Hubo una época, por Brian Fincheltub
Brian Fincheltub Mar 18, 2017 | Actualizado hace 7 años
Hubo una época, por Brian Fincheltub

BanderadeVenezuela2

Hubo una época en la que podías ir al mercado y comprar lo que te diera la gana, en el momento que te diera la gana y donde te diera la gana. Nadie limitaba lo que podías llevarte. No había listas, bolsas Claps, carnets, captahuellas ni largas esperas ¿Sabes por qué nos tardábamos en el mercado?  Porque entre tanta variedad nos costaba elegir. Nos dábamos el lujo de decidir entre precio y calidad. Se encontraba lo nacional, que decía con orgullo Hecho en Venezuela y también lo importado. Era uno el que decidía, nadie más.

Hubo una época en la que la única fila que hacías era para ir al cine o para entrar a un Caracas- Magallanes. Pero aún para el entretenimiento, no estábamos acostumbrados a perder el tiempo, siempre exigíamos un buen servicio, rapidez, eficiencia, sin saber que unos años más tarde las colas se convertirían en nuestra condena diaria. Si hace algunos años me hubiese parado en una plaza a decir que  para comprar pan tendríamos que hacer cola, nadie me hubiese creído, lo mínimo que hubiesen dicho es loco.

Hubo una época en que el sueldo te alcanzaba, en la que, pese a todas las dificultades, alguien que ganaba solo salario mínimo, sin meter eso que ahora se llama ticket de alimentación, podía hacer su mercadito semanal, que incluía hasta la carne. Y no había controles de precio, solo industrias que producían y que competían entre sí para ofrecer lo mejor.

Sé que dirás te estoy mintiendo con esto que te voy a decir, pero hubo una época en la que, aún con los riesgos existentes, podías caminar por las calles sin que te mataran, donde confiabas en otro, donde la policía inspiraba respeto. Nada era perfecto, pero estaba lejos de parecerse a esta Venezuela del sálvese quien pueda, sin ley, sin códigos, arrastrada por una destrucción moral que toca todos los ámbitos de la sociedad.

Hubo una época en donde en lugar de huir de nuestra tierra, recibíamos inmigrantes con los brazos abiertos. Representamos para muchos el verdadero sueño suramericano, si venías a trabajar y eras constante te iba bien. Tenías la posibilidad de crecer en una nación que no preguntaba origen, creencias,  ni condición social para dar  hospitalidad. A nadie le cerramos las puertas, no teníamos miedo del diferente, porque esa era nuestra esencia. Nos acostumbramos a estudiar con el hijo del portugués, el italiano, el gallego y nunca se nos pasó por la mente que un día, en masa, seríamos nosotros los que buscaríamos en otro lugar el sueño que en nuestro suelo se convirtió en pesadilla.

Hubo una época donde hubo un país, un país que hoy nadie encuentra y que tú no conoces, porque te acostumbraste a sobrevivir en el caos, sin dignidad, humillado, sin certeza de nada, con la mirada perdida. No sé si ese país que te describo lo vamos a recuperar, pero lo que quisiera escribir es que hubo un pueblo que se cansó y reaccionó, que se puso de nuevo de pie y comenzó a reconstruir lo destruido durante años. Que jamás olvidó lo vivido y que lo contó de generación en generación para NUNCA más repetirlo.

Brian Fincheltub

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