Diario inédito de Ronald Ojeda sobre las torturas que sufrió en la Dgcim - Runrun
Diario inédito de Ronald Ojeda sobre las torturas que sufrió en la Dgcim

Javier Ojeda, hermano del extiente retirado Ronald Ojeda Moreno, reveló que el exmilitar asesinado en Chile dejó unos escritos en los que contaba sobre las torturas que sufrió cuando la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) lo detuvo.

El escrito contiene 185 páginas a las que tuvo acceso el diario chileno La Tercera. Javier explicó que Ronald, tras salir de Venezuela huyendo de la prisión, comenzó a escribir sus vivencias y dejar registro de ello.

“No alcanzó a publicarlo, pero él sabía que el régimen lo estaba cazando. Por eso me lo dio”, dijo el hermano de Ronald Ojeda en declaraciones que ofreció al citado medio.

Primer secuestro

Ronald Ojeda Moreno fue secuestrado el 25 de marzo de 2017 hacía guardia en su puesto de mando en Apure.

“Es una zona de vital importancia para grupos insurgentes, radicales, liderados por la FARC y el ELN, ligados al narcotráfico, secuestro, extorsión y contrabando”, relató el exmilitar asesinado en Chile.

Ese sería el día en que todo cambió. Lo citaron a una reunión en Caracas y se preparaba para viajar, para lo cual  fue a la oficina de su superior, “el general de brigada Ovidio Delgado Ramírez”.

El militar felicitó a Ojeda por su trabajo, y lo calificó de ejemplar. Le hizo varias preguntas. Luego, le dio un sobre con dinero.

“Desconocía por completo que a ese nivel se entregarán ‘premios’ de esta índole con tal ligereza e informalidad. ‘Toma, Ojeda, para que compartas con tu familia y por el futuro niño. Hiciste un buen trabajo’”, escribió el exteniente.

En el escrito, Ojedaba narra que se retiró a su habitación para preparar el viaje y en eso, un sargento le pidió abandonar la unidad en 10 minutos. Tomó sus pertenencias y subió a su vehículo. Pero otro auto se le cruzó en el camino.

A bordo iba uno de sus compañeros, quien minutos atrás lo había felicitado. “Era el coronel segundo comandante de la brigada Marco Tulio Álvarez Reyes, alias Machetico. Muy apresurado se baja, abre la puerta de mi vehículo y me apunta a la cabeza con su arma de reglamento. ‘Teniente, maldito traidor’”, recuerda que le dijo.

Ojeda escribió que fue trasladado a un aeropuerto abandonado. Allí había militares vestidos de negro, sin identificación, que portaban el logo de la Dgcim.

Relató que el general Delgado lo esposó y le explicó por qué estaba detenido: “(Lo hizo) para entregarme al órgano de inteligencia de la tiranía; por un presunto golpe militar fallido contra el tirano Nicolás Maduro y sus acólitos”, explicó Ojeda.

“Me dice: ‘eres un traidor, ¿estás conspirando?’. Si era verdad, no podía darle razones y, si era mentira, no podía darle elementos para crear supuestos. Así que mi ‘no’ fue muy sincero: ‘nada que ver mi general’”, prosiguió.

Inician las torturas contra Ronald Ojeda en la Dgcim

En las páginas de su escrito, Ojeda Moreno señaló que lo subieron a un avión y lo interrogaron por el dinero que llevaba consigo, el mismo que le habían obsequiado hace unos minutos.

Allí comenzaron las torturas de las que fue víctima por la Dgcim, denunció.

Ronald recibió primero una patada en la cabeza. Los funcionarios abrían la puerta y amenazaban con lanzarlo. También lo rociaron con gas pimienta en el rostro y lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello, añaden las páginas.

Lo primero fue una patada en la cabeza. Abrían la puerta del avión, amenazando con lanzarlo. Le rociaron gas pimienta en el rostro, y luego lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello.

Las preguntas seguían. Pero Ojeda pensó que la forma en que eran formuladas sólo delataba la falta de información de sus captores.

“¿Qué sabes?; dinos todo y se acaba esto, si nos colaboras, nosotros podemos ayudarte”, decían. “No sé nada”, respondía Ojeda.

