Un mundo de cabeza - Runrun
Antonio José Monagas Dic 16, 2023 | Actualizado hace 2 meses
Un mundo de cabeza
La problemática que padece el mundo actual tiene causas intencionadas, manifiestas y dirigidas. La situación de crisis que viven distintas naciones no es fortuita

 

@ajmonagas

¿En qué momento se puso el mundo de cabeza? Es una pregunta que muchos se hacen al advertir los cambios bruscos que conmocionan. Aunque buena parte de los mismos posiblemente provienen de forjar utopías, tan especial atributo no siempre es producto de la inteligencia. Muchas de las desgracias que ocurren y abaten al mundo actualmente derivan del enfermizo delirio de forjar utopías sin responsabilidad alguna por sus consecuencias. 

Este problema terminó fraguando crisis por doquier. Adquieren fuerza en el ámbito de la política, especialmente en el curso de cualquier ejercicio de gobierno, y más aun cometido sin el más mínimo rigor metodológico que incita a la improvisación cuando se asume como criterio político. 

Ir al fondo

Aunque podría argumentarse que la generalidad de los cambios suscitados resulta de decisiones elaboradas y tomadas bajo la presión de enmarañadas o arregladas coyunturas, pero al mismo tiempo inducidas por la improvisación, el desconocimiento o por el abuso infundido por el poder manipulador de la adulancia. Razones estas, siempre infundidas por retorcidas ansiedades de personas que se manejan en el mundo de la política gubernamental con intenciones de convulsionar, confundir y trastornar las realidades donde se desenvuelven. 

Exacto testimonio de lo que estas palabras intentan referir se refleja en las contrariedades y conflictos impulsados por el resentimiento y odio que reviste cada situación característica de estar en medio de un mundo enredado, y por lo tanto detenido en el pretérito. 

La problemática que padece el mundo actual tiene causas intencionadas, manifiestas y dirigidas. La situación de crisis que viven distintas naciones no es fortuita. Podría haber premeditación y alevosía en ello. Podría pensarse que el desorden fuera parte de un plan que busca redireccionar el ejercicio de la política mediante la imposición de criterios supeditados a prácticas conspirativas que buscan someter al mundo a procedimientos bochornosos, a programaciones, operaciones y rutinas que alteren el orden preestablecido por sistemas políticos encausados por ideologías apegadas a intereses insanos y, desde luego, alejados conceptual y metodológicamente de procesos sugeridos por la teoría de la democracia. 

Podría inferirse que debajo de tan obtusas realidades se esconde la presunción de adoptar el caos como sistema. Y esto no es disparatado pensar. De hecho, la organización política y administrativa de distintos países del Tercer Mundo, incluso del Primer Mundo, han dado señales de estar careciendo (adrede o por circunstancias casuísticas) de mecanismos orgánicos y eficaces de administración pública. Es decir, de gobiernos.

Optimistamente, podría pensarse que ello obedece a medidas adoptadas por el influjo de la improvisación que se tiene a consecuencia de manejar situaciones al voleo o atajada al inmediatismo; a medidas elaboradas a instancia de meros intereses trazados por proyectos egoístas, inclusive a innovaciones improcedentes y no sujetas a estudios de las realidades en su más entera complejidad, a desdén de la politología o de la intervención de politólogos duchos en el estudio de formulación y evaluación de políticas, de análisis de prospectiva política y dinámicas del desarrollo. 

Amenaza inminente

El desorden político al cual tiende el mundo actual se debe a la obstinación y ofuscación de gobernantes que solo apuestan a un escueto cambio de imagen de su realidad, sin siquiera apuntar la atención a entender el desbarajuste que concierne a lo interno de los respectivos escenarios. 

Aunque el enfoque de las medidas adoptadas lo concentran en la ejecución de formas de exfoliación de todo lo que califique como riqueza material, pasando por encima de derechos humanos y libertades toda vez que, por vía de amenazas, persecuciones, detenciones, torturas y cuánta práctica violatoria de legalidades y legitimidades sea posible, imponen el terror. De ahí la pertinencia de la pregunta: ¿en qué momento se puso el mundo de cabeza?

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