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Comisión de la Verdad

Saab anunció nueva revisión de casos de presos políticos

 

Tarek William Saab, presidente de la Comisión de la Verdad, informó que están recopilando estadísticas para recomendar casos a ser revisados y así realizar nuevas liberaciones de los presos políticos del país.

La comisión «está nuevamente haciendo un trabajo, un censo, unas estadísticas para determinar nuevos casos a ser revisados y producir nuevas liberaciones», dijo Saab, sin ofrecer más detalles, en una entrevista con Venevisión.

Aseguró que en los últimos meses se produjeron las excarcelaciones de más de 300 personas, en el marco del plan de reconciliación nacional que adelanta el gobierno de Nicolás Maduro.

La oposición, abogados y varias organizaciones sin fines de lucro que velan por los derechos de estos detenidos señalaron que muchos de los últimos liberados eran presos comunes.

Por petición de Maduro, la oficialista Asamblea Nacional Constituyente (ANC) ordenó en junio la excarcelación de 123 personas, la mayoría con medidas cautelares.

Estas medidas no evitaron que los presos políticos recluidos en el Sebin denunciaran malos tratos, Los encarcelados demandaron que se cumpliera con la liberación de los detenidos con boletas de excarcelación emitidas por tribunales.

En segundo día de motín, presos en El Helicoide exigen presencia de la Comisión de la Verdad

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El director del Foro Penal Venezolano, Alfredo Romero, alertó a través de su cuenta en Twitter este 10 de julio que se mantiene la situación que se registra en las instalaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) en El Helicoide desde horas de la tarde de este 9 de julio.

De igual forma, recordó que hace exactamente un año, la Fiscalía solicitó medida cautelar sustitutiva de libertad para el dirigente estudiantil Lorent Saleh.

 

Por otra parte, la diputada a la Asamblea Nacional, Delsa Solórzano, difundió un video a través de su cuenta en la misma red social en donde sale un grupo de presos políticos afirmando que todos los reos tienen el “total control” y además exigen que se presente la Comisión de la Verdad para que analicen caso por caso de los detenidos que ahí se encuentran.

“La Comisión de la Verdad es la única garantía para que nos resuelvan nuestros problemas”, señala el vocero.

En otro video publicado en la cuenta de Solórzano, declara Luis Navas para solicitar la reivindicación a sus derechos  y respalda la declaración que fuera publicada más temprano.

Oct 10, 2017 | Actualizado hace 7 años
Los enemigos del diálogo, por Jesús M. Casal

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Mucho se dice últimamente sobre la existencia de actores que adversan el diálogo. En especial, desde el oficialismo se afirma reiteradamente que la oposición no acepta fórmula alguna de entendimiento, mientras que el gobierno asevera que siempre las ha impulsado. La realidad es, sin embargo, mucho más compleja. Pareciera que al alto gobierno le interesa poco el diálogo verdadero, basado en el reconocimiento de la legitimidad de los interlocutores y supeditado a un acuerdo previo entre las partes sobre la manera de llevarlo adelante, respetuoso en suma de la dignidad política de cada una. Se inclina más por la subordinación del adversario a sus postulados y a sus posiciones de poder y atiende al objetivo de lograr el reconocimiento que esto supone. Del lado opositor hay quienes de entrada rechazan toda modalidad de diálogo, dejando a salvo el que se circunscriba a definir la salida inmediata del poder de quienes hoy lo detentan, aunque la postura dominante es la de estar abiertos a conversaciones conducidas de buena fe que favorezcan una negociación política que permita superar la crisis política y humanitaria, con garantías de alternancia democrática.

Error visible

La actitud oficial antes esbozada es altamente dañina para cualquier escenario de genuina negociación. Su error más visible radica en la insistencia en colocar a la llamada Constituyente en el epicentro de cualquier proceso de diálogo que quiera emprenderse, lo cual dinamita de entrada las iniciativas que se adopten. La denominada Constituyente representa per se la prepotencia de colocarse por encima de la ley y de la Constitución, la pretensión de avasallar a todos los poderes del Estado, la insolencia de estar dispuesta a hacer lo que antes el Tribunal Supremo de Justicia ha prohibido a la Asamblea Nacional o la osadía de poder fijar unilateralmente una verdad. Cualquier ensayo serio de negociación política en el país, que quiera ser exitoso, debería dejar a la sedicente Constituyente en los márgenes del diálogo. No podría negarla de plano ni asumir explícitamente su carácter espurio, pues esta es una tesis inaceptable para el oficialismo, pero sí es aconsejable que el centro del proceso sea el que las partes acuerden, como espacio neutral, sin perjuicio de que luego cada una active sus ámbitos institucionales de influencia para implementar los compromisos que se adquieran.

