y los llenó de cadenas, hambre y miseria.

Tenemos fecha, 30 de julio 2017. Mes natalicio del Libertador Simón Bolívar. Si ese parapeto se instaura, será la inauguración de la Venezuela castrista y la consolidación de un sistema más que comunista, funesto. El populismo exacerbado, dañino y enfermizo se consolidara. Los ciudadanos decidiremos si esta ignominia y los castristas se quedan o nosotros nos vamos. La otra opción es que permanezcamos lidiando ya no en las calles, será prohibido y se convertirá en delito, sino en la clandestinidad. 

¿Morir peleando o vivir como el pueblo cubano, arrodillados, humillados, doblegados? Parte de esa tragedia ya la hemos sufrido. Como en Cuba, existe una clase privilegiada, en Venezuela están los que disfrutan a plenitud y descaro impúdico los placeres de la vida, con el único mérito de ser cómplices, bolichicos, testaferros, politiqueros, socios, amigos, hijos o parientes de los que usurpan desvergonzadamente el poder y asaltan sin pudor ni rubor el erario público. Por cierto, algunos de ellos, preparándose para integrar lo que viene, seguir delinquiendo y saqueando el tesoro nacional.

Mientras escribimos, el pueblo, por su cuenta y riesgo, la Resistencia, ha vuelto a las calles y la ocupa. En la Asamblea Nacional, rodeados por catervas ensangrentadas, los diputados cumplen los pasos constitucionales que obliga la ley para honrar y cumplir la voluntad de un pueblo que, ése sí, es hijo heredero de Simón Bolívar, próceres de la Independencia y protagonistas de la nueva liberación.

Los cubanistas que se metan en el bolsillo trasero cédulas y pasaportes castro-maduristas y escapen cañerías afuera, hasta que sean atrapados por la justicia; internacional y/o nacional. El venezolano no se rinde ni acepta negociaciones turbias, en la oscuridad de conciliábulos. Cualquier acuerdo de gobernabilidad o negociación, debe ser, con la única finalidad de la salida y cambio del régimen. Quienes nos representen deben ser pulcros e impolutos, será transparente y publico, tratado y conocido por la ciudadanía previamente, porque nos afecta a todos. Solo así se respetará. No pierdan el tiempo inventando distinto.

 

@ArmandoMartini

ONU solicita la libertad inmediata de Yon Goicoechea

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La Organización de las Naciones Unidas solicitó al Estado venezolano la inmediata liberación del dirigente de Voluntad Popular, Yon Goicoechea, luego de determinar que su detención fue arbitraria, informó su abogado defensor Nizar El Fakih.

El pronunciamiento corresponde a la Resolución 18/2017 emitida durante el 78° período de sesiones del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y fue notificada a la defensa de Goicoechea el 14 de julio. El organismo determinó que en este caso se han violado los artículos 9 y 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y los artículos 9 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. La decisi´po señala expresamente que «el remedio adecuado sería ponerlo inmediatamente en libertad» y «concederle el derecho efectivo a obtener una indemnización y otros tipos de reparación de conformidad con el derecho internacional».

El caso de Goicoechea fue denunciado ante Naciones Unidas el 6 de septiembre de 2016. El líder opositor fue aprehendido irregularmente el 29 de agosto del año pasado, cuando salía de su domicilio en la ciudad de Caracas. Fue sometido a incomunicación por más de 56 horas, lo cual fue calificado por su defensa como una desaparición forzosa temporal.

El Fakih recordó que la detención se llevó a cabo sin la existencia de una orden judicial previa, lo cual constituye una violación al debido proceso en los términos consagrados en el artículo 44 de la Constitución.

El defensor insistió en señalar que el encarcelamiento de Goicoechea no tiene justificación alguna: “No existían fundamentos jurídicos para su detención. Y lo más grave es que el tribunal de la causa ordenó su liberación el 20 de octubre de 2016, pero la policía política, dependiente del Poder Ejecutivo, se niega a acatar la decisión judicial”.

El Fakih advirtió que las resoluciones del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria tienen carácter vinculante, es decir son de obligatorio acatamiento por parte del Estado venezolano, en vista de que es parte de la ONU y ha suscrito y ratificado los instrumentos internacionales que fundamentan su intervención en este tipo de casos.

