¡El año que vivimos en peligro! por Carlos Dorado
¡El año que vivimos en peligro! por Carlos Dorado

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El año que vivimos en peligro” es una película dramática de 1982, dirigida por Peter Weir y estelarizada por Mel Gibson y Sigourney Weaver. Está basada en la novela homónima de C.J. Koch. En dicha película; Mel Gibson, es un periodista australiano,  que llega a Yakarta (Indonesia) para cubrir la explosiva situación que vive ese país, durante el derrocamiento del presidente Sukarno.  Allí, conoce a Jill Bryant (personaje representado por la actriz Sigourney Weaver); una funcionaria de la embajada británica, con quien  mantiene una intensa relación amorosa, mientras el país se debate entre la revolución comunista o la dictadura militar.

Creo que sería un buen film para ver durante estos días, donde diese la impresión de que en nuestro país, después de meses viviendo en peligro,  pareciera que el tiempo se nos agota, sin lograr que las partes lleguen a un acuerdo, para lograr el bien y la paz de todo el país.

Cuando el odio es el gran protagonista, estamos negándonos a reconocer las consecuencias que pueda traer consigo una falta de acuerdo, llegando a un momento en que la vuelta atrás deja de ser una opción. ¡Esa intransigencia puede convertirse en un atentado contra el país!

Somos todos sin excepción, los responsables de nuestros sufrimientos, de nuestro dolor, de todo lo que nos ha sucedido, y de todo lo que nos está sucediendo. Lo hemos escogido así como país. Hemos sembrado semillas y recogemos la cosecha. Debemos ser responsables y asumir con humildad los errores de unos y los aciertos de otros; sobre todo cuando en el pasado seguramente los errores de unos eran los aciertos de los otros, y viceversa. ¡Todos somos venezolanos!

Decía Nelson Mandela: “Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convertirá en tu compañero”. ¿Trabajar con el enemigo? Para esto se requiere de mucha racionalidad, pragmatismo y poca ambición personal.

Como sociedad, como país, hemos atacado siempre los efectos más que las causas, y mientras el ataque se realice tan sólo contra los efectos, ningún cambio es posible. El verdadero reto sería la construcción de un país basado en la racionalidad. Se habla de democracia, pero se le comprende muy poco, y a menudo nos olvidamos que la razón construyó al actual mundo moderno. ¡Es una cosa preciosa, pero también frágil, que puede ser fácilmente corrompida por la irracionalidad!

Nunca he podido concebir cómo supuestos seres racionales pueden perseguir su felicidad ejerciendo el poder sobre otros. Lamentablemente no somos lo que pensamos, sino lo que sentimos, y en un sentido muy pragmático, todos nosotros tenemos dos mentes; una mente que piensa y otra mente que siente. Una de ellas es la mente racional, la cual es consciente, más despierta, más pensativa, más constructiva, más capaz de ponderar y de reflexionar. La mente emocional es más impulsiva, más poderosa, más ilógica, y hasta más destructiva.

Por eso las situaciones que se están dando durante este año que estamos viviendo en peligro, son tan desesperadas, tan irracionales e incomprensibles; que sólo vamos a poder entenderlas después; cuando ya haya transcurrido el tiempo.

En ese momento podremos analizar las causas, pero es el país en general quien tuvo que vivir las consecuencias de las pasiones desenfrenadas, las ambiciones, y las acciones atroces.

¡Qué insensatos, e irracionales los que pretenden buscar la dicha de los hombres, escondidos en la satisfacción de sus deseos!

cdoradof@hotmail.com