Político y parcializado

Una muestra de los equívocos que se están cometiendo se encuentra en la creación de la Comisión para la Verdad, la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública y en la ley “constitucional” correspondiente, dictada por la supuesta Asamblea Nacional Constituyente. Esta ley vulnera los estándares internacionales sobre las Comisiones de la Verdad, entre otras razones porque se erige como un órgano eminentemente político y parcializado que buscará fijar una verdad sobre hechos intensamente controvertidos sobre los cuales la sociedad venezolana mantendrá por mucho tiempo visiones disímiles e irreconciliables. Una genuina Comisión de la Verdad, nacida de un acuerdo plural entre sectores diversos y que reúna otras condiciones, podría contribuir a construir una comprensión compartida sobre algunos temas, así como a lograr la reconciliación, con esclarecimiento y justicia, pero una imposición del órgano plenipotenciario conducirá al más rotundo fracaso. No olvidemos que cuando de la verdad se trata, de nada vale la exhibición de poder absoluto o el despliegue de la voluntad política irrestricta de quien lo ejerce.

Por el contrario, la verdad se apoya en la moderación, en la lucha interna contra nuestras propias inclinaciones o preferencias personales, en la disposición a escuchar al otro, aun cuando su opinión se ubique en el otro extremo del arco político; en fin, la verdad se escapa entre las manos de quienes aspiran dominarla. Ahora el órgano supremo se prepara para aprobar una Ley de Amnistía, después de que el Tribunal Supremo de Justicia hubiera establecido que la Asamblea Nacional no podía dictar ninguna.

Censurados y revertidos 

Todos los excesos de poder o intentos de falsificación de la verdad que pudieran estar en la base de eventuales acuerdos políticos, a modo de chantajes, de beneficios a cambio de legitimación, serían duramente censurados por la historia y serían revertidos en un plazo seguramente corto. Con el riesgo además de que ello estimule una espiral de violencia institucionalizada, tranquila tal vez pero nunca pacífica en el sentido más profundo, que los venezolanos no merecemos. Exijamos que una eventual negociación esté a la altura de lo que la situación y el destino nacional reclaman.

jesusmariacasal@gmail.com

El Universal

La amnistía como dilema, por Gonzalo Himiob Santomé

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El pasado 4 de octubre, a través de Delcy Rodríguez, el gobierno anunció que la ANC discutirá en los próximos días un proyecto de Ley de Amnistía. Poco más se dijo, más allá de que supuestamente se trataría de un trabajo adelantado por la “Comisión de la Verdad”, que ya habría entrevistado a algunos presos políticos y sería, al parecer, el motor de la propuesta.

Así, a vuelo de pájaro, parece una buena noticia. En primer lugar, cualquier amnistía supone desde el gobierno el reconocimiento de la verdad de la persecución injusta y por motivos políticos. Además, ¿quién puede oponerse a cualquier iniciativa que suponga la libertad de al menos algunos de los más de 400 presos políticos que tenemos al día de hoy? ¿Quién puede negarse a que la mayor cantidad de ellos vuelva a sus hogares? Nadie, al menos no de buenas a primeras, pero este régimen nos ha enseñado a evaluar con calma y recelo en cualquiera de sus anuncios, incluso los que podrían tener repercusiones positivas, al menos a corto plazo. Los oficialistas no dan puntada sin dedal, y en toda jugada, jamás lo olvidemos, colocan siempre su propio beneficio por encima de cualquier otra consideración. Y en esta movida, hay que reconocerlo, han movido sus piezas de manera magistral.

