Reflexiones en el silencio de la soledad, por Armando Martini Pietri - Runrun
Reflexiones en el silencio de la soledad, por Armando Martini Pietri

MEDITAMOS Y AL MEDITAR dudamos tratando de entender por qué nos pasó, qué hicimos o dejamos de hacer, para merecer esta ignominia que hoy sufrimos. Una actividad, aún con el habitual surgimiento de la autocompasión, nos lleva al desaliento, buscándole cinco y más patas al gato. Es cuando surge la que parece una luz al final del túnel, peligrosa e inconveniente porque, la desesperanza, puede encandilarnos, otra forma de enceguecernos. Iluminación con acento militar, ilusiones de películas, con desconocimiento de la realidad e historia como el que muestran los jefes de la tiranía cuando se llenan la boca hablando de resistencia hasta morir, “no pasarán”, o que Venezuela se convertirá en otro Vietnam; país que hoy es plenamente capitalista mientras siembra en las tierras que fueron arrasadas y envenenadas.

Se habla de la ayuda humanitaria como parte de la solución a nuestros problemas medicinales y alimenticios. El Gobierno interino de Juan Guaidó emplaza a miles de ciudadanos, la mayoría con hambre de alimentos y muchos con apetito de cambio político, ambos sedientos de libertad y mejor futuro.

Ingenuo y engañoso no entenderlo, como una forma de presión a los militares oficialistas, reacios a salir de su zona de confort y jugarse la carrera, hay que entender que demasiados son parte del régimen que sin ellos no hubiera sido posible. Así esa invitación y su conformación conlleva el alto riesgo de una masacre ciudadana, una división drástica, rencorosa entre ciudadanía y militares.

Lo cual llevaría a la verdadera tragedia, la intervención con activo respaldo y agresiva protección militar, intromisión a sangre y fuego que es -ejemplos sobran- una de las peores situaciones que puede experimentar cualquier nación. El daño será enorme, descomunal, para personas, familias, y, en general, la ciudadanía. La recuperación de la normalidad será embarazosa, compleja, dura y larga, de generaciones. Requerirá esfuerzo, sacrificio, trabajo y paciencia, no de años sino décadas. Pero la gran pregunta: ¿qué sería peor, continuar como estamos?

Un nuevo Estado en esas condiciones de tutelaje armado está obligado a abandonar las clientelas partidistas de todas las ideologías, bolichicos, enchufados y financistas del negocio politiquero, quienes desean prolongar la fiesta y el asalto al tesoro público, pero también a quienes simplemente traten de ser emprendedores, pero por cualquier matiz no sean gratos a los tutores. Ya nos está pasando con el castrismo cubano y otros terceros que además se chupan buena parte de la producción nacional, con una intervención que probablemente, con vietnames a la barinesa o inutilidades como la presencia castro cubana en Panamá y Granada, será rápidamente sustituida por la estadounidense con traje internacional.

Mientras dure el usurpador en el cargo, más se profundizará la crisis económica. Crecerá la escasez, hambruna y pobreza, lo que enfurecerá aún más a la ciudadanía, aumentando la probabilidad de un desafío violento, respaldado o no por militares. Y si bien el tiempo no está del lado oficialista, tampoco lo está de la oposición, donde pululan sectores de evidente complicidad que juegan al fracaso, son los mismos que no respaldaron asumir el artículo 233 de la Constitución y ahora se niegan al 187 numeral 11, de respaldo al principio de Responsabilidad de Proteger (R2P o RtoP), despilfarrando oportunidades, escudriñando iracundos el derrumbe del coraje.

La bisagra sobre la cual giran la opción de seguir empantanados en el desastre económico, social y político actual, o cambiar a un sistema democrático de libertades y aplicación de derechos, sigue siendo el Presidente armado, la opción entre permanencia o salida.

No habrá milagros, no se producen en política ni en economía de Estado. La intervención humanitaria es sólo un paliativo con valor de principio político, no de cura milagrosa. Sólo es la apertura al alargamiento de la agonía con curas limitadas en tiempo y espacio.

Diría el refranero popular que eso es mejor que nada, siempre y cuando los ciudadanos estén claros de que es así y no experimenten mayores expectativas ilusorias que conduzcan a la frustrante emoción de la desilusión y desconsuelo, que es uno de los riesgos que estamos teniendo ahora mismo. La prioridad es avanzar de manera simultánea entre lo institucional, y la protesta en la calle para lograr la restitución de la Constitución y la democracia, convocando elecciones presidenciales.

Entre la protesta y rebelión existe una línea muy fina que los separa, a veces confusa y casi imperceptible. La protesta nace de la carencia humana (escasez de agua, electricidad, comida, gasolina, gas y muchos etcéteras). La rebelión es la reacción explosiva contra la privación conceptual (libertad, democracia) y de la libertad de actuar trabajar, prosperar.

Los ciudadanos del país son los responsables y beneficiarios del cambio necesario, urgente, para revertir la condición de miseria y opresión a la que estamos sometidos. No es un invento de Juan Guaidó, él es sólo el hombre que levantó ahora la bandera.

Sólo la rebelión ciudadana y legítima consagrada en nuestra constitución, es garantía de soberanía y conducción hacia un país, una república liberal en el que reine el imperio de la Ley, bienestar, progreso, desarrollo productivo, salud, educación y vida.

Los devotos que defienden al genocida, la miseria y destrucción que representa, quienes lo apoyan los menos por convicción, los más por conveniencia de cualquier color, no lo hacen demostrando ingenuidad sino colaboracionismo de baja calaña, asqueroso y pestilente.

El régimen está asediado en lo externo e interno, y enfrenta con intensidad la presión económica por las sanciones. En poco tiempo el régimen castrista venezolano estará en situación de inviabilidad e insostenibilidad, lo que dará posibilidad, más bien imposibilidad, a un gobierno interino, una transición necesaria para reconducir la economía paralizada y frenar la corrupción desbordada.

Pero deben tener extremo cuidado porque en la sangre llevan el bacilo ponzoñoso de lo mismo con traje diferente cuando insisten en la inclusión de sectores practicantes del apoyo soterrado a cambio de beneficios.

Que es mucha de la historia venezolana.

 

@ArmandoMartini