Todo continuará, pero no seguirá igual, por Armando Martini Pietri

FOTO: Carlos Becerra / AFP

A diferencia del gatopardismo, de cambiar para que todo siga igual, en la Venezuela después del 20M continuará igual para que todo cambie. De hecho, ya está cambiando. Los resultados engañosos de las fraudulentas elecciones demuestran sin margen de duda, que el país que “eligió” a Nicolás Maduro hace 5 años con casi un millón menos de votos de los obtenidos meses antes aquél Chávez enfermo y moribundo, no es el mismo que hace unos días lo dejó virtualmente abandonado a su suerte -la que le quede.

Aún si las cifras del CNE fueran ciertas, que no lo son, a pesar de la proliferación de “puntos rojos” de control, por encima de alardes carnetizadores del partido y de la patria que ahora retumban contra lo conseguido por un Presidente y una estructura política que claramente se han quedado sin pueblo, el camino proyectado por el castro-madurismo simula ser continuación cuando en realidad es un cruce drástico.

Pese a contar con los recursos del Estado utilizados abusivamente a su favor y carecer de una oposición seria y coherente, porque quienes fueron sus adversarios solo eran títeres, y cooperantes cómplices, Maduro no conquistó que los venezolanos legitimaran su deseo de perpetuarse en el poder. Una contundente mayoría con derecho a voto, se abstuvo, no participó de la fábula dominguera. Y quien pretendía alcanzar diez millones de sufragios apenas llegó -con polémica y manipulación de abultar cifras- a seis.

Dice el viejo refrán que la esperanza es lo último que se pierde, pero este 20M se evidenció, entre centros vacíos, miembros de mesa somnolientos, militares semidormidos bostezando y aburridos, pero ojo avizor, que la esperanza roja es sólo un desconcierto y la de los venezolanos una ebullición activa.

Lo que no se termina de entender en su justa dimensión es el candidato que se enmascaró de opositor para encontrarse, ¡sorpresa, sorpresa!, con que nadie le creyó, ahora inventa rechazos propios que se atribuyen más a ese asombro que a la sinceridad opositora, pretendiendo nueva oportunidad que pone a sus mandantes castro-constituyentes a tener que dictar normas y cambios que tampoco traerán legitimidad que conserva una ciudadanía harta de escuchar mentiras y de ser manipulada sin orden ni concierto.

Así habrían estado de mal los resultados auténticos, que el obediente Consejo Nacional Electoral, con su meliflua vocecilla, no logró ni siquiera acercarse a una cifra que diera al menos una apariencia de poder y popularidad. seis millones de votos, que no lo fueron, sin tinta indeleble y bajo las miradas fanatizadas de los controladores, frente a castrenses y milicianos que disciplinadamente, pero no sin preocupación, resguardaban sedes electorales vacantes, desiertos de popularidad, interés y legalidad, son sólo una muestra palpable, contundente, de que el país cambió mucho más que lo previsible por una revolución falseada, corrupta e incompetente.

Con su elevada corpulencia física, vuelve a mostrar una inexistente o muy reducida estatura política y un auténtico enanismo popular. Si el PSUV es el gran derrotado como partido de gobierno y bandera de una revolución que ni fue ni será, Maduro y sus secuaces se han descubierto como los factores causantes de la derrota.

Así habrán sido los resultados verdaderos que el CNE reconoció formalmente la mayor abstención en la historia electoral venezolana, y mostró oficialmente unos números deprimentes.

Sea por convicción o error de cálculo político, el régimen actúa como si destruir la institucionalidad democrática no tuviera consecuencias. El 20M empezó a comprobar su majadería. El Grupo de Lima no reconocerá la estafa reeleccionaria, y presentará en la Organización de Estados Americanos (OEA) una nueva resolución planteando medidas sancionadoras contra la administración madurista. Por su parte, 21 exmandatarios de países iberoamericanos, han denunciado las elecciones como “una farsa electoral”. La lista continua y es larga.

El camino a seguir demuestra que no es la ruta del castro-madurismo, es sólo otro gran fracaso sociopolítico del comunismo, ni tampoco, seamos sinceros, la de una agrupación desprestigiada de partidos políticos refugiados en una MUD mutada en el Frente Amplio que ya no sirve ni para conducir su objetivo real, promover y realizar elecciones. Aunque hacen esfuerzos sobre humanos para sobrevivir políticamente, ganando indulgencia con escapulario ajeno, apropiándose éxitos que ni tienen ni les corresponden; y de paso, en vocería de un caimán dormido que declara barbaridades y estulticias, que hasta sus propios se ven obligados a desmentirlo. Afortunadamente el ciudadano ya está curado de espantos y ni confía o cree en ellos.

Sólo quienes han hablado siempre con la verdad por delante, los que jamás disimularon realidades, sino que las han puesto siempre en la balanza nacional, han sido reivindicados, porque la dimisión de Maduro, y todo su Gobierno, se muestra ahora, dada la verdad desolada del 20M, como la única salida pacífica y posible.

No puede seguir ejerciendo el poder quien no tiene mando, sin sustento, ni siquiera motivó a sus seguidores a respaldarlo y, los que lo hicieron, fue por temor y amenaza. No pueden mantenerse al frente de constituyentes castristas, ministerios y demás organismos quienes no han resuelto, ni dado señales siquiera mínimas, de que podrán resolver los problemas -cada día peores- que angustian y padecen los ciudadanos, aunque sí han proclamado abierta y torpemente cómo los van a empeorar, pues empiezan por ignorarlos.

El camino sigue, pero ya no es el mismo. Había dejado de serlo hace tiempo, pero este domingo se demostró con ausencia, silencio, desprecio y cifras contundentes.

Soy Venezuela no es más sólo un grupo opositor, no es parte del paisaje, es una realidad, una sinceridad en marcha, indetenible, una oposición coherente, auténtica, de verdad y con soluciones concretas, Venezuela Tierra de Gracia, por ahí va el nuevo camino, cada día más amplio, consolidado, vinculado y sincero.

Como lo ambicionan, aspiran y desean los venezolanos decentes, de principios éticos-morales y buenas costumbres ciudadanas.

 

@ArmandoMartini