¿Por qué? Porque para quienes están encarcelados, algunos de ellos ya por muchos años, y para sus familias, cualquier medida que los acerque a la tan anhelada y merecida libertad es bienvenida, y no se les puede pedir, sería inhumano, que se detengan mucho en los daños colaterales que aceptar esta amnistía, así como en principio está planteada, acarrea. Esto, de alguna manera, nos y los acorrala, y nos y los pone en la incómoda posición de sopesar las opciones no desde la racionalidad o la mesura, sino desde la desesperación.

El primer daño colateral es a la vez el más grave: Aceptar una Ley de Amnistía nacida de la ANC, y promovida por una “Comisión de la Verdad” que no puede ser llamada así porque no respeta ninguno de los parámetros internacionalmente aceptados para su validación y solo ve una cara de la moneda, es a la vez aceptar que la ANC es legítima y que puede legislar, es decir, que la ANC puede crear y aprobar leyes, usurpando descaradamente las funciones que le corresponden, según la Constitución vigente (Art. 187, numeral 1º), a la Asamblea Nacional. Si esto es así, es decir, si se le acepta el dislate, no solo se legitima a la ANC y a la “Comisión de la Verdad”, con todo lo que esto implica (recordemos que, por ejemplo, la ANC ya “dictaminó” que la GNB y los Cuerpos de Seguridad habían actuado “con absoluto respeto a los DDHH” durante las protestas recientes), sino además se le da la estocada final a un órgano del Poder Público que en este momento tiene plena legitimidad de origen y que tiene asignada en nuestra Constitución la competencia de la elaboración de las leyes y, muy especialmente, la de decretar amnistías, que es la Asamblea Nacional.

Si se le acepta a la ANC una Ley de Amnistía, ¿cómo no aceptarle luego cualquier otra de sus “decisiones”, la “Ley Contra el Odio” o cualquier otra represiva y absurda “ley constitucional” –que no existe en ninguna parte- que emita de allí en adelante? Si admitimos que las funciones de la AN ahora pueden ser asumidas por la ANC, ¿cómo evitamos que usurpe otras funciones que no tiene asignadas, no solo de la AN sino de cualquier otro órgano del Poder Público? ¿Cómo evitamos que el presupuesto nacional, entre otras cosas, sea evaluado y aprobado por un órgano francamente incompetente (la ANC) que no por la AN? ¿Cómo evitamos, por ejemplo, que sea la ANC, que no la AN, la que autorice al Poder Ejecutivo a suscribir los contratos internacionales que le vengan en gana o que la ANC dicte cualquier otra medida dirigida a mantener “como sea” en el gobierno a los que hoy nos abusan desde el poder?

Validar a la ANC como órgano legislativo, pasando por encima de la AN, usando para ello a los presos políticos que, con justos motivos, están desesperados, y desconociendo además que una ANC, en última instancia, solo puede ocuparse, porque así lo dispone nuestra Carta Magna vigente, de discutir una eventual reforma constitucional que además luego debe ser aprobada por el pueblo en referendo, es peligrosísimo. Por una parte, se obliga a las fuerzas opositoras, y a los venezolanos en general, a aceptar, contra lo que ya fue objeto de consulta y ya fue decidido por casi ocho millones de electores, a la ANC como un órgano legítimo en origen y desempeño y, lo que es peor, no sujeto a límites de ningún tipo en sus actuaciones. Por otro lado, mirando a la comunidad internacional, significa una falta de coherencia inexcusable, una trompetilla en la cara de los más de cincuenta países y organismos internacionales que, en apoyo al pueblo venezolano, han expresado su más absoluto rechazo contra la ANC, a la que no reconocen ni validan de ninguna manera. Corremos el grave riesgo de quedarnos solos en esta dura cruzada, de perder el terreno ganado, pues ningún país u organismo internacional serio va a apoyar a una ciudadanía o a unos líderes políticos que un día les dicen una cosa y, al día siguiente, les dicen otra completamente diferente.

