Traición e hipocresía parlamentaria se castigan, por Armando Martini Pietri
Traición e hipocresía parlamentaria se castigan, por Armando Martini Pietri

AsambleaNacional71-1

 

Si sufragó por un diputado, debe conocer y tener en cuenta que, un parlamentario es empleado de sus electores y la Constitución. Quien hace un trabajo político tiene la política como inspiración, es vocación o nada, la interpreta como una forma de ser y actuar de acuerdo a una ideología, compromiso personal y objetivo esencial, innegociable: ayudar a los pueblos a mejorar su calidad de vida, aplicando principios de su filosofía y doctrina para que los ciudadanos, tanto si votaron como si no, sean beneficiados por los recursos y oportunidades.

Deben ser garantes confiables de los ciudadanos y representar sus comunidades. Una vez electos, los diputados defienden y cuidan a todos los residentes de su ámbito electoral. Ésa es la primera e ineludible obligación. Como parlamentarios integrantes del Poder Legislativo elegidos por el pueblo. La suma de las regiones hace la nación, la patria.

La política nunca ha sido ocupación fácil. Exige constante y firme dedicación que permita ir escalando posiciones. Ser parte del Gobierno, en cualquier nivel, es una aspiración lícita.

Sin embargo, algunos diputados parecen ausentes -mental y éticamente lo están- aun haciendo acto de presencia física. Aunque se molesten, se pongan bravos, chillen, pataleen y acusen a sus críticos de radicales, divisionistas o lo que se les ocurra, sólo están pendientes de jugar a intereses propios y partidistas. Y ahora, con el tema de las gobernaciones, egos y ambiciones hacen estragos. Esos son los verdaderos desleales e infieles a los ciudadanos. Es la hora de la verdad para los diputados mentirosos.

Distorsiones que son más graves porque algunos utilizaron y abusaron indebidamente de la plataforma parlamentaria y maquinaria partidista, para apelar a las expectativas de los electores y postularse como candidatos a las gobernaciones. Para empezar, esos mismos ciudadanos no votaron por ellos el pasado 6 de diciembre de 2015 para ser regentes estadales y menos aún, candidatos, sino para que los representaran como diputados -6 años- en la Asamblea Nacional, casa del pueblo, ¿recuerdan?, a la cual no debieron llegar nunca. Con su nuevo afán están demostrando que no lo merecían, pero están ahí por disposición electoral y la decisión ciudadana se respeta sacrosantamente.

Ofuscaciones de grandeza, cuantiosos intereses y enceguecedoras ambiciones personales, se desatan con furia y pasión. El país pasa a un segundo plano, están miopes de visión y enfermos de poder. ¿Qué pecado tan grave cometimos los venezolanos para que se nos castigara con esta severidad entre los errores de muchos y esa equivocación terrible que ha sido y sigue siendo este régimen? ¿Dios mío, acaso no hemos sufrido suficiente? ¿Cuánta más penitencia debemos pagar para exculpar nuestras faltas, pasando de nuevos ricos caprichosos y respondones, a nuevos pobres angustiados?

De todos son los comentarios, la frustración y también la irritación que generadas por los intereses ya no ocultos de muchos de los que hoy se han trastocado en diputados. Y se menciona a gritos que son muchos los que parecen caimanes en boca de caño a la espera de que se dé un proceso de primarias que no se harán; ahora tendrán que adular a la chimbísima, fraudulenta e ilegal Asamblea Constituyente para que les otorguen su carta de buena conducta. Contradicción de los hipócritas.

Es decir, ironía máxima. Es el castromadurismo quien decidirá los candidatos opositores. ¡Debería darles vergüenza! Lo más chapucero y repugnante es que, si no logran triunfar, volverán con su cara muy lavada a ocupar su curul como parlamentarios. ¡Qué desfachatez!

El meollo del asunto es que, al participar estos personajes en la carrera por las sillas gobierneras, generará un efecto contrario, negativo, en los electores que interpretarán –no podrá ser de otra manera, los votantes en general no somos tan estúpidos-, que fueron utilizados y estafados por sus “representantes”.

Esperaremos con preocupación e indignación a quienes abandonen su curul. Pendientes de esa foto, la de los embusteros, manipuladores y embaucadores, los que pidieron respaldo y confianza, que defraudaron y, una vez derrotados, volverán a solicitar el apoyo que traicionaron. La decencia ciudadana deberá rechazarlos para que nunca jamás otros similares pretendan deshonrar sus compromisos.

Los diputados se obligan constitucional, moral y éticamente a vigilar la marcha de la República, estar pendientes de las carestías ciudadanas, supervisar a los demás poderes en el ejercicio de sus funciones, trabajar en el avance de una mejor sociedad, justa, próspera y cumplidora a cabalidad de la Constitución y leyes, especialmente en este país devastado. Decepciona ver y escuchar algunos jóvenes diputados que se sienten satisfechos como simples voceros partidistas, sin que les importe un pepino lo que reclama, necesita y convenga a la nación.

Cercenar libertades políticas a las cuales tienen derecho, no es el propósito, por el contrario, es crear y profundizar conciencia ciudadana para que este país no continúe en manos de irresponsables e improvisados que por circunstancias de la vida han tenido la oportunidad y honor, la inmensa distinción y responsabilidad de representar como parlamentarios a los ciudadanos que tuvieron fe, creyeron en ellos y que bajo ninguna circunstancia merecen ser defraudados y burlados como ignorantes, lo cual, sépanlo, podemos parecer pero ni somos ni nunca lo seremos. Y quienes lo eran, del gigantesco y decepcionante fraude revolucionario han aprendido a dejar de serlo.

Inexcusable, somos el hazmerreír del mundo. Una oposición que se declara en desobediencia civil, desconoce el Poder Electoral pero disciplinado y manso va a elecciones con el régimen que desobedece. Se quiere justificar con la teoría de ir ocupando espacios, incoherente y baladí en tiempo de dictadura, que una treintena de diputados abandonaron sus espacios parlamentarios, que, en vez de defenderlo, huyen despavoridos a concursar en el certamen regional. ¿será que se cansaron de leyes y desean nóminas y asesorías?

Si se deja a alguien cuidando un espacio, no lo atiende adecuadamente ni lo vigila, pero a la vez solicita custodiar otro, darle la oportunidad además de imprudente y tonto es una pendejada. No pueden ser más contradictorios.

 

@ArmandoMartini