Agregó que si el Estado desacata el dictamen, tendría que responder internacionalmente por la violación de los derechos humanos de Goicoechea: “Y en la medida en que persista la detención arbitraria y aumenten los daños se elevará la dimensión de las reparaciones que el Estado estará obligado a hacer”.

Sin vuelta atrás, por Marianella Salazar

unpaso

 

La lectura del aplastante significado de más de 7,6 millones de votos de la consulta popular en la cual la mayoría de los venezolanos, incluyendo a los del exilio, exigieron de manera rotunda el fin de la narcodictadura de Maduro debe tener una consecuencia inmediata y terminante.

Los venezolanos ejercimos un mandato claro, establecido en la tercera pregunta del plebiscito, que llama a la conformación de un gobierno de unidad nacional para convocar elecciones libres. El resultado no debe dar lugar a erróneas interpretaciones, o incluso peor, a convertir en derrota un triunfo tan concluyente.

Como lo indicara el gobernador Henrique Capriles, los venezolanos están esperando acciones más contundentes que los anuncios de la MUD del pasado lunes y advierte que “si la dirigencia no escucha, el pueblo le pasará por encima”. De hecho, los trancazos espontáneos de ayer son un claro mensaje a la MUD para que forme nuevo gobierno y acate el mandato del pasado domingo, que no es más que llover sobre mojado sobre los resultados apabullantes de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015.

El paro de 24 horas previo a la retrasada designación de nuevos magistrados del TSJ, el próximo viernes, empaña la voluntad popular expresada firmemente el pasado 16J. Capriles plantea una huelga y no un paro. El país comienza a ver las costuras que nos impiden avanzar a través de un gobierno de transición y que la AN como poder legítimo debe conformarlo. Para mañana es tarde porque serán disueltos por la asamblea nacional constituyente cuando los desalojen para sesionar en el Hemiciclo a partir del 1° de agosto. En la comunidad internacional comienzan a mirar con estupor los retardos de la Asamblea Nacional, que aún contando con un decisivo apoyo internacional para nombrar al interlocutor legítimo y reconocido por 99% de los gobiernos del mundo, no lo ha hecho.

El comunicado sin precedentes del presidente Donald Trump, a menos de 24 horas del plebiscito, también es un mensaje directo a la dirigencia opositora, y debe entenderse con toda la dimensión de su relevancia política a través del explícito lenguaje diplomático de la Casa Blanca, quien junto con los pronunciamientos de la Unión Europea, Alemania, Canadá, Colombia, México, Brasil y España, han sido los primeros en expresar, de una forma implícita, que reconocerán al nuevo gobierno que constituya la Asamblea Nacional. Ese será el signo del fin de la dictadura.

Negociaciones

Como lo advertí en mi artículo de la semana pasada, sectores opositores siguen soñando (y negociando) con elecciones regionales, intentan llegar a un pacto que entierre la constituyente, permita la celebración de elecciones de gobernadores y Maduro prolongue la agonía hasta diciembre de 2018. Las declaraciones del dirigente de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, replanteando el diálogo, recibió ipso facto una respuesta en perfecta sintonía del alcalde Jorge Rodríguez. Para más inri, el diputado Freddy Guevara de Voluntad Popular afirmó que están dispuestos a “discutir sin manipulaciones si retiran la constituyente”.

Aquí el único diálogo posible es el que facilite un acuerdo para la rendición del narcorégimen y llame a elecciones generales en un lapso no menor a 3 meses. Obvian que en enero de este año, la AN decretó el abandono del cargo de Nicolás Maduro y todavía, a pesar de estar en cuenta regresiva, no han nombrado al gobierno interino, que sin duda generará la escisión de la Fuerza Armada y aglutinará a los sectores democráticos para producir el quiebre del régimen de manera definitiva.

El momento es crucial, puede significar el anhelado cambio hacia la libertad, o hacia la tragedia cubana, pero agravada en el siglo XXI.