Además, el gobierno y sus voceros obtendrían otro beneficio: Se deslastran de la pesada carga de los presos y perseguidos políticos, que mucho daño les ha hecho a nivel internacional, con miras a evadir las eventuales responsabilidades que, hoy por hoy, ya se debaten en importantísimos foros como la OEA y el Parlamento Europeo. Varios presos políticos entrevistados por la “Comisión de la Verdad” ya nos han informado que al parecer uno de los requisitos que les están planteando para que se les favorezca con la amnistía propuesta por la ANC (y no es raro que así sea, pues las experiencias previas han sido similares) es que “acepten su responsabilidad” en supuestos crímenes cometidos o, lo que es lo mismo, que acepten que nunca fueron inocentes, que jamás fueron presos por motivos políticos sino vulgares criminales. Si esto se admite, se acaba con toda posibilidad de que quienes se dieron por años a la tarea de encarcelar y perseguir a miles de personas sean juzgados, cuando corresponda, por las graves violaciones a los DDHH y los Crímenes de Lesa Humanidad cometidos. Al final la impunidad vencería a la verdad.

Así las cosas, puede sonar cruel, sobre todo conociendo de primera mano el drama y la tragedia diaria de los presos y perseguidos políticos en nuestra nación, pero a la larga este remedio, la amnistía nacida de la ANC, terminaría siendo mucho peor que la enfermedad. Además, nada garantiza la “no repetición”, o lo que es igual, que a los que eventualmente resulten beneficiados por esta “amnistía”, que como toda mentira es de patas muy cortas, al cabo de muy poco tiempo los sustituyan (por aquello del efecto de “puerta giratoria”) otros presos o perseguidos políticos, con el agravante de que además de tener que lidiar en ese momento con esas nuevas persecuciones  y encarcelaciones injustas, tendríamos que aceptar y manejar también a la misma írrita ANC, pero vestida ahora con la legitimidad que nosotros mismos le concedimos.

¿Qué hacer entonces? La respuesta no es sencilla. Cada preso político, cada perseguido y cada exiliado se enfrenta individualmente a un grave dilema, y la decisión sobre lo que se acepta o no para obtener la libertad es absolutamente personal, como personales son también las consecuencias y las responsabilidades con el país que de ello derivan. Si en mis manos estuviera, le pediría a la Asamblea Nacional que, visto el reconocimiento expreso e indiscutible de la realidad de la persecución injusta que supone la reciente propuesta del gobierno, les “picaran adelante” decretando de inmediato, como les fue sugerido por el Foro Penal Venezolano en enero de 2016, una amnistía plena, amplia y sin condiciones, haciendo uso de las facultades que le concede el numeral 5º del Art. 187 de nuestra Constitución vigente, abarcando no solo a los presos políticos, sino también a los miles de perseguidos y exiliados de los últimos lustros. Si el gobierno ya propuso una amnistía no puede negarse, al menos, a que la misma sea decretada por el órgano que tiene la competencia incuestionable para ello, y si se niega, muestra claramente las costuras y las verdaderas intenciones de su propuesta. Es más, podría discutirse esta amnistía en la AN incluyendo en los debates a los que hasta ahora, del otro lado de la acera política, han promovido la amnistía que supuestamente decretaría en pocos días la ANC, de manera que se escuche a todos los interesados y, sobre estas bases, se llegue a un acuerdo sin sesgos, distinciones obtusas ni cartas bajo la manga. De esta forma, no solo reivindicaría la AN su legitimidad como Poder Legislativo y su competencia exclusiva y excluyente en este tema, sino además se desmantelaría, de cara a propios y a ajenos, cualquier pretensión de conceder a la ANC una legitimidad y unas competencias que jamás ha tenido.

 

@HimiobSantome

Delcy Rodríguez pide a CNE rendir cuentas de elecciones regionales ante la ANC

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La presidenta de la ANC, Delcy Rodríguez, aseguró este miércoles que la comisión de la verdad ha venido trabajando de forma silenciosa, por lo que no se ve su trabajo pero ha venido levantando cada expediente de privados de libertad en razón de la violencia política.

“La ANC aprobó la ley propuesta por Maduro. La comisión de la verdad ha venido desplegando un trabajo en los distintos estados del país. Ya fueron abordados el capítulo del estado Miranda y Lara”, destacó durante una cadena de radio y televisión.

Rodríguez resaltó la gestión que ha realizado la ANC desde su instalación hace dos meses. En ese sentido, indicó que tienen 10 leyes constitucionales están en proceso de estudio y discusión.

Indicó que están esperando la presentación de presupuesto nacional 2017 parta darle celeridad una vez que lo reciban, en beneficio del país.