“Ahora con descargas eléctricas para ver si con eso lograban alguna respuesta. Sesiones interminables donde ataban los cables a los extremos de mis orejas, en los dedos meñiques de las manos, en los tobillos. Rociaban la capucha negra con agua, para evitar que entrara oxígeno”, suma el escrito.

El avión aterrizó en la ciudad de Caracas, pero Ronald estaba seguro de que el aterrizaje solo era el principio de algo más escabroso.

Un paso por su vida militar

Ronald recuerda en las páginas que durante su infancia algo le fascinaba de la vida militar. Por eso es que jugaba a marchar con una escoba bajo el brazo. Las tardes de infancia y adolescencia escuchando el programa de Hugo Chávez también lo acercaron a eso.

Se alistó al Ejército a los 17 años y, según explica, allí comenzó un fuerte «adoctrinamiento», explicando que la idea era que al final del proceso él fuera otra persona distinta a la que entró.

“El producto final de cuatro años de formación militante es un ser totalmente sumiso, sin las capacidades idóneas para los futuros cargos, la meritocracia queda totalmente excluida en el desempeño de las funciones, sólo basta adular al sistema y al líder, para ganar algún cargo, puesto de preferencia o futuros ascensos. El militar no es fiel a la Constitución, principios, códigos o legado. Sólo obedecerá al poder del partido”, agregó.

Pero el exteniente también relató en sus escritos las irregularidades que vio en su carrera en el Ejército.

Pese a que consideraba que gran parte de sus compañeros eran gente abnegada y dedicada, había “procesos corruptos”.

“Solo por ser asignado, ya existía un pago y una remuneración constante con los jefes. (…) Si (la actividad) es lucrativa, se deja de lado todo trato castrense y se toma algo más aligerado como camaradas. Si no tiene ningún lucro: el trato es netamente castrense”, contó.

De ver la corrupción a una celda de la Dgcim

Años después de ser testigo de tantas irregularidades en el cuerpo castrense, Ronald Ojeda despertó en una celda de una cárcel de la Dgcim sucia, totalmente oscura y sin luz.

En su escrito dejó plasmado que le lanzaban la comida al suelo sin platos y solo le daban arepa y lentejas. Cuando terminaba de comer, lo sacaban para más sesiones de tortura e interrogatorio, encabezadas por mandos medios de la Dgcim, denuncia.

El exmilitar precisó que en plena oscuridad escuchaba cómo torturaban también a otros acusados en celdas vecinas. Describió las sesiones:

“Las descargas eléctricas se convierten en una práctica rutinaria al momento de hacerte hablar. Comienzan con leves sesiones, que aumentarán progresivamente dependiendo el grado de información que le suministres. (…) La asfixia mecánica y golpes con barras metálicas envueltas en esponja es para demostrarte que la ley allí no existe. Los cuartos oscuros y celdas aisladas tienen como fin dominar tu mente, llevarte al conflicto interno para asumir la autoculpa, el autoseñalarte como victimario; decirle al sistema que aceptas lo impuesto como flagelo por el pecado cometido”. También detalla cómo era colgado de una pared durante horas, o que le sumergían la cabeza en un balde con agua “para que hablara y dijera algún testimonio que ellos querían que repitiera”.

Así fue durante 13 días. Por la falta de aseo sufría de picazón y desarrolló sarna. Su esposa dio a luz en esos días. A pesar de eso, ella lo buscaba pero solo le respondían una cosa:

“Él ha sido detenido por estar involucrado en actividades de corrupción, cuando fue detenido se le incautó un maletín lleno de dinero”.

Ronald Ojeda fue secuestrado y asesinado en Chile

La madrugada del miércoles 21 de febrero, sujetos que fingían ser funcionarios de la Policía de Investigaciones (PDI) de Chile ingresaron a la casa de Ronald Ojeda Moreno, en Santiago, y se lo llevaron.

Durante nueve días el exmilitar venezolano estuvo desaparecido, hasta que el viernes 1 de marzo, la Fiscalía de Chile confirmó su muerte. Su cadáver fue encontrado en una comuna del sur de Santiago, debajo de un bloque de cemento, a 1,4 metros de profundidad.

Héctor Barros, fiscal coordinador del Equipo de Crimen Organizado y Homicidios (ECOH) de la Región Metropolitana (RM), indicó que según el médico, la muerte de Ojeda Moreno ocurrió entre siete y 10 días antes del hallazgo de su cuerpo.