@AliasMalula

El Nacional 

¡Gloria al bravo Pueblo!, por José Toro Hardy

ConsultaPopular

 

El 16 de julio será una fecha patria. Así será recordada. Será el día en que el pueblo venezolano se volcará a las calles a exigir su libertad. Será el día en que el himno nacional resonará en el alma de todos los ciudadanos: “¡Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó!”

Investidos con la autoridad de saber que el pueblo es el soberano, el Poder Primario, iremos a votar para impedir que la Constitución sea derogada por medios distintos al previsto en ella.

Será el día en que el despotismo temblará de pavor y en el que de nuestros corazones surgirá un clamor: “Gritemos con brío ¡muera la opresión! Compatriotas fieles, la fuerza es la unión”.

Ese día nos enfrentaremos “al vil egoísmo” que esta vez no triunfará porque, en esta lucha, se juega el porvenir de la patria y el futuro de nuestros hijos.

Y en medio de la angustia que nos agobia, todos los credos, representados en la voz de nuestros obispos,  tampoco permanecerán callados ante un gobierno que no respeta la vida y que trata por cualquier medio de imponer una dictadura militarista, marxista, socialista y comunista. Por eso iremos a votar convencidos de que “desde el Empíreo el Supremo Autor un sublime aliento al pueblo infundió”.

Iremos a sufragar porque nos rebelamos ante la idea  de que habiendo conquistado a un solo hombre, los gobernantes de una isla sumida en la pobreza y en la cual sus ciudadanos carecen de libertades, se estén apoderando de nuestra patria. Que nos traten de imponer un modo de vida que contraría nuestros valores y principios y que viola la garantías democráticas y menoscaba los derechos humanos. Que la independencia lograda por nuestros libertadores esté en entredicho porque el régimen está entregando sumisamente el tributo que exigen las naciones vencedoras a las vencidas. Reaccionemos: “¡abajo cadenas!”

Ya no hay manera de ignorar la destrucción masiva impuesta a la que por derecho propio debía ser una de las naciones más prósperas del continente. Ya no se puede ocultar que el 80% de los venezolanos viven bajo la línea de pobreza y el 50% en condiciones de pobreza extrema. Que muchos venezolanos están comiendo en la basura. Por eso “¡el pueblo en su choza libertad pidió!”

Iremos a votar porque la delincuencia nos ha transformado en uno de los países más inseguros del planeta.  Padecemos la inflación más alta del mundo, vivimos en medio de una crisis humanitaria brutal ante la escasez de alimentos y medicinas. Han destrozado desde el sistema de salud hasta el aparato productivo y están tratando de adoctrinar a nuestros niños. Nuestros hijos han tenido que emigrar buscando en otras tierras lo que la suya propia le negó y el valor de nuestra moneda, que orgullosamente ostenta el nombre de Bolívar, ha sido arrastrado por el fango.

Todo ello ha provocado una caída sin precedentes en la popularidad de unas autoridades corruptas. Cerca del 85% de los venezolanos se oponen a ese estado de cosas.

Sin embargo, usurpando la soberanía popular, el régimen pretende imponer una Constituyente con los dados cargados con un mecanismo de consulta que no es otra cosa que un fraude a la Constitución que, imitando el modelo soviético y el corporativista de Mussolini, coloca en una minoría ínfima de la población la capacidad de aplastar la voluntad mayoritaria de los venezolanos.

Llámese Plebiscito, referendo consultivo, asamblea de ciudadanos o como se quiera, iremos a votar. Lo cierto es que serán muchos millones los venezolanos que van a manifestar su inconformidad el próximo 16 de julio. La colosal autoridad moral que se desprenderá de esa votación masiva será tal que no habrá Sala Constitucional exprés que pueda alegar que esa expresión de voluntad no es vinculante. En la práctica el revocatorio que el CNE le ha negado al pueblo se habrá materializado.

Un nuevo TSJ designado conforme a la Constitución por una Asamblea Nacional que fue elegida por una mayoría decisiva de los venezolanos contará con el respaldo del Poder Primario y, la FANB, tendrá que entender su obligación de hacer respetar la voluntad del soberano.