“Hoy sacábamos lo que hemos hecho en apenas dos meses comparado con lo que ha hecho la Asamblea Nacional adeco-burguesa en más de un año. Si tendrían que hacer una alocución no durarían ni un segundo porque no han hecho nada”, sentenció.

Asimismo, informó que le enviaron una comunicación a la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, para para que rinda un informe de cómo va el proceso electoral para las regionales del 15 de octubre.

“Estamos muy vigilantes para que este proceso se realice con celeridad, transparencia y eficiencia. He enviado comunicación a la presidenta del CNE para que rinda un informe de cómo se lleva adelante este proceso”, señaló durante una cadena de radio y televisión,

Con respecto al diálogo, consideró que “el problema del diálogo es de la oposición porque tienen problemas existenciales con las divisiones internas, lo que no permitió la reunión en República Dominicana. Nosotros estamos dando tiempo para que resuelvan sus problemas internos”.

 

Víctimas de la represión desmienten a Delcy Rodríguez y a la comisión de la verdad de la ANC

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Las víctimas de la represión en Venezuela (Covirep) de las recientes manifestaciones rechazaron las recientes declaraciones de la presidenta de la ANC, Delcy Rodríguez, quien ha dicho que las actuaciones de la Guardia Nacional Bolivariana se realizaron respetando los derechos humanos.

Rodríguez había dicho: “Hemos recibido todas las ordenes de forma escrita, de forma grabada que dan cuenta de cómo la actuación de nuestros cuerpos de seguridad fueron en estricto apego a la constitución de la República”.

Para las víctimas de la represión, la Comisión de la Verdad de la ANC «no puede pretender manipular lo que fue evidente, lo que todos observamos a través de las redes y los medios de comunicación, cuando a la vista se vio a los cuerpos de seguridad del estado como a la Guardia Nacional Bolivariana y a la Policía Nacional Bolivariana haciendo uso excesivo de la fuerza que dejó a más de 100 personas asesinadas, más de 1500 mil detenciones arbitrarias y 12.000 heridos».

Covirep insiste en que muchas de estas víctimas fueron consecuencia de la actuación indebida de los organismos de seguridad nacional: «Fue evidente cómo funcionarios de GN dispararon bombas directo al cuerpo de los manifestantes que le causaron la muerte, también se observó las arremetidas hacia los centros educativos y asistenciales, a su vez existen pruebas de como grupos de funcionarios agredieron salvajemente a manifestantes».

Los familiares de los muertos en las protestas señalaron que existen otros casos a la ciudadanía, como las tanquetas derribando portones de acceso y destruyendo la propiedad privada y asesinando a mascotas, como ocurrió en “Los Verdes y Residencias la Victoria” en El Paraíso y en San Antonio de Los Altos.

«La Comisión de la Verdad no se ajusta a la realidad en cuanto al excesivo uso de la fuerza con la que actuó la GNB y la PNB, lo dicho por Delcy Rodríguez y la Comisión de la Verdad es una burla hacia las víctimas y sus familiares, las declaraciones dadas carecen de veracidad ya que los hechos demuestran lo contrario», señalan las víctimas de la represión.

Transparencia Venezuela: ¿Comisión de la verdad o comisión de la venganza?

LA COMISIÓN DE LA VERDAD planteada por el presidente Nicolás Maduro e instalada en la Asamblea Nacional Constituyente está integrada por miembros del Psuv lo que en las primeras de cambio no ofrece garantía imparcial de las investigaciones que pudiesen hacerse en el seno de la institución que pretende desplazar las funciones de la Asamblea Nacional.

Aquí una infografía de sus miembros:

Captura de pantalla 2017-09-11 a la(s) 11.41.32 AM

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Ago 22, 2017 | Actualizado hace 7 años
Los límites éticos del poder, por Jesús M. Casal

Poder

 

Desde su instalación, la supuesta Asamblea Constituyente, que no es expresión del poder constituyente del pueblo sino una imposición autoritaria, ha demostrado que no pretende ser un factor de renovación o dignificación de la política sino una confirmación y exacerbación hasta lo inimaginable de la manera de concentrar y ejercer despóticamente el poder característica de los últimos años. En lugar de procurar dar un ejemplo de elevación y tolerancia política, de sentar bases para el mutuo reconocimiento entre los venezolanos de diversas corrientes partidistas o ideológicas, la Constituyente espuria se ha perfilado abiertamente como un cuerpo hegemónico que en su actuación no deja mensaje alguno edificante desde el punto de vista de los valores constitucionales, de los principios republicanos o democráticos o de la garantía de los derechos humanos.
Responsabilidad y conciencia
Desde su origen es como sabemos un órgano desprovisto de legitimidad, nacido de la usurpación de la soberanía popular, por lo que tampoco desde este ángulo puede dar lección democrática alguna. Pero sus integrantes, como miembros de la nación venezolana, acaso podrían tener algún sentido de responsabilidad y conciencia política que les llevara a reconducir lo que surgió viciado y a convertirlo en una oportunidad para la reconciliación y la democratización. Sin embargo, todo indica que las actitudes que esa instancia usurpadora querría fomentar apuntan a que quien tiene la ocasión de apropiarse del poder, por cualquier vía, ha de aprovecharlo al máximo y debe emplearlo para liquidar las posibilidades de acción de los adversarios políticos, asumidos como enemigos. Debe usarlo también para oficializar su visión de la historia, colocando sobre aquéllos las culpas y el castigo. Es una exaltación de la soberbia del poder absoluto, de la irracionalidad que aspira erigirse en regla por medio de la fuerza.
Comisión de la verdad
Todo ello a partir de una completa falsificación de las situaciones que, se dice, van a ser examinadas a través de la comisión de la verdad. ¿Cómo puede el gobierno, o quienes están a su servicio, ser juez en una causa en la que agentes oficiales, de los cuerpos de seguridad o de la fuerza armada, han estado involucrados? El propio gobierno promovió una constituyente a espaldas del pueblo, al no haber permitido la celebración de un referendo previo sobre su convocatoria y bases comiciales, lo cual suscitó manifestaciones dirigidas a evitar excesos como los que están ocurriendo, por lo tanto, ¿Cómo puede ahora atribuir genéricamente a la dirigencia opositora o a algunos de sus integrantes la responsabilidad por las pérdidas humanas ocurridas con ocasión de tales protestas? Lo correcto sería investigar objetivamente los delitos cometidos por acciones individuales contrarias al carácter pacífico de las convocatorias, entre las que se encuentran homicidios perpetrados por agentes del Estado o colectivos armados. ¿Puede haber algo de justicia y de reconciliación en la criminalización anticipada de quienes acompañaron a la ciudadanía en el ejercicio de su derecho a la reunión y manifestación en lugares públicos? ¿Qué tipo de paz es la que se persigue, la verdadera, que surge del respeto a las diferencias y del reconocimiento de los derechos de todos, o aquella que es propia de los regímenes dictatoriales, que equivale a la tranquilidad en las calles y se apoya en el aplacamiento de cualquier disidencia o expresión de reclamo en espacios públicos?
Autonomía institucional
Lo cierto es que tal como la supuesta constituyente se ha conducido hasta el presente solo dejará una estela de injusticia, represión y caos antidemocrático. Arrasará con cualquier vestigio de autonomía institucional, como se evidenció con la arbitraria y nula remoción de la Fiscal General de la República y con el enjuiciamiento del diputado Ferrer con autorización de la Asamblea Nacional Constituyente, que usurpó atribuciones de la Asamblea Nacional. Se encamina también a embestir a la Asamblea Nacional, órgano insustituible de las Democracias al que bajo ningún concepto puede reemplazar como instancia plural de deliberación, legislación y control sobre el gobierno, un control que la llamada Constituyente no puede ni quiere instrumentar.

Aferrados a una última esperanza de rectificación, se propone detener esta insensatez y plantear soluciones para los problemas que aquejan al país. Si se quiere crear una comisión de la verdad, hay que acudir a actores con autoridad moral que merezcan la confianza de todas las partes, como el Vaticano o sus representantes, o el Secretario General de las Naciones Unidas. Tal vez si empezamos por allí se genere una dinámica distinta a la violencia institucionalizada que hoy amenaza con desolar el suelo patrio.

jesusmariacasal@gmail.com

El Universal