La gobernabilidad depende de la legitimidad. Esa Constituyente inconstituyente  propuesta por el régimen ha desbordado la paciencia de los venezolanos tal como se pone en evidencia a lo largo de más de 100 días de protestas que ni siquiera la violenta represión y la brutal violación de los derechos humanos ha podido contener. La legitimidad se ha perdido.

Adelante compatriotas. Todos a votar el domingo. “¡Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó!”

 

@josetorohardy

 

Laureano Márquez P. Jul 13, 2017 | Actualizado hace 7 años
17 años, por Laureano Márquez

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Diecisiete  una edad límite: ya no eres un niño, pero tampoco eres mayor de edad. Es como la edad de la espera, la antesala de los anhelados 18 que parecen abrir todas las puertas de la libertad. Un ciclo de tu existencia termina, otro comienza, el de la dirección definitiva de la vida: te estás graduando de bachiller, de modo que  profesión, ciudadanía, autodeterminación, están en tus expectativas de futuro. Eres un proyecto en el que tus padres depositaron todos sus ahorros de amor, entrega y esperanza, que ahora, justo ahora, comienza a producir dividendos extraordinarios. Diecisiete años pueden ser muchos, si se tienen, o muy pocos cuando se ven desde la madurez. Los que alcanzan la ancianidad  los ven solo como un vago y lejano recuerdo de remota ternura. Pero cuando se tienen 17 años y el alma en plena efervescencia, con todo tu ser expresándose, con la conciencia limpia de la juventud atesorando sueños, uno puede creerse señor del mundo, incluso puede pensar que ha vivido bastante. Cuando se tienen 17 todo importa, la vida se toma con una gravedad que nos asusta a veces a los que dejamos hace tiempo esa edad. Nuestros hijos son mucho más serios que nosotros, mucho más sabios de lo que fuimos a su edad y hasta más bellos, como si la belleza también avanzara como la tecnología. Eso nos hace sentir orgullosos: los admiramos. Como todo se está estrenando, la conciencia, la propia responsabilidad, la coherencia entre el pensar y el ser, la sexualidad; todo tiene en esa edad la importancia justa que merece. Un rompimiento afectivo puede arruinar la vida de un joven, si no llega a entender que no es el fin del mundo,  que seguramente vendrán otros, que el alma se va fortaleciendo con los dolores y el tránsito hacia la vejez no es otra cosa que acostumbrarse a sobrellevar las durezas de la vida con dignidad, aprendiendo de cada enseñanza para ser mejor.

Cuando se tienen 17 y la conciencia manda a comprometer la vida en defensa del otro, es una decisión que no encuentra límites, que se vuelve temeraria, que supedita todo al cumplimiento del mandato ético que no admite cortapisas. Quien tiene 17, como diría Andrés Eloy Blanco, tiene todavía el sabor de la leche de su madre en los labios, es un niño grande al que uno cargaría si pudiera y sentaría aun en las rodillas a jugar al caballito, si se dejara, pero no se deja porque se sienten gigantes y se sienten porque verdaderamente lo son de cuerpo y de alma.

Un niño no debe morir, porque cuando un niño muere, una parte de la eternidad se desvanece irremediablemente sin que siquiera se nos sea permitido vislumbrarla. Cuando un niño grande de 17 es asesinado, nuestra confianza en el destino humano se ve defraudada y todos los siglos de conquistas civilizatorias parecen estériles e ilusorios.

Algo en la conciencia nacional debería detener el asesinato de nuestra juventud. Una recóndita expresión de amor debería quedar en quienes nos conducen al matadero y seguramente alguna vez soñaron el bien para sus compatriotas. Quien tiene 17 años no ha conocido otra Venezuela, creció en este despropósito y sin embargo, su alma ansía lo diferente, barrunta la democracia que no ha vivido porque fue amamantado por un corazón que conoció la libertad.

En nombre de las cosas buenas que podemos evocar unos y otros, de las luchas históricas de tantas generaciones, en nombre de los sueños de felicidad del Libertador para su pueblo y del valor supremo de la vida, debemos exigir con contundencia que se detenga el vil asesinato del divino tesoro que representa nuestra juventud.

No podemos degradarnos tanto. Ya basta.

 

@